30 - Dulce venganza (Continuación)
La velocidad con la que caminaba la sirvienta se aceleró de repente. Aylah contuvo una risita, era obvio que no quería que el conde la viera, por eso se apresuró al escucharlo. Era obvio, por la rapidez con la que pasó de largo, tenía miedo.
En cuanto salieron por las puertas principales, señaló hacia el jardín de la entrada, haciéndole entender a la criada hacia dónde quería ir. Sabía exactamente cuál era el lugar ideal, lo había calculado desde la ventana de su habitación. Estaba justamente al lado de un arbusto lleno de flores amarillas, una zona donde no había árboles y era visible para cualquiera que saliera o entrara de la mansión. Este era justo su objetivo. Le hizo un gesto a la sirvienta para que se detuviera. Ahora solo quedaba esperar.
Comenzó a mirar las hermosas flores, preparándose para las consecuencias de lo que planeaba hacer. Realmente no le importaba en absoluto. Esto era más urgente, mientras estuviera confinada en su habitación, aislada del mundo, más fácil era de controlar. En este lugar no había visto periódicos o revistas, apenas los libros de la biblioteca. Así que pensó que, lógicamente, la manera más rápida de que los rumores se esparcieran era de boca en boca. La nobleza se caracterizaba por su superficialidad, no veían más allá de lujos, estatus social y chismes que se regaban con rapidez durante eventos sociales. Mientras más jugoso sea el rumor, más rápido se extendería. Al ser la princesa heredera, contaba con eso.
Su espera no fue muy larga, pronto pudo escuchar la fuerte voz de su tío hablando con el marqués. Ya estaban en la entrada, todavía tenían que caminar un poco más hasta llegar al carruaje. Aylah sonrió al ver una mariposa revoloteando entre las rosas, era tan perfecto como si incluso el insecto hubiera venido a ayudarla.
Estiró la mano hacia el arbusto y la mariposa salió volando. Se levantó de repente ante la atónita mirada de la sirvienta y comenzó a caminar persiguiendo a la mariposa, aumentando la velocidad a cada paso. Hubo un súbito silencio mientras caminaba un poco más allá; ya no podía escuchar las voces masculinas. Esto era más que suficiente. Se giró mirando en dirección a la silla de ruedas, tratando de poner en su rostro una inocente expresión de asombro.
La cara de la sirvienta estaba pálida, esto iba a costarle muy caro. Aylah sonrió al ver un poco más allá al conde y al marqués. Ambos solo la miraban mientras ella alzaba la mano de manera alegre y los saludaba, entonces fue que la sirvienta se dio cuenta de que el conde estaba también allí. Un terror absoluto se reflejó en su cara. El conde, por su parte, más que enojado, se veía incómodo ante la súbita situación, sin saber cómo reaccionar, mientras el marqués le dedicaba a ella una reverencia.
Aylah sonrió ampliamente, se sentía tan bien. Matar dos pájaros de un tiro era totalmente gratificante. Tenía ganas de soltar una carcajada, pero debía contenerse. No podía cantar victoria antes de tiempo. Aún le faltaba lidiar con la reacción de su tío y ver si el marqués esparciría el rumor sobre lo que acababa de presenciar.
...
- Entonces vendré pasado mañana con mi abogado a coordinar los detalles finales del contrato - dijo el marqués de Jirshey mientras salía a través de las puertas principales de la mansión en dirección a su carruaje acompañado por el conde Ellerys.
- Claro, todo estará listo para su llegada
El marqués se detuvo de repente mirando en dirección al jardín frente a la entrada, algo pareció llamar su atención.
- Me temo que he sido muy descortés, no le he preguntado acerca de la salud de su sobrina, la princesa heredera
El conde también miró al frente sin comprender por qué de repente el marqués preguntaba algo como esto. Por el momento todas sus conversaciones habían sido sobre negocios. Entonces fue que vio a Aylah, sentada en su silla de ruedas, justo en la zona más visible del jardín. Siempre estaba en su habitación, nunca había salido por su cuenta, así que ¿qué demonios hacía hoy dando un paseo? La había mantenido oculta de las miradas indiscretas, no quería que se filtrara información alguna sobre ella y cómo avanzaba su recuperación. Así que esto no era para nada favorable.
- Me temo que aún esta bajo tratamiento y ...
Lo que sucedió a continuación lo dejó sin habla. Aylah, que apenas unos segundos antes había extendido una de sus manos hacia una mariposa que revoloteaba en un arbusto de rosas cercano a ella, se levantó de la silla y comenzó a perseguir al insecto. Luego de casi correr un tramo se detuvo y se giró mirando en dirección a su silla de ruedas. Se veía genuinamente sorprendida por lo que acababa de hacer y alegremente levantó su mano al ver al conde junto al marqués en la entrada. Ellerys cerró los puños con fuerza, estaba enojado. Esto se estaba saliendo de control de manera terrible. Todo había pasado frente al marqués, así que no tenía manera alguna de encubrirlo.
- Al parecer la princesa ha mejorado más de lo que he escuchado - dijo el marqués luego de un corto silencio, el sarcasmo en su tono de voz era evidente aunque su rostro lucía impasible
- Ah, es que, como estamos tan centrados en su recuperación, no queremos atención no deseada —dijo el conde a modo de disculpa—. No sé si entiende lo que quiero decir
- Y yo no quiero riesgos en mis negocios, si entiende lo que le quiero decir - dijo el marqués entornando los ojos en su dirección, aunque su voz sonaba calmada había una evidente nota de amenaza implícita - Si la princesa toma el control de sus propiedades necesito garantías de que no cambiara de opinión respecto a nuestros negocios, no debo recordarle todo lo que está en juego ¿No es cierto?
- Ella no lo hará, puesto que nuestra amistad es más importante que los negocios. ¿No es cierto?—preguntó el conde con ironía
- Eso espero - dijo el marqués con frialdad en su voz mientras ajustaba uno de sus guantes - como le dije antes en honor a nuestra "amistad" mantendré mi apoyo y buena opinión sobre usted en el club, así que me gustaría algo a cambio
- ¿Cómo qué? - preguntó con recelo
- Mi hija es muy curiosa y ha seguido de cerca los rumores que circulan sobre la princesa desde que despertó, así que tiene muchas ganas de conocerla—. Aunque lo hacía sonar como algo casual, estaba clara la petición en sus palabras que casi sonaban como una orden
- ¡Oh, claro! —dijo el conde con voz condescendiente mientras forzaba una sonrisa— podemos preparar una fiesta de té para las jóvenes, a mi hija le encantará encargarse de los detalles personalmente y tener a una invitada tan distinguida
- Entonces esperaré que la invitación llegue lo antes posible - finalizó el marqués mientras finalmente subía a su carruaje esbozando una media sonrisa de triunfo.
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