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Capitulo 10.


Caleb.

La madera de las escaleras bajo nuestros pies deja escapar un crujido leve con cada paso. Siento a Hailey a mi lado, a solo centímetros, mi mano sostiene la suya firmemente. Todo en ella parece un ancla que me mantiene aquí, aunque nuestra realidad siga siendo incierta. La miro de reojo mientras subimos, sus ojos brillan con esa mezcla de determinación y vulnerabilidad que me desarma por completo. Siento el peso de mis propios deseos, de mi necesidad de mantenerla a salvo, aunque no esté seguro de qué sea suficiente para protegerla del mundo que la espera afuera.

Nuestros pasos son los únicos que resuenan en el callado hotel, por un momento, imagino este hotel como un refugio eterno. En mis pensamientos, este lugar se convierte en una jaula dorada, una en la que podría esconderla, en la que su seguridad sería indiscutible. Pero la idea se desmorona apenas recuerdo la naturaleza del sitio: la magia aquí es densa, más parecida a una niebla que se infiltra en nuestra esencia. La magia del hotel, aquella que lo oculta, debilita el poder y magia de nuestro lobo, lo adormece. Y si ella permanece aquí demasiado, su propia energía se extinguirá hasta que su lobo se convierta en solo un susurro dormido, nunca se recuperará e incluso podría... morir.

Sin embargo, solo quiero quedarme en este momento, no quiero dejar de verla cada mañana y cada noche, dormir a su lado con la certeza de que estamos a salvo.

Cuando entramos a la habitación, suspiro, intentando calmar el tumulto de pensamientos que me atormentan. Hailey se adelanta en dirección al baño.

— Voy a darme un baño — dice, con una sonrisa suave. No evitó sonreírle de vuelta al verla. Es tan hermosa.

— Claro, — respondo, y trato de apartar la mirada, de no delatar con mis ojos el efecto que tiene en mí. Pero cuando se aleja, cuando la puerta del baño se cierra detrás de ella y el sonido del agua comienza a llenar el espacio, siento que una parte de mí se queda vacía.

Me siento en el borde de la cama, y mis pensamientos vuelven a la mención de Hailey acerca de Exiled Moon.

Esa manada... la mayoría pensaría que no es más que una leyenda, pero yo escuché tantas veces a mi antiguo Alfa hablar de ella que no creo en que sea tan falsa, de la segunda oportunidad a los que habían sido rechazados por sus propias manadas, a su ayuda a los desterrados.
A veces parecía que él mismo ansiaba conocerla, o más bien, buscarla, y averiguar si era real o solo una leyenda. Su deseo de conocerla y conquistarla me llevo directo a mi destierro.

Me pregunto si realmente existe un lugar así. Él aseguraba haberlo visto, pero ninguno de sus soldados lo secundaba. Hailey solo lo menciono una vez mientras me hablaba de todo lo que había vivido para ser desterrada, y cuando traté de preguntar más... parecía tan frágil que no quise decir nada cuando se negó a hablar de ello.

¿Y si también vio a alguien creer en ello y fallar?

Suspiro mientras los recuerdos invaden mi mente poco a poco.

Camino rápidamente por los pasillos, sostengo mis libros de cuentas con fuerza mientras me dirijo hacia la oficina de él Alfa. Cuando entro en ella lo encuentro esparciendo mapas y figuras pesadas sobre el escritorio. Sus labios susurran cosas mientras se mueve alrededor del escritorio y coloca figuras estratégicamente.

Mis pasos se detienen lentamente sabiendo lo que eso significa para mi.

— Mi Alfa — saludo apenas tengo su vista sobre mi.

— ¡Caleb, qué gusto verte! — saluda animadamente. — Ven, ven. Entra. Tienes que escuchar esto — dice emocionado mientras me toma de el brazo y me jala hacia el escritorio.

El libro de contabilidad cae de mis brazos pero él no le presta importancia. Respiro profundo.

