Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 32

La puerta siendo aporreada con fuertes golpes me despierta. El reloj marca las tres menos veinte. Al principio imagino que es Charly que ha olvidado su llave, pero luego de unos segundos recuerdo que siendo fin de semana no va a perderse una fiesta regresando a dormir. El recuerdo de Stefano pinchándome los nervios me impide levantarme abrir la puerta. Los golpes no cesan, sin embargo, no estoy dispuesta a abrirle la puerta a ese exasperante chico. Cuando no se escucha nada imagino que se ha cansado de tocar, marchándose.

Extrañamente mi cuerpo se ha puesto tenso ante la antelación de algo. Y miles de nervios hacen aparición. En cuestión de segundo sé que no es Stefano y termino por saberlo cuando recuerdo que si se tratara de Stefano la hubiera abierto con la llave que le dio Charly frente a mis narices hace un día. En este momento desearía que la puerta tuviese esos pequeños orificios por donde puedes observar quien está del otro lado.

Cierta calidez me inunda cuando coloco la mano sobre la perilla sin miedo alguna a quien sea que se encuentre al otro lado de la puerta.

Quito el pestillo, seguido giro la perilla haciendo que mi corazón colapse. No necesito tener luz para reconocer la figura de la persona que se encuentra frente a mí.

Mi cabeza se arremolina en una lluvia de sentimientos; odio, añoranza, tristeza, alegría. Todo junto, sin dejarme saber bien si debo reír o echarme a llorar por lo irónica que es la vida.

—Logan— pronuncio observando esas hermosas gemas grises que tanto amó, pero sus ojos están rojos. Al inicio creo que va borracho, pero luego reconozco el escozor en ellos. Sin evitarlo le observo de pies a cabeza y descubro que no es el chico que conozco. No lleva sus botas negras desgastadas, ni vaqueros ajustados o polos negros. Lleva unas simples converse gris que jamás le había visto, un vaquero negro y una camisa gris y todo el pelo hecho una maraña. No se refleja en él su antiquísima actitud de engreído. No tiene su postura habitual, va de hombros caídos y puedo jurar que le cuesta caminar.

Miles de preguntas me inundan la cabeza. No sé que está haciendo aquí, o como consiguió saber en que Universidad me han aceptado si nunca platicamos sobre eso. Olvido todo; incluido lo que había dejado hace unos meses atrás, cuando rueda la primera lágrima por su mejilla. Me duele el pecho de manera irremediable ver como una segunda lágrima vuelve a rodar de su ojo derecho. Y por primera vez le veo sin murales levantados. Sus ojos no están vacíos, están atormentados. Y por primera vez deseo que sus sentimientos se mantengan escondidos. Está indefenso y una punzada me dice que no sabe cómo vivir con ello.

—¿Estás bien? — pregunto. Imagino que como siempre me va a coser a gritos, o ignorar mis preguntas, sin embargo, niega con la cabeza y se derrumba frente a mis ojos. La esclerótica se le vuelve más roja en menos de dos segundos, junto a lágrimas que ruedan sin control.

Se lleva las manos al pelo tirándolo y por primera vez me doy cuenta que lleva enyesando el brazo derecho.

Sollozos fuertes y dolidos empiezan a llenar el pasillo vacío. Las piernas me flaquean tanto que en el primer paso temo caer. Mientras recorro los pequeños pasos de distancia que nos separan, le observo deteniéndome más de lo necesario. Tenía meses sin verle y por alguna razón todo sentimiento vuelve a revolotear por todo mi cuerpo. La saliva parece abandonar mi boca, cargándome de unas arcadas espantosas. Tiene toda la ropa con manchas de sangre que no había reconocido antes. Con manos temblorosas le sujeto del antebrazo obligándole a entrar en la pequeña habitación, con pasos suaves se deja guiar hasta dejarse caer en mi pequeña cama.

—¿Le paso algo a Megan? — pregunto con cautela. No imaginaba nada más que le pueda afectar tanto.

Niega con la cabeza, y continúa derrumbándose cada vez un poco más. Le acaricio la espalda haciendo círculos sobre la tela manchada de sangre, tratando que se tranquilice, pero a mi me causa todo lo contrario. Parece funcionar cuando deja de sollozar. Aun le ruedan lágrimas, pero parece recuperar la compostura. Me tiembla la voz por su cercanía y me quedo sin aire cuando entrelaza mi mano con la suya. Sus dedos largos y fríos me causan cosquilleos en la piel, con pequeñas descargas eléctricas. No puedo creer que tras meses de separación sigue causándome las mismas sensaciones insensatas.

—¿Has venido directo desde que bajaste del avión? —la voz me empieza a fallar, pero me obligo a guardar la compostura. Probablemente ahora debería estarle echando a patadas, sin embargo, estoy aquí, tratando de calmar a quien me rompió en miles de pedazos.

