Capitulo 16.
N/A: porfavor lean la nota al final de este capítulo.
Greco.
La carne en mi plato está fría, dura y no tiene sabor. Cada bocado se convierte en una lucha, una metáfora perfecta para todo lo que ha sido esta maldita cacería. Mis hombres están esparcidos alrededor del campamento, sentados sobre troncos o directamente en el suelo. Unas pocas hogueras arden lánguidamente, apenas iluminando sus rostros abatidos. La mayoría de ellos comen en silencio, sus ojos clavados en los platos de metal o perdidos en el horizonte oscuro.
No hay espíritu aquí. Solo cansancio.
El hedor del sudor y la sangre seca flota en el aire, mezclándose con el humo de las hogueras y el aroma rancio de la comida mal preparada.
Una parte de mi desea contarlos, saber cuantas bajas he tenido por perseguir a Hailey, pero mi orgullo me lo impide. No quiero saber el costo de mis deseos de justicia.
Uno de los platos metálicos choca con otro provocando un chillido que hace que mis oídos duelan. Un gruñido abandona mi garganta. Mis sentidos, normalmente agudos, ahora son una fuente constante de irritación. Todo me exaspera, me molesta, lo único que quiero es atraparla para poder seguir con mi vida.
¿Cómo es posible que no podamos cazar a una simple omega? ¿Por que un Alfa decidió protegerla?.
La imagen de Hailey aparece en mi mente y mi repudio crece más.
Haré lo que sea necesario para encontrarla y acabar con ella.
— Mi Alfa, — la voz grave de mi hermano Farías interrumpe mis pensamientos. Levanto la mirada hacia él, que se acerca con paso decidido. Su rostro está marcado por una mezcla de preocupación y cansancio, pero no se atreve a mostrar debilidad frente a mí. — Los lobos que seguían el vehículo de Hailey Wolf han regresado.
— ¿Dónde se detuvo? — pregunto. — ¿A cuantos días estamos de ella?.
— No lo sé — responde mi hermano. Frunzo el ceño y él respira hondo mirando cautelosamente alrededor. — . No han vuelto con información sobre Hailey.
Una punzada en mi estomago se siente como un golpe que me saca el aire. No es posible, se escapó de nuevo.
— ¿Por qué? — pregunto casi de manera automática.
Farías hace una pausa, como si calculara sus palabras.
— La perdieron a más de doscientos kilómetros de aquí, no pararon hasta casi desfallecer del cansancio. — responde. Un gruñido abandona mi garganta, mi hermano respira profundo antes de hablar de nuevo. — . Nunca iban a alcanzar la velocidad de su vehículo, hicieron cuanto pudi...
Dejo caer el plato, la carne apenas tocada cae al suelo y el estruendo del metal levanta las miradas de todos a nuestro alrededor.
— ¿Cuanto pudieron? No lo creo. Solo decidieron volver por que son malditos holgazanes. Tardaron tres días en volver, ¿y esto es lo que me traen sobre Hailey? ¿Que se sigue alejando y huyendo de la justicia? — preguntó poniéndome de pie. Miro al comandante de mis guardias y el rápidamente se pone de pie. — Busquen a los lobos que seguían a Hailey y tráiganlos ante mi.
— Si, mi Alfa — responde de manera automática el hombre. Chasquea sus dedos y mi guardia personal lo sigue, no sin antes dejar a dos a hombres para mi disposición.
Farías respira hondo, tratando de mantener la calma.
— Deberíamos hablar en privado, hermano — dice entre dientes y en voz baja, mirando disimuladamente como todos alrededor nos observan con atención.
— No tengo nada que hablar contigo — respondo de manera fría. Mi hermano respira profundo.
— Soy tu heredero — pronuncia en voz baja y entre dientes, con intención de que solo yo lo escuche. Le dirijo una mirada y niego con la cabeza.
— No por elección — respondo.
Escucho un murmullo y después algunos quejidos y golpes que me hacen dejar de mirar a mi hermano. Mi guardia vuelve con cuatro hombres jóvenes sin camiseta, solo usando pantalones de mezclilla. De solo verlos puedo saber que son de rango omega.
— Mi Alfa. Estaban aquí y en cuanto escucharon que serían buscados intentaron huir — informa el comandante de mi guardia.
— ¿Y quien no intentaría huir al escuchar al Alfa tan furioso? — pregunta Farías detrás de mi, llamando mi atención. — . Detente, por favor.
