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01| JAZMÍN Y FRAMBUESAS

Exhalación, tras exhalación el cachorro de cabellos rizados y brillosos como los suyos, giraba su cabeza en su dirección y le extendía una sonrisa juguetona. "No podrás atraparme jamás" decían sus ojitos azules tras dar nuevas y largas zancadas.

Entre risas y muecas chistosas, Taehyung al fin fue capaz de alcanzar a tocar el hombro de su hermano menor, deteniendo su paso de inmediato. El escurridizo cachorro de complexión delgada a quien había estado persiguiendo desde que salieron de la aldea de su manada, estalló en risas cuando sus hábiles dedos recorrieron su torso y axilas, haciéndole cosquillas.

– ¡Ya basta Tae! — se quejó. Sus lágrimas provocadas por su escandalosa risa, y el estímulo para nada agradable en su pequeño cuerpo, se hicieron presentes. — Por favor. He perdido. Me has atrapado.

– Oh no. Tú mocoso insolente, tuviste la osadía de burlarte de mis habilidades de caza. ¿Quién te crees que eres?

– El favorito de mamá. — se mofó orgulloso por sus palabras, y le saco la lengua en una mueca infantil, totalmente burlona.

Indignado, Taehyung rodó sus ojos verdes con cierto fastidio, y con una ceja arqueada continuó con la tortura del cachorro.

– ¡Insolente! Me las pagarás.

Fue un largo rato en el que estuvieron de esa manera, tirados sobre el musgo húmedo del frondoso bosque. Compartieron gruñidos, patadas, arañazos y suaves mordidas. Al ser criados bajo el calor del mismo nido, Alec y Taehyung, compartían una relación especial, un lazo sanguíneo y espiritual que les impedía lastimarse a gravedad. Un amor fraternal tan puro que ambos estaban seguros, que darían la vida por el otro, incluso si Alec era cuatro años menor, siempre daría la cara por su hermano mayor, a quién no solo amaba, sino que, también admiraba.

No supieron con exactitud, en qué momento rodaron tan lejos, pero ahora que los juegos y riñas amistosas habían terminado, los hermanos Kim, se encontraban descansado con la espalda recargada en el tronco de un sauce al que jamás habían logrado ver.

El imponente ejemplar, era divino, en toda la extensión de la palabra, y su alrededor también lo era. La flora y fauna del bosque al que su padre los llevaba con frecuencia desde que aprendieron a caminar, era sin duda alguna, el mejor patrimonio de sus tierras. El lugar perfecto para cazar, recolectar o simplemente pasar el rato.

La sombra del sauce resultó gratificante para ambos cachorros. Los suspiros bochornosos del final del verano y el esfuerzo físico realizado en el juego previó, logró cansarles hasta terminar jadeantes y exhaustos. Entierrados, sucios y sudados, agradecieron el viento fresco que el otoño entrante dejaba fluir por los troncos del bosque, y se permitieron descansar un poco, antes de volver.

Ambos hermanos se encontraban demasiado lejos de su manada, pero ninguno se sentía intranquilo, pues a pesar de la gran distancia impuesta, sabían que dentro de sus tierras, nada les ocurriría.

La cabeza de Alec, se posó con lentitud sobre sus piernas, y Taehyung notó como su hermano menor, intentaba restregarse "disimuladamente" contra su vientre.

– ¿Qué ocurre? — le preguntó Taehyung, dejando sus manos viajar hasta los brazos del menor, quién disfrutaba en demasía las caricias que sus uñas largas dejaban sobre su piel. Un suave ronroneo se escuchó por parte del infante, acto que provocó que el rubio mayor, sonriera complacido.

– Está noche hay luna llena. — le dijo el cachorro de apenas doce años, sin atreverse a salir de su escondite. — Si te presentas como alfa, me vendría de maravilla, pero si eres omega... Y-yo...

La melancolía en su entonación, entró como una daga envenenada en el corazón de Taehyung, pues ese era el principal motivo por el cual había decidió ir a jugar al bosque con su hermano menor. Una despedida. Sabía que después de esa noche, con la luna llena brillando en el cielo, su padre, Kim Namjoon, el líder de la manada, iniciaría su ceremonia de iniciación, dónde al fin dejaría de ser considerado un cachorro, y sabría a qué casta pertenecía. Tomando también, responsabilidades que hasta ese día no tenía.

