Capítulo 25
Logan
La noche que nos cruzamos en el restaurante de comida china, me encontraba con una chica. Pude reconocer en el rostro de Noah la decepción y dolor. Imaginaba lo que estaba pasando por su cabecita. No era una cita, no tenía ni de cerca de llegar a ser una. Busque ayuda. Por primera vez en mi jodida vida, busque ayuda. Quería dejar de ser tan dañino para ella, pero arruino todos mis avances de días en el momento justo que entendí que no iba sola. Él gilipollas de Zed la acompañaba, como no.
Quería destrozar todo. Y juro que sí no me hubiese encontrado junto a Loren, la psicóloga que me analizaba, lo hubiera hecho. Las sesiones eran largas y cansadas. Me costaba más que a la gente normal abrirme hacia Loren. Tarde siete sesiones para platicarle sobre cosas superficiales y una más para por fin nombrar a Noah. Le basto eso para saber que había tenido una infancia y adolescencia difícil y un suceso en especial, que me dejó marcado. Temí confiar y entregarle a alguien mis sentimientos, y se sorprendió cuando supo que me había enamorado de Noah.
Loren me había explicado de varias formas que necesitaba dejar salir lo que sentía y no ocultarlo bajo mi coraza. No solo lo que sentía por mi ruptura con Noah, sino también por sucesos de mi niñez y adolescencia. Todo me había causado traumas que no eran nada sanos. Pero no sabía cómo hacerlo. Aún no siquiera le había hablado sobre mis pesadillas, y tampoco profundizaba nada respecto a mi vida, pero ella ya tenía su diagnóstico.
La noche que nos cruzamos con Noah, fue el día de mi octava sesión. Loren me había prácticamente obligado a salir a cenar. Quería que salga de la rutina en la que me he había sumergido. Del muelle a casa, y de casa a las sesiones con Loren.
Tras ello, deje de asistir. Ya no me importaba seguir siendo lo que soy. Arrojé un vaso de vidrio contra el suelo y me marché dejando a Loren en el restaurante.
La noche de nuestra graduación en la playa fue una de mis peores recaídas, y cuando Gabriela me hablo sobre su viaje a Washington digerí de forma lenta que Noah quería alejarse de mí. Y cualquier persona en su sano juicio lo haría. No la culpaba de ninguna forma porque la había lastimado. Merezco todo lo que está pasando.
Dirijo mi mirada al sobre, y lo acerco a mi nariz. Destila un leve aroma frutal. Ese aroma que tanto me gustaba. No sé con exactitud cuántos días había pasado la carta reposando sobre el suelo de la sala de estar. Casi no venía a casa, y las pocas veces que lo hacía, estaba lo suficiente alcoholizado como para no reparar en un pedazo de papel en el suelo del living.
No pude evitar pensar que dé a ver estado en casa, nos hubiésemos encontrado. Tal vez pudiese haber disfrutado una vez más su compañía. Si no fuera tan imbécil a niveles irreales, la hubiera encontrado.
Tenía una pequeña esperanza que Noah vino hasta casa para querer ser encontrada por mí. No tenía que venir a dejarla personalmente en casa sino quisiera ser detenida. Pero tal vez solo eran alucinaciones mías; tal vez estaba buscando señales dónde no había.
—¿Por qué demonios tiene que pasarme esto a mí?— vocifere con enojo. Todo esto sobrepasaba mis límites.
¡Joder! quería a Noah de una forma incompresible. Incluso la quería más que ella a mí. Estaba seguro de ello. No entendía como llego a ser tan importante para mí, y desde cuando empecé a depender tanto de ella.
El sobre tiembla en mis manos. Tenía la sospecha que el contenido de la carta era una despedida. No estaba preparado para despedirme de mi ángel. Nunca iba estarlo. Jamás me importo el despedirme de una persona porque nunca me até sentimentalmente a nadie, pero con Noah todo era completamente diferente. Me dolía tenerla lejos. Todo era una mierda que me afectaba demasiado.
Rompí todo lo que tenía cerca. El enojo que sentía en ese momento desbordaba mis límites. Arrugue la carta sin cuidado alguno y la arroje al bote de basura. Estaba seguro de que nunca iba a leerla. Imaginaba su contenido y con tan solo eso, algo se me descomponía dentro.
La cabeza me da vueltas sin control alguno, y sentí la enorme necesidad de sentir el ardor del whisky bajar por mi garganta.
Recuerdo a Loren en la tercera sesión cuando me pregunto si había consumido alcohol o drogas para refugiarme y le conteste que si, me advirtió que si continuaba en ello, terminaría por ingresar a un centro de rehabilitación. Pero Loren no entendía que era la única manera en la que podía olvidar por tiempo limitado la mierda de vida que llevo. Necesitaba un refugio, y esto funciona para mí.
Mis piernas caminaron solas hasta el aparador de botellas de licor que tenía James. Tome una botella sin abrir, saque el caucho de seguridad y lo dirigí directamente a mis labios. El familiar escozor solo logró hacerme sentir más miserable. Tome otro bocado, y arroje la botella contra una pared lejana haciéndose añicos. Era una lástima que un licor tan caro termine destrozado, pero James podía permitirse más botellas de whisky escoses.
Quería dejar de sentir la molestia que se había sentado en mi pecho desde que reconocí la letra de Noah, y nada parecía tener el suficiente efecto amortizante como para apaciguarlo.
Necesitaba a mi ángel, y detestaba saber que quería pasar de hoja.
Me tumbe sobre el sofá con una nueva botella de whisky y continúe bebiendo. Esta vez no me importo el sabor y sentimiento amargo que me causaba.
Ensimismado en mis pensamientos continúe llevándome la botella a los labios. Llevaba un poco menos de la cuarta parte y la cabeza me daba vueltas pero continuaba pensando con claridad.
Mi mirada recayó en mis nudillos. Iban igual de lastimados que siempre. Mi camiseta gris se encontraba sucia y con manchas de sangre. No me había mudado de ropa desde hace tres días, y estaba seguro que las manchas de sangre esparcidas me hacían lucir aterrador. La mano izquierda me dolía de manera insoportable. Había golpeado hace tres días mi puño contra un muro. La llevaba hinchada, y el dolor no había disminuido en nada. Me dolía incluso tratar de mover los dedos, me era casi imposible hacerlo sin maldecir y querer golpear algo otra vez.
Tal vez me había causado una lesión necesaria de atención médica.
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