Me giro nuevamente hacia los hombres frente a mi, ellos rápidamente se ponen de rodillas y comienzan a suplicar por su vida. Sus voces aparecen como un fuego en mi interior, detrás de él puedo ver a Hailey alejándose más y más de mi. Por su culpa.
No puedo dejar que escape, tengo que matarla. Tiene que pagar la vida de Blair con la suya.
— ¿Por que dejaron de seguirla? — pregunto de manera autoritaria. No se atreven a mirarme a los ojos.
— Su vehículo es muy veloz, mi Alfa — responde uno de ellos. — . La seguimos por un día y medio sin parar hasta que la perdimos de vista y después su rastro desapareció también, no sabíamos en que dirección seguir y estábamos tan cansados...
No respondo nada y los tres hombres que acompañan al primero no se atreven a decir nada más. Mi furia aumenta al verlos ahí frente a mi.
Farías se acerca con pasos cautelosos hasta estar a mi lado. Apenas escucho su voz tratar de hablarme, decido alejarme y caminar hacia mi guardia.
— Tu espada — ordeno a mi comandante extendiéndole la mano. El me la entrega de inmediato y el murmullo colectivo comienza.
— ¿Que está haciendo?.
— ¿Los matará?
— ¡Piedad, mi Alfa!
— ¡Piedad!
Mi mirada se centra en el único lobo que hablo, sus ojos están cerrados con fuerza y sus manos están juntas a modo de súplica mientras llora y repite una y otra vez que perdone su vida.
Nadie perdonó la vida de Blair.
— Yo, Greco Golden, Alfa de New Moon, los sentencio a muerte por dejar escapar a la traidora Hailey Wolf — digo con voz firme.
El alboroto se duplica, alzó la espada mientras los hombres bajan su cabeza aceptando su destino y dejándome ver con claridad el espacio de su cuello y nuca donde debo cortar, respiro profundo y veo al único que se atrevió a responderme, el... el primero.
Con toda mi fuerza impulso la espada y corto su cabeza de un solo tajo, el silencio de pronto fue absoluto y un solo sonido lleno el aire, un ruido suave, siseante, como si un millón de personas dejaran de contener el aliento a la vez.
Suelto la espada y miro a mi guardia.
— Encárgate de el resto — ordeno.
Comienzo a caminar decidido a ir a mi carpa, mi hermano Farías me intercepta rápidamente, su rostro está furioso y con furia contenida.
— No podemos seguir persiguiéndola de esta manera. Los hombres están exhaustos, hambrientos.... — dice alzando la voz, el mismo se da cuenta e intenta regularla. — Desde que dejamos la manada no han tenido un descanso o una cena decentes. Todos queremos volver a casa y dejar esta cacería. Esto que estás haciendo es...
Dejo de escuchar a mi hermano y miro alrededor del campamento. Es cierto, todos están hundidos en sus propios pensamientos, asustados mirando a mis guardias cumplir mis órdenes, todos evitan cruzar miradas conmigo y lucen delgados y ojerosos. Su debilidad me asquea.
— ¿Es eso lo que quieren? ¿Rendirse? — mi voz retumba en el aire como un trueno. Algunos levantan la cabeza, pero ninguno tiene el coraje de responder. — ¡Mi heredera está muerta y quien debía protegerla sigue con vida!.
Nadie responde, nadie dice absolutamente nada.
Cobardes.
Mi pecho se llena de un fuego familiar. Blair. Mi hijita. Mi orgullo. Mi futuro. Todo lo que soñé para ella fue arrancado de mis manos por vampiros traidores... y por esa miserable que decía ser su amiga.
Mi pequeña iba a ser la primera mujer Alfa, una reina que gobernaría junto a mí cuando tomara el trono del reino. Pero ahora...
Ahora todo lo que tengo es este vacío. Y Hailey lo va a llenar con su sangre.
— Si alguien intenta desertar este campamento, mátelo. — ordenó a mi comandante, el asiente una sola vez con firmeza y grita las órdenes a sus guardias.
Comienzo a caminar alejándome de la zona de caos del campamento, intentando respirar y tranquilizarme. Escucho los pasos de mis guardias siguiéndome, miro sobre mi hombro y en efecto los veo ahí, detrás de ellos esta mi hermano con sus guardias también. ¿Es que nunca puedo estar solo?.