—Si— responde con la voz ronca

—¿Cuánto has dormido? Tienes pinta de no haber dormido en semanas

—Es así

—Duerme un rato ¿vale? — le propongo. Aun no puedo procesar que esto es real; que tengo al propio Logan Scott frente a mis ojos. Me llevo la mano libre hasta mi muslo y me pellizco.

—Quiero... quiero hablarte...

—¿Sobre que quieres hablarme? —pregunto en tono suave. Tal cual madre arrulla a su hijo cuando se ha tenido una pesadilla.

—Falleció Jorge de un paro cardiaco fulminante

Cuando le vi parado en el umbral, de primera creí que había venido porque es Logan Scott simplemente, pero jamás que había fallecido su abuelo. Nunca creí que su muerte le afectaría. Había formado una figura de él, dónde no dejaba que nada le lastime. No pude errar más. Nadie es libre de sufrimientos: ni siquiera Logan.

—Lo siento mucho, todo va a estar mejor ¿vale? — trato de animarle

En un acto rápido de su parte apoya la cabeza en mi regazo y su cuerpo empieza temblar. No hace ruido, solo siento como las piernas desnudas se me van empapando por las lágrimas derramadas. No comprendo que tanto le llevó a venir hasta Washington, justamente hacía mí. Todas las señales fueron claras cuando nunca vino al aeropuerto tras recibir mi carta.

Solo me encuentro completamente segura de una cosa; me gusta volver a sentirle cerca. El corazón sigue desbocándoseme con su cercanía y todo el nudo que me impedía respirar empieza a dispersarse, pero contradictoriamente el dolor en mi corazón empieza a crecer tras saber que este chico me traiciono.

Comienzo a acariciarle el cabello dejándome llevar por los miles de sensaciones que me causa y entre tantas, cierro los ojos dejándome disfrutar una vez más enredar mis dedos en su cabellera.

—¿Qué te trajo hasta aquí? —me atrevo a preguntar. No responde, pero continúo sintiendo las piernas mojadas. La luz empieza a ser más clara en la habitación, dando aviso que empieza a amanecer.

Dirijo la mirada hasta su brazo enyesado, preguntándome que le paso y escenarios de accidentes se forman en mi cabeza, haciendo que el corazón se me desboque de solo pensar.

—He tenido muchas pesadillas últimamente, ángel— cuando digiero su última palabra el corazón me golpea fuerte y cierro los ojos para no echarme a llorar.

Es increíble que me encuentre consolando a la misma persona que me hizo mil pedazos y no conforme con ello, los pisoteo.

—¿Qué sueñas? —indago con cuidado. Conozco a Logan y temo tocar un tema peligroso que le haga salir de este pequeño momento dócil. Incluso tengo la impresión de estar en campo minado, dónde cualquier paso en falso puede hacerme estallar en pedazos.

—Tienes que saber muchas cosas de mí— afirma con la voz ronca y pastosa. Ignorando mi pregunta y respondiéndome con algo que siempre desee saber. Jugando con mi curiosidad. — solo escucha y no digas nada ¿vale?

Los nervios me juegan una jugarreta haciéndome sentir de pronto unas ganas enormes de salir huyendo. No espera que le dé una respuesta y el corazón me deja de bombear cuando empieza su relato.

—Mamá, James y yo, vivíamos en un barrio humilde. No teníamos dinero y apenas nos alcanzaba para vivir. — nunca me había hablado de su madre, o de su padre. En realidad de nadie más allá de Megan y Martha. No supe nunca nada de él — las paredes eran beige pero la mayor parte era verde por el moho que se les pegaba. Había un montón de insectos andando por toda la casa, y los mesones de la cocina. Nunca invitaba a ningún amigo a casa— los pensamientos me asaltan pensando que mis conjeturas sobre Logan nunca fueron de una niñez con poco dinero— James siempre llegaba oliendo a whisky y le pagaba a mamá. La primera vez que intente defenderla tenía nueve años. Termine con una cortadura en la cabeza y una costilla junto a un brazo fisurado. —la sangre me empieza a hervir cuando me imagino a un pequeño Logan siendo golpeado por su padre hasta hacerle tales daños. Sin separarse de mi regazo me lleva una mano hasta su torso. Hace que mis dedos se hundan en su lado izquierdo sintiendo así la fisura que no ha sanado. —Pasé en el hospital por casi tres semanas, mamá me venía a ver todas las tardes que podía escaparse de James. Cuando regresé a casa conocí a Wendy —dejo de acariciarle la cabeza, y seguramente se da cuenta de mi cambio tan drástico que me toma la mano apretujándome pidiéndome que le escuche. —Acababan de mudarse a tres casas de distancia. Tenía dos coletas en la cabeza e iba cogida de la mano de su madre. Empezamos a ser amigos y pocos meses después que se mudaron su madre les abandono a ambos. El viejo se desquitaba con ella y no le dejaba entrar a dormir en su casa. Yo le daba de mi chocolatina para que dejase de llorar y la llevaba a dormir a escondidas de James, en casa. Mamá lo sabía y me apoyaba. Siempre decía que tenía un corazón dulce. Cuando entramos a la escuela las cosas se pusieron más difíciles. El dinero escaseaba aún más y James golpeaba a mamá todos los días.

