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2. Darkshines of Calypso

RESUMEN: "Calypso es una ciudad en otro mundo, lejos de los mundanos ojos de los humanos comunes. Una zona perdida en lo más hondo del tiempo y del espacio, en el misterioso limbo en que florecen las pesadillas".

EXTENSIÓN: 7110 palabras.

GÉNEROS: Romance oscuro, existencialismo, fantasía urbana, realismo mágico con elementos góticos y surrealistas.

ADVERTENCIAS: Relación tóxica, angustia existencial, final angustiante (sin respuestas claras, "abierto" a la interpretación).

NOTAS: Historia inspirada en las canciones "Lust for a vampyr" de I Monster y "Darkshines" de Muse. La versión original (jinkook) está publicada en este perfil desde 2023. Es muy importante para mí destacar que este es mi fic favorito mío 🥺, es una historia sumamente personal, así que agradeceré mucho si comentan.

"Cuando el hombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se le revela el abismo pavoroso de la eternidad"

(Miguel de Unamuno).

No todos los monstruos viven en los sótanos o bajo las camas, ni se esconden en el armario, ni babean ectoplasma en los rincones más oscuros de las casas de los niños. No todos los monstruos tienen grandes colmillos, cuernos o colas picudas; ni son peludos, ni malolientes, ni feos.

Existen monstruos hermosos.

Hay monstruos con sonrisas bonitas y ojos bonitos, que tienen la capacidad de impregnarse en tu corazón y aparecerse en tus sueños más bellos. Que te engañan, que te hacen caer dentro de una ilusión para tomar de ti lo que necesitan y al final, te desechan y te olvidan dejando tu vida devastada, convertida en una pesadilla.

Luego están los otros monstruos: Los que habitan, precisamente, dentro de las pesadillas. Esos que son amorfos, sin cara ni voz, que simplemente son pensamientos rumiantes dentro de tu cabeza perturbada. Esos que se hacen presentes cuando cierras los ojos, en la soledad de tu habitación. Esos monstruos que son tú mismo; tú y tus miedos más profundos, y que únicamente desaparecerán cuando tú desaparezcas. O que, quizá, nunca desaparecerán; que quizá te envolverán en el momento de tu muerte, y te harán su prisionero para toda la eternidad (y pensar en eso te causa más miedo, ¿verdad?).

Beomgyu cree que conoce todos los tipos de monstruos. Tiene buenos motivos para pensarlo, después de todo, él vive en Calypso.

Calypso es una ciudad en otro mundo, lejos de los mundanos ojos de los humanos comunes. Una zona perdida en lo más hondo del tiempo y del espacio, en el misterioso limbo en que florecen las pesadillas.

Beomgyu llegó a Calypso cuando todavía era un niño. No recuerda mucho al respecto, pues era muy pequeño; pero sabe que, en el pasado, hace mucho, mucho tiempo (¿realmente mucho? se siente como mucho), él estaba en otro lugar más aburrido y simple, donde no había monstruos.

Vagamente tiene memorias de una casa, y de que lo obligaban a comer verduras desabridas e ir a la "escuela". Pero eso ya no importa, se quedó atrás, igual que la bonita pero gritona mujer a la que llamaba "Mamá".

No tiene muy en claro cómo es que viajó tan lejos, cómo dejó de estar con Mamá, ni hace cuánto tiempo fue. Pero cuando todavía era un niño y preguntaba al respecto, los monstruos le decían que debió haber viajado dormido, soñando, dentro de una pesadilla.

Actualmente, Beomgyu continúa sin saber realmente lo que es "dormir", pues la última vez que durmió se siente demasiado lejana. Tampoco comprende lo que es "soñar", pero sigue la corriente cada que alguien menciona esa palabra de nuevo.

Con frecuencia, llegan a Calypso visitantes que tienen una apariencia similar a Beomgyu (no son monstruos, no tienen aspecto de monstruos) afirmando que están perdidos, que provienen de otro mundo.

Del "Mundo Real".

Si no fuera por esos sujetos, (que se identifican como "humanos", y que señalan que Beomgyu también es un humano), entonces Beomgyu pensaría que siempre ha vivido en Calypso.

Una vez habló un buen rato con dos de estos visitantes, le dijeron que eran onironautas y que estaban explorando cierto sector de la "Dimensión de los Sueños" para una investigación "estrictamente científica". Habían caído del cielo dentro de una gran nave con forma de huevo; Beomgyu los observó aterrizar en el Parque de los Patitos Malvados, y corrió a ellos, curioso por sus llamativos trajes color dorado.

Hicieron muchas preguntas que Beomgyu no entendió muy bien, pero aún así, les respondió lo mejor que pudo. Después lo invitaron a acompañarlos en su retorno al "Mundo Real", a donde, según ellos, Beomgyu también pertenecía.

Pero Beomgyu se negó, pues ya había pasado demasiado tiempo en Calypso; todos sus amigos estaban ahí, y no quería alejarse de ellos. Los monstruos eran divertidos, le agradaban.

Cuando los viajeros se cansaron de insistir, le regalaron una paleta muy rica y se despidieron cortésmente, acariciándole el cabello.

"Cuídate, niño" ─dijeron─ "Ojalá pronto puedas despertar".

Entonces volvieron a su pintoresca nave, despegaron y se perdieron otra vez en el negro cielo estrellado.

Beomgyu no tiene muy en claro hace cuánto sucedió ese encuentro. El tiempo pasa de formas confusas en Calypso. A veces un día se siente como una eternidad, pero también pueden pasar dos o tres años como si fueran un solo suspiro.

Aún así, Beomgyu ha crecido.

Su cuerpo es más grande y fuerte, y la estructura de sus pensamientos más compleja. Ahora que puede reflexionar más, se pregunta constantemente quién es él, de dónde proviene; por qué llegó a Calypso, una ciudad llena de criaturas extrañas y perversas, tan distintas a él, al menos en apariencia.

