Capitulo 1.
Hailey.
El olor a papel viejo y cuero gastado me envolvía como un abrazo mientras pasaba la mano por las páginas de mi libro de historia. La gran biblioteca de la casa manada siempre tenía ese aire antiguo, como si los secretos del pasado estuvieran susurrando entre las estanterías. Mis ojos recorrían las líneas de texto, pero, en realidad, apenas estaba prestando atención. Me resultaba más interesante Blair al otro lado de la mesa, quien tamborileaba los dedos, claramente tan distraída y nerviosa como yo, mientras Cameron lanzaba pequeñas bolitas de papel hacia la lámpara del techo, tratando de no hacer ruido.
Esto es lo que pasa cuando has leído el mismo libro tantas veces, ya es aburrido leerlo una vez más.
— ¿Se imaginan ser miembros del comité de justicia? — preguntó Cameron de repente, su voz baja pero cargada de emoción. Mire a ambos lados asegurándome de que el maestro Marsh no estuviese cerca. — Recorrer los Reinos de la Luna, llevando la justicia a cada rincón, enfrentándose a enemigos peligrosos, cada día una nueva aventura...
Dejé caer el libro, como si de repente no pudiera aguantar más su peso.
— Es nuestro maldito sueño — susurre con una sonrisa, Cameron sonrió también mientras extendía sus manos y nos tomaba a cada una.
Mire a Blair con atención por primera vez en la mañana, su cabello oscuro estaba peinado de manera elegante, su fino vestido de seda azul marino hacía resaltar su piel canela y sus grandes y hermosos ojos marrones... lucían muy tristes. Poco a poco disminuí mi sonrisa y ella rápidamente nos sonrió.
— ¿Qué habías dicho sobre el comité?— pregunté. Ella era la única que siempre estaba al tanto de todo, le gustaba espiar las conversaciones de su padre.
Rápidamente sus ojos brillaron con emoción mientras hacía su libro a un lado. Blair suspiró, apoyando la barbilla en la palma de su mano, el cabello oscuro cayendo como un velo sobre sus ojos.
— Escuché a mi padre esta mañana, hablando con mamá. El comité estaba llegando por la frontera norte de el territorio — nos informa con una sonrisa. — . A esta hora ya deben estar cerca de la casa manada.
Mi corazón dio un vuelco. El comité de justicia. La élite entre los élites. Los lobos encargados de mantener el orden y la ley en todos los reinos, los justicieros. No podía evitarlo; mi mente ya estaba imaginando lo que sería hablar con ellos, escuchar sus historias de primera mano, aprender de los mejores. He deseado pertenecer a ellos desde que tuve edad para desear algo.
— Espero poder hablar con alguno de ellos, — dijo Cameron, su rostro iluminado como si ya estuviera planeando la conversación. Sonreí, siempre pensábamos en lo mismo. — Quiero saber cómo es viajar por todos los reinos, llevar la justicia a cada rincón, pelear con enemigos...
— Peligrosos, cada día una nueva aventura — interrumpí junto a Blair haciendo coro. Cameron rodó los ojos con molestia y volvió la vista a su libro.
Blair y yo reímos mientras tomábamos los libros de nuevo también, mi mente no paraba, pensaba una y otra vez en lo mismo, en viajar por los reinos, conocer todas las manadas, llevar la justicia a cada rincón... estaba igual de loca que Cam, debía admitirlo. Pero no dije nada, todavía sentía un nudo en el estómago solo de pensar en ello. Me mordí el labio y miré a Blair.
— ¿Qué te dijo tu padre cuando le preguntaste si podrías unirte al comité también? — me atreví a preguntar.
Cameron apartó la vista de su libro y nos miró nuevamente, Blair resopló y extendió su brazo sobre la mesa, enfocó su vista en sus dedos mientras respondía con la voz apagada.
— Que no — dijo sin más, contuve el aire por unos segundos. — Me recordó que seré la próxima Alfa de New Moon, que mi deber está aquí y que deje de fantasear con tonterías.
Junté mis cejas mientras intentaba tragar el nudo en mi garganta, extendí mi mano hasta tomar la de Blair y darle un apretón. Ella suspiro. Cameron soltó una carcajada suave que nos hizo mirarle desconcertadas.
— Solo tú te quejarías del honor de ser Alfa, Blair — dijo negando con la cabeza. — . Por la diosa, si que eres mal agradecida.
Ella levantó la cabeza bruscamente, mirándolo con ojos furiosos.
— No es un honor, Cameron. No quiero ser una aburrida Alfa — alzó ambas cejas Blair al mismo tiempo que soltaba mi mano con brusquedad. — Quiero algo más. Algo que me haga sentir viva — bajo la mirada, los dedos de su otra mano apretaban la tapa de su libro con más fuerza de la necesaria. — . Quiero la libertad de escoger mi propio destino igual que tú, o Hailey.