Las opciones de Taehyung, eran limitadas.

Alfa u Omega.

Cualquiera de las dos, resultaban atemorizantes.

Pero. ¿Qué era lo que él quería?

Si bien, uno no puede elegir su casta, el rubio deseaba con todo el anhelo de su corazón infantil, poder convertirse en un alfa. Pues de este modo podría heredar el poderío de la manda que su familia venía liderando desde la fatídica guerra de hace un siglo atrás. Se convertiría en un guerrero de honor y podría vivir cómodamente en su casa junto a su madre, padre y su pequeño hermano.

Ese era sin duda, su más grande sueño.

Poder seguir compartiendo vivencias con su hermano.

Todos esos sueños se verían frustrados si resultará ser un omega.

Su cuerpo no tendría la capacidad física para enfrentarse en el campo de batalla, pero lo que es peor, en toda esta situación hipotética, es que sería dado en matrimonio al guerrero más fuerte y hábil de sus tierras.

Era un honor para cualquier Alfa guerrero, tomar en matrimonio al hijo omega de su líder. Una hazaña que no solo le daría renombre, sino que también, tierras y poder absoluto. En dado caso, de que el líder no llegara a tener un heredero Alfa, para liderar la manada; los alfas de los príncipes tendrían que enfrentarse entre sí, para poder tomar el título del líder.

Por lo que Taehyung tenía entendido, ese alfa guerrero, quién había ganado todas sus batallas, vivía en la aldea de la frontera; y desconocía si es que ya estaba emparejado.

Rogaba a los cielos que así fuera.

No es que no deseara emparejarse, sabía el rol que debía cumplir al ser el hijo del líder, pero no quería simplemente abandonar toda su vida por seguir a un alfa a quien vería tan pocas veces en su vida. Sin embargo, y solo si se presentaba como Alfa, las cosas serían distintas, pues algún precioso Omega llevaría su marca con orgullo en su cuello, y cuidaría de él hasta que la madre luna reclamara su cuerpo del plano terrenal.

Y quizás, solo quizás, el rubio mayor ya tenía una idea clara de a quién quería como su omega. Jimin su mejor amigo de su cortísima vida; se había presentado como Omega a inicios de año. El joven hijo de los Park, era el sueño de todo alfa; el prototipo ideal de la delicadeza y belleza. Con sus cabellos castaños y ojitos miel, el joven de bonita sonrisa, había capturado el corazón de más de un alfa en la manada, e incluso de las fronteras. Y aunque Taehyung no lo amaba de manera romántica, sabía que Park Jimin, sería el compañero perfecto para tomar el poderío. Jimin sería su luna.

Claro, solo faltaba la decisión de la Diosa, pero confiaba en que sería un alfa.

– Pase lo que pase, yo siempre voy a estar cerquita de ti, nadie podrá apartarme de tu lado. — musitó con seguridad, y notó como Alec, lentamente iba levantando el rostro para mirarle.

– ¿Me lo prometes? — cuestionó con anhelo, y Taehyung no tuvo más remedio que sonreírle y asentir.

¿Cómo podría alejarse de su cachorro favorito?

– Lo juro por la luna.

[...]


Por la tarde, cuando Taehyung regresó del bosque, se encontró con que su habitación había sido cálidamente adaptada para la preparación y purificación de su cuerpo. Las sábanas de su cama habían sido reemplazadas por unas suaves telas de seda en tono marfil; las almohadas de plumas, fueron estratégicamente acomodadas al rededor del mullido colchón, simulando así, un nido acogedor para su primer celo. Las velas que antes iluminaban su habitación, fueron dejadas en el olvido, y colocaron, en su lugar, unas aromáticas ceras que rodeaban el reducido espacio de manera gratificante.

Su madre, la luna de la manada, quién llevaba por nombre Kim Seokjin, era un Omega varón de belleza tremendamente deslumbrante. Su carisma, sentimentalismo y empatía, eran sin duda sus mejores cualidades. El Omega perfecto, un Omega al que todo el mundo envidiaría, y desearía tener a su lado.