Quizá, piensa, era el destino. Le gusta vivir ahí.

Quizá siempre perteneció a esa ciudad perversa.

Quizá él también es un monstruo.

[ 🦇 ]

Conoció a Yeonjun en una calurosa noche de junio.

"Junio": esa es otra palabra que finge comprender. No sabe con certeza lo que significa, pero era lo que decía, en verde brillante, la enorme pantalla de plasma de la Torre Arcanus, justo debajo del Gran Reloj.

Rara vez caminan esas manecillas; y es aún menos frecuente que cambie lo que está escrito en la pantalla.

Generalmente, tanto el reloj como la fecha permanecen quietos por lo que para Beomgyu se sienten como días. El sol sale y se esconde. La luna sale y se esconde. El cielo va de púrpura a azul, de azul a naranja, de naranja a negro y de negro a púrpura. El ciclo se repite una y otra vez, una y mil veces, pero el reloj apenas se mueve unos centímetros y la fecha sigue siendo la misma.

Pero hay otras ocasiones, en cambio, que Beomgyu se distrae por unos momentos con cualquier cosa, y cuando vuelve a mirar, nota que la fecha en la pantalla de hecho sí cambia. Avanza dos, tres días. A veces un mes de golpe; a veces un par de años.

Muy a menudo, también retrocede.

Todos los monstruos de Calypso parecen muy interesados en el reloj y en el calendario. Suelen preguntar "¿Qué día es?", "¿Qué hora es?", y Beomgyu finge entender cuál es la utilidad de conocer eso en un mundo en el que el tiempo es irrelevante.

"La Corporación Arcanus tiene comunicación directa con otros planos dimensionales" ─escuchó que murmuraban, en una ocasión, dos coloridos escarabajos que paseaban por la Plaza de las Ánimas─ "El reloj y el calendario de la torre están sincronizados con la medición humana del tiempo, con el Mundo Real"

Pero ese es otro tema.

Volviendo a la calurosa noche de junio que nos interesa... La brisa soplaba densamente en ese momento, haciendo que la purpurina (siempre presente en el ambiente) flotara por todas partes, brillante, como un torbellino de minúsculas hadas; y el aliento del Señor Viento apestaba a pintura industrial.

Beomgyu estornudó cuando un poco de purpurina entró por su nariz. Estaba sentado cómodamente en una banca de la Plaza de las Ánimas, comiendo telaraña dulce que le había vendido una Migala, mientras arrojaba pequeñas piedritas a las palomas de tres ojos que rondaban por ahí.

A Beomgyu siempre le gustó mucho hacer ese tipo de travesuras. Ellas gorjeaban, asustadas, y salían volando despavoridas mientras Beomgyu se reía a carcajadas. Después les aventaba pan o dulces para atraerlas de nuevo, y así sucesivamente. Le encanta molestarlas.

Estaba todavía en medio de esos juegos infantiles cuando un hombre pálido y alto se sentó a su lado. Su semblante era inquieto y su respiración agitada; tenía un gesto angustioso y triste, pero era bastante atractivo, y de inmediato causó interés en Beomgyu.

"Hola" ─le dijo, ansioso por llamar su atención─ "Eres un vampiro, ¿verdad? Lo sé porque eres guapo, los vampiros son guapos... Pero creo que tú eres el más guapo que he visto hasta ahora".

Yeonjun volteó a mirarlo y por fin un poco de alegría (o esperanza) se reflejó en su expresión. El corazón de Beomgyu se agitó feliz, contento de que ese monstruo tan bello también pareciera interesado en él.

"Lo soy, y tú... tú eres un humano, ¡un humano! Me alegra tanto. Creí que iba a volverme loco. Me sentía tan solo en este sombrío páramo perdido en la nada".

Beomgyu frunció el ceño, confundido.

Miró a su alrededor y observó a los cientos de monstruos que transitaban por, literalmente, todas partes.

Una caravana de zombies cruzaba la avenida principal, a un costado de la Plaza; el semáforo acababa de cambiar a verde, pero ellos caminaban tan lento que estaban provocando un embotellamiento. Decenas de cláxones resonaban con fuerza, y se escuchaban gruñidos molestos de todo tipo de criaturas atoradas en el tráfico.

En el cielo, atravesando las nubes, volaba una familia de ballenas moradas; parsimoniosas, hermosas e imponentes, ajenas al caos que tenían debajo. Casi a la altura del cableado eléctrico, las brujas reían como cacareando, mientras pasaban flotando velozmente en sus escobas, saltándose el embotellamiento.

Miles de mariposas negras revoloteaban por toda la Plaza de las Ánimas, y la gigantesca Migala que le había vendido la telaraña de azúcar a Beomgyu caminaba despacio, elegante sobre sus ocho peludas patas, alrededor del quiosco mientras arrastraba su carrito de golosinas.

"¿Cómo vas a sentirte solo?" ─cuestionó el chico─ "La ciudad está muy concurrida hoy, ¿que no ves?"

El vampiro suspiró sonoramente y miró a su alrededor con los ojos decaídos. Después volvió a mirar a Beomgyu, y solo entonces, sonrió un poquito, como quien le oculta un secreto triste a un niño.

"Pero todos estos monstros... No son como tú y como yo. ¿Comprendes? No me siento cómodo con ellos".

"Oh. ¿Y por qué?".

"Porque no nací aquí en Calypso. Yo soy un vampiro de verdad, no una pesadilla"

"¿Entonces vienes del Mundo Real? ¿Así le llaman? He escuchado bastante sobre ese lugar; creo que yo también provengo de ahí".

"Sí" ─asintió el vampiro─ "De allá vengo, y es verdad, también tú. Puedo notarlo en tus ojos y en tu voz. Puedo sentir que estás vivo de verdad, que tienes un alma propia, y eso me reconforta mucho. Me alegra haberte encontrado".