— Logramos tener una pista nueva de Exiled Moon — me dice mientras señala con su dedo en el lugar rayoneado que tiene en su mapa. — . Encontramos su barrera, es exactamente igual a la nuestra...

— Así que la leyenda... — murmuró incrédulo mientras mi interés crece.

— Es real — sonríe enorme. — . Las hijas de la Luna estuvieron cerca de conquistar Exiled Moon, tan cerca que construyeron una barrera alrededor de ella en una negociación que creían ganada, después, fueron traicionadas por él Alfa Otto Wolfiere, cuando él llamó a sus ejércitos de desterrados y los mando a la batalla pero no a pelear por ellas, si no por el usurpador y así comenzó realmente la rebelión de Ethan Horse, con un ejército de desterrados tomando manada por manada bajo su mando. Después los envió de vuelta a Exiled Moon y continuó solo con los guerreros del reino. Llegó ante las reinas con sus propios lobos listos para atacar, no con un montón de resentidos.

— Es increíble que la historia de los libros sea tan diferente — murmuro alzando ambas cejas. Cuando veo al Alfa moverse alrededor del mapa trazando rutas con una pluma sobre el mapa mi seño se frunce rápidamente. Aclaró mi garganta. Acaba de llegar y ya planea su próximo destino. — . Volvió justo a tiempo, Alfa. La manada está manteniéndose a flote muy apenas, necesitamos reclutar más hombres y llevarlos a la frontera este, los vampiros cada vez se acercan más a nuestra barrera y cazan en nuestros alrededores, además, las cosechas...

— Basta, porfavor — dice rodando los ojos. — . Se que la manada está en declive, lo se. Pero tengo un plan, uno para devolver esta manada a la gloria, traer Exiled Moon a los reinos de la Luna de una vez por todas y volver a tener un rey lobo. Reuniré al más grande ejército que los reinos hayan visto y tomaré Exiled Moon.

— ¿Que? — pregunto desconcertado, negando con la cabeza rápidamente. —Alfa, no tenemos los hombres para un plan como ese...

— No, pero tengo a los hombres que me los darán — asegura y puedo ver la certeza en su rostro. Mi confusión está a tope mientras lo observo mover una figura hasta el territorio de los salvajes de la Luna. — . Los salvajes de la Luna tienen más de dos mil guerreros a caballo, quinientos arqueros, ochocientos lanceros y ochocientos escudos y a una orda de más de tres mil lobos. Se dice que cada guerrero nacido en esa tierra es diez veces más salvaje que cualquier otro, los enseñan a montar a los cinco años y consecutivamente aprenden a pelear, para cuando se transforman por primera vez, ya son guerreros curtidos y probados, su fuerza se triplica y su habilidad se magnifica, son el ejército más poderoso de los reinos de la Luna. — toma otra figura y la mueve hasta el territorio de Fire Moon. —  Ellos tienen un ejército pequeño de quinientos hombres a caballo y mil lobos, tan pequeño como su precio...

— Aunque esas manadas aceptarán unirse a su causa, lo cual es poco probable dado que los salvajes de la Luna, su fuerza principal, se rehusan a abandonar sus tierras sagradas, no quieren tener contacto con el mundo humano que ha logrado colarse a nuestra tierra, y nunca han ido tan al norte, además, no tenemos el sustento para un ejército de tal magnitud  — respondo intentando ser amable, los ojos de él Alfa me escuadriñan. — . Lo que sí podemos hacer para mejorar Luna es reclutar a más hombres de la manada, hay miles de campesinos y tienen miles de hijos, cualquiera mayor de catorce será reclutado para vigilar las fronteras y las calles, detener a los delincuentes y desterrar...

— ¿Y darle más guerreros a Exiled Moon? — pregunta alzando ambas cejas interrumpiéndome abruptamente. Frunzo el seño levemente. — Cuando tomemos la manada, no querrás desterrados de TU manada resentidos peleando contra ti.

¿Cuando tomemos la manada? ¿De que habla?

