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Capítulo 26

Noah

—¿Te sientes bien?— pregunta Jake en cuánto el avión aterriza.

Niego con la cabeza.

Estaba deshecha. En todas las horas de viaje no hice más que lamentar todo y persuadirme sobre si esta era la decisión adecuada.

Llevaba los ojos escocidos y rojos. Habían sido las nueve horas y media de viaje más larga que he tenido. En momentos lloraba en silencio, en otros sollozos brotaban de mis cuerdas vocales y otros solo me obligaba a sentir un dolor punzante. Había pasajeros que se me quedaban viendo y una azafata me pregunto si todo iba bien. Mentí diciendo que me sentía triste por dejar a mi madre tan lejos. Me veía ridícula y no me importaba en lo mínimo.

—Todo va a estar mejor ¿vale?— afirma Jake tomando mi bolso que había colocado sobre nuestras cabezas.

Me dirige hacia las plataformas de salida, tomamos nuestras maletas y salimos. Mientras cruzamos el aeropuerto asimilo por primera vez cuán lejos nos encontrábamos de casa. Encendí el móvil mientras Jake buscaba un taxi. Tenía nuevos mensajes, pero no me apetecía en nada leerlos porque sabía a la perfección que ninguno de ellos era de Logan. Guardé el móvil en el bolsillo trasero de mi vaquero y me puse la sudadera que traía en el bolso de mano. Estábamos en inicios de septiembre y ya empezaba hacer frío. Lo que menos necesitaba era pescar un resfrío.

Cuando Jake subió todas nuestras cosas al maletero del taxi, observe con detenimiento la nueva ciudad que iba a ser mi hogar por los próximos años. Cuando llegamos a la WCU todo sentimiento amargo se esfumó por unos segundos. La universidad se veía aún más linda y grande que en las fotos que había visto en su página web y sus folletos.

—¡Llegamos! — exclama Jake con un tinte de felicidad. Mi cuerpo empezó a hiperventilar por el nerviosismo que empecé a sentir.

Aún faltaban dos días para empezar el semestre, y ya había demasiados estudiantes caminando por todo el campus. Algunos se bajaban de los coches de sus padres y se despedían de ellos con abrazos bastante emotivos; otros arrastraban sus maletas de manera despreocupada y se perdían dentro de los grandes edificios que me rodeaban.

—¿Qué habitación te asignaron? — pregunta Jake con una sonrisa en el rostro al instante que una rubia pasa con ropa de ejercitarse a nuestro lado guiñándole un ojo con coquetería.

Me sorprendió su acto porque yo nunca haría eso, pero eso probablemente es normal en universitarios hormonales.

—Habitación B32— respondo

—Vale, espera aquí. Voy a preguntar— me informa señalando con la cabeza a un grupo de chicas a menos de veinte pasos de distancia.

Todas le prestan atención y una morena le señala un edificio que está a una distancia considerable de la entrada. Jake regresa y toma mis maletas obligándome a seguirlo a paso rápido mientras las arrastra.

—¿Está muy lejos tu fraternidad? —pregunto tratando de romper el silencio.

—Un poco, te dejaré instalada y me iré a conocerla— contesta sonriendo. Sé que le está costando el no preguntarme sobre que me tiene de un estado de ánimo tan bajo. Y se está esforzando más en tratar de mantenerse sereno y sonriendo.

Asiento con la cabeza mientras nos metemos al edificio que había señalado la morena.

—Espero tener una compañera de habitación amigable— murmuro. Detestaría tener a alguien demasiado diferente a mis gustos. No soportaría ver toda su parte de la habitación regada de maquillaje y esmaltes color rosa, o posters de bandas juveniles.

Trato de sujetar una de mis maletas cuando observo escaleras. Jake se niega y empieza a murmurar por la bajo quejándose que como una universidad tan grande no puede tener elevadores.

—Lo veremos ahora— silba Jake con un aire divertido. Le paso la llave que nos dieron en recepción. Gira la perilla y abre la puerta dejándome ver una pequeña habitación con dos camas, dos escritorios armables y dos pequeños armarios.

—Espero que mi habitación sea más grande— dice en tono preocupado. Frunzo el entrecejo e ingreso a mi nueva habitación. Jake entra detrás de mí y deja las maletas sobre la pequeña cama arrimada a la pared izquierda de color azul.

—Vendré a verte cuando ya estés instalada ¿vale?

—Vale— murmuro

Me da un beso en la frente demorándose unos segundos más de lo normal y se despide con la mano saliendo de mi habitación.

El lado derecho tiene dos enormes maletas recostadas sobre la cama sin hacer, con varias prendas regadas sobre ella. Me pone de los nervios el desorden y me obligo a concentrarme en mi lado de la habitación.

Solo espero que sea alguien amable.

Empiezo a desempacar y hago una nota mental sobre las cosas que tengo que comprar. Meto mi ropa completamente arreglada en el armario y continuo por acomodar mis libros.

Para cuando he acabado de ordenar todo, dan las diez de la noche. Mi estómago empieza a gruñir, tomo mi móvil para llamar a Jake y preguntarle si quiere salir a cenar.

—Noah ¿está todo bien? —pregunta con preocupación

—Sí, he acabo de desempacar ya, y quería saber si quieres salir a cenar. No hemos comido nada desde que el avión aterrizó

—Paso por ti en media hora ¿vale?