Tengo la respiración completamente agitada. Las señales de Logan sobre una infancia dura siempre fueron claras, pero la sorpresa de saber que Wendy paso por una niñez dura no me cabe en la cabeza. Puede ser una arpía, pero su cabello rubio y piel tersa dan a imaginar que nunca en su vida le negaron una muñeca o un dulce.

—Detestaba a mi padre, y cuando cumplí los once años, me llevo a mi primera pelea. No hace falta decir cómo me lastimaron. Los siguientes meses transcurrieron igual, solo que el dinero empezaba a ser suficiente, y cierta calma se respiraba en casa. No me importaba tener que lastimar a otros si mamá no era golpeada. Poco después papá me llevo a lugares más peligrosos donde... lugares muy feos para un niño de doce años. Se asocio con el padre de Wendy y recuerdo que ella también fue usada como yo. Nos entrenaron de maneras horrorosas sin un atisbo de misericordia. A medida que íbamos creciendo nuestros padres también lo hacían, hasta convertirse en miembros más importantes de... del grupo dónde nos habían involucrado. Wendy era alguien dulce que se corrompió por ajenos. A los trece en la escuela empecé a formar grupos de amigos que estaban igual de jodidos que yo. Nos escapábamos a beber vodka a una de sus casas. Apestaba, pero era mejor eso a llegar a casa y ver la mierda de todos los días. Mamá lloraba suplicándome que no lo haga cuando empecé a llegar tambaleándome a casa. Sin embargo, yo le echaba toda la culpa, mis abuelos eran adinerados, nunca quiso decirles nada para que nos ayuden. Ese mismo año conocí a Matt que se involucró en la misma banda. Para ese periodo ya había hecho cualquier fechoría que te imaginas

Sus palabras y confesiones me dejan aturdida por largos minutos que tengo que pedirle que espere unos segundos para que continúe hablando. Su voz era firme pero sus sentimientos se le escapaban durante ocasiones.

—Había robado alcohol y probado toda clase de drogas, y tuve mi primera vez con la hermana de uno de mis amigos. No me gusto y deje de tener relaciones hasta cumplir casi los dieciséis. Todos los días le suplicaba a mamá para que nos marchemos, pero nunca lo hizo por lo que al cumplir los catorce me marche de casa. Pasé dos meses deambulando y durmiendo en cualquier sitio hasta que James me halló, golpeo hasta dejarme inconsciente y me regreso a casa. Las peleas cada vez eran más difíciles y los golpes eran el pan de cada día. Pero seguía siendo el mejor. Y continuaba reprochándole a mamá por todo. Le había dejado incluso de hablar y no le daba la mínima muestra de cariño.

Me esfuerzo por no romper en llanto. Solo me imagino a un pequeño chiquillo molesto con el mundo por aquello que le ha tocado vivir.

—Los ojos morados y constantes magulladuras ya no eran nuevas. Pero empecé a consumir con más frecuencia drogas. Nos mudamos a una casa más grande, sin embargo, James continuaba gastándose todo el dinero y le daba muy poco a mamá. Ya le había dejado de golpear, aunque conmigo continuaba teniendo el mismo trato. Poco después mamá me reveló que estaba embarazada. Le grite de todo diciéndole que era una maldita irresponsable por traer un niño a esta familia de mierda. Recuerdo como mis palabras le hicieron llorar y a sus tres meses de embarazo James volvió a golpearla todas las noches. Le importaba una mierda su embarazo o su hijo que estaba en camino. Ya casi no llegaba por casa, solo asistía a las peleas y me largaba a colocarme con las ratas que tenía por amigos.

El corazón me palpita de manera desenfrenada, y los ojos me empiezan a picar, haciendo que cada vez me cueste más retener las lágrimas que quieren derramarse a gritos.