— Usted es mi Alfa, yo solo soy su sirviente, su beta y consejero naval, mi deber es aconsejarlo y apoyarlo. Como su consejero le digo que no es un buen momento para ir a la guerra  — aseguro. — . Su deber es llevar esta manada a la prosperidad de nuevo, escúche a su pueblo y quédese aquí a gobernar, este es su lugar...

— Mi pueblo me agradecerá cuando vuelva con mis ejércitos y tome Exiled Moon. Por que después, tomaré manada por manada hasta convertirme en el soberano de este territorio — dice convencido. — . Los reinos de la Luna volverán a su gloria solo bajo el gobierno correcto, el mío.

Ni siquiera gobierna su manada, ¿Y quería gobernar el reino entero? ¿Como planeaba hacerlo?

— Busca a alguien que se encargue de gobernar aquí en tu lugar, tu irás conmigo a mi próximo viaje.

Contengo la respiración con molestia e intento mitigar la furia que crece en mi interior.

— ¿A donde vamos, mi Alfa? — pregunto entre dientes.

— Fire Moon y Los salvajes de la Luna tienen una cosa en común: les hace falta sangre de beta en su manada, no tienen una mano derecha — me dice mientras se mueve alrededor del mapa. Frunzo el seño. — . Tú eres Caleb Blake, del impecable linaje del comandante de las hijas de la Luna, el último consejero naval de las reynas Ilyn Blake es tu padre, eres el mejor y más joven estratega conocido en el reino.

— Sus palabras me honran — respondo inclinando la cabeza hacia el. — . Pero no entiendo como eso le dará ejércitos, mi Alfa.

— Tienes tres hermanos menores que nunca tendrán las oportunidades para demostrar su talento compartido en esta manada, a menos que tú mueras, y ambos sabemos que eso no pasará — alza ambas cejas. — Es por eso que decidí enviar a los dos mayores para formarse como betas a cada una de las manadas y a cambio sus Alfas me darán a sus hombres — responde el.

El recuerdo de aquello hace que mis emociones se disparen, me es difícil asimilar como en ese momento yo no sabía lo que estaba pasando, porque yo creí que a mis hermanos les estaban dando una gran oportunidad, la de brillar y llevar el nombre de nuestra familia a más manadas del reino. Estaba tan emocionado por brindarles un aprendizaje y un futuro a ellos que no medi el peligro de los tratos que mi Alfa estaba haciendo, debí indagar más, debí ponerlos a salvo mientras podía...

El sonido de la puerta abriéndose me saca de mis pensamientos de manera abrupta, alzo la vista y Hailey aparece frente a mi, envuelta en una bata que cuelga ligeramente de sus hombros, dejando ver el brillo de su piel todavía húmeda.

Mi pulso se acelera al instante y cualquier pensamiento triste o nostálgico desaparece casi de inmediato. La veo desde el borde de la cama, y todo en mí se tensa. Cada curva de su cuerpo parece dibujada a la perfección mientras ella se abrocha bien la bata, mi mirada se detiene en los mechones de su cabello que caen, aún mojados, sobre sus hombros. El aroma suave de su piel recién lavada invade mis sentidos, más embriagador que cualquier otra cosa que haya conocido. Es un aroma natural, puro, que me recuerda lo salvaje y dulce que es a la vez.

Mis dedos se mueven de manera instintiva tamborileando sobre mis muslos, como si quisieran acercarse a ella. La necesidad de tocarla, de sentir su piel bajo mis manos, se convierte en un fuego bajo mi piel. Basta Caleb, deja pensar en eso.

Pero antes de que pueda detenerme, mi cuerpo responde; siento la presión de el miembro duro en mi vientre, el deseo intenso que siento por Hailey se manifiesta de una forma que no puedo ocultar. Me esfuerzo por desviar la mirada, por controlar el temblor de mis manos.

Hailey se percata de mi expresión incómoda y se acerca con una sonrisa amable.

— ¿Te encuentras bien? — pregunta, y su tono es suave, como una caricia.

