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Capítulo 19

—Noah te estamos esperando— grita Carmen desde la sala con desespero. Hace dos días que termine los exámenes finales, y hace una noche recién pude dormir bien. O siquiera un poco más que las noches anteriores a la de ayer ya que los nervios sobre lo que puede llegar a suceder hoy, no me abandonaron en un largo momento.

Mamá junto a la señora Sara me han peinado y maquillado de una manera delicada, demorándose más de dos horas entre el peinado, y el maquillaje. Se encargaron de despertarme desde muy temprano para asegurarse de hacerme lucir linda. Termino de calzarme los tacones ya que no han accedido a dejarme marchar a mi graduación con bailarinas, diciendo que no es apropiado. Doy algunos pasos en la habitación practicando el no romperme un pie en cuanto llegue.

Aun no me creo que hoy después de tantos años de esfuerzo ha llegado el fin. Me gradúo con el mejor promedio. Por lo cual tengo que dar el discurso de despedida del final de nuestra generación en St. Marie.

Me veo una última vez en el espejo revisando que todo se encuentre en su lugar, y bajo las escaleras con sumo cuidado.

—Te ves preciosa— dice mamá con orgullo y una enorme sonrisa en el rostro. Le devuelvo la sonrisa de forma condescendiente para no arruinar este día con un pleito. Pese a todo lo que ha ocurrido entre las dos, sigue siendo mi madre. Y la sigo queriendo pese a todo.

—Vas a ser las más guapa— le corea Sara halagándome de la misma forma que mamá.

—¿Y Jake?— pregunto con interés cuando no le diviso por ningún lugar

—Ha dicho que nos alcanza en St. Marie— responde la señora Sara. Asiento un poco desanimada y salgo con las dos a mi espalda diciéndome halagos.

En el camino mamá trata de que me siente de una forma en la que no pueda arrugar el vestido que llevo puesto. Uno de color rosa bajo discreto. Mientras Sara y mamá hablan animadamente yo me entretengo con una hoja de papel en donde he escrito el discurso. Nunca he sido buena hablando en público, y no quiero llegar al micrófono y tartamudear siendo la burla de todos. Mis nervios avanzan con cada kilómetro recorrido. Las manos me sudan de manera desmesuradamente e incluso siento que en cualquier instante voy a devolver el estómago.

Cuando aparcamos siento como las piernas me tiemblan y en cuanto quiero abrir la puerta, alguien más lo hace por mí. Jake. Le sonrío de forma abierta cuando observo su atuendo. Lleva un terno pantalón de chándal y una camisa blanca. Su mirada repara en mí, más minutos de lo normal y lo miro confusa.

—Luces preciosa— murmura

—Gracias— le respondo sonriendo cuando veo un poco de rubor en sus mejillas

—Ten— me dice a la vez que tiende un girasol hacía mí. Le sonrío al mismo tiempo que me arrojo a sus brazos sintiendo una enorme necesidad de disfrutar un poco más de su compañia. Él me rodea con fuerza mientras se me escapan fuertes carcajadas.

Cuando estoy a punto de separarme de sus brazos suena el sonido de una cámara, y miro a mamá que nos sonríe con picardía mientras sostiene su móvil entre las manos.

—Quiero una foto de los dos— ordena. Jake me pregunta con la mirada si está bien, y yo asiento. Se planta junto a mí, y coloca su mano en mi cintura. Mamá nos saca más de veinte fotos, en diferentes poses, y en algunas incluso sonreímos como dos niños cuando hacemos muecas y gestos molestando al otro. Cuando trato de caminar lejos de mamá y su móvil, tropiezo torciéndome un tobillo. Debo agradecer los buenos reflejos de Jake cuando me sostiene impidiendo que caiga. Terminando en una pose un tanto extraña. El sosteniéndome de la cintura, y yo con las piernas dobladas mirándonos fijamente. Escuchamos otro sonido proveniente de la cámara haciéndonos reír.

—La última foto será la mejor— murmura cerca de mi rostro. Haciendo que su aliento me acaricie. Le miro confundida sin comprender lo que dice.

Un gritito escapa de mi garganta cuando desprevenidamente acabo en sus brazos. Los dos sonreímos en dirección a la cámara, y cuando mamá se ve satisfecha Jake me deja en el suelo con cuidado, sujetándome de las caderas aun en el suelo hasta estabilizarme todavía en medio de carcajadas.

El dolor se minimiza en su compañía. Todo parece mejorar un poco cuando sé que no estoy sola. Sea con Zed, Gaby o Jake. Pero en especial con la de Jake. Pero en cuanto me quedo completamente sola, he aprendido a esconderlo en un rincón donde no pueda afectarme. Como ahora, se encuentra oculto para impedir que arruine otro día más de mi vida.

Dejo a mamá, Sara y Jake para irme junto a Gaby que lleva todo su cabello lacio.

—¡Al fin!— grita abrazándome con demasiada fuerza. Le respondo el abrazo y pienso en cuanto voy a extrañarla.