Beomgyu se sonrojó intensamente. No entendía del todo lo que escuchaba, pero se sentía enormemente halagado, y de verdad necesitaba seguir hablando con ese vampiro tan encantador. Le gustaba la sensación de tener su mirada encima.

"Mi nombre es Beomgyu"

"Es un bonito nombre. Yo me llamo Yeonjun"

"Uh, también es bo-bonito"

Yeonjun sonrió brevemente, enternecido, y Beomgyu jugó con sus dedos, nervioso, antes de intentar un movimiento un poco más arriesgado.

Tomó repentinamente una mano del vampiro, sintiendo la frialdad de su piel, y Yeonjun, sorprendido, miró directamente a sus ojos con curiosidad.

Los ojos de Beomgyu eran negros, negros como un abismo. Pero en ellos parecían resplandecer millones de galaxias pequeñitas.

"¿Te gustaría...? no sé... ¿i-ir a tomar un helado viscoso conmigo? Cerca de aquí venden uno muy bueno sabor Sangre fresca con fresas, apuesto que te encantará".

Yeonjun sabía que Beomgyu estaba tratando torpemente de coquetear con él. En otro momento (en otro lugar) eso le hubiera hecho gracia y desde luego, hubiera seguido la corriente, porque Beomgyu era un chico extremadamente hermoso y sospechaba que sería del tipo que fácilmente lo dejaría beber de su sangre por las buenas.

Pero continuaba desorientado y asustado, y la naturalidad con que Beomgyu percibía su entorno y se desenvolvía en él le resultaba sumamente preocupante.

Le inquietaba.

"Sí me gustaría, pero... Realmente no sé si en este momento me apetece. La verdad es que no me siento bien, quiero irme; llevo un buen rato tratando de encontrar la salida de este mundo pero me es imposible. ¿Crees que podrías guiarme? No sé cómo despertar"

Beomgyu pareció decepcionado de inmediato. Aún con un puchero en sus labios, respondió:

"Creo que soy el menos indicado para ayudarte con eso. No entiendo muy bien esa palabra. Pero, de todas formas, ¿por qué te quieres ir?"

"Porque sencillamente no pertenezco aquí, ya te lo dije. Vine por error. ¿Sabes? Ni siquiera estaba durmiendo".

Beomgyu se mostró curioso.

"¿De verdad? Pero... si no estabas durmiendo, entonces... ¿Cómo es que llegaste? ¿Cómo fue posible?"

Si bien Beomgyu seguía sin comprender lo que era el verbo "dormir", una cosa que sí sabía bien era que todos los visitantes que llegaban a Calypso lograron viajar porque estaban "durmiendo". Dormir era un prerrequisito; era obligatorio, no había otra manera de llegar.

Yeonjun soltó un suspiro. Estaba avergonzado de lo que le había sucedido, pero igual dió una respuesta:

"Suelo meterme en los sueños de mis víctimas para causarles miedo o para... hacerles sentir Lujuria. De este modo, puedo entrar en sus cabezas y manipular sus pensamientos. Hago que rueguen por mí, que me deseen, que me llamen en siguientes noches y que sean adictos a mi mordida".

Beomgyu escuchaba atentamente, cautivado por la apacible voz del vampiro.

"La mente es poderosa, sobre todo la de los humanos. Yo me vuelvo más fuerte y poderoso que ellos porque hago que me den su poder. Los acecho y ellos, al sentir mi presencia, me desean y me temen. Su imaginación se dispara, nutre esos sentimientos, y me hace más fuerte cada que piensan en mí".

Yeonjun siguió hablando con la mirada en el suelo, clavada en las plumas que habían dejado sueltas las palomas de tres ojos. Murmuraba casi como si hablara consigo mismo, y no se dio cuenta de que una chispa en los perturbados ojos del chico a su lado se encendía.

"... Creí que era un buen acechador de humanos, pero esta vez, me salió mal la jugada, y la pesadilla de mi última víctima me arrastró hasta esta aquí. Ahora estoy atrapado, y por primera vez en mucho tiempo, yo soy quien tiene miedo. ¿Cómo se supone que voy a despertar de este sueño terrible si nunca me dormí?".

[ 🦇 ]

Beomgyu se ofreció a guiar a Yeonjun por toda la ciudad para probar suerte y ver si era posible salir de Calypso de cualquier otra forma. Caminaron y caminaron, tomando como referencia la Plaza de las Ánimas, y avanzaron en línea recta todo lo que pudieron.

"Quizá hay un límite, ¿no? Quizá pueda cruzar al Mundo Real si atravieso ese límite, ¿no crees?"

Beomgyu solo asentía con una sonrisa a todo lo que Yeonjun reflexionaba. Nunca estaba seguro de nada, así que se le daba bien fingir que sabía lo que hacía o que entendía siquiera.

En lo alto, las nubes se habían despejado y ahora era posible apreciar que las estrellas florecían risueñas, casi burlonas. Si Beomgyu guardaba particular silencio, realmente podía escucharlas carcajear (quizá les causaba gracia el caso del pobre Yeonjun).

Eran miles de ojos brillantes con pestañas largas que se asomaban por las infinitas ranuras del negro cielo, y de vez en cuando, guiñaban coquetas (coquetos destellos en medio de la oscuridad).

Beomgyu, quizá contagiado por la actitud de las estrellas, también fue bastante coqueto, y para su fortuna, Yeonjun no impuso ninguna distancia entre ellos dos: lo dejo tomar su mano y posteriormente caminar casi abrazado a él. Cuando Beomgyu le robó un beso en la mejilla, tampoco protestó.

Sin embargo, quizá eso se debió a que la atención del vampiro estaba dispersa, pues su prioridad era salir cuanto antes de Calypso.

