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52 - Cruzando la línea


TIONE

Caminaba con demasiada rapidez hacia el salón del trono, era algo inevitable, estaba muy enojada. El mago llevaba varios días evitándola abiertamente y era capaz de imaginar la razón. Por eso no podía perder ni un minuto más, debía enfrentarlo ahora que estaba solo, así podría hablar sin reservas ni cortesías.

Avanzó a través de las puertas abiertas custodiadas por los soldados reales y se encontró con la persona que buscaba. Esta vez no podría evadirla, se aseguraría de ello. Con paso firme se acercó a él y lo encaró sin reparos, apuntando hacia su rostro con un dedo de forma acusatoria.

—Tienes muchas explicaciones que darme —comenzó sin recuperar el aliento—. Enviaste a una de mis subordinadas a una misión, sin informármelo primero y desde entonces no sé nada de ella. ¿Dónde está Selian? —preguntó de manera autoritaria sin ocultar su furia

—No lo sé —dijo Jens por toda respuesta con voz inexpresiva— yo también perdí el contacto con ella

—¿Qué? —preguntó Tione mientras la indignación crecía en su interior

Sabía que este hombre era un ser al que no le interesaban las personas, pero esto era demasiado. Usar a los demás como peones y luego verse tan indiferente ante alguien que podría estar en peligro por su culpa era irritante.

—Ahora, si no tienes nada más que decirme, estoy esperando a algunas personas que invité, deberían llegar de un momento a otro —soltó el mago de forma cortante mientras hacía un gesto con su cabeza, indicándole de forma descortés que se retirara.

Enojada y frustrada por semejante actitud de Jens, se negó a obedecer y en su lugar arremetió contra él de manera desafiante. No iba a irse de forma dócil, él tendría que escucharla y responder. No abandonaría este lugar hasta lograrlo de una forma u otra. Pero antes de que pudiese alcanzarlo, su cuerpo quedó inexplicablemente paralizado.

—Maldito... desgraciado... —apenas alcanzó a decir Tione entre dientes, al verse imposibilitada de mover incluso sus labios

El mago se le acercó con calma mientras la luz del sol daba de lleno en su cabello dorado, haciéndolo brillar como si fueran rayos del mismísimo astro rey. Sus ojos, como fríos zafiros, aunque en la superficie se veían calmados, ocultaban una ira que Tione solo fue capaz de ver cuando estuvieron cara a cara. Jens estaba enojado como nunca antes, aunque su rostro se mantenía totalmente inexpresivo, ella fue capaz de darse cuenta a la vez que su terrible aura la envolvía. Mientras sentía que el aire escapaba de sus pulmones ante semejante y aplastante presencia, entendió que había cometido un error. Uno muy grave.

Jens deslizó su mano por la cabeza de Tione hasta llegar a su nuca, entonces agarró su cabello y tiró de su cabeza hacia atrás de forma dolorosa mientras acercaba su rostro al de ella. Por un instante, la mente de Tione voló hacia el pasado, justo el día en el que siendo apenas una niña, había conocido al indiferente y distante mago rodeado de un aura fría e inaccesible, al guardián de la familia real. Su imponente, pero gélida imagen le recordó a las estatuas que adornaban los templos, hermosas, pero que no se inmutaban ante el paso del tiempo ni de las vidas que las admiraban y rezaban en total devoción ante su perfecta imagen. Fue impresionante, pero al mismo tiempo extraño ver que esa sonrisa que esbozaba este hombre al socializar era totalmente falsa. Era una total decepción darse cuenta de que ocultaba su verdadera naturaleza en la cual no le importaban las personas en absoluto.

—Parece que por un instante has olvidado tu lugar —dijo con una horrible suavidad— Incluso el hecho de que yo soy la persona a quien Dalyth dejó a cargo —añadió mientras Tione tragaba en seco ante sus palabras— Estás haciendo un excelente trabajo, pero no excedas tu autoridad.

Aunque las alarmas saltaban por todos lados, Tione era incapaz de negar su propia manera de ser, rebelde hasta el último minuto. Jamás había sido del tipo de persona que se dejaba intimidar aunque su oponente fuese más fuerte. En su opinión, la victoria absoluta radicaba en nunca mostrar debilidad alguna, aunque la situación fuese totalmente adversa. Incluso así, los papeles podrían cambiar con cualquier desliz y la situación podría ser favorable para ella. No era capaz de rendirse y menos aún si la razón estaba de su lado.

Miró al mago directamente a los ojos sin ocultar su desagrado y molestia, mientras este mostraba en su expresión una ligera sorpresa al ser enfrentado nuevamente en semejante situación que la ponía a ella totalmente en desventaja. Una sonrisa cruzó los labios de Jens mientras en su mirada un brillo de emoción iluminaba los fríos zafiros que la adornaban. Tione sintió un escalofrío al ver esto mientras la cara de Jens se acercaba lentamente a la suya. ¿Qué demonios estaba planeando hacerle este hombre?

—Te advertí que no me tentaras y que no jugaras conmigo —sus ojos brillaban casi de forma malvada mientras sostenía su barbilla con suavidad

El sonido de alguien aclarándose la garganta hizo que Jens se detuviera justo antes de que sus labios se tocaran. Retiró la mano del cabello de Tione y también el hechizo que la mantenía paralizada, pero incluso aunque ya había recuperado el control de su cuerpo, ella permanecía sin moverse sorprendida por lo que acababa de suceder.

—Pido disculpas si estamos interrumpiendo algo —dijo una voz masculina en un tono juguetón—, podemos irnos y regresar más tarde

—Eso no será necesario, Isak —expresó Jens mientras recuperaba su habitual aplomo y esbozaba una fría pero cortés sonrisa.

Sin haberse recuperado de la impresión de lo que había pasado apenas unos momentos antes, Tione pensó que era buena idea retirarse ahora. Se giró con intenciones de abandonar el lugar, pero la mano de Jens cayó de forma pesada sobre su hombro, deteniéndola antes de que pudiese avanzar.

—Es de mala educación no saludar a invitados tan especiales como estos —sintió que la voz de Jens susurraba en su oído, mientras que los labios del hombre rozaban el lóbulo de su oreja de manera intencionada.— quería esperar a hacer las presentaciones pertinentes cuando la princesa llegara, pero ha tardado un poco en aparecer —añadió alzando un poco la voz de forma innecesaria.

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