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Capitulo 13.

Caleb.

El sonido de nuestros pasos era el único en romper el silencio de las calles desiertas de el centro de la ciudad. El aire estaba helado, tanto que mi cara se sentía adormecida a medida que avanzábamos hacia el frente, la oscuridad nos rodeaba por momentos en que las lámparas altas fallaban y parpadeaban unos segundos, en esos repentinos momentos Hailey se pegaba a mi y apretaba mi mano, quería decirle que todo estaba bien y que solo era oscuridad, pero no podía decirle algo que yo no creía. Había algo más aquí, podía sentirlo mientras se me erizaba el lomo y cada uno de mis instintos se intensificaba.

— ¿A que huele? — pregunto rompiendo el silencio en voz alta al mismo tiempo que la pregunta aparece en mi mente. Hailey alza sus ojos curiosos para verme.

— No huelo nada — respondió mientras alzaba el rostro y olfateaba el viento.

Corte la conversación sin responder, debíamos estar en silencio y por más que quiera hablar con Hailey más y más, me es más importante protegerla.
Observo a mi alrededor con la atención propia de un cazador en territorio enemigo. Cada miembro del grupo sigue mis pasos, eran ligeros, tensos, sincronizados sin planearlo, estaban siguiéndome en más de un sentido. Hailey estaba a mi lado, y aunque su rostro mostraba resolución, su pulso temblaba, lo podía sentir cada vez que me apretaba la mano. Ella confiaba en mí, lo notaba en cómo sus ojos me buscaban en cada movimiento, en cada calle antes de cruzarla o doblar en la esquina, en cómo su respiración se volvía más suave cuando le indicaba que todo estaba en calma, al menos por el momento.

¿Por qué no dejo de sentir que algo más nos acecha? ¿Que sucede?

La necesidad de protegerlos a todos era un latido constante en mi pecho, un peso familiar y extraño al mismo tiempo. No sabía en qué momento, ni cómo, pero esta pequeña manada se había convertido en mi responsabilidad. Cada uno de ellos había depositado su confianza en mi en numerosas ocasiones, esta vez no era la excepción.

Tal vez no debería preocuparme tanto, siempre he tenido buen criterio y acertado en cuanto a mis desiciones, ¿pero que pasará con todos nosotros si esta vez me arriesgo demasiado?.

La adrenalina era un pulso que se sentía en el aire, y la podía oler en ellos tanto como en mi mismo, era una mezcla de miedo y determinación que emanaba de nuestros cuerpos. Respire profundo sintiendo nuevamente ese olor, cada vez intensificándose más. Me detuve en seco. Hailey levantó el rostro hacia mí. En sus ojos vi algo que hizo que mi cuerpo se tensara: confianza absoluta. Mi pecho ardía al sentir aún ese olor y esa sensación de peligro.

En ese instante, un olor familiar, amargo y detestable, se destaco entre los demás aromas. Una vez más respire profundo hasta que pude reconocer de dónde venía. El Alfa.

Mi cuerpo se tensó antes de que mi mente procesara siquiera el peligro. Levanté la mano en señal de alerta, y todos se pusieron de inmediato cerca de nosotros mirando hacia todos lados. Mi cuerpo estaba en guardia, cada fibra preparada para enfrentar la amenaza. Hailey captó el cambio, sus ojos fijos en mí, su respiración contenida, esperando una señal.

— Tenemos que volver. Muévanse rápido. Nos descubrieron — dije en voz baja mientras comenzaba a caminar en dirección de vuelta al hotel trayendo a Hailey conmigo, ella dio un par de pasos torpes antes de acoplarse a mi paso.

— ¿Que sucede? — pregunta Abel llegando a mi lado con expresión preocupada. — ¡No puedo oler nada!.

— Yo tampoco — Luke se puso al lado de Haikey, Sal, Kath y Jo se adelantaron levemente.

— ¡Les advertí que esto era mala idea! — grita Sal desde adelante.

— ¡Cierra la boca! — grita/susurra Luke.

No puedo pensar, no puedo esclarecer mi mente, solo siento el impulso de correr, de llevarlos de vuelta a el hotel, de ponerlos a salvo.

— ¿Está aquí? — la voz asustada de Hailey mientras la llevaba casi corriendo sin soltarla de la mano me hace volver a la realidad. No quería responderle, no quería verla a esos ojos hermosos y asustados y decirle que habíamos sido encontrados. Pero es lo que está pasando.