El vampiro y el humanito caminaron hasta el cansancio, pero de nada les sirvió. No encontraron ninguna salida, ningún "umbral", ningún límite o frontera que indicara el final de Calypso o el inicio del Mundo Real.

Volvieron a la Plaza de las Ánimas en un par de horas (o bueno, en lo que se sintieron como un par de horas). Yeonjun, al darse cuenta, se descolocó por completo y casi rompió a llorar. No entendía cómo era posible terminar en un "círculo perfecto" cuando lo único que hicieron fue caminar en línea recta. ¡Era ilógico!

"Es que esta ciudad es como un espiral muy rarito" ─fue todo lo que se limitó a decir Beomgyu.

En el cielo, los colores comenzaban a cambiar indicando que el alba estaba cerca. Yeonjun comenzó a sentirse ansioso porque bien sabía que, si el sol salía y el seguía a la intemperie, su no-vida terminaría para siempre. Se quemaría, quedaría como una estatua de carbón, y luego el primer viento del día haría volar sus cenizas por todas partes, y él dejaría de existir.

Esa, al menos, era la regla cuando estaba en el Mundo Real.

No sabía si era posible morir dentro de un sueño (concretamente, dentro de una pesadilla a la que había llegado sin haberse dormido primero). No sabía si debía dejar que pasara, si necesitaba morir dentro de Calypso para despertar.

Pero no quería arriesgarse a desaparecer, así que le rogó a Beomgyu que le consiguiera un refugio de inmediato.

"No te preocupes" ─le dijo él─ "Yo vivo y trabajo justamente en un hotel, en el Hotel Overlook, por eso conozco a muchos visitantes. Te conseguiré la mejor habitación que haya disponible y un ataúd grande y cómodo para que reposes tranquilo hasta que el sol vuelva a meterse".

"No tengo con qué pagar".

"Yo pagaré por ti. Aquí todo lo pagamos con dulces, y yo tengo muchos en mi habitación".

"Oh, ¿de verdad?, te lo agradezco mucho".

"Es un placer".

"¿Sería mucha molestia si descanso en tu misma habitación? Digo, para que no tengas que alquilar otra y no gastes tus dulces. Además... No quiero estar solo, este mundo me inquieta. Preferiría sentir tu presencia cerca".

Yeonjun estaba aterrado, desesperado y perdido.

Beomgyu estaba inmensamente feliz.

[ 🦇 ]

La gerente del hotel Overlook es una bruja. Y no es por hablar ofensivamente de ella, para nada, pero de verdad, literalmente es una bruja. Tiene la piel verde, un sombrero espantoso y un caldero; pero es bonita, se llama Wheein y quiere mucho a Beomgyu.

Ella fue la que le permitió trabajar en el hotel para subsistir, cuando todavía era un niño. O al menos eso es lo que Beomgyu supone. Es como si siempre hubiera vivido ahí con Wheein, no recuerda otra cosa anterior, desde que llegó a Calypso.

Beomgyu tiene que ayudar a las mucamas del hotel a limpiar las habitaciones este día, pues, según Wheein, hay muy poco personal y demasiados huéspedes.

Está encargándose de eso, apresurado, porque quiere volver cuanto antes a su propia habitación y cuidar el descanso de su nuevo amigo vampiro.

Yeonjun se quedó dormido en cuanto se metió en el ataúd que le consiguió Beomgyu para reposar y resguardarse de cualquier rayo filtrado de sol que pudiera penetrar en la habitación. Fue un acontecimiento ciertamente sorprendente, porque el chico jamás había visto a nadie "dormir" en Calypso.

Al menos ahora entendía, a medias, lo que significaba esa palabra: era la acción de cerrar los ojos, quedarse muy quieto, e ignorar lo que ocurra alrededor.

Visto desde fuera, parecía muy aburrido. ¿Por qué alguien, voluntariamente, se quedaría así de quieto? No tenía sentido, no para Beomgyu.

No daba la impresión de que Yeonjun quisiera permanecer "dormido" por voluntad propia. Todo lo contrario, parecía que él y su voluntad se hubieran ido lejos, dejando sólo su cuerpo ahí, inerte. Entonces... ¿Ahora dónde estaba Yeonjun realmente? ¿Cuándo volvería a habitar su cuerpo?

¿Yeonjun sería capaz de "despertar" (reactivarse)? ¿O se quedaría así, en ese estado letárgico para siempre (lejos de Beomgyu)?

Beomgyu estaba ansioso y preocupado. No hallaba el momento de regresar con él, de comprobar que estaba bien y que despertaría. Haber visto al vampiro dormido lo había perturbado muchísimo, pero no comprendía muy bien qué era lo que le inquietaba exactamente, y eso era todavía más inquietante.

Con mil pensamientos aun rondando su cabeza, pasó la aspiradora bajo la cama de forma descuidada. Al andar tan distraído, aspiró por accidente a un fantasma travieso que se escondía ahí.

Oh, lo siento! ¡Lo siento!"

El fantasma le gritoneó un buen rato, una vez que lo sacó. Estaba lleno de pelusa por todo su ectoplasma, y Beomgyu tuvo que aguantarse el regaño suprimiendo sus ganas de reír.

Por lo menos ese divertido momento alejó los pensamientos angustiosos de su mente un rato.

Las horas pasaron (se sintieron como horas), y ahora Beomgyu está mirando por la ventana de otra habitación que también está limpiando, notando que el ocaso ha llegado y que pronto volverá a oscurecer.

En el edificio de enfrente, un par de pisos más arriba, hay un departamento que tiene la ventana abierta y por ahí se asoma un hombre lobo recién transformado, que aulla por la llegada de la Luna.

Minutos más tarde, Beomgyu termina su jornada por fin, y se dispone a volver a su habitación.

Al llegar al ascensor, se observa reflejado en el alargado espejo junto al panel de control, y acomoda su largo cabello porque quiere verse bonito y presentable para reencontrarse con Yeonjun. Acicala su elegante traje de Botones, mientras suena, dentro de la cabina, una canción de jazz suave que no puede evitar tararear.