También es cierto, que su atolondrada madre, era en extremo parlanchín, por lo cuál Taehyung se sorprendió cuando esté entró sigilosamente a su habitación. Sin hacer ruido, sin comentarios agradables; pero supuso que ese inusual comportamiento se debía a que venía acompañado por la "santa". Aquella mujer de edad avanzada quién poseía una pequeña choza a las afueras de la aldea, la curandera estrella del pueblo. Pero eso no era todo, sino que también, esa misma mujer de aspecto antaño y desarreglado, parecía tener una relación extraña con los astros de los cielos.

Justo detrás de ellos, venían, dos omegas que habían sido presentados como tal, a inicios del año.

Nadie pronunció palabra alguna, todos estaban concentrados en el ritual a seguir antes de que la ceremonia de presentación diera lugar.

Taehyung fue bañado con el agua bendita que habían traído desde el manantial, al que ofrendaban cuando la lluvia bendecía sus cosechas. La misma agua bendita que fue perfumada por la flor de jazmín, el precioso fruto de la naturaleza que solo florecía en sus tierras, y que era el emblema de toda la manada del norte.

La anciana, su madre y el dúo de omegas quienes tenían por nombre: Im NaYeon y Hwang HyunJin, se esmeraron en limpiar con cariño la piel del cachorro, mientras entonaban una canción que alababa a la madre luna. Cuándo estuvo perfectamente limpio y resplandeciente, prosiguieron a vestirle con una delicada túnica de lino en tono blanco, simbolizando con está, su inmaculada pureza.

Sus cabellos rubios fueron peinados delicadamente, dejando sus rulos más definidos de lo que ya eran naturalmente y colocaron sobre su cabeza una corona con la base hecha de ramas finas y flexibles en tonos cafés, hojas verdes y aromáticas como el romero, menta y hierva buena; unas cuantas rosas en color rojo, al igual que jazmines blancos, y cerezos rosas. Todo perfectamente balanceado y pensado en su inminente transformación.

Cuándo el sol se escondió por el horizonte, y el crepúsculo les regaló los últimos destellos de la esfera de fuego, Taehyung fue guiado por sus acompañantes hasta las afueras de su pequeño pueblo. En el trayecto, los demás miembros del lugar, le felicitaron contentos por su ceremonia, y prometieron verle una vez que la danza al cielo llegará a su fin. El rubio agradeció con una sonrisa sincera todas esas palabras de confort, que recibía de su pueblo, y siguió caminando por un sendero desconocido, que solo podían pisar los cachorros, una vez que su ceremonia de presentación diera lugar.

Cuándo el terreno áspero de la localidad terminó, sus pies descalzos agradecieron el pastizal húmedo que rodeaba las partes bajas de lo que parecía ser una colina. Su nerviosismo se hizo más evidente a medida que avanzaban, pues no podía dejar de pensar en lo importante que era para todos el que se presentará como alfa.

¿Y si no lo era?

¿Tendría la madre luna otros planes para él?

Si bien, sus deseos por presentarse como alfa, eran inmensos. Taehyung no negaría que ser un Omega, también lograba emocionarlo de cierto modo. La necesidad de procrear, era meramente instintiva, y siendo Omega, tendría el privilegio de llevar a sus cachorros en su vientre.

Eso sería maravilloso.

Los omegas en su manada, eran adorados con fervor, pues su escasez, y naturaleza divina, capaz de dar vida, era venerada por todos los alfas que la conformaban. Eran tratados con la delicadeza y respeto que se merecían. Ser Omega, era sin duda alguna, una de las mayores bendiciones que la luna pudiera darles.

Entonces aquello dejó de sonarle tan mal.

Cuándo la oscuridad terminó de abrazar las tierras de la manada del norte, y la luna brilló llena en el centro del vasto cielo, sus orbes verdes divisaron los enormes monolitos que se encontraban circularmente en la cima de la colina. Unas cuantas velas habían sido colocadas estratégicamente para que su luz iluminara las piedras, y estás por consecuencia, habían formado con su sombra, una figura extraña en el centro del pastizal.

La santa, se aproximó hasta el joven cachorro para darle de beber de un cuenco. Algo que alcanzó a distinguir como una infusión. El aroma y sabor habían sido disfrazados, sin éxito alguno, por las hierbas de menta. Hizo una mueca de asco, al terminar de beber el contenido, sintiendo su lengua hormiguear inmediatamente tras el amargo sabor tibio.