Te juro que te pondré a salvo — prometo sin dejar de moverme y ver a todos lados asegurándome que nadie nos siga. — . Te lo juro con mi vida.

— ¿De vuelta al hotel? — dice Abel al ver que no voy a responder. Me giro hacia él y asiento.

Tengo que ponerlos a salvo.

Síganme — digo con voz firme, tomando la delantera junto a Hailey.

Los guié por el camino más corto hacia las calles estrechas que serpenteaban entre los edificios, mi mente traza rutas de escape a cada segundo que pasa mientras intento no perderme en el camino de vuelta, mi cuerpo estaba lleno de adrenalina mientras vigilaba, izquierda, derecha, mira atrás, sigue caminando las órdenes se repetían en mi cerebro a medida que seguíamos avanzando.

Un aullido rompió el silencio, el asombro y miedo colectivos se instalaron en mi mientras sentía a Hailey temblar. Nos encontró.

— ¡Corran! — grito mientras comienzo a hacerlo y jalo a Hailey conmigo.

Todos comenzamos a correr lo más rápido posible, no suelto la mano de Hailey mientras corro lo más rápido que puedo trayéndola conmigo.

El Alfa estaba muy cerca, detras de nosotros sus pasos resonaban en la distancia como un recordatorio de lo que perderíamos si no lograba sacarnos de ahí a tiempo. A su aullido respondieron muchos otros. Mi pulso era un tambor constante en mis oídos, y cada fibra de mi ser se concentraba en protegerlos, en mantenerlos a salvo.

Mi mente se debatía entre el instinto de luchar y la urgencia de escapar, pero la mirada de Hailey me devolvía a la realidad. Sabía que la violencia era el último recurso que podíamos usar, y aún así, no ganaríamos, pero la idea de enfrentarme a ese hombre, de hacerle pagar por todo lo que le había arrebatado a Hailey, me resultaba tentadora.

— Vamos, sigue adelante, no te detengas— le dije a ella mientras la jalaba suavemente para que se apresurara.

Ella asintió, su respiración entrecortada, pero su mirada decidida. Mis instintos rugían dentro de mí, mi lobo quería salir, tenía un deseo primario de protegerla, de enfrentarme a cualquier amenaza para asegurar su seguridad y la de los demás. Hailey soltó mi mano un segundo y comenzó a correr adelantándose levemente, la imite rápidamente.

A medida que avanzábamos, podía notar que Hailey me observaba de reojo todo el tiempo, al igual que yo a ella, pero lo hacía con una mezcla de asombro y... algo más, como si estuviera viendo algo en mí que antes no había percibido. Yo también lo siento. Sentí sus ojos en mi espalda, su respiración pesada cada vez que nuestros cuerpos se acercaban al pasar por alguna esquina. Algo en su mirada encendía un fuego en mí, una urgencia de no solo protegerla, sino de demostrarle que podía confiarme cada parte de ella, sin miedo ni dudas.

Finalmente, la barrera del Hotel de la Esperanza apareció ante nosotros, invisible para los ojos del Alfa, pero tan clara para mí como un escudo de energía que nos protegía de esa bestia que nos cazaba. Sentí el alivio de cruzarla, de saber que al menos por ahora estábamos a salvo. Me detuve, mi respiración agitada mientras veía al Alfa detenerse en la esquina de la calle, olfateando el aire y merodeando cerca, sus ojos clavados en el territorio del hotel con sospecha. Su presencia era un recordatorio constante del peligro, una amenaza que no desaparecería tan fácilmente.

Muchas de las personas salieron del hotel y asomaron sus cabezas curiosas para ver lo que sucedía, todos atemorizados de ver a un Alfa y a su manada de guerreros merodeando el lugar en el que juraban protegerse de ellos.

— ¿Están todos bien? — pregunto mirando que todos hayamos llegado a salvo, todos asienten y me devuelven la mirada.

Hailey me observaba, con esa intensidad que no se desvanecía, y sentí el impulso de acercarme, tomar su rostro entre mis manos, de decirle que no la dejaría, que nadie le haría daño mientras yo respirara. Pero me contuve, porque sabía que cualquier muestra de vulnerabilidad en este momento nos debilitaría.

— Caleb — dijo ella en voz baja, su mano descansando en mi brazo. — ¿Estás bien?.