— Voy a mi tienda. — informo en voz alta. — No quiero que nadie me moleste.
Escucho todos los pasos detenerse, a excepción de unos.
— Greco — Farías me sigue, su tono más suave pero firme. — . Sé que la muerte de Blair te duele más que a nadie, a mi también, la vi nacer y crecer, se que su muerte fue horrible e injusta, pero... esto no la traerá de vuelta.
Me detengo frente a mi tienda, girándome hacia él con una mirada que podría partir rocas.
— ¿Estás diciendo que debo olvidar lo que Hailey hizo? ¿Dejar que siga respirando mientras mi hija está muerta? — pregunto mirándolo a los ojos, el respira hondo nuevamente.
Farías suspira.
— No. Pero si seguimos persiguiéndola así, solo conseguiremos morir tambien — dice juntando sus cejas. — . Lo que acabas de hacer...
Decido no escuchar más y le doy la espalda a mi hermano, entro en mi tienda, pero Farías me sigue cerrando la lona detrás de él. Su persistencia me irrita, pero antes de que pueda ordenarle que se largue, dice algo que capta mi atención.
— No puedes intimidar a tu manada, necesitarás que cada lobo crea firmemente en ti si quieres convertirte en Rey.
Me giro y lo veo fijamente, el da un par de pasos hacia mi, con cautela.
— Llegó un rumor esta mañana, — comienza, sus ojos buscando los míos. — Dicen que apareció la última hija de la Luna, con vida.
Una chispa de incertidumbre aparece en mi estomago, pero rápidamente se disipa cuando la razón aparece. Me río, un sonido áspero que llena el espacio reducido.
— ¿Y tú crees en leyendas para cachorros ahora, Farías? — pregunto con ironía. Mi hermano entrecierra los ojos. — Esa historia murió junto con Esmeray, Emon Khan y su hija.
Él no sonríe. Su expresión es seria, casi calculadora.
— Mis informantes no suelen equivocarse, hermano. Dicen que Amaris Khan está viva. Ha vuelto a la aldea de los Salvajes de la Luna y pronto cumplirá la mayoría de edad — alza ambas cejas. — . Creen que ha vuelto para reclamar su trono.
El nombre de la niña que se convirtió en una incógnita para todos hace que mi cuerpo se tense. Amaris había sido la única descendiente de la reina Esmeray, es la legítima heredera de los reinos de la Luna, todo apuntaba a que había muerto en la última batalla al igual que sus padres, pero muchos afirmaban que seguía viva y oculta, se había convertido en una leyenda, aunque ahora ya no lo parecía tanto.
Miro a Farías, buscando algún indicio de que está bromeando, pero solo veo determinación.
— ¿Qué más te dijeron? — pregunto finalmente, con un gruñido que traiciona mi creciente interés.
— Dicen que es idéntica a su madre — responde. — Y que está siendo aconsejada por Evan Karwolf.
El nombre me golpea como un puñal.
— Eso es imposible. Karwolf murió junto con Emon — respondo.
Farías niega con la cabeza.
— Al parecer los muertos vuelven de sus tumbas, hermano. Emon le pidió a su beta que se llevara a su hija lejos, a donde nadie la pudiese encontrar, y él lo hizo, además se quedó todos estos años con ella y la cuidó como a su hija, la chica lo adora. — la convicción de mi hermano me hace comenzar a creer sus palabras. — . O eso dicen. Robert Khan es el Alfa de los salvajes de la Luna ahora, ¿cuanto tiempo crees que tardará en ser destituido?.
— ¿Robert Khan? ¿Desde cuando ese bastardo tiene apellido? — preguntó frunciendo el seño. — El y su familia no son más que...
— Los más interesados en que esa niña no tome su lugar — interrumpe Farías. — . Bueno, los segundos más interesados, después de nosotros. ¿No crees que es momento de crear alianzas?.
Suelto una risa nuevamente, Farías frunce el seño.
— No creare alianzas con salvajes retrógrados que se rehusan a salir de su territorio — respondo, Farías suspira. — . Además, ¿no fueron ellos quienes llamaron a New Moon la manada corrompida por el mundo humano?.
— Algo así — respondió mi hermano alzando los hombros. — . Palabras solamente. Palabras que podrían dejar atrás para unirse y enfrentar a su enemigo en común.
— Nuestro enemigo en común es una niña — alzó ambas cejas. — . Iré al territorio y la asesinare. Simple.