—Vale

Cuelgo y me pregunto cómo será la habitación de Jake. Saco del armario una muda de ropa limpia y empiezo a desvestirme en el momento que la puerta de la habitación se abre estrepitosamente.

Tomo mi sudadera que dejé sobre la cama, y tapo mi torso desnudo para dirigir la mirada hacia quien entró a mi habitación.

—Lo siento— me dice divertida la chica que tiene tinturado el cabello de rosa. Lleva una línea demasiado gruesa en los parpados que ocultan el color verde esmeralda de sus ojos y una blusa que deja entrever su ombligo. Tiene unos cuantos tatuajes salpicados en los antebrazos que me resultan sumamente atrayentes. Me he acostumbrado a ello desde que conocí a Logan y a ellos les acompaña una perforación en la aleta izquierda de la nariz.

Minutos luego recaigo en que no se encuentra sola. Va acompañada de un chico alto y castaño con los ojos más negros que he visto. Tiene el mismo aspecto imponente que la chica de pelo rosa.

—Necesito... terminar de... vestirme— tartamudeo— ¿podrías salir... un momento...?

—No seas tan engreída, no me apetece verte en nada— se mofa

—Stefano déjala que se termine de vestir— le riñe con gracia mi compañera de habitación

—Qué infantil— farfulla con fastidio al tiempo que sale por la puerta. No tengo que ser adivina para reconocer que se refiere a mí. Giro dándole la espalda a mi compañera, y termino por pasarme la misma blusa que he usado durante todo el viaje.

—Disculpa a Stef, siempre tiene mala leche— ríe

Asiento con la cabeza. No me cabe duda de ello.

—Soy Charly, bueno, Charlotte pero lo detesto— se presenta mostrando una perfecta sonrisa blanca. Me muerdo la lengua por no soltarle un comentario como "Yo también lo detestara si llevase una imagen de me importa una mierda lo que piensen de mí"

—Noah— le digo. Se sienta sobre su cama sin hacer, y se quita los enormes botines de taco que usaba hasta hace unos segundos.

Mi mirada vuelvo a posarse sobre sus brazos tatuados y me pregunto internamente si mi destino está en cruzarme con chicos rebeldes, tatuados y bastante diferentes a mí.

—¿Es tu primer año? —indaga sin darle importancia el que vea sus tatuajes sin disimulo alguno.

—Si— afirmo obligándome a llevar los ojos a su cara

Quiero preguntarle si es el suyo también, pero tengo la corazonada que es algunos años mayor que yo.

La puerta es tocada y los pelos se me ponen de punta de pensar que puede ser el chico de mala leche de hace unos minutos. Charly se levanta de la cama descalza y abre la puerta. Respiro con tranquilidad cuando observo a Jake con una camiseta blanca y una gorra gris colocada con la visera hacia atrás.

—Hola— saluda Jake

Charly se hace a un lado dejando pasar a Jake.

—¿Estás lista? —pregunta revisándome de pies a cabeza si me encuentro bien.

Asiento y a Charly le da gracia que Jake haga eso.

—Pero que monada de parejita— dice aun riendo

—No somos pareja— masculla Jake en tono suave, pero puedo adivinar que mi compañera de habitación no le agrada en nada por su mirada furibunda.

—Adiós Charly— me despido tomando de la mano a Jake y obligándole a salir. No necesito desagradarle a mi compañera de habitación. Su pinta no para de gritar "me vale mierda el mundo" y no creo que sea de esas tías que si alguien no les agrada las dejan estar.

—Pasadla bien — grita desde el otro lado de la puerta.

—No me agrada tu compañera— habla Jake fastidiado mientras bajamos las escaleras de la residencia

—Aún no la conocemos bien— defiendo, no me parece mala persona.

—No me da ni un pelo de confianza

Entorno los ojos y sigo el camino a través del campus.

—Tenemos que salir a buscar autos que se ajusten a nuestros presupuestos antes de iniciar clases, sin uno se me hace bastante difícil venir a por ti. Mi fraternidad no está tan cerca cómo imaginaba

—Buscare en páginas web dónde vendan autos

Caminamos durante varios minutos charlando sobre su habitación en la fraternidad. No tiene que compartir su habitación y la mayoría de chicos con los que tiene que compartir vivienda, son agradables y otros se llevan muy a pecho lo de estudiar en la WCU que incluso llevan en su coche las calcomanías de la WCU y camisetas y sudaderas con sus sellos. Le parece ridículo y se mofa sopesando cuan ridículos se ven, apelando que nunca se pondría nada parecido.

—Hemos caminado por más de media hora y no encontramos ningún lugar dónde cenar— me quejo. Me duelen los pies y el estómago me ruge

—Estamos cerca de mi fraternidad. Podemos ir y pedir algo de comida a domicilio suponiendo que una pizzería este abierta a las once y media de la noche

Resulta que el cerca de Jake, fueron quince minutos más caminando. Estaba a punto a rendirme y salir a buscar un taxi que me regrese a la residencia cuando Jake toma mi mano y me obliga a caminar más rápido.

—Me duelen los pies— me quejo tal cual niña pequeña

Jake para su andar, y me sujeta por debajo de las rodillas y me toma en brazos sacándome un gritito de la sorpresa.

—¿Qué haces? — mascullo

—Estás cansada, y no has comido nada, no quiero que te desmayes y tampoco pienso dejarte aquí sola, o que te regreses sola a la residencia

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