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Capítulo 23

—Prométeme que cuando regreses no vas a traerme un nieto— le ruega Sara a su hijo. Jake le rodea con sus brazos y se ríe en fuertes carcajadas. Sus ojos celestes me ven con amenaza y yo desvío la mirada.

En otro momento estaría riéndome escandalosamente mientras le busco las cosquillas con el tema. Ahora no. Me siento fuera de lugar. Algo me desgarra por dentro, a tal punto de no dejarme disfrutar de lo que tendría que estar disfrutando. Solo siento como mi corazón late con fuerza y choca duro contra mi pecho cada que veo la hora en una pantalla. Tengo los pelos de punta, y cada que en los altavoces anuncian los vuelos aterrizados se me forma un nudo desde la garganta, hasta el estómago.

Mamá y Sara están sentadas junto a nosotros esperando que llamen por los altavoces quienes abordan el vuelo setecientos treinta y dos con destino a Washington. Jake y Sara me recogieron en casa, y mamá decidió acompañarnos por alguna razón que desconozco. Imagine que se despediría de mi en casa, y nada más.

Sara sigue hablando con Jake, y el rubio se ríe de las ocurrencias de su madre. Mamá intenta conversar conmigo, pero mis respuestas son cortantes hasta el punto que me reprende, y yo culpo a los nervios por abordar una nueva vida. No vuelve a insistir y no puedo agradecerle más. Me encuentro demasiado nerviosa como para preocuparme en modales.

Mientras mama se sumerge en una conversación con Sara sobre su trabajo, yo no puedo evitar ver la puerta de entrada al aeropuerto cada minuto. Conservo esa pequeña mecha de esperanza que Logan encuentre mi carta y corra hasta el aeropuerto para evitar que me marche.

Empiezo alucinar de todas las formas posibles lo que pasase si Logan atraviesa las puertas de ingreso. La reacción de Carmen, si me quedase en Madrid, el rostro desencajado de Jake, y gimo con frustración cuano una pregunta nueva se forma en mi cabeza

<<¿Me quedaría en Madrid si Logan atravesase la puerta?>>

Probablemente.

La gente camina de un lado a otro arrastrando sus maletas, y siendo despedidos o bienvenidos por sus familiares. Pero eso sigue siendo un segundo plano ya que no puedo despegar los ojos más de dos minutos de las puertas de ingreso.

Cinco minutos...

Diez minutos

Veinte minutos

Veinticinco minutos

Treinta minutos... y no había rastro suyo.

Nunca llego.

—Pasajeros del vuelo setecientos treinta y dos acérquense a la plataforma de despegue...— cuando escucho lo que dicen los altavoces todo desaparece. Mi mente se nubla por una espesa nube de tristeza, decepción, y perdida. Especialmente de perdida.

Quiero gritar, llorar, correr, hacerme un ovillo y dejar que todo se vaya. pero no doy paso aquellas emociones. Me clavo las uñas en las palmas de las manos cuando siento mi labio inferior temblar. Mis ojos se cierran instintivamente cuando una capa espesa de lágrimas que me nublan la vista. No quiero armar un escándalo a mitad del aeropuerto. Lo que menos necesito es que personas desconocidas vean a una chica inmadura llorando a mitad de un aeropuerto.

Juntando la poca fuerza y ganas que tengo me levante y tomo una gran bocanada de aire. Le doy un abrazo a mamá que tiene los ojos brillosos y me demoro más minutos de lo esperado en sus brazos. Está más alta que yo por unos cinco centímetros por los tacones negro mate que lleva puestos. Su atuendo luce igual que siempre, con faldas de lápiz, y tacones altos y su rostro y peinado perfectamente hechos. Cuando me apretuja más contra sus brazos inhalo su aroma dulzón, y me aseguro de mantener los ojos cerrados para no derramar lágrimas.

No me apetece en lo mínimo mostrar más debilidad echándome a llorar.