—Te he visto con Jake eh— me pincha un costado

—¿De que hablas?— le pregunto con auténtica incredulidad

—Se veían monísimos posando para las fotos— sonríe pinchándome ya no solo con sus dedos, sino con el tema en sí

—Estás loca— me burlo

—¡Mentira!— salta —Yo he visto como te mira, como te habla

Niego con la cabeza divertida. Casi me echo a reír por sus suposiciones locas. Y por ver romances dónde no hay más que chispas de amistad.

—Vale— me dice no tan convencida. Luego su rostro vuelve a iluminarse—Tienes que prometer que hoy en la fiesta vamos a emborracharnos hasta perder la conciencia

—No— digo riéndome.

—Nos lo merecemos— bufa

Antes que pueda contestar, nos llaman por los altavoces diciendo que ya tenemos que tomar lugar en nuestros asientos. Nos colocamos las capas y nos separamos con Gaby en cuanto su asiento es dos filas por delante del mío.

Van nombrando uno por uno, y no puedo evitar aplaudir en cuanto dice la directora: Andrea Gabriela Gonzales, hago lo mismo con Zed James Landon. Incluso tengo que controlarme para no llorar en cuanto veo que reciben sus diplomas. Continúan pasando alumnos por alumnos, pero en uno en especial parece el tiempo detenerse en cuanto lo nombran.

<<Logan Allen Scott>>

Su cabello peinado todo hasta arriba; su presencia imponente junto a nuestros demás compañeros. El aire me empieza a faltar en cuanto le entregan su diploma y sonríe de medio lado en cuanto un pequeño gritito se escucha. Megan está saltando en una silla junto a Martha y Jorge que aplauden como si la vida se les fuera en ello. Una lágrima amenaza con salírseme. Dos apellidos luego, y nombran el mío. Me entregan el diploma y tomo el micrófono para empezar mi discurso.

—Hoy es el fin de una etapa, y el inicio de otra. Las paredes de St. Marie han sido testigos de cada uno de nuestros arrebatos, locuras, tristezas, amoríos e incesables castigos. Maestros que nos han visto crecer desde que pusimos un pie dentro de las instalaciones, hasta este momento que nos despiden siendo parte de nuestros recuerdos de manera irremediable. Aquí no solo dejamos años de vida, sino momentos que jamás podremos olvidar. Todos y cada uno de nuestros momentos han sido caminos por donde hemos tenido que cruzar tropezando y a veces corriendo. Enseñándonos que a veces se gana y otras se pierde. Hoy no tomamos esta marcha como un adiós, sino como un hasta luego de compañeros, amigos, maestros, y todos quienes nos han servido de guía para lo que nos depara el camino a un futuro incierto. Solo me queda desearles suerte a todos y cada uno de ustedes.

Me quedo unos segundos mirando a la multitud de alumnos sentados, y mi mirada se detiene en Logan que pese a la distancia puedo reconocer su mirada gris clavada en la mía. Me obligo a despegar la mirada, y con piernas temblorosas regreso a mi sitio escuchando los aplausos y gritos de todos. Celebrando y otros incluso llorando.

Tras decir el lugar en donde se dará la fiesta de nuestra graduación me retiro junto a Gaby directo hacia nuestras familias, no sin antes tomarnos fotos con Zed y algunos chicos más. Me despido de los dos asegurándoles que si iré a la fiesta.

Y en ese momento tras cruzar la puerta lo vi. Luce de maravilla con un pantalón de chándal negro y una camisa del mismo color que no distinguía por la capa que todos usábamos veinte minutos atrás. Puedo distinguir aun a distancia cuanto le molesta la camisa que lleva puesta. Ya lleva desabotonado los dos primeros botones. Martha, Jorge y Megan se encuentran a su lado. Un nudo en la garganta se abre paso, y junto a el todo el dolor que me he esforzado por enterrar. No lo he visto durante semanas. En ese momento justo que trago las ganas de echarme a llorar, Megan señala mi lugar haciendo que Logan gire su cabeza bruscamente a mi dirección. Sus abuelos también giran. Martha se encamina hasta donde me encuentro sin pensarlo dos veces, y quiero salir huyendo.

—Hola cariño— me saluda en cuanto estamos a menos de tres pasos de distancia.

—Hola Martha— le devuelvo el saludo con algo de nostalgia— ¿Cómo esta Logan?— no puedo evitar preguntar.

—Ha tenido mejores momentos— murmura sonriéndome con culpa. Una daga se me clava en el pecho —Pero no hablemos de eso— silba irrumpiendo mis pensamientos— Me alegra muchísimo verte bien cariño. Felicitaciones por graduarte con honores

—Muchas gracias— respondo con la voz bajita. Martha me envuelve en sus brazos y un sollozo sale de mi garganta con la familiaridad de sus brazos.

—Recuerda que puedes visitarnos cuando quieras cariño. Siempre serás bienvenida. Por todos— me informa recalcando "Por todos"

Murmuroun gracias y me despido prometiendo que la visitare.     

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