Los cantos en el idioma antiguo de la manada, se hicieron presentes, y el rubio comenzó a danzar el ritmo de ellos, siguiendo los pasos marcados por la santa, su madre, y los omegas que lo estuvieron acompañando. Se había preparado tanto para esta ceremonia, que sus pies se movieron por sí solos, conociendo a la perfección la melodía, girando sobre su propio eje alrededor de los monolitos. Sus manos alzadas al cielo y sus ojos cerrados culminaron la danza; sus rodillas cayeron inevitablemente al suelo justo en el centro de la circunferencia natural de la colina, dejando que su piel tostada se bañara por la tenue luz lunar de su Diosa.

Los nervios que antes sentía se disiparon en con el primer movimiento de su danza, y para estás alturas, con su cuerpo cansado, sudado y ajetreado, solo esperaba que la luna decidiera el momento indicado para darle a su hijo, su casta correspondiente.

Poco tuvo que esperar, cuando un desconocido y poco agradable calor se instaló en su vientre. Su sangre pareció entrar en ebullición, y sus iris picaron ante el cambio de color. Sus huesos se rompieron, cada uno de ellos crujieron para darle lugar al esqueleto de una bestia; sus sentidos se agudizaron, hasta el punto de percibir los movimientos de las diminutas hormigas bajo sus patas; su mandíbula naturalmente pequeña, fue reemplazada por fauces fuertes y una dentadura afilada, al igual que de su piel, creció un pelaje vasto y tupido.

Un precioso lobo del color del sol, nació en la cúspide de la colina; con los ojos de un tono esmeralda brillante, y un indiscutible aroma a jazmín, tan dulce y fresco como la primavera misma.

Seokjin, quién se había mantenido en silencio y expectante desde su lugar, a un lado de la roca más grande, soltó un grito de emoción. Las esquinas de sus ojos se aguaron y terminó por soltarse a llorar cuando su cachorro aulló por mero instinto a la luna.

– ¡Mi bebé! — gritó entre sollozos. — ¡Eres un Omega precioso!

El corazón del animal comenzó a latir erráticamente cuando vio el rostro de su madre acercarse hasta él. Su conocido aroma a cerezas se sentía más intenso debido a su agudo olfato, y como todo cachorro asustado, termino de acortar la distancia, se dejó envolver entre los brazos protectores y amorosos de su madre, y le fue inevitable no restregarse en su vientre, en una evidentemente muestra de angustia.

La mutación de su cuerpo era extraña, Taehyung no conocía de nada a su parte animal. Le temía. Tenía miedo de herirse, o herir a alguien más, pero sin duda alguna, lo que estaba volviéndole loco, era el interminable y punzante dolor que se había instalado en su vientre. Seokjin le había dicho que tras tener su primera transformación, su celo vendría en conjunto. Pero no solo eso, sino que también, tendría que sufrir este mismo cada tres meses, ya que por su ahora conocida casta Omega, eran más recurrentes que en los alfas.

Después de lamer con desesperación las lágrimas de su madre, y cuando logro tranquilizarse un poco. La santa y Seokjin lo guiaron al manantial sagrado, dónde le permitieron echarse un chapuzón con el único fin de calmar las olas de calor que el celo provocaba en él; y vaya que funcionó, porque después de unos cuantos minutos, el dolor y el calor insoportable, cesaron considerablemente, y fue hasta entonces que pudo volver a su forma humana.

[...]

Los alfas de la manada del norte, eran conocidos por su fama despiadada cuando la batalla los llamaba, y no era extraño verles portar enormes collares adornados con las orejas de los lobos que habían asesinado. Esto, aunque pudiera parecer un acto atroz para algunas personas, no era más que un símbolo de respeto, que los guerreros se esmeraban por conseguir.

Así como eran despiadados, también eran devotos a su manada, a sus omegas, a sus cachorros y a sus tierras. Sí por mero instinto, resultaban ser protectores y territoriales, este sentido de pertenencia y lealtad, se extendía de manera unánime sobre ellos.