Presiona el botón para abrir las puertas cuando llega al treceavo piso. Escucha gritos aterrorizados dentro de uno de los primeros cuartos mientras recorre el pasillo, y sonríe, suponiendo que acaba de "aparecer" ahí un huésped humano, y que ahora se debe estar divirtiendo con los monstruos de Calypso.

Caminando más, atraviesa una intersección y llega a otro pasillo. Se encuentra, al girar la vista, a dos amiguitas suyas tomadas de la mano. Son gemelas, tienen el cabello rubio y están vestidas de azul.

"Beomgyu, juega con nosotras".

"Justo ahora no puedo, lo siento. Pero las buscaré después".

Y sigue caminando.

Pasa de largo el resto de las puertas sin nada más que vuelva a llamar su atención. Es así como, finalmente, llega a su habitación: la 237.

No demora en insertar la llave en la cerradura, y la puerta se abre con un quejido lastimero. Adentro, el ataúd de Yeonjun se encuentra abierto, y para alivio de Beomgyu, el vampiro ya no está inerte, sino de pie, caminando en círculos por el cuarto.

"¡Estoy aquí!" ─le anuncia feliz el chico─ "¿Me extrañaste? Yo te extrañé".

Yeonjun no responde. Solo se queda quieto, tenso, tras escucharlo. Le está dando la espalda a Beomgyu, y la luz plateada del exterior se filtra por la ventana y enmarca su silueta de forma lúgubre.

"Uh... ¿estás bien?" ─pregunta el humanito, nervioso.

Cuando Yeonjun gira el rostro para mirarlo, sus ojos están teñidos de escarlata.

"Tengo sed".

[ 🦇 ]

Las noches y los días siguen transcurriendo con la habitual deformidad temporal en Calypso.

Yeonjun continúa atrapado, y no tarda mucho en acostumbrarse a ser un invitado en la modesta habitación de hotel de Beomgyu.

Beomgyu, por su parte, se siente en las nubes. Nunca había tenido tanta cercanía con sus demás amigos monstruos, y sabe, con certeza, que es porque su relación (¡Qué bonita es la palabra "relación"!) con Yeonjun es una cosa completamente diferente.

El vampiro y él comienzan a compartir algo parecido a la intimidad, y eso le encanta y le emociona. Es como si fueran novios.

Cada que piensa en eso, al humanito lo invade la vergüenza, pero también las ganas de sonreír sin parar.

Su atracción por el vampiro estuvo presente desde la primera mirada, pero cada vez se hace más fuerte, y ahora, cuando hablan, o simplemente cuando está pensando en él, siente como si miles de murcielaguitos revolotearan en su estómago.

Beomgyu no sabe qué le ocurre. No comprende por qué de pronto le resulta imposible contener sus emociones y controlar sus actitudes. Ciertamente, nunca antes había experimentado algo así.

Y tiene... ¿miedo? ("miedo", esa palabra significa que quieres gritar, que te quieres alejar de algo que no te agrada, ¿entonces...?).

Sí, está asustado, pero no entiende por qué ni de qué.

Con certeza, no es de Yeonjun. Es de algo más. De algo en sí mismo, quizá, en su interior. Quizá de lo que siente. O quizá de algo que puede sucederle.

La situación es particularmente desconcertante porque Beomgyu creyó que jamás se sentiría así.

Sabe que, a diferencia de él, los visitantes son criaturas de naturaleza cobarde. Que por lo general, los demás humanos tienen miedo durante toda su estancia en Calypso: se la pasan gritando y llorando, temiendo de los monstruos, por algún motivo que Beomgyu nunca pudo entender.

Recuerda que algo similar ocurría cuando estaba en el "Mundo Real", cuando era "Halloween" y las calles se llenaban de gritos y gritos de personas de todas las edades... ¡Pero él no tenía miedo! A Beomgyu siempre le encantó Halloween: Uno de sus primeros pensamientos al llegar a Calypso (aunque él no se acuerda) fue que era un lugar genial, porque es como si fuera Halloween todos los días.

Creyó que él era invulnerable al "miedo", pero por lo visto, no fue así.

Beomgyu ahora teme, y saber que teme lo hace sentir débil y vulnerable, y más temeroso todavía.

Odia sentirse así, odia saber que no tiene el control. Que existe una cosa que escapa completamente de sus manos; algo que ni siquiera logra nombrar, y que su propia incertidumbre hace crecer y crecer.

La primera vez que sintió este "miedo" fue cuando Yeonjun bebió de su sangre aquella noche después de su llegada, tras despertar de su primera siesta en Calypso.

Pero, de nuevo, Beomgyu está seguro de que el "miedo" no fue causado por Yeonjun.

Sí se sintió un poco preocupado cuando vio sus ojos rojos, cuando escuchó su voz lóbrega y cuando este tomó su cuerpo con fuerza y lo arrojó a la cama. Pero ese no fue un miedo real, sino más bien un desconcierto, pura sorpresa.

El verdadero terror lo experimentó cuando sintió aquellos colmillos enterrarse en su cuello y rasgar su piel. Y no fue por el dolor, sino por... el éxtasis que lo invadió.

Sintió un placer inefable cuando Yeonjun succionó y comenzó a beber su sangre. Un hormigueo delicioso recorrió todo su cuerpo, y tuvo el impulso de abrazar al vampiro tanto con sus brazos como con sus piernas; para que no se alejara, para que se quedara por siempre con él.

Beomgyu cerró los ojos, abrumado por lo que sentía, y entonces escuchó el retumbido acelerado de su corazón y del corazón de Yeonjun. Mientras el vampiro bebía, ambos latidos se fueron acoplando hasta quedar sincronizados en un mismo ritmo lento. Y justo en ese momento, Beomgyu creyó que había alcanzado la plenitud de su existencia.

