Capitulo 12.
Hailey.
La solitaria cafetería se había transformado en nuestro cuartel general improvisado. La tenue iluminación de las lámparas empotradas apenas lograba despejar la atmósfera cargada de tensión. Caleb, con su expresión decidida y ojos firmes, había convertido una de las mesas en el epicentro de nuestra planificación. Los mapas extendidos ante él parecían arrugarse bajo el peso de nuestras esperanzas y temores. Los conozco casi todos, incluso el de el mundo humano. Excepto el que tiene Abel enrollado entre las manos.
Nos agrupamos alrededor de la mesa sin dejar espacio vacío para que alguien externo pudiese mirar o escuchar, mire a cada uno de los rostros frente a mi, cada uno inmerso en sus propias preocupaciones.
Kath sigue molesta por que cree que si vamos a el norte solo encontraremos la muerte, Abel está decidido a partir lo antes posible y Caleb lo apoya, Sal solo parlotea de cómo sus habilidades la harán sanadora en esa manada y así podrá pasar el resto de su vida haciendo lo que ama.
¿Y yo? Bueno, por un lado me emociona el buscar Exiled Moon, encontrarla y volver a estar a salvo al menos en un lugar, sin tener que huir en medio de la noche, tener una casa y un trabajo... aunque nunca se comparará a lo que New Moon o Moonborn me ofrecerían.
Me quedé junto a Caleb, intentando mantener la calma a pesar de la ansiedad que se apoderaba de mí a cada segundo que pasaba. Miraba los mapas esparcidos, cada línea y cada punto se transformaban en símbolos de incertidumbre y miedo. Este viaje que prometía la posibilidad de una nueva vida, también traía consigo demasiados riesgos.
— Bien, comencemos — dijo Caleb con una firmeza que contrastaba con el nerviosismo que sentía en el aire. Su voz era un ancla en medio de nuestra tormenta emocional.
Todos lo miramos a él, pero su mirada solo conectó con la mía antes de respirar hondo y hablar poniendo una mano sobre el mapa.
— Estamos aquí — señaló el extremo sur del mapa. — . Y necesitamos ir hasta aquí — señaló el extremo norte de el mapa, ahí donde terminaba la tierra y comenzaba el gran mar salado que no tenía fin.
Un escalofrío me recorrió al mismo tiempo que una pregunta salía disparada de mis labios.
— ¿Cuanto tardaremos en llegar hasta allá? — mi voz sale más nerviosa de lo que habría querido, Caleb me da una mirada que no logro descifrar.
— Doscientos días con sus noches — responde Caleb mirándome directamente a los ojos.
Las expresiones de asombro colectivo me hacen mirar al resto del grupo nuevamente. Kath luce asustada y Sal parece más pensativa ahora al igual que Jo, Luke cierra los ojos con pesadez y niega con la cabeza mirando a Caleb.
— ¡No se suponía que dirías eso! — le recrimina en voz baja.
— De acuerdo, cállense todos — bramo Abel atrayendo la atención. — . Este es el plan que tenemos, escúchenlo, y cierren el pico. — habló Abel, desplegando el mapa grande entre sus manos que cubría casi toda la mesa, era más grande que los demás y estaba recién dibujado por ellos mismos en base a los otros mapas de los reinos de la luna. Les había quedado increíble. Cada uno de nosotros se inclinó para observar mejor. Cada territorio marcado por un lobo significaba una manada Abel señalaba con un dedo firme mientras explicaba —. Tendremos que movernos sin dejar rastro ni ser vistos. Por eso, nada de vehículos; esto será una gran caminata a través del bosque.
Su dedo se desplazó por el mapa, señalando tres ubicaciones en el norte. Cada una era un punto distante, claramente marcada con signos de advertencia.
— Tenemos identificadas aproximadamente tres manadas en esa área — continuó Abel —. Rebel Moon, Moonborn y Luna sangrienta, sabemos que son hostiles con los desterrados, así que no podemos acercarnos a sus territorios.
— La ventaja es que esto reduce nuestras opciones y nos da tres posibles ubicaciones para Exiled Moon — acotó Caleb, señalando los puntos dispersos en el mapa —. Como verán, para avanzar de un punto a otro, debemos rodear completamente las áreas conocidas como hostiles. Hemos decidido que lo mejor será que avancemos separados para explorar más terreno.
— ¿Qué? — Kath alzó la voz, su incredulidad era evidente —. Definitivamente quieren matarnos.