Jeon Jungkook, un alfa joven de veinte años de edad, se encontraba bastante ajetreado por los preparativos de la ceremonia de iniciación del hijo de su líder. Así como él, otros alfas de su misma edad, e incluso mayores, estaban poniéndole bastante empeño en la decoración del lugar; cargando enormes trozos de madera seca para la fogata, y otros tantos, más pequeños para que la aldea pudiera tomar asiento alrededor del fuego.

Fuera Alfa u Omega, todos estaban bastante contentos por el nacimiento del lobo de aquel cachorro, que no todos tenían el privilegio de conocer, pues al ser el hijo del líder, era lo más cercano a un príncipe, y no cualquier persona podía acercarse a este.

Jungkook lo había visto en varias ocasiones acompañado por la luna y su adorable hermano menor, que era prácticamente una copia del primogénito.

– ¡Jeon! — lo llamaron desde el otro lado del lugar. El pelinegro se giro despacio en su dirección, encontrándose con su amigo y compinche, cargando un enorme y aparentemente pesado trozo de madera. — ¡Ayúdame!

Fue hasta él para darle una mano, y llevaron juntos el enorme tronco, hasta la base de la fogata.

– ¿Dónde mierda conseguiste esto? — le preguntó Jungkook, dando una gran bocanada de aire.

Su amigo de mirada felina le sonrió.

– Mi amorcito me ha dado permiso de cortarlo de sus tierras. — declaró orgulloso el alfa.

– ¿Tu amorcito? — repitió con escepticismo.

El pelirrojo asintió, y se acercó hasta su amigo para susurrarle algo al oído. Jungkook tuvo que agacharse un poco, debido a la baja altura de esté, y espero atento a cualquier estupidez que esté pudiera soltar.

– El hijo de los Park, Jimin. Ha aceptado mi cortejo. — pronunció lo más bajito que pudo, y dio un salto hacia atrás cuando el pelinegro le miro con horror.

– ¡Min Yoongi! ¿¡Estás demente!?

– Solo soy un lobo enamorado. Lo entenderás cuando crezcas. — le dijo burlón tras darle unas palmaditas en el hombro.

– Hyung, solo soy tres meses más joven que tú. — se quejó con un puchero. — Pero volviendo al tema, ese Omega es un crío, y su padre es nuestro comandante. ¿Enserio te volviste loco?

– ¡Baja la voz, animal! — siseo con molestia. — Y sí, quizás aún es un capullo, pero juro por la luna que algo nos une, es tan malditamente atrayente, que simplemente no puedo apartarme de él. ¿Qué más da si su padre es el comandante? Incluso si fuera el hijo del líder, me atrevería a cortejarlo. Se que puedo ganarme a su familia. Me enlistare a la próxima batalla para ganarme unas cuantas orejitas sureñas.

– Van a cortarte la lengua, hyung. — se burló el menor. — Quizás y esa orejita tuya, termine siendo el adorno preferido del alfa Park.

Yoongi estaba a punto de soltarle un golpe por el tremendo mal augurio que había soltado, pero justo antes de que eso pudiera ocurrir, la voz de su líder se hizo presente.

– Te salvaste. — le señaló con el índice. — Pero la próxima, me las pagas.

Jungkook solo atinó por soltarse a reír, y corrió junto con él hasta el centro de la fogata que ya estaba encendida. Los alfas que conformaban su batallón, se encontraban ya de pie inclinando la cabeza ante su líder, y pronto el dúo de amigos, estuvieron haciendo lo mismo.

– Está noche. — comenzó Namjoon con una alegre sonrisa en su rostro. — Mi primogénito, Kim Taehyung, será presentado ante ustedes, manada mía, como un Omega o un Alfa. Y no puedo si quiera explicarles el regocijo que mi lobo siente por ello.

Kim Namjoon, era un alfa de linaje limpio. Por su venas corría sangre que sin duda alguna, era poderosa. El hombre de cuarenta y dos años de edad, seguía siendo un guerrero fuerte, incluso en su forma humana. Su inteligencia, astucia y sabiduría, habían llevado a la manada a un presente próspero, así como también prometía un futuro asombroso. Bajo su liderazgo, las tierras de la manda se habían extendido un 20% más de lo que le fue heredado; pero ese dato, no quería decir que el hombre fornido y dominante, fuera un idiota irracional sediento de sangre. Aquellas tierras las había ganado ya que las manadas vecinas se habían atrevido a desafiarlo, incluso habían asesinado a varias familias de las fronteras. El líder Kim, jamás permitía que la sangre de los suyos fuera derramada, y si llegaba a ocurrir, aquel acto jamás quedaba impune.