Cameron rodó los ojos con exasperación y antes de que pudiera responder y continuar la eterna batalla, la puerta de la biblioteca se abrió con un crujido y, como si nos hubieran echado un cubo de agua fría, todos volvimos a nuestros libros. El maestro Marsh nos observó con su mirada severa, avanzando lentamente entre las mesas.
— Espero que hayan estado repasando su libro, como les pedí — advirtió mientras caminaba lentamente, sosteniendo una copa entre sus arrugadas manos. — ¿O acaso han estado perdiendo el tiempo como siempre?.
La tensión en el aire era palpable. No levante mas la mirada, intenté concentrarme en las palabras del libro, aunque ya me las sabía de memoria. El maestro se acercó aún más, su aroma a vino y madera mojada impregnó mis fosas nasales.
— Cameron — lo llamo de pronto, — ¿Cual es el castigo que ejerció la reina Lunaria cuando los delincuentes abusaron de su piedad?.
Cameron levantó la vista de su libro.
— La reina Lunaria ejecutó a todos los prisioneros acusados de asesinato y violaciones — respondió con seguridad. — . Ella pretendía que eso sirviera de lección para los que habían cometido crímenes menores, o para quienes pensaban hacerlo.
— ¿Y eso funcionó? — preguntó el maestro meneando su copa.
— No — responde Cameron.
— ¿Y por que no?.
— El pueblo lo vio como un acto atroz. Las hijas de la Luna habían prometido cuidar de nuestra raza y en su lugar... — Cameron hizo una pausa y tragó saliva. — En su lugar mataron a cientos de ellos. Muchos acusados injustamente.
Odiaba esto, odiaba cuando comenzaba a hacer preguntas al azar sobre la lectura, no por no saber las respuestas, si no por su desesperante método de enseñanza que implicaba preguntar una y otra vez hasta hacer que te equivoques, mi corazón empezó a latir más rápido.
— Cuénteme señor Host, ¿que pasó después de estos actos atroces? — preguntó mirando fijamente a Cameron.
— El pueblo comenzó a darles la espalda — respondió Cameron. — . Ethan Horse, quien fue su comandante... las traicionó y se fue de Luna con doscientos hombres. Huyó de manada en manada poniendo a todos los habitantes del reino en contra de las hijas de la Luna hasta que reunió un gran ejército y tomó Luna por la fuerza.
El maestro parece satisfecho con su respuesta y entonces mira a Blair, ella respira profundo.
— ¿Cuantas batallas libraron las hijas de la Luna para conquistar todo el territorio?— pregunta mirándola fijamente.
— Solo cuatro — responde Blair.
— ¿En cuanto tiempo? — pregunta el maestro.
— Más de cuatrocientos años — responde Blair.
— Nombra cada batalla y los hechos más importantes de cada una — ordena el maestro, Blair asiente y respira profundo antes de responder.
— La primera batalla de las hijas de la Luna fue llamada la batalla de los colmillos, no tenían más de cincuenta años existiendo en el mundo y se encontraban construyendo la primer casa manada, en Luna — responde Blair. — . Los vampiros proclamaron a el Rey Maximiliano Eterno quien intentaba destruir por completo a la raza de hombres lobo. Las hijas de la Luna pelearon valientemente y con su magia lograron derrotar a los vampiros. Después de esa victoria fueron proclamadas reinas de el reino de la Luna.
El maestro asiente hacia Blair y le hace una seña con su mano para que continúe.
— La segunda batalla fue llamada la batalla en las llamas, fue casi cincuenta años después de la primera. El Rey vampiro había vuelto con un ejército inmenso traído desde el territorio humano, la raza de hombres lobo también había crecido, pero no tanto como la de vampiros. La batalla parecía perdida hasta que la reina Esmeray decidió prenderle fuego a todo el bosque, los lobos retrocedieron a tiempo y los vampiros murieron quemados. El rey Eterno se retiró nuevamente derrotado y para asegurarse de no ser invadidos nuevamente, las reinas decidieron distribuir la población en diferentes puntos de todo el territorio, también cambiaron oficialmente el nombre de el territorio a "Los reinos de la Luna" — dice Blair con seguridad. El maestro asiente. — La tercera guerra fue llamada...
— Hailey — habla el maestro, interrumpiendo a Blair.
Mierda, mierda.
— ¿Si, maestro? — respondo alzando la vista de mi libro.
— Dime las últimas dos guerras — ordena. Respiro profundo mientras asiento.