— El peligro no se detiene — explicó Luke, su mirada era grave —. Si no queremos ser atrapados, debemos mantenernos un paso adelante. Viajaremos en pareja durante el día y al anochecer nos reuniremos en el punto más seguro. Este campamento será más simple, solo lo esencial, lo que podamos llevar sobre nosotros.
— ¿Cómo nos acercaremos a la manada? ¿Cómo sabremos que no son enemigos? — preguntó Jo, su voz temblaba con la preocupación. — ¿Pensaron en eso?.
Un silencio pesado se posó sobre la mesa. Caleb, Luke y Abel se miraron, buscando una solución. Finalmente, Abel suspiró y habló.
— Todavía no lo sabemos — admitió —. Pero encontraremos una manera de hacerlo.
El silencio volvió a caer, y las expresiones de preocupación eran evidentes en los rostros de todos mientras miraban el mapa. Cada uno parecía absorber la carga del plan propuesto, y yo no podía evitar sentir el peso de la responsabilidad que se avecinaba.
— Antes de volver a entrar a los reinos de la Luna nos prepararemos con proviciones y todo lo necesario para acampar, entraremos por aquí — señaló Caleb otro punto en el mapa, lejos de donde nosotros estábamos. — . Rodearemos todo el territorio de la manada Fire Moon y entraremos por este extremo donde no hay manadas. Estas manchas rojas de aquí son los puntos en los que está el territorio de vampiros. Debemos evitarlos a toda costa, recuerden que si beben su sangre ustedes se infectarán y morirán.
— ¿Que hay de los salvajes de la Luna? — pregunta Sal. — ¿Sus patrullas no se extienden hasta la frontera?.
— No lo creo, ellos son... — respondió Caleb.
— ¿No lo crees? — pregunta Jo alzando ambas cejas. — ¿Estoy poniendo mi vida en riesgo por un no lo creo?.
Caleb frunce el seño y al verlo sin respuesta decido intervenir.
De algo sirvió leer una y otra vez los cientos de libros de la biblioteca de la casa manada. Yo sabía todo acerca de este reino. Y definitivamente sabía que los salvajes de la Luna no se acercarían jamás a la frontera.
— Los salvajes de la Luna son la manada más aislada de el reino, apenas unos años antes de su repentina muerte la reina Esmeray los incorporó y construyó la gran barrera que rodea su territorio — digo con seguridad. — . Los lobos no salen de su territorio, no patrullan la frontera. No les interesa tener contacto alguno con el mundo humano y se rehúsan a aceptar que sus inventos hayan entrado a manadas como New Moon y Fire Moon. No tienen representante alguno en Moonborn como todas las manadas y sobreviven solo de sus propios recursos. Son bastante selectivos con quienes entran a su territorio y...
— Creo que ya entendimos, Hailey — susurra Kath alzando ambas cejas.
— Eres una grosera — susurra Sal dándole un codazo.
Ruedo los ojos ante la actitud chocante de Kath, cuando veo a Jo algo más tranquila y discutiendo con Sal lo que acabo de decir una pequeña sensación de orgullo se insta en mi.
— No tendremos problemas con ninguna manada al entrar por ese lado de el reino — asegura Caleb y me sonríe haciendo que el hormigueo en mi estómago aparezca momentáneamente.
Es tan guapo.
Todos se quedan en silencio, mirándose unos a otros. Compartiendo miradas dudosas y nerviosas. Jo inclusive rascaba su cabeza pensativa, Kath cruzaba sus brazos y los descruzaba con más rapidez de la habitual y Sal solo asentía mirando un punto fijo en la pared lejana.
No puedo juzgarlos por dudar. Incluso una parte de mí tenía muchas dudas, no podía imaginar lo eternos que serian doscientos días de caminata y acampar a la intemperie, todo para llegar a un lugar que nadie de nosotros sabe dónde está con exactitud, o si sea real.
— Tenemos que salir de este hotel pronto — rompió el silencio Caleb. La duda rápidamente apareció en mi mente, había escuchado eso antes, pero en ningún momento el por qué. — . Nos debilita, y nos hace daño. Si nos quedamos por mucho no estaremos fuertes para el viaje. Tenemos que irnos pronto y no hay tiempo para dudas. No puedo dejarlos aquí y no tenemos a donde ir, Exiled Moon es la única esperanza que tenemos de volver a pertenecer a una manada.
Todos miran a Caleb con algo en sus ojos, puedo ver que creen en el, es su lider, ¿o es su Alfa?.