– Quizás me estoy adelantando, pero si es que mi hijo se presenta como un Omega, tengo la certeza de que ustedes no intentarán hacer algo estúpido. ¿Verdad?

La simple insinuación de aquel acto atroz, logró ofender a los alfas presentes, quienes de inmediato levantaron la mirada, para negar con firmeza.

Nadie, absolutamente nadie de la manada se atrevería a ponerle un dedo encima a los príncipes; o a cualquier Omega en general. Pues, como ya se había mencionado antes, estos respetaban muchísimo a sus omegas, y solo se atrevían a acercarse si estos se los permitían.

Si bien era cierto, que un Omega debía mantenerse "virgen" hasta la hora de su enlazamiento. Había casos en los que este suceso no llegaba a ocurrir, pues como en toda sociedad, existían alfas y omegas listillos, que lograban escabullirse por las noches a los matorrales cercanos, o incluso al ceno del bosque. Muchos pasaban sus celos acompañados sin la necesidad de portar una marca, o estar unidos en matrimonio, y aunque no era algo para penalizar, no estaba bien visto.

– Eso creí. — volvió hablar el líder. — La danza ya debe haber terminado, esperemos a que mi cachorro regrese, y podremos cenar.

[...]

Después de ser vestido con una nueva túnica blanca, Taehyung se encontró maravillado con la corona que antes había usado, solo que está vez, las rosas rojas habían sido retiradas, y en su lugar solo los cerezos y otras flores que no alcanzo a reconocer, adornaban está. Todo en tono rosa, el color de maternidad.

El camino de regreso a la aldea, fue relativamente corto. El rubio estaba cansado, mejor dicho, exhausto por todo lo que había sucedido; pero en cuanto puso un pie dentro de su localidad, todo el sueño que albergaba en su cuerpo se disipó, dando lugar a una inmensa felicidad, por lo que sus ojos capturaron.

Todas las casas de madera habían sido  decoradas con las mismas flores que antes llevaba en la cabeza; una enorme fogata lo esperaba con alegría en el centro del lugar, al igual que tres mesas repletas de alimentos y regalos.

A pesar de todo el gentío que ya se encontraba gritando y aplaudiendo alegre por su mutación, Taehyung solo pudo prestarle atención a una figura esbelta entre la multitud. Su castaño amigo se aproximó hasta donde estaba, con los ojos lagrimosos y los brazos extendidos; capturándolo enseguida entre sus brazos.

– ¡Tae! — chillo contento. — ¡Felicidades! Yo lo sabía. Sabía que serías un Omega.

Tal afirmación logró descolocar al rubio.

¿Cómo podría saberlo?

– Y yo que te quería como mi luna. — refunfuñó el menor, provocándole una risita nerviosa al castaño.

– Ya, ya. — los interrumpió Seokjin. — Ve con tu padre, debe presentarte con la manda.

Los omegas se dieron una última sonrisa, y Taehyung caminó despacio hasta donde su padre se encontraba, recibiendo de su parte una sonrisa de preciosos hoyuelos, y un abrazo lleno de afecto.

– Precioso Omega. — musitó su padre cuando lo tuvo entre sus brazos. — Mi cachorro adorado. Por fin has dejado de ser un niño.

Un suave ronroneo salió gutural y quedito por parte del rubio, quien, complacido por sus palabras y suaves caricias, se acurrucó en el pecho de su padre para poder derramar sus lágrimas.

– Me quiero quedar. — habló en un hilo de voz. — Por favor, no dejes que uno de esos alfas me lleven. Tengo miedo papá.

El instinto protector que Namjoon tenía hacia sus hijos, incluso podría considerarse enfermizo, y siendo su primogénito un Omega, su alfa solo podía pensar en una cosa: ahuyentar a los alfas malditos de su pequeño bebé.