—Cuídate mucho Noah ¿vale?— murmura contra mi pelo. Esperaba una despedida más emotiva, pero ya nada era igual. Nos habíamos distanciado mucho. Pero aun así, el pecho me quema por sus palabras porque seguía importándole. Después de todo seguía siendo mi mamá, y se preocupaba por mí a su retorcida forma. Asiento a modo de respuesta porque sé que de pronunciar una palabra, la voz no tardara en quebrárseme. Me separo de sus brazos y dirijo la mirada al piso, encogida de hombros y con la cabeza gacha. Tomo mis maletas y las empiezo arrastrar a través del aeropuerto y le echo una última mirada a la puerta de ingreso. La decepción no se hizo faltar cuando no encontré sus gemas grises por ningún lugar.

No sabía el qué me dolía más exactamente; si el no volver a ver sus ojos, o esos hoyuelos que tanto me gustan, o ese aroma, o tal vez todo.

Sentí la presencia de Jake caminando junto a mí, pero no repare en ello. Sus labios se movían, pero ningún sonido era procesado por mi cerebro, ni siquiera el bullicio del aeropuerto que minutos atrás me taladraban los oídos.

Solo camine y camine hasta que me di cuenta que ya estaba dentro del avión. No percibí en cuanto mis maletas pasaron por los rayos x, ni cuando me revisaron el pasaporte, y tampoco cuando la azafata me pidió mi boleto de vuelo. Ni siquiera hubiera percibido si me hubiesen detenido por algo que llevaba en mis maletas. Cuando me siento en mi lugar una sonrisa triste se posiciona en mi rostro, pensando en las muchas probabilidades que hubiese leído mi carta y no le importase mi partida.

Dirijo mi mirada directamente hacia la ventana, y recargo la cabeza en ella. La cabeza me da mil vueltas, y respiro pausadamente. Me muerdo el labio inferior y aprieto los parpados cuando un sollozo silencioso sale de mis labios.

<<Las personas fuertes no lloran Noah>> me repetí.

Pero yo no era fuerte. Nunca lo había sido, y no sabía cómo enfrentar y hacerle pecho a lo que me sucedía.

Cuando perdí a papá, me sentí lo bastante triste como para no asistir a la escuela o dibujar con mis crayones de colores durante dos días. Pocas veces fueron cuando disfrute de un día de su aliento sin destilar alcohol. Quien me enseño andar en bicicleta fue mamá. Quién colocaba banditas en los cortes de las yemas de mis dedos era mamá. Todo siempre fue mamá. Pero tras su abandono, esa pequeña punzada de dolor en el pecho no era nada comparada a la que siento. He leído en varios libros que: si un padre rompió el corazón de su hija primero, cualquiera podría hacerlo. Pero a mi jamás me lo rompió porque nunca significo lo suficiente para hacerlo.

Nunca tuve novio, nunca perdí al amor de mi vida, y nunca tuve un corazón roto. Y ahora que tenía todo lo dicho anteriormente, no encontraba solución para ninguno de estos males.

Jake coloca su mano sobre mi hombre para llamar mi atención, y quiero sonreírle para asegurarle que estoy bien. Pero es tan grande la amargura que siento que no puedo siquiera fingir una. Sus ojos celestes me ven con atención esperando una respuesta. Al contrario de responderle, vuelvo a pegar la mejilla izquierda a la ventana y seguido vuelvo a cerrar los ojos por enésima vez en esta madrugada.

Me dolió el alma cuando nos dijeron que apaguemos cualquier aparato electrónico, se me partió el corazón cuando nos avisaron que nos abrochemos los cinturones de seguridad, y me termine por romper yo, cuando el avión despego.

<<Supongo que el adiós es inevitable >> susurre para mis adentros tragándome un enorme dudo que se me había formado en la garganta dificultándome el pasar saliva, y respirar con normalidad.

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Hola chicos!

La verdad me he tardado mucho, créanme que lo sé, y me han dejado un montón de mensajes recordándomelo pero quiero  que me comprendan,  fuera de wattpad tengo una vida y tengo que estudiar. 

Algunos de sus mensajes en serio me alegran porque sé que les gusta tanto como para que me pregunten cuando voy actualizar, pero otros incluso llegan a los insultos. 

Les soy sincera al decirles que me duermo muy tarde estudiando  y a penas me queda tiempo para comer y no quiero pausar la novela para nada.

Tengan paciencia por favor. 

Los quiero muchísimo

Con amor "Belén" 

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