— Te seguiré a donde sea — la voz de Kath rompe el silencio, una pequeña sensación de celos me hace enloquecer y cuando veo que no mira a Caleb si no a su hermano, los celos se desvanecen y dan paso a la pena ajena.
Por la Diosa, ¿que te pasa Hailey Wolf?
Luke abraza a su hermana con fuerza y Sal los ve con una sonrisa orgullosa.
— Yo voy — asegura la rubia con decisión.
— Bueno, no voy a quedarme a morir aquí sola, es preferible morir en mi tierra — alza los hombros Jo. — . Adelante, busquemos Exiled Moon.
Una alegría repentina se instala en mi pecho, Caleb me atrae hacia él y besa mi cabello de manera cariñosa haciéndome sonreír sonrojada.
— Sabes muchas cosas — susurra con una sonrisa, sin despegarse mucho de mi cabello, puedo sentir como lo olfatea discretamente. — . Me encantas.
El hormigueo en mi estómago se convierte en aleteos y por un segundo siento que comenzaré a flotar entre pétalos, Caleb es un hombre muy cariñoso y directo, el hecho de que no se avergüence de declararme su amor frente a sus amigos, el que lo haga de manera tan natural, me encanta.
Cuando estoy por responder que él sentimiento es mutuo la voz de Abel irrumpe en el eco de las celebraciones y susurros.
— Necesitamos dividir las tareas — dijo mientras se subía los pantalones de mezclilla gruesa con ambas manos. —. Primero, tenemos que reunir suministros y preparar el campamento en las mejores y más ligeras condiciones posibles — Abel se inclinó hacia adelante, frunciendo el ceño mientras observaba el mapa. — . Necesitamos una lista detallada de lo que necesitan todos, tendremos que salir a conseguirlo esta noche.
Sal levantó la mano, su tono desafiante rompió el ambiente tenso.
— No soy fanática de la idea de salir a robar en el territorio humano — dijo sin pensarlo.
Las voces a nuestro alrededor se disiparon y de pronto el ruido en la cafetería se había disipado, todos nos miraban extrañados. Mierda.
Caleb trago saliva, negó con la cabeza mirando de manera reprobatoria a Sal y rodó los ojos acercándose más al centro de la mesa para seguir hablando.
— Creo que nadie lo es — respondió Abel, con un toque de sarcasmo en su voz. — ¿Pero como planeas entonces obtener los recursos para un viaje así? ¿Tienes alguna fortuna de la que no estamos enterados?.
Sal rodó los ojos.
A mi también me incomoda robar pienso, pero al escuchar la respuesta de Abel me pregunto a mi misma, ¿Tengo alguna fortuna de la que no esté enterada? No, así que necesito hacerlo.
¿En que me estoy convirtiendo?
La tensión era palpable. Miré a Caleb, quien mantenía su postura firme, su determinación contrastaba con mi creciente ansiedad. Sentía que el éxito o el fracaso de nuestra misión pendía de un hilo muy fino.
— Necesitamos un plan sólido para el robo, necesitamos dos noches — añadió Luke, sus ojos reflejaban una mezcla de determinación y duda. — . Y no tenemos que ir todos, así que pue...
— No, si iremos todos — interrumpió Caleb, — . Todos debemos salir de aquí al menos un par de horas, su lobo se los pide.
No el mío.
— Eso es lo que pide, si — respondió Kath, su tono era lleno de frustración —. Y me pide también que los disuada de esta locura de ir al norte, pero debo decirle que se calle.
Mientras el grupo discutía, la presión en mi pecho aumentaba. Mis pensamientos se enredaban, tratando de escuchar cada una de las palabras que se decían todos a mi alrededor. Las opiniones estaban bastante divididas y eso hacía que el plan pareciera incierto.
— Escuchen, debemos reunir todos los recursos posibles — continuó Caleb, su voz era un ancla en la tormenta de emociones —. Tendremos que salir a la ciudad y... tomarlo. Esto es así, lo saben. Nos acabamos el oro hace mucho y una vez en el reino necesitaremos comida que no tendremos al alcance. Se que no es honorable ni ético y que no ayuda mucho a sentirnos mejor. Pero es necesario chicos.
Nuevamente todos resoplaron mientras aceptaban silenciosamente la propuesta.
Abel suspiro y hablo nuevamente , su postura era un recordatorio de la seriedad del momento.
— Entonces, pongámonos en marcha. Necesitamos estar listos para partir al anochecer.
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