—Una noche, después que naciera Megan, James y mamá estaban peleando como de costumbre. Ya me había desarrollado y estirado un poco más. Entre a su habitación cuando escuché más gritos y sonidos de cristales rotos. Mi madre tenía un corte en la cabeza que le sangraba a montones y le manchaba el camisón blanco. Quise defenderla, aunque solo conseguí que le maltratara más. Me marche por sus suplicas y entre a la habitación de Megan. Los gritos de mi madre eran fuertes y desesperados, entre a su habitación desobedeciendo, y vi como James le apuntaba con una pistola directamente al pecho. Aun antes que pudiese reaccionar apretó el gatillo haciendo sonar un estruendo y avisándome que el maldito hijo de puta le había disparado. El cuerpo de mamá cayo hacia el suelo en un sonido sordo.

El horror se hace presente en todo mi ser. Las manos me empiezan a temblar cuando la imagen se reproduce en mi mente; una, dos, tres, hasta seis veces. Gira su rostro hacia el mío. Tiene los ojos teñidos de rojo, pero no derrama una sola lágrima con tan terribles recuerdos. Le sujeto la mano de forma fuerte tratando de decirle que estoy bien, y continúe desahogándose.

—Yo me acerqué a mamá tratando de hacer algo. Su sangre se esparcía por todos lados. Trate de hacer presión en su herida para que no siguiera sangrando. Me sonrió de esa manera tan dulce en la que me sonreía cuando era niño para tranquilizarme y con sus últimos suspiros me dijo "Tienes que cuidar de Megan, cariño" yo le pedía que resistiera un poco más. Quise levantarme para llamar a una ambulancia, pero ella me lo impidió "Promételo" volvió hablar sujetándome la mano manchada de su sangre. Se lo prometí sin chistar y su tacto se volvió flojo en mi mano. Sus ojos grises se cerraron casi automáticamente después de mi promesa. Le moví de los hombros esperando que volviese abrir los ojos. Sin saber que hacer me levante antes que James me lo impidiera y me llevé a Megan conmigo. Fui con la única persona que confiaba y le pedí que me ayudara. Dejamos a Megan con su hermana mayor y corrimos de vuelta a mi casa. Matt me daba liento. Para cuando llegamos no hubo rastro del cuerpo de mamá. Solo la sangre fresca que se había derramado por el balazo. Ese día entendí que la vida era una putada. Nunca supe donde fue a parar el cadáver de mi madre, o que hicieron con él. James me inmiscuyo más en ese mundo que me había hecho tanto daño, y se convirtió en uno de los jefes. Nunca intercedió por mí, e incluso era de los primeros en dar órdenes de castigarme cuando no ganaba alguna pelea.

No doy crédito a sus palabras. Todo suena como un cuento macabro, muy alejado de la realidad. No sopesaba la idea de Logan presenciando la muerte de su madre, y sin tener una tumba dónde visitarla. Le habían matada de forma brutal, en las narices de su propio hijo.

—Jorge y Martha se hicieron cargo de nosotros, durante casi un año, hasta que James pensó en que le seguía siendo útil para ganar dinero y nos sacó de la tranquilidad de un hogar que nunca habíamos respirado. Mis abuelos cuidaban de nosotros y Jorge se había vuelto mi figura paternal. Le veía en pocas ocasiones de niño, pero cuando viví con él, le cogí un enorme cariño. Tras salir de su casa, me aleje de todos por su bien. Yo sabía que tan peligroso era que ellos sepan la verdad de todo. Pero nunca dejé de quererles por más reacio que fui a sus muestras de cariño y preocupaciones.

Logan guarda silencio y se me destroza el alma.

—¡Santo cielo! — exclamo llevándome una mano a la boca para evitar que se escuchen mis sollozos.

—¿Por qué lloras, ángel? — pregunta levantándose de mi regazo y limpiando mis lágrimas. Acuna mi rostro entre sus manos y me maldigo por ser él quien me consuela, siendo yo la que tendría que hacerlo.

—Por ti, es horrible ¡Y tu padre es un monstruo! — digo aferrándome a su pecho, sintiendo la enorme necesidad de compensar toda la falta de cariño que ha tenido. Sabiendo al fin, que no es culpa suya ser como es.

—Lo sé — murmura contra mi pelo — ahora todo se ha desbordado Noah. Su perdida a abierto grietas dolorosas y no tengo idea como volver cerrarlas.

No me hacia una idea sana, ni cuerda de todo. Siempre quise que me platicara de su vida, y pesé a las conjeturas vanas que me hacía sobre ella, no podía estar más lejos de la realidad. Todo esto me hacía comprender porque nunca quiso hablarme de su vida. Me estaba protegiendo de algo que me imponía ante un terrible peligro.


-----------------------------------------------------------------------------------------

¿Alguien se imaginaba esto? 

Dios estoy ansiosa por ver sus reacciones!!!

Los amo demasiado queridos, espero que les gusto y ver en sus comentarios todo  lo que tienen que decir de Nogan. 

Con amor Belén 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro