Capítulo 37
Me despierto con el cuello dolorido en el momento que suena la alarma del despertador. Estuve esperando todo el día y gran parte de la noche que Logan o Jake me enviaran un mensaje, pero como era de esperarse, no llego. Tengo clase a las siete de la mañana justamente el día que tengo el ánimo por los suelos. Me desperezo y camino hacia la ducha. En el camino mi mente viaja hacia Charly, no le he visto en varios días ya, y a Stefano igual, algo que me parece sumamente raro.
Me despojo de mi pijama para enjabonarme a conciencia y uso el shampoo de arándanos que tanto me gusta.
Maldigo las duchas tan pequeñas cuando mi pantalón de chándal cae al agua. A duras penas puedes moverte para levantar los brazos a enjabonarte el cabello. Y justamente hoy, he olvidado traerme otra muda de ropa. Me envuelvo en la toalla asegurándome que no quede nada al descubierto y salgo descalza casi corriendo hasta mi habitación. Cuando los pasillos están desiertos me doy una palmadita por ser precavida y bañarme antes que todos.
Entro a mi habitación caminando directamente al armario. Me visto con lo primero que encuentro sin importarme, no me molesto si quiera en aplicarme un poco de tiempo en maquillarme o en mis rizos. Salgo de mi habitación con la maleta colgándome del hombro. Durante el trayecto del día y de mis clases reviso cada cinco minutos mi móvil en busca de un mensaje. Incluso le prendo y apago con la esperanza que se haya ido la señal. Resignada salgo de mi última clase del día y camino hacia una pequeña cafetería que se encuentra dentro de la universidad. No he comido nada desde la mañana de ayer. Pido un sándwich de pollo y jamón mientras bebo un bocado de jugo de cereza. En cuanto termino cierta alegría me invade al recordar que hoy será mi primer día de trabajo. Reviso la hora y el reloj marca la una y quince.
Agradezco que mis clases no vayan más allá de las dos de la tarde. Seguramente mi horario se complicará a medida que los semestres avancen, pero nada que no se pueda solucionar.
Mientras camino hacia mi residencia para mudarme de ropa y aprovechar el tiempo que me sobra para hacer tareas antes de ir a trabajar, no paro de suplicar que Logan se encuentre esperándome dentro de mi habitación. No llevamos más de tres días desde que nos volvimos a ver y ya va desaparecido día y medio. Tomo el móvil para llamarle, pero recuerdo que no tengo su jodido número. Arrojo el móvil a mi cama y con mi buena puntería, da en la esquina de la mesita de noche, para terminar sobre el suelo de hormigón.
Cuando lo recojo del suelo, noto la enorme raya que se pasa de esquina a esquina. Le he hecho una raja. Maldigo entre dientes y vacío mi maleta para hacer mis tareas. Cuanto termino embriología, el reloj marca las tres y media. Dejo todo el montón de hojas sobre mi cama y solo me calzo los zapatos para salir a primer día de trabajo.
El señor Jared me presenta con las dos meseras que trabajan. La pelirroja que nos atendió ayer a Logan y a mí, se llama Sidny, y una pelinegra que no había visto antes, Marty, que se encarga de preparar la comida con Jared. Mientras voy a vestirme con el uniforme que consta de un pantalón negro de bastas anchas y una camisa apretada roja, seguido guardo mi ropa en un pequeño armario que es para las meseras y salgo. Sidny me pasa un mandil negro que tiene bordado con letras blancas mi nombre y una libretita sonriéndome.
—¿No está la señora que cobraba en caja? — pregunto cuando regreso sosteniendo una bandeja con vasos sucios.
—¿Marlen? Decidió marcharse al fin— exclama Marty con aires dramáticos— Si fuese actriz le daba el papel perfecto para ser el Grinch
Me rio estrepitosamente y Sidny se une a mis risas. Durante la siguiente hora no hacemos más que conversar porque solo hay un cliente demasiando embalsamado en su móvil y con una ración de patatas fritas casi llena, para fijarse que no le prestamos atención.
Me entero que Marty es estudiante de artes de tercer nivel, Sidny de psicología, y sorprendentemente son alumnas de mí misma universidad. Marty ingreso hace una semana como yo.
Sidny es más dulce que Marty, siendo la última con un carácter fuerte; tanto que puede patearle el culo a alguien si le toca mucho las narices.
Pasada las seis los estudiantes empiezan a llegar a tal punto que Marty nos pregunta si queremos que salga a echarnos una mano. Sidny y yo, asentimos agradecidas cuando Marty hace aparición con libreta en mano. A eso de las nueve la gente empieza a marcharse, quedando poco a poco el bar vacío. Jared nos deja sentarnos unos segundos aprovechando que solo queda una parejita que está más interesada en darse besos que en comer.