— La tercera guerra fue llamada la guerra de las brujas negras. Estas brujas que se creían extintas hace siglos reaparecieron y buscaban reclamar los tronos que pertenecían a las hijas de la Luna, el pueblo temía pues la magia de las brujas negras era maligna y alimentada por sacrificios humanos — mi voz sale segura y la información parece salir de mi cerebro tan fluida como el agua. — . Las hijas de la Luna tenían dones diferentes y a partir de esa batalla sus dones se convirtieron en uno solo, sus poderes combinados les dieron la fuerza para vencer a sus rivales y salvar una vez más, al pueblo de los lobos de su extinción.
Miro las páginas de mi libro por inercia.
— La cuarta y última batalla fue nombrada la caída de las reinas — continuó hablando. — . Después de castigos severos y crueles y una hija de la Luna abandonando su hogar para casarse con un Alfa de una manada independiente que no quería unirse a las hijas de la Luna, Ethan Horse, su comandante, las traicionó y les dio la espalda. Huyó de Luna y poco a poco reunió un ejército para atacar a las reinas.
>> Ethan asesino a las reinas Baela, Adara,Haelena y Lunaria, quienes se encontraban en la casa manada de Luna. Se dice que exhibió sus cuerpos sin vida en las murallas de la casa manada — continuó hablando mientras intento borrar la sensación de tristeza de mi pecho. — . La guerra terminó cuanto Ethan atacó la manada de Los salvajes de la Luna y mató a Esmeray, la última reina con vida, y a su pequeña hija, Amaris Khan.
— En realidad, la muerte de esa niña no está confirmada en ningún libro — asegura el maestro, atrayendo mi atención. Frunzo el seño.
— Nadie volvió a verla después de la batalla — replicó. — . Su madre y su padre fueron asesinados...
— Asesinados y exhibidos en las murallas de Luna, si esa niña hubiese muerto, ¿no la habrían exhibido también? — pregunta el maestro.
— Era solo una bebé, eso habría sido una atrocidad — replicó frunciendo el seño.
— ¿Y lo que hizo no lo fue? — pregunta mirándome a los ojos. — ¿No fue una guerra llena de atrocidades?.
Alguien aplaudió detrás de mí. Me giré rápidamente, y mis ojos se abrieron de par en par al ver al Alfa Greco, observándonos desde el umbral. Su presencia lo llenaba todo. Frío, poderoso, imponente. Sonrió, algo raro en él, y asintió.
— Hailey tiene razón, Maestro Marsh — dijo mientras se acercaba a pasos lentos. — . Esa niña jamás volvió a ser vista y sin duda Ethan Horse ya tenía suficiente odio como para provocar más exhibiendo el cuerpo sin vida de una inocente bebé.
Mi cara se encendió de orgullo mientras escuchaba aquello. El maestro sonrió algo tieso e hizo una reverencia hacia el Alfa.
— Me da gusto ver que toman en serio sus estudios — comenta llegando hasta nosotros. Blair evita mirarlo y la expresión de molestia en su rostro dice abiertamente el por qué, mientras Cameron sonríe abiertamente.
— Gracias, Alfa — responde rápidamente.
— De hecho, — continuó el Alfa, dirigiéndose al profesor, — creo que las clases han terminado por hoy. Los miembros del comité de justicia han llegado, y quieren conocer a los dos posibles nuevos candidatos.
Su mirada se deslizó sobre mí y Cameron.
Mis piernas casi cedieron de la emoción contenida. No podía creer lo que estaba escuchando. Cameron y yo intercambiamos miradas de incredulidad, sus ojos brillaban con la misma emoción que sentía en mi pecho.
Si, si, si.
La simple oportunidad de ser vista y evaluada por el comité de justicia... tenía que buscar a mis padres, contárselos.
— ¡Gracias, Alfa! ¡Gracias! — dijo Cameron con emoción.
— Gracias — dije emocionada, bajando la cabeza hacia el Alfa.
Aunque esto me hacía feliz, no podía dejar de pensar en Blair, no podía dejar de ver sus ojos tristones y pequeña mueca. El Alfa nos miró, y aunque sus ojos eran como dos piedras oscuras, su voz era calmada.
— Vayan a cambiarse. Los veré en el patio de entrenamiento — ordenó.
¿Que? ¿Ahora?
Le lancé una mirada a Blair, pero la encontré con una expresión triste que me hacía sentir triste también. Sin embargo, ella forzó una sonrisa para nosotros.
— Vamos, ¡corran! Tienen que apurarse — nos apremio. — . No deben hacer esperar a el comité de justicia.
Asentimos y salimos de la biblioteca no sin antes darle un abrazo corto cargado de cariño.
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