1. Rosenrot
RESUMEN: A Yeonjun le gustaría que su amado fuera feliz; tan feliz como es él desde que están juntos. Sin embargo, Beomgyu nunca sonríe. Y en un intento desesperado por complacer a su novio, Yeonjun decide ir al bosque a conseguirle un hermoso regalo: una rosa roja. Pero el bosque es oscuro y peligroso, en lo más profundo habita una sanguinaria bestia.
EXTENSIÓN: 1580 palabras.
GÉNEROS: Fantasía dark, narración poética.
ADVERTENCIAS: Violencia, sangre, asesinato.
NOTAS: Historia inspirada en la canción "Rosenrot" de la banda alemana Rammstein. La versión original (yoonmin) está publicada en este perfil desde 2020.
Beomgyu y Yeonjun solo eran dos enamorados. Caminaban bajo la luna llena, quien sería testigo de su amor hasta la muerte. El viento acariciaba sus rostros con maldad; se les congelaba el alma, el cuerpo; pero sus corazones ardían.
Ardían sus ojos al contemplarse el uno al otro, ardían sus bocas al probarse mutuamente. Choi Yeonjun nunca se había sentido tan feliz en toda su vida, como se sintió en aquella relación secreta con Choi Beomgyu. Atesoraría esa sensación tan