Asiento, intentando recomponerme. El que luzca tan inocente solo lo hace peor.

— Sí, claro... solo pensaba en... en este lugar. — Hago una pausa, tratando de calmar mi respiración. — Pensaba en si... ya sabes... ¿Te gusta?.

Ella se sienta a mi lado, y puedo sentir el calor de su cuerpo apenas a unos centímetros del mío. Apuesto a que tomo un baño caliente, casi puedo imaginar el vapor a su alrededor.

— Sí, me siento en paz aquí, — responde, y sus palabras son como un bálsamo. — Mark es amable y las chicas son muy divertidas, creo que me puedo acostumbrar.

Noto cómo sus ojos se clavan en los míos, con una intensidad que parece desarmarme. Sonrió asintiendo. No, no te acostumbres.

— Pero no quieres quedarte por mucho aquí, ¿o si? — pregunto curioso. — Es decir, es algo... aburrido. Rutinario. Y esta lejos de él bosque.

— Entre más lejos mejor — responde ella juntando sus cejas. — . No quiero que el Alfa me encuentre.

Asiento comprendiendo. Pero este no es un lugar en el que podamos quedarnos por mucho, preciosa.

¿Hay alguna noticia sobre Abel y Luke? — pregunta Hailey con curiosidad. Niego con la cabeza.

— Aún no. Espero que no se comuniquen por qué no quieren detenerse — admito, Hailey hace una pequeña mueca y recarga su cabeza en mi hombro de manera cariñosa. Sonrió.

¿Como se supone que aparte mi deseo cuando Hailey está tan cerca de mi siendo cariñosa y adorable? Y con tan poca ropa.

Mi pulso se acelera aún más, y sin pensarlo demasiado, dejo que mi mano se deslice hacia su cintura, envolviéndola. La tela de la bata se siente húmeda, cálida y suave bajo mi toque, y la manera en que ella se apoya en mí hace que todo se sienta perfecto, natural. Es como si estuviera hecha para estar en mis brazos. Ella alza la mirada y me ve con sus grandes ojos marrones llenos de amor.

— Hailey... — suspiro casi sin pensar. Ella me sonríe y me pierdo en la sensación que su cabello húmedo dejo en mi hombro, de sus labios tan cerca de mi que puedo sentir su aliento. Ella sonríe.

— Caleb... — repite en el mismo tono que yo, de manera juguetona. No evitó reír abiertamente, ella lo hace también.

Mis manos viajan a sus costillas y se mueven ágilmente para causarle cosquillas, ella se retuerce y se ríe con fuerza. No dejo de hacerla reír y rio también contagiado por ella. La alzó un poco entre mis brazos hasta poder sentarla en mis piernas, ella intenta acomodarse aún recuperando el aliento y lleva sus delicadas manos a mis hombros. Hailey intenta hacerme cosquillas también pero no lo logra, en lugar de eso la atrapo con mis brazos y la dejo inmóvil. Ella me sonríe mostrándome sus bonitos dientes. Su cercanía es demasiada, nuestras respiraciones se mezclan, nuestras entrepiernas casi se tocan y los nervios y pensamientos eróticos cada vez se apoderan más de mi.

— No tienes idea de lo difícil que es para mí estar tan cerca de ti y no... — me detengo rápidamente dándome cuenta de lo que estoy diciendo. Dejo la frase inconclusa mientras los ojos de Hailey me miran curiosos, se suavizan y su sonrisa me invita a continuar.

— ¿No... qué? — me pregunta, su voz apenas un susurro.

No quitarte la ropa, tomarte entre mis brazos, marcarte y después casarme contigo y darte muchos hijos.

— ...no besarte como quiero hacerlo, — digo, decidido a que si admito la verdad podría asustarse, mi voz suena llena de anhelo cuando lo digo. Claro que quiero besarla también.

Ella se sonroja, pero sus ojos reflejan el mismo deseo.

— Si es difícil... Entonces no te detengas — susurra.