La tarde se me ha pasado volando. El ambiente es bastante acogedor y cómodo, pero supongo que es a causa de Sidny y Marty que no han parado de platicar conmigo. De hecho, nos hemos agradado tanto que hemos quedado mañana para almorzar juntas. Me hace ilusión tener amigas nuevas, en especial cuando siempre se me ha hecho sumamente difícil congeniar con personas.
Faltan solamente veinte minutos para que mi turno y el de las chicas termine por lo que nos encontramos sentadas en unos banquitos en la cocina bebiendo coca colas, excepto Jared que bebe una cerveza como si la vida se le fuera en ello.
La campanilla de la puerta suena, avisándonos que entro un cliente. Cuando estoy a punto de tomar mi libreta para atender, Sidny me la quita de las manos y sale de la cocina encogiéndose de hombros. Se escuchan voces y luego de unos segundos Sidny grita algo que no logro entender. Las tres personas que quedamos en la cocina salimos a inspeccionar que sucede.
—¡¡Te he dicho que no pienso marcharme mientras la mesera de rizos castaños me sirva una cerveza!! — balbucea. No ha hecho aparición durante casi dos días, y tiene que reaparecer justamente hoy, en mi primer día de trabajo y hecho una cuba.
—Vete ahora, tío— brama Marty empujándole del pecho en un vano intento por hacerle salir.
Termino de cruzar lo que queda de distancia de la cocina a donde se encuentra Logan. Sus ojos grises se alzan a mi dirección y empiezan a brillar. Pocos segundos después una mueca burlona empieza aparecer en su rostro.
—¿Noah, lo conoces? — pregunta mi jefe. Estoy tentada a decirle que no porque seguramente esto me traerá problemas, pero no quiero que Logan haga más escándalo.
—Si — afirmo y tres pares de ojos sorprendidos se posan en mí.
—¿No les has contado de mí? — vuelve a balbucear con suficiencia
—¡Cierra el pico Logan! — grito. Tengo las mejillas teñidas de rojo y siento que la vena del cuello me va explotar en cualquier momento. No quiero que suelte una idiotez que no haga más que empeorar las cosas. No necesito darle otra razón más a Jared para pedirme que no regrese a trabajar mañana.
—¿Puedo... puedo retirarme? — le pregunto a mi jefe en tono más calmado
Jared asiente sin ninguna mueca de enojo o incomodidad. Algo que creo que es signo de que no va a despedirme el mismo día que he empezado a trabajar.
—¿Estás segura que vas a estar bien? — me pregunta Sidny con verdadera preocupación. Le sonrío a modo de respuesta.
—Nunca la lastimaría— murmura Logan llamando mi atención y la de las chicas. Jared ha salido a pedirnos un taxi. — al menos, no intencionalmente
Lo último dice más para si mismo, algo que estoy segura solo hemos escuchado Logan y yo. Jared entra y me dice que el taxi está esperando. Las chicas me piden que les envié un mensaje en cuanto llegue. Me despido y vuelvo a disculparme por quinta vez consecutiva en la noche.
Cruzo el brazo de Logan por detrás de mi cuello y nos encamino hasta el taxi. Se deja caer en el asiento trasero y le mando miradas furibundas cuando quiere empezar hablar.
—No quiero escuchar lo que sea que vayas a decir, Logan— digo lo más mordaz que soy capaz
Le paso el dinero al taxista y me bajo asegurándome que Logan siga mis pasos. Esta vez no me preocupo en ayudarle a caminar.
—Ángel...— grita cuando le llevo si quiera diez metros de ventaja.
No me detengo hasta que estoy dentro de la habitación y por un momento estoy tentada a ponerle el pestillo a la puerta para no dejarle entrar. Segundos después me arrepiento porque Logan es capaz de tumbar la puerta.
Miro la cama de Charly que sigue desocupada y agradezco que tampoco este hoy. Logan entra por la puerta tambaleándose luego de unos minutos y se deja caer en la cama de Charly.
—¿Por qué lo has hecho? Creí que estábamos avanzando y mírate— grito
—Lo prefieres a él, ¡Joder! ¡Prefieres al puto de Jake!
Sus palabras son un baldazo de agua fría. Creí que... bueno, no sé que creí concretamente, pero todo esto para Logan es un elegir de personas. Su retorcida mente imaginó que prefería a Jake, incluso puedo asegurar que cree que prefiero a todo mundo que a él.
¡Qué alejado se encuentra de la realidad...!
—¡¿Sabes lo difícil que es tenerte a mis narices todos los putos días y no poder tocarte, no poder estrecharte como quiero todo el puñetero día?¡ — continúa gritando
—¡¡Siempre te he elegido a ti sobre todos!!— le grito de vuelta haciendo aspavientos con los brazos. —Y si, sé que tan difícil es tenerme que mantener a distancias de ti, ¡Porque siento absolutamente lo mismo!
Susojos grises teñidos de rojo se posan sobre mí, recelosos, observando y buscandouna pisca de mentira en mis palabras.
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