La preocupación en su voz me desarmó. Me acerqué a ella. Mi mano encontró la suya, y sin pensarlo, le di un apretón suave, el gesto más sencillo que pude permitirme.

— Lo estaré mientras tú lo estés  — susurro.

Su mano tembló apenas perceptiblemente bajo la mía, pero ella no la retiró. Sin poderme contener más atraigo a Hailey hacia mi de manera cariñosa y la envuelvo entre mis brazos, su frente queda en mi barbilla y me inclino un poco para besarla. Sus pequeños brazos rodearon mi cintura y me sentí completo.

Sentí que en ese momento, aunque estuviéramos rodeados de sombras y peligros, había algo más fuerte que la amenaza que nos acechaba. Algo que crecía entre nosotros, algo que me daba la fuerza para enfrentar lo que viniera.

— Caleb — la voz de Kath interrumpe el momento.

Me giro levemente y veo como Mark camina hasta nosotros con una expresión asustada. Mierda.

¿Que paso? — pregunta apenas llega hasta nosotros. — ¿Por que un Alfa está tan cerca de el hotel? ¡Las reglas son claras, nadie debe verlos entrar aquí, menos quienes los siguen!

— Mark, lo siento — hablo rápidamente, soltando a Hailey levemente para acercarme a él.

— Tienen que irse — dice rápidamente. — . Lo siento pero si siguen aquí él descubrirá el hotel y nos matará a todos. Con él a la redonda nadie puede salir de aquí, la comida se acabará y el refugio ya no será seguro para nadie. Debes irte, se irá detrás de ustedes.

— No lo descubrirá, la barrera lo protege — protesto rápidamente. Mark respira hondo. — . No nos vio entrar.

— La quiere a ella — me dice señalando a Hailey con la mirada. — . No se irá hasta que la obtenga, si quieres ponerla a salvo, tienen que irse de aquí. Los vio entrar al territorio, se acercará cada vez más.

Sabía que él no se iría, que sospechaba algo, claro que merodearía la zona hasta volver a dar con Hailey, probablemente nos había visto entrar a la oscuridad pero él no ve más que eso. La barrera nos mantenía ocultos, pero no pasaría mucho antes de que descubriera lo que pasaba. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario, incluso a enfrentarme a ese monstruo, a mi pasado y a todo lo que viniera, si con eso podía asegurar su paz.

Y en ese momento, entendí que no era solo una responsabilidad. Era un deseo profundo, algo que latía con fuerza en cada fibra de mi ser. Tal vez había sido desterrado, pero aquí, en este lugar y con ellos, había encontrado algo más. Algo que valía la pena defender, y estaba dispuesto a sacrificarlo todo para mantenerlo a salvo.

— Nos iremos ahora — le respondo.

Detrás de mi escucho el sonido de todos comenzando a contener la respiración y los pasos pesados de Abel acercarse a mi.

— No tenemos nada... — me recuerda Abel.

— Solo lo que está en la camioneta — respondo yo. — . Nos las arreglaremos en el camino.

— Creo que podemos esperar un poco más — dice Luke acercándose. — . Tal vez en un par de días el Alfa se vaya...

— ¡El no se irá, quiere a Hailey! — interrumpo. — Tenemos que irnos ahora, rápido, no tenemos un par de días. Ninguno de ustedes pudo olfatear al Alfa, todos tenemos pesadillas y comportamientos extraños, esta magia nos hace daño y lo saben.

Las miradas que todos comparten me hacen saber que están dudando, trago saliva levemente. Abel suspira.

— Vamos todos, muévanse, tenemos que irnos ya — ordena.

Todos suspiran y lanzan maldiciones mientras entran corriendo al hotel a sus respectivas habitaciones para tomar sus pertenencias.

El corazón me late desbocado mientras camino al interior del hotel con Hailey a mi lado.

— Caleb — me llama suavemente — . Caleb — repite más fuerte.

La miro levemente y ella se adelanta a tomar mi mano, la tranquilidad que me infunde su toque me es reconfortante.

— ¿Que haremos? ¿A donde vamos? — pregunta con miedo. — ¿Cual es tu plan?.

— No tengo un plan — admito. — Solo confía en mi — pido sin mirarla. — . Voy a ponerte a salvo, lo prometo.

Y de verdad espero poder cumplir mi promesa.

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