Me siento sorprendido por un segundo, pero al mismo tiempo ese es todo el permiso que necesito.

Me inclino hacia ella, mis labios rozando los suyos suavemente al principio, como si temiera romper los suyos. Pronto el beso se profundiza, y cada sensación se vuelve más intensa, más salvaje. Su sabor es tan embriagador que me cuesta contenerme; la presión en mi cuerpo se vuelve casi insoportable, y cada toque de sus labios me enciende aún más. El ritmo es perfecto al igual que la infinidad de sensaciones placenteras que me recorren mientras mis labios danzan con los suyos.

Mis manos la sostienen con firmeza, sintiendo el contorno de su espalda, el calor que emana de ella. Me pierdo en la suavidad de la bata que la cubre, en el dulce aroma que parece envolvernos, y el mundo exterior desaparece, dejando solo este momento. Siento su respiración acelerada mezclarse con la mía, el latido de su corazón al compás del mío, como si estuviéramos sincronizados en una misma melodía.

Mi lobo comienza a aparecer, lo sé cuando aprieto a Hailey entre mis brazos con la necesidad de estar más cerca y cuando mis manos comienzan a acariciar sus piernas por debajo de la bata. Detente, detente ahora idiota.
Mi lobo se rehusa a detenerse, mis besos se vuelven más necesitados y las caricias delicadas de Hailey en mi cabello y los suaves sonidos que se escapan de sus labios me hacen enoloquecer. No continúes, no lo hagas.

Hailey se acerca aún más a mi y por primera vez siento como su cuerpo se pega al mío y mi erección choca contra su abdomen. En ese momento tomó el control de su cuerpo y la hago retroceder poco a poco sin dejar de besarla y tratando de no hacerla sentir mal. Mierda, mierda.

Finalmente, me aparto, tomando aire, con el corazón latiendo desbocado. La miro a los ojos y veo en ellos la misma intensidad que siento en mí, también respira agitada y sus labios lucen hinchados y rojos.

La ayudó a volver a su lugar y me pongo de pie para quitarme los zapatos y acomodarme en la cama, atraigo a Hailey hacia mi y sin decir nada, ella se recuesta contra mi pecho, rodeo su cintura, manteniéndola cerca, enredando mis dedos en su cabello húmedo y pasándolos por el. Puedo sentir mi corazón acelerado latir con fuerza y lo hace aún peor cuando Hailey me rodea con uno de sus brazos.

— No quiero presionarte — susurro, y es la verdad.

Ella me mira desde su lugar y sonríe un poco, recargándose en mi pecho.

— Está bien — dice rozando la punta de su nariz con mi pecho. Dios, es tan adorable. — No me quejo.

Su comentario coqueto me hace sonrojar y reír impresionado. Ella ríe un poco de manera silenciosa y oculta su rostro en mi pecho nuevamente.

Te adoro Hailey.

El silencio entre nosotros es cómodo, lleno de una comprensión palpable. ¿Que si quería continuar? Por supuesto que si.
¿Pero que clase de hombre sería si me aprovecho de la vulnerabilidad de Hailey para marcarla? Ella debe quererlo tanto como yo, quiero que lo desee y que esté segura. No quiero que se arrepienta después.

Hailey está apoyada en mi pecho, su respiración tranquila me llena de calma y el calor de su cuerpo haciéndome sentir un extraño consuelo que no creí posible jamás. Es la mujer perfecta, es hermosa, divertida, inteligente y por lo que cuenta, una gran guerrera. No podría pedir nada más, la encontré en el momento perfecto de su vida.

Sus dedos trazan círculos distraídos en mis brazos, y finalmente su voz rompe el silencio, suave pero curiosa.

— Caleb... ¿qué fue lo que pasó en tu antigua manada? — su pregunta cuelga en el aire, y siento el peso de mis propios recuerdos presionando contra mi pecho, empujando a salir. — ¿De donde vienes?.