Sin embargo, en poco tiempo, Yeonjun se alejó. Una vez saciada su sed, se desprendió de la piel de Beomgyu y se levantó de la cama, dejando al humanito atónito, sintiéndose despojado y abandonado.

"Por favor... más..."

"No. Ya no, Beomgyu. Ha sido suficiente".

Beomgyu estaba débil y sensible. Pero reunió toda la fuerza que quedaba en su cuerpo para tratar de volver a atraer al vampiro.

"P-por... por fa-favor..."

"No".

Y Beomgyu comenzó a llorar como no lo hacía desde que era solo un niño en el Mundo Real. Lloró y suplicó tanto, que su garganta quemó y su rostro quedó empapado en lágrimas.

En el fondo de su mente, su voz racional le cuestionaba esa actitud. Se preguntaba a sí mismo qué era aquella emoción que se sentía tan placentera, de la que no quería desprenderse.

¿Qué era eso tan necesario que había saboreado por unos segundos? ¿Por qué sentía que todo perdía el sentido ahora que Yeonjun se lo había arrebatado?

Y entonces, en efecto, ahí nació el "miedo" dentro de Beomgyu; pues le aterró completamente no reconocerse, no poder controlar su llanto ni su voz suplicante. No poder entender qué era lo que quería con tanta desesperación ni por qué lo quería. Era como si una fuerza desconocida se le hubiera metido al cuerpo y le estuviera quitando el dominio.

"Lo siento, lo siento mucho" ─le hablaba dulcemente Yeonjun, envolviéndolo entre sus brazos─ "No debí haberte hecho eso, estuvo mal. Lo siento mucho".

"¿Qué fue...? Mi... Lo que yo quería... Lo que sentía... Era bo-bonito... ¿qué es...?"

"Esa era la Lujuria, Beomgyu. ¿Recuerdas? Te conté que hago que la sientan mis víctimas para que disfruten mi mordida y pidan por ella después".

"¿Lujuria?"

"Sí. Es un deseo incontrolable. Es el anhelo de algo abrumador, que te inunda y estimula todos tus sentidos. Los humanos son fáciles de manipular cuando atacas sus sentidos; y una vez que les muestras aquello que los hace sentirse bien, no pueden evitar hacer cualquier cosa por perseguir la sensación".

Beomgyu se fue tranquilizando poco a poco en los brazos del vampiro, sintiendo las caricias que este le daba en el cabello; su suave voz hubiera funcionado como un lindo arrullo, si Beomgyu hubiera tenido la capacidad de quedarse dormido dentro de Calypso.

"¿Entonces no vas a volver a dármela? ¿Tu lujuria?"

Yeonjun se tensó.

"No lo sé. Pero... quisiera no hacerlo".

"¿Por qué no? Se siente bien, y tú necesitas beber".

"Porque si bebo demasiada sangre tuya, te puedo matar".

"¿Qué es matar?"

"Quiero decir que podría acabar con tu vida. Llevarte a la Muerte"

"¿Y qué es Muerte?"

"Es dejar de existir. Morir es... desaparecer para siempre".

Beomgyu pensó en la angustia que lo invadió cuando vio a Yeonjun durmiendo dentro del ataúd, en lo incómodo que se sintió al pensar que iba a quedarse así eternamente, que nunca volvería a abrir los ojos ni a hablar con él.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

"Morir es como... ¿dormir para siempre?" ─razonó.

Yeonjun se sorprendió por la precisión de la comparación.

"Exactamente".

[ 🦇 ]

Hay muchos restaurantes y cafeterías en Calypso que venden sangre en distintas presentaciones. Incluso, en el Supermercado Embrujado, hay sangre enlatada o en envases de PET a precios económicos.

Yeonjun probó uno de esos productos una sola vez.

Lo escupió.

"Esta no es sangre real" ─dijo─ "Es solo una ilusión, es otra pesadilla".

Puede comer dulces, igual que Beomgyu, pero es más por placer que porque realmente eso le sirva para alimentarse. Y en las noches subsecuentes, nuevamente bebe la sangre de Beomgyu, necesitado. La sed insaciable es una característica vampirica, y sin ese líquido vital, los vampiros pierden el juicio y se convierten en bestias, así que no lo puede evitar.

Por eso sigue mordiendo a Beomgyu, aunque en realidad, Yeonjun no quiera hacerlo. Y con cada mordida, Beomgyu se hace más adicto a la sensación de Lujuria, y ambos se vuelven dependientes del otro por completo. Dependientes de sus cuerpos, de sus labios, y de abrazarse muy cerca, para que se acoplen los latidos de sus corazones, mientras la sangre de Beomgyu pasa a las venas de Yeonjun, y es como si ambos alcanzaran el máximo nivel posible de intimidad.

Una madrugada, ambos pasean nuevamente por la Plaza de las Ánimas, donde se conocieron, y Yeonjun viene hablando de cosas que ha reflexionado recientemente.

"Es que no lo entiendo, Beomie... No entiendo cómo puedo beber de tu sangre dentro de este ensueño. La necesito como si gastara energía, como si tú me la reabastecieras. Eso tendría sentido si estuviéramos en el Mundo Real, pero... Todo aquí es tan extraño".

Un cuervo grazna en alguna parte de la Plaza, y el vampiro se toma una pausa antes se seguir hablando:

"Sé que tú estás vivo, esa es mi única certeza. Supongo que tu cuerpo está reposando en alguna parte del Mundo Real mientras sueñas que estás aquí conmigo. Lo que no sé es qué pasará cuando despiertes, y eso me preocupa"

Beomgyu ladea la cabeza, confundido, pero no dice nada.