– Cuando llegue el momento. — le dijo después de un suspiro pesado. — Serás tú, quien decida con quién enlazarte. Pero escúchame bien, yo tendré que aprobarlo primero, nadie en este mundo es merecedor de mi bebé, y si tengo que luchar para corroborar que ese alfa te cuidará, tenlo por seguro que lo haré.

La singular sonrisa cuadrada del rubio se extendió por sus mejillas tras esas palabras susurradas en su oído, y al fin tuvo el valor de mirarle a los ojos.

– Siempre quiero ser tu bebé.

– ¿Quién dijo que dejarás de serlo?

Con un choque de nariz, el líder concluyó su íntima conversación, y soltó a Taehyung suavemente, para que esté se acercara a su hermano, quién desde que había comenzado el ritual de purificación, se había mantenido inquieto.

Un puchero y lágrimas de melancolía fueron lo primero que el Omega vio, y no pudo evitar saltar sobre el cachorro para abrazarlo.

Alec lloró un río sobre su pecho, se aferró con fuerzas a su túnica, y restregó su nariz con ahínco en el nuevo aroma de su hermano.

– Hueles horrible. — comentó entre hipidos. — ¡Báñate! Hueles feo.

Pero eso era una mentira, Taehyung lo supo porque el menor no dejaba de sorber sus mocos con insistencia solo para poder capturar de mejor manera su aroma a Omega.

– Mamá dice que son jazmines. — se encontró diciendo mientras mimaba con cariño el cabello dorado del menor. — Yo no puedo percibirlo ahora, pero dice que es delicioso.

– Hueles a qué quieres cachorros. — soltó luego de que las lágrimas se disiparon. — No puedes tener cachorros hasta que yo crezca Tae. Yo soy tu único cachorro. ¿Me escuchas?

El mayor soltó una risa ante su amenaza, pero de igual manera asintió.

– Tú eres mi cachorro favorito.

– Estoy bien con eso. Ahora vete, porque hueles feo.

Después de que Alec se fuera de su lado, Namjoon lo presentó ante toda su manada con unas dulces palabras. La aldea estalló en gritos eufóricos, y los cachorros fueron los primeros en ir a saludarle. Besaron el torso de su mano para posteriormente posar está delicadamente en su frente; le felicitaron nuevamente por su reciente transformación y le dieron pequeños obsequios. Lo mismo ocurrió con los omegas, pero cuando llegó el turno de los alfas, las cosas cambiaron un poco.

Estos habían formado una perfecta fila para poder pasar uno a uno a presentarle sus respetos al Omega, pues aunque todas las ceremonias de iniciación, tenían que hacer aquello, está vez se trataba del hijo del líder, y no solo eso, sino que también era un Omega. Todos los alfas solteros habían encendido en sus corazones la llama de la esperanza; sus feromonas naturalmente fuertes, se intensificaron un poco con la intención de agradar, de gustar; y quizás, con un poco de suerte, este precioso Omega de cabello rizado podría fijarse en alguno de ellos.

Pese a que todos los aromas eran relativamente fuertes, ninguno resultaba abrumador, pues debían mantenerse a raya para no faltarle al respeto al Omega con feromonas dominantes ya que este se encontraba en celo, y claro, tampoco querían sufrir una muerte aterradora a manos de su líder.

Mientras Taehyung agradecía cordialmente todos sus saludos, Jungkook y Yoongi intentaban mantener la compostura para no echarse a reír por las ocurrencias absurdas del otro.

– Estos idiotas piensan que son sutiles, pero puedo percibir su excitación. — murmuró el pelirrojo con cierta diversión.

– Te puedo apostar, a qué la mayoría no conocen la cama de un Omega. — le respondió juguetón, provocando que su amigo le mirara con la ceja arqueada.

– Jungkook. — le dijo con una sonrisa juguetona. — Tú eres virgen.

Las mejillas del contrario se colorearon de carmesí, y sintió sus orejas calentarse, delatando su nerviosismo.

– ¿Y tú qué vas a saber sobre mi vida sexual? — atacó con picardía, y el otro ya no pudo contener más tiempo su risa.

– Eres un idiota. La última vez que estuviste con una Omega, huiste de la carpa porque te mostró los senos.