Por un instante, considero la idea de evadirlo, de no profundizar demasiado. Pero sé que eso sería un desdén hacia la confianza que ella ha depositado en mí, un desdén hacia esta conexión que, poco a poco, se ha vuelto mi ancla. Ella se abrió conmigo, se quebró frente a mi y me dejó apoyarla. Puedo hacer lo mismo.

Trago en seco, luchando contra el nudo en mi garganta, sabiendo que esto va a costarme más de lo que pensé.

— No es... algo de lo que me enorgullezca, Hailey, — murmuro, sintiendo la tensión acumularse en mis hombros. Ella levanta la mirada, sus ojos llenos de comprensión, y es eso precisamente lo que me duele más: que me vea así, con todos mis defectos a la vista.

— No tienes que contarme nada si no quieres, — me asegura en un susurro. Pero sus ojos reflejan que ella quiere entenderme, saber quién soy en realidad.

Cierro los ojos y dejo escapar un suspiro largo, como si exhalar esos recuerdos pudiera hacerlos más llevaderos.

— Es difícil, — empiezo, escogiendo las palabras con cuidado —. Fui... alguien diferente antes de llegar aquí. Hice cosas de las que no estoy orgulloso, y no estoy seguro de cómo me verás después de saberlo.

Ella se queda en silencio, pero siento su mano apretarse contra la mía, como dándome fuerza.

— Te trataré como a el hombre que salvo mi vida, al que me protege desde que fui desterrada, como a mi mate — dice con una sonrisa. Sus ojos me instan a continuar, a desnudar esa parte de mi vida que, por mucho tiempo, he tratado de enterrar. Ella se pone boca abajo y apoya su barbilla en mi pecho, mirándome con atención.

Eres perfecta, preciosa.

— Mi Alfa solía decirme que un lobo debía ser implacable, un reflejo de su manada, extrañamente él no aplicaba eso para sí mismo, no era un buen Alfa, era un Alfa que disfrutaba viajar y explorar el reino, pero no de gobernar su manada — mi voz se rompe un poco al recordar sus palabras, la frialdad en su mirada —. En ese entonces... hacía lo que me pedía sin cuestionar, sin pensar en las consecuencias para otros. Gobierna en mi lugar, dirige una guerra, entrega a tus hermanos... El decía que que quería probarme a mí mismo como la leyenda que él juraba que yo era, como un gran comandante, que quería ayudar a mis hermanos a tener un gran futuro, que tenía un plan que prometía ambas cosas, entre muchas más — alzó ambas cejas y dejó salir un suspiro nuevamente, Hailey me mira atenta, sus grandes ojos me examinan y sus delicadas manos ahora están apoyadas en mi abdomen. — . Él quería convertirse en el Rey de los reinos de la Luna, y para eso quería los ejércitos de dos manadas vecinas que no tenían un beta. Mis hermanos menores, Aenis y Khylan, estaban por cumplir la mayoría de edad y que fueran enviados como pupilos a otras manadas para después convertirse en sus betas... era un honor, una gran oportunidad que además traería a un gran ejército a Luna... mi Alfa quería seguir el curso que siguió Ethan Horse...

— ¿Traicionar? — pregunto Hailey frunciendo el seño, enderezándose. Niego con la cabeza.

— La historia que él creía... no era la que está escrita en los libros — le digo mirando al techo, las imágenes aparecen de nuevo en mi mente mientras intento encontrar el orden de las palabras. — . Mi Alfa estaba convencido de haber encontrado Exiled Moon, dijo que lo había visto con sus propios ojos y que tenían una barrera igual a la de los reinos de la Luna. Dijo que la leyenda acerca de la primera traición hacia las hijas de la Luna era real... y que la rebelión de Ethan Horse realmente la comenzó Exiled Moon.

— Es imposible — susurro ella incrédula, sus grandes ojos me observaban con tanta curiosidad y fascinación que no pude evitar sentirme más tímido.