"Quizá... Quizá no haya pasado el tiempo para tí. Y cuando despiertes, será como si hubiera transcurrido una sola noche muy larga. Ni siquiera creo que recuerdes nada de tu vida aquí en Calypso, incluso si sientes que han pasado años, incluso si has envejecido... Pero te prometo que cuando yo logre liberarme de esto, te buscaré allá. Y estaremos juntos de verdad, así que no te preocupes".

Beomgyu no entiende nada de lo que Yeonjun le dice, pero está de acuerdo, así que asistente y sonríe.

Últimamente, siempre tiene ganas de sonreír.

[ 🦇 ]

Una tarde, en la recepción del hotel, Wheein le dice a Beomgyu que se ve muy débil.

Beomgyu le afirma que se siente bien, pero la bruja sigue pareciendo preocupada y algo molesta.

"¿Qué te está haciendo?"

"¿Quién?"

"Tu novio. Ese vampiro forajido".

"No me hace nada malo..."

"¿Te atreves a defenderlo a pesar de lo evidente? Es obvio que te está consumiendo, ¿O es que acaso no lo ves?".

Oh, claro que Beomgyu se da cuenta. Recientemente nota su falta de fuerza, su delgadez. Sabe que es por toda la sangre que le quita diariamente Yeonjun. Pero... él mismo lo disfruta, lo disfruta mucho, y no puede confrontarlo porque también desea que siga bebiendo más y más de él.

Yeonjun le prometió que será cuidadoso. Que solo beberá la sangre necesaria, que siempre lo va a dejar reposar después, para recuperar fuerzas; y que la Muerte no los separará nunca.

Pero incluso el vampiro está preocupado, y se lo ha dicho muchas veces.

"La comida de este mundo no es comida, entonces, ¿tú cómo te alimentas?"

Constantemente le plantea sus reflexiones e inquietudes, pero Beomgyu se está cansando de no entender ninguna palabra de ellas.

Surgen las preguntas una tras otra, siempre sin respuesta, y a pesar de todo, la relación de ambos sigue exactamente igual. Nada cambia.

Entonces preguntar no significa nada, no sirve.

Y Beomgyu se confía; cree que no hay peligro, porque si lo hubiera, entonces Yeonjun no bebería de su sangre, ¿verdad? Él no lo mataría.

[ 🦇 ]

La curiosidad, en cierta ocasión, movió a Beomgyu a preguntarse cómo se sentiría estar dormido. Así que se recostó en la cama de la habitación que estaba limpiando una madrugada, poco antes del alba, y decidió cerrar los ojos por un momento.

Esperó.

Esperó en silencio, sin moverse; y pronto se sintió absorbido por esa oscuridad tan inquietante que encontró al interior de sus propios párpados.

Apenas soportó unos segundos así. Se levantó de golpe, casi cayendo de la cama, y se prometió a sí mismo no volver a sumergirse en ese infinito negro. Su corazón palpitaba descontrolado.

Extrañamente, le vino de manera repentina y brusca, casi violenta, un recuerdo claro (quizá el único recuerdo claro que tenía desde que estaba en Calypso): era la voz de Mamá diciendo "Mi querido, ¿Por qué viste esas películas de terror si yo no te dí permiso? ¡Es de noche! Luego no podrás dormir porque vendrán todos los monstruos a tu cabeza en cuanto cierres los ojos".

El pequeño Beomgyu del recuerdo contestó: "¿Y cuál es el problema? ¡Me encantan los monstruos!"

"Es que ahora no entiendes esas películas, corazón ─repuso Mamá─ porque eres demasiado pequeño".

"¡Si las entiendo!"

"No, mi niño. No lo haces. Crees que entiendes, pero significan mucho más de lo que ahora puedes asimilar. No sabes lo que es la maldad ni lo que es la Muerte. Por eso no te asustas, aún eres demasiado inocente".

[ 🦇 ]

Una noche como muchas otras, Beomgyu y Yeonjun bailan dentro de la habitación que comparten en el hotel. Bailan abrazados como los dos amantes enamorados que son, y el sonido de sus risas acompaña la canción formando una melodía que sabe a felicidad pura y ellos la pueden saborear con cada poro de la piel.

Cuando Beomgyu quiere apagar el fonógrafo, una vez que la música termina, mira brevemente un espejo que tiene en el mueble de al lado y se observa a sí mismo y a Yeonjun.

No han pasado tanto tiempo juntos (se siente como si se hubieran conocido hace muy poco), pero Beomgyu ha cambiado mucho. Ya no luce como un jovencito.

Ahora tiene la apariencia de un hombre.

Eso podría estar bien, si no fuera porque, además, se ve demasiado gris. Y la contextura de su cuerpo es mucho más débil que antes.

Esa imagen en el espejo lo descoloca y siente que puede llorar solo por pensar la posibilidad de que Yeonjun ya no lo considere atractivo. Especialmente porque el vampiro, desde luego, no ha cambiado absolutamente nada en comparación. Yeonjun sigue siendo guapo y perfecto.

"¿Qué sucede?"

"Me veo diferente".

Beomgyu llora, incapaz de apartar la vista de su reflejo. Yeonjun sabe perfectamente a qué se refiere, pues ha visto esa misma reacción en sus antiguos amantes y amigos en el Mundo Real.

"Solo un poco. El tiempo pasa".

"Pero no pasa igual para tí y para mí ¿Por qué tú no cambias? Tú te ves igual que cuando nos conocimos".

"Porque yo soy un vampiro. Soy inmortal ".

"¿Qué es inmortal?".

"Quiere decir que yo no puedo morir".

"Yo tampoco me he muerto, pero sí he cambiado, ¿por qué?"

"Porque tú... Tú eres mortal. Los humanos son mortales, y eso quiere decir que morirás en algún momento. Es inevitable para tí".

Yeonjun sabe que al contestar esas preguntas está caminando sobre terrenos peligrosos. Pero cree que sería inadecuado mentirle a Beomgyu o confundirlo más de lo que ya lo confunde el ambiente perverso y extraño de Calypso.