– En mi defensa diré, que fue muy atrevida. Yo estaba platicándole como le saque el ojo a un alfa y ella simplemente se desató el corsé. ¿Qué querías que hiciera? — le contó realmente ofendido por aquel recuerdo tan embarazoso.

– ¡Que le chuparas las tetas! Eso quería que hicieras.

Jungkook le sonrió apenado, pero ya no tuvo oportunidad de defenderse, debido a que la fila había avanzado sin que se diera cuenta, y ahora era Yoongi quien debía presentar su respeto al Omega. El alfa aguardó su momento, mirando la suela de sus zapatos, y avanzó por mera inercia cuando notó la sombra de su amigo desvanecerse hacia la fogata.

Pero antes de que pudiera si quiera atreverse a tomar la mano del príncipe, las garras de su lobo se clavaron con desesperación en sus entrañas; sus iris violetas brillaron con intensidad ante la presencia de su parte animal, y se sintió borracho por el exquisito aroma que su olfato captó.

Jazmín y frambuesas.

Jamás en su vida, había podido percibir otro aroma en ninguna persona, jamás había sentido a su lobo aullar enloquecido por un Omega, jamás había sentido las pulsaciones de su corazón tan aceleradas, y ese cosquilleo extraño en sus encías, como si fuese un cachorro al que le comienzan a brotar los dientes. Pero lo sintió, todas esas emociones se arremolinaron en su estómago. La dopamina, y serotonina se dispararon desquiciadas por todo su sistema.

Ese bendito aroma del Omega se metió por debajo de su piel, y aún con los ojos como brillantes amatistas, levantó la mirada solo para encontrarse con el rostro más hermoso que sus humildes ojos jamás verían en otro lado.

Jungkook estaba completamente fuera de sí, se hallaba absorto de todo lo que a su alrededor sucedía, y solo podía sentir las vibraciones que la exhalación que su Omega soltaba. Era magnético, y malditamente atrayente. Sus manos picaron ansiosas por tocar la piel tostada del rubio, y se sintió completo cuando esté le miró con esos preciosos ojos verdes, tan brillantes y perfectos como las esmeraldas.

Ambos lo sintieron. Esa noche, bajo la luz de la luna, Jungkook y Taehyung supieron con certeza que su diosa había unido sus vidas; inevitablemente caerían por el otro.

El rubio estaba igual de atontado por su presencia, pues simplemente se había quedado mirando al alfa con encanto. El aroma a tierra mojada y ese toque a eucalipto, estaba volviéndolo loco. Su lobo chillaba en su interior por lanzarse a los brazos del alfa, estaba ansioso por mostrarle su cuello y pedirle que le marcará de una bendita vez; quería pedirle que lo llevará a su habitación y se fundieran bajo el calor de las velas en aquel nido que había dejado listo. Y estuvo a punto de hacerlo, de no ser por qué el alfa se había arrodillado ante él, en una reverencia sumisa. Su frente había tocado el suelo, y sus manos se encontraban abiertas y elevadas con veneración. Segundos después, el pelinegro se levantó, y tomo con suma delicadeza sus manos, besando estás con detenimiento, saboreando mediante aquel efímero contacto su calidez; y cuando al fin levantó la vista nuevamente, Taehyung se sintió desfallecer por lo atractivo que era.

– Omega. — pronunció Jungkook en un tono relativamente grave.

– Alfa. — respondió de inmediato sin poder apartar la vista de esos preciosos ojos que lo miraban con tanta adoración, con tanto anhelo.

El carraspeo fingido del alfa a sus espaldas, logró sacar a ambos de su ensoñación, y con el corazón apretado por tener que separarse, Jungkook le dio una sonrisa cargada de alegría, pese al terror de sentirse lejos de él.

– Nos vemos después. — pronunció el alfa dándole un último beso en sus manos. Volvió a reverenciarlo y se alejó con lentitud de aquel precioso toque.

– Eso espero...

[...]

Nt/a

Significado de los colores.

Rosa: Maternidad y juventud.

Rojo: Masculinidad y pasión.

Blanco: Inocencia y pureza.

Verde: Naturaleza y fertilidad.

También voy a referirme como "madre" a cualquier Omega, ya se varón o mujer, que tenga cachorros, porque se me hace más fácil jajaja.

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