— Viajamos hasta la aldea de Los salvajes de la Luna, donde mi hermano Aenis se quedaría. Nos recibieron bien, él Alfa Robert le dio la mano a mi Alfa y su palabra de que su ejército de guerreros estaba a su mando — le digo asintiendo. — . Mientras estábamos ahí, la hermana pequeña de él Alfa, quien viajaba con nosotros por seguridad, salió al bosque de la aldea y se perdió. Estábamos asustados, él Alfa estaba como loco, al no tener hijos aún y no encontrar a su alma gemela aún... ella era su única heredera. Cuando la encontramos con vida, fue solo una trampa... estaba rodeada de vampiros. Mataron a mis hombres mientras yo trataba de huir con ella, pero eran tantos que me la arrebataron sin mayor problema. La mataron frente a mi, y cuando la ayuda llegó... fue demasiado tarde.

— ¿Fuiste acusado? — preguntó Hailey con sus ojos entristecidos. — ¿También te acusaron de...?.

— Traición y asesinato — susurro. Ella niega con la cabeza. — . No protegí a la heredera de mi Alfa con mi vida, y cuando él intentó asesinar a mis hermanos...

Siento cómo las dudas crecen en mí, el temor de que ella vea la oscuridad que llevo dentro, de que perciba la vergüenza que me ha atormentado desde entonces.

— ¿Lo mataste? — pregunta suavemente, y noto el dolor en su voz, como si intentara entender por qué tomé esas decisiones.

La respuesta me quema en la garganta, amarga y sincera. ¿Como sabe que lo mate?.

— Escape de mi celda la primera noche, solo quería hablar a solas con él y explicarle cómo habían sido las cosas. Éramos amigos, habíamos crecido y entrenado juntos, él se convirtió en Alfa y me nombró su beta la misma noche, mi lealtad hacia él era con mi vida... Escucharlo abogar por hacer pagar a mis hermanos por mi traición... — Mis palabras salen en un susurro quebrado. Es la primera vez que admito esto, incluso para mí mismo. — Me hizo enfurecer. Me hizo imaginar su muerte de mil maneras diferentes, escuche como el Alfa Robert le decía que no mataría a dos niños inocentes, pero mi Alfa estaba convencido de que mi escarmiento sería quedarme sin hermanos también. Irrumpí en la habitación, cuando me vio llamo a sus guardias, pero solo eran dos, y no fueron suficientes para detenerme.

— ¡En el nombre de tu Alfa te ordeno que me sueltes! — grita el Alfa Alaric Rogue mirándome fijamente. Lo alzó de su fina ropa de cuero y lo estampo contra la pared gruñendo con furia. El Alfa Robert está a nuestra derecha, al menos a tres metros de mi. Me observa atento, sin moverse. Mi Alfa gira la cabeza hacia el. — ¡Ayúdame ahora mismo, te lo ordeno!

Un par de guardias con la vestimenta de los salvajes de la Luna entra a la sala, el Alfa Robert alza la mano hacia ellos ordenando que se detengan.

Golpeó a mi Alfa contra la pared nuevamente, esta vez lo sostengo solo con una mano y con la otra comienzo a golpear su cara una y otra vez.

— Mi Alfa ... — uno de los guardias llama a él Alfa Robert, pero él niega con la cabeza.

— Déjalo... — dice de manera autoritaria.

— ¡Te matare por esto! — le grita el Alfa Alaric, vuelvo a golpearlo esta vez tirándole los dientes.

Nunca fue un buen peleador, nunca lo necesito. En cambio yo... tenía que serlo. Tenía que serlo para proteger a mi Alfa.

Yo deshonre a mi familia esa noche, tire a la basura a él linaje de Betas que sirvió por siglos a las hijas de la Luna. Mate a mi propio Alfa... — susurro.

Hailey me mira fijamente y yo no logro entender su expresión, parece asustada, triste y a la vez angustiada. Ella me abraza nuevamente sube más hasta que su cabeza roza mi barbilla. El aroma de su cabello recién lavado invade mis fosas nasales dándome algo de calma en medio de la tormenta emocional que los recuerdos me traen.