Mi hermano asiente lentamente y después se detiene y suspira.
— Si los rumores son ciertos, la niña heredó los dones de su madre y tiene la sangre de un Alfa puro corriendo por sus venas gracias a su padre. Es muy poderosa, aunque lo desconoce — me dice, nuevamente aparece el hormigueo en mi estómago que me hace querer terminar esta conversación, pero mi hermano continúa hablando. — . Pronto tomará su lugar como líder de los Salvajes de la Luna, y cuando eso pase, todos los Alfas sabrán que está viva. La competencia por el trono será inevitable y esa niña tendrá a sus espaldas uno de los ejércitos más grandes, salvajes y temidos de todo el reino.
Me cruzo de brazos, caminando de un lado a otro. La posibilidad me inquieta. Si esta niña realmente está viva es una amenaza para mi reclamo al trono de los reinos de la Luna. No puedo tomarlo con una heredera viva, nunca seré legitimo entonces.
Farías da un paso hacia mí.
— Debemos volver a los reinos de la Luna, Greco. Reorganizarnos, tomar nuestro ejército, marchar hacia Moonborn y acabar con el comité de justicia, todo antes de que la niña sea oficialmente nombrada Alfa — me dice, lo miro y el asiente. — Si esperamos demasiado, alguien podría atacar al comité primero, alguien más iniciará la guerra, o la niña solo irá a Luna y se sentará en el trono sin impedimento alguno.
Lo que Farías dice tiene sentido, es lo que debería de hacer, pero una parte de mi no deja de sentirse desconfiada.
— ¿Por qué estás tan interesado en que tome el trono, Farías? — pregunto mirándolo fijamente. El frunce levemente el seño. — ¿Buscas el poder para ti mismo? ¿Buscas convertirte en rey?.
Su rostro se endurece, y por primera vez noto un destello de nerviosismo en su mirada.
— Eso sería traición — responde negando con la cabeza. — . Yo te sigo a ti, hermano. Eres mi Alfa, y haré lo que sea necesario para que consigas el trono que nuestra dinastía merece. Solo trato de recordarte que, a veces la venganza no nos lleva a donde debemos o a donde queremos.
Mi ira se aviva.
— ¿Te parece que no debo buscar justicia por la muerte de mi hija? — pregunto gruñendo, Farías rápidamente niega y levanta las manos en un gesto de rendición.
— No estoy diciendo eso. Solo necesitamos pensar con claridad — dice con voz más calmada. — Hailey es insignificante comparada con lo que podríamos perder si seguimos este camino.
El silencio se extiende entre nosotros como un filo.
— Lárgate — ordeno.
Él suspira y asiente, baja la cabeza hacia mí antes de girarse y caminar hacia la salida. Antes de salir, se detiene en la entrada.
— Piensa bien, Greco, — dice. — Antes teníamos todo el tiempo del mundo. Ahora solo nos quedan unos meses antes de que la guerra por el trono comience. ¿Tomaremos parte en ella, o veremos desde afuera?.
Cuando se va, me quedo solo en la tienda, mis pensamientos son un caos. Hailey, Amaris, el trono... Todo parece colisionar, como un vendaval que amenaza con arrasar mi mundo.
Pero una cosa es segura: no perderé. Ni el trono, ni mi venganza. Y haré lo que sea necesario para asegurarme de que ambos sean míos.
Nota de autor.
¡Queridos lectores!
Gracias por acompañarme en este viaje con Desterrada. Espero que esten disfrutando de la historia tanto como yo disfruto escribiéndola. Pero esto no termina aquí...
Estoy emocionada de anunciar que ahora también esta disponible "La última hija de la Luna" otra historia ambientada en el mismo universo, la historia de Amaris Khan.
Si te intrigan los secretos, las leyendas ancestrales y los conflictos entre lobos que desafían su destino, esta nueva aventura te encantará.
En La última hija de la Luna, conocerás a una protagonista fuerte y enigmática que guarda un vínculo especial con la Luna y un pasado lleno de misterio. Mientras las sombras del pasado se entrelazan con un presente peligroso, esta historia te llevará aún más profundo al corazón de este mundo de fantasía oscura.
¿Listos para descubrir más sobre este universo?
¡Nos vemos pronto en las páginas de La última hija de la Luna!
La historia ya se encuentra disponible en mi perfil y será resubida al igual que esta poco a poco. Espero que la disfruten.
Con cariño, AC.
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