"Yo... ¿Voy a dejar de existir? ¿Voy a quedarme dormido y nunca voy a despertar?"

Beomgyu jamás había pensado en eso. Jamás había pensado en un después, en un final para su vida. En Calypso, el presente es demasiado llamativo, y no hay ninguna necesidad de imaginar otra cosa que no sea el aquí y el ahora.

Pero Beomgyu finalmente comienza a imaginar, a crear hipótesis de escenarios macabros dónde él muere. Dónde él ya está muerto, y su cabeza aturdida ya no puede concentrarse en nada más que en una oscuridad infinita en la que supone se hundirá una vez que esté muerto.

Solo puede pensar en la Muerte, en la desconcertante y aterradora Muerte, que ya no es una simple "posibilidad fea", sino una terrible e irrevocable certeza, de la que no podrá escapar.

"Supongo que sí" ─le dice Yeonjun, tratando de no alterarlo más (fallando terriblemente)─. "Pero no deberías preocuparte por eso ahora, amor mío. La Muerte aún está muy lejos para tí. Todavía eres joven, y en este mundo el tiempo corre de manera muy particular hacia ella".

"Pero corre".

Yeonjun abraza a Beomgyu nuevamente, pues esa es la forma en que siempre le ha logrado transmitir tranquilidad. Sin embargo, sabe que en esta ocasión no funciona, pues su humanito sigue tenso, y sus corazones no laten al mismo ritmo.

"Beomie, cálmate. Dudo mucho que puedas morir aquí en Calypso. Quizá yo solo te estoy asustando sin motivos, pues realmente no sé si la Muerte funcione igual que en el Mundo Real. Quizá haya otra cosa distinta al final del camino, o quizá no haya nada. Es posible que morir aquí te haga volver a tu vida anterior, en el Mundo Real. Entonces sería bueno porque..."

"Quiero que me transformes" ─lo interrumpe el chico.

Y Yeonjun comprende entonces la gravedad de todos sus errores.

"¿Q-qué?"

"Wheein me dijo que puedes hacerlo. Quiero que me transformes en vampiro, que me hagas inmortal como tú".

"No voy a hacer eso".

"¿P-por qué no? ¿Acaso no... No me amas?"

"Te amo, y precisamente por eso no quiero arrebatarte tu preciosa humanidad. No te condenaré a las perpetuas tinieblas de una vida a medias, no te haré esclavo de una sed insaciable ni te forzaré a esconderte de la hermosa luz del día. Mi vida eterna es una constante y perpetua autodestrucción. No estoy vivo. Y no quiero hacerte sufrir esto".

Beomgyu se apartó de Yeonjun con un empujón, pues el abrazo que tenían le resultaba únicamente asfixiante. Sentía la cólera acumularse en sus entrañas. Sentía pura rabia y rencor.

"¡Pero me voy a morir! ¿No te importa que me muera? Si me amaras, tendrías miedo de perderme. Si me amaras, querrías estar conmigo para siempre."

"Beomgyu, lo que hace a una vida hermosa, es que es finita. Querer vivir por siempre sería volverla desgraciada eternamente".

"¡Mientes! ¡Eres un egoísta!"

"Beomgyu..."

"¡No! ¡No quiero escucharte más! Me has condenado a la desgracia desde el primer momento en que bebiste mi sangre, porque implantaste en mí tu Lujuria y me hiciste esclavo de ella. Siento que no puedo estar bien si no bebes de mí, necesito que me muerdas todo el tiempo y cada que lo haces, me matas un poco más. Me estoy muriendo por culpa de tu amor, y no soy para tí más que un alimento y una distracción momentánea, un bonito pero efímero recuerdo a lo largo de toda tu eternidad".

[ 🦇 ]

Las cortinas, por primera vez en mucho tiempo, están corridas, dejando que la luz del día entre de lleno e inunde toda la habitación.

Beomgyu tiene los ojos entrecerrados, deslumbrados por el sol. Pero en ellos ya no hay miedo ni vacilaciones, pues está decidido a actuar y no se va a echar atrás.

Va a liberarse al fin.

Pasó toda la madrugada llorando, luego de aquella terrible discusión que tuvo con el vampiro. Yeonjun dió por terminada la disputa con un simple beso sobre sus labios, como si eso pudiera arreglarlo todo. Como si eso pudiera hacerle olvidar a Beomgyu quello que lo aterra y regresarle su ignorancia y su inocencia respecto a la muerte, la lujuria y el amor.

Cuando Yeonjun dijo estar cansado, simplemente se retiró y se encerró en su ataúd aunque todavía el cielo estaba oscuro.

Beomgyu se molestó mucho, pero mucho. Sin embargo, que Yeonjun lo hubiera dejado solo fue bueno al final, pues le sirvió para pensar.

Pensar en la Muerte.

Y aunque morir todavía le causa angustia, ya no va a permitir que esa incertidumbre lo siga dominando, ni que se apodere de su vida (ni siquiera la lujuria o el "amor" lo harán).

Efímera o no, su vida es suya, solo suya. No va a ser el alimento de nadie más, ni tampoco va a desperdiciarla por culpa del miedo.

Pronto, todo dejará de importar.

Sabe que en unos pocos días (o quizá en unos años, porque el tiempo es confuso) todas sus inquietudes habrán quedado olvidadas. Es fácil distraerse en Calypso y olvidar. Al final, todos los que se quedan, olvidan.

Afuera, en la calle, las hadas malévolas les gruñen a los ruiseñores que cantan, lo que quiere decir que el sol ha salido por completo.

Ha llegado la hora.

A Beomgyu le tiemblan las manos mientras toma la tapa de la gran caja fúnebre, pero no se amedrenta. Cuando la abre de una buena vez, el miedo, la inseguridad, la angustia de su corazón y Yeonjun... Todo se ha ido.

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