— ¿Por que el Alfa Robert no te detuvo? — pregunta Hailey después de un silencio corto y reflexivo.

— El no creía en la causa de mi Alfa, nunca tuvo intención de enviar a sus hombres a la guerra, el lo mataría de todas formas para quedarse con mis hermanos y no cumplir su parte del trato — respondo. — . Yo solo fui el factor sorpresa de su plan, yo lo convertí en el suceso perfecto para el. No tuvo que mover un solo dedo y se quitó su responsabilidad de encima. En agradecimiento... — me estremezco un poco y trago saliva, me enderezo un poco en la cama y levanto mi playera dejando ver las grandes marcas en mi abdomen. En él se pueden ver gruesas cicatrices formando una runa extraña que me marco como traidor. — Me dejó ir, no sin antes desterrarme en nombre de él difunto Alfa Alaric Rogue y marcarme como traidor arrancando la piel de mi abdomen y después marcándome como simple ganado. Me aseguro que mis hermanos serían tratados bien si yo me iba y no volvía a Luna a tratar de reclamarla... Así que eso hice, y jamás volví a casa, jamás volví a ver a mis padres y a mi hermano menor o a saber de mis otros hermanos... mi vida desapareció, mi familia desapareció, casi desaparezco yo... dicen que cuando matas a un Alfa absorbes su lobo y te vuelves uno... es una mentira.

Hailey me abraza con fuerza de manera sorpresiva, me dejo llevar en su muestra tan grande de empatía y cariño. Un pequeño alivio me recorre al no sentir un trato diferente de su parte, escucho lo que hice, escucho la atrocidad que cometí y... sigue aquí, abrazándome.

Es horrible — susurra ella. — . Es horrible la manera en la que tuviste que defenderte y a tu familia... Es horrible como creíste en tu Alfa y el solo...

— Me trato como basura — digo sintiéndome amargo.

Hailey frunce el seño.

— El era la basura — murmura Hailey, haciéndome sonreír a pesar de mi tristeza.

Entre más lo analizo, más noto como mi historia es muy similar a la de Hailey, ambos fuimos culpados de un crimen que no cometimos, fuimos fieles a nuestros Alfas y ellos solo... nos dieron la espalda.

— ¿Por qué no buscaste Exiled Moon? — me pregunta Hailey de pronto, curiosa. — Tu Alfa estaba convencido de que existía, tanto que quería reunir un ejército y conquistarla.

Asiento lentamente, lo sé, lo sé.

No sabía dónde estaba, y nadie más la había visto, nadie más que mi Alfa — respondo. — . Una veintena de hombres lo acompañaba, y ninguno podía corroborar su historia. Creí que se había vuelto loco y... Exiled Moon se convirtió en la última de mis opciones hasta...

— Hasta... — me imita ella en ese tono juguetón que intenta animarme, sonrió levemente.

— Hasta que también lo mencionaste — murmuro. Hailey frunce el seño levemente, asiente comprendiendo.

— No se mucho sobre Exiled Moon, no más que tú — admite haciendo una expresión culpable. — . El cocinero Ed me dijo que fuera ahí, Exiled Moon, al norte del país, más allá de Luna Sangrienta... me dijo que el y los demás irían ahí también. Pero no sé más de esa manada, créeme, he leído todos los libros existentes en el reino, y visto cada mapa, jamás he visto Exiled Moon en ninguno. Ed mencionó algo sobre que no se arrodillaron ante las hijas de la Luna así que ellas ignoraron su existencia hasta que se convirtieron en solo un mito.

Asiento frunciendo el seño.

Si tan solo...

Si Exiled Moon es real, como el Alfa Alaric juraba, como ese hombre que ayudó a escapar a Hailey lo dijo... si esa manada existe y lo que se dice de ella es real... podríamos volver a pertenecer a una manada, ahí no correríamos peligro, y nadie podría irrumpir y tratar de matarnos... podría tener una vida normal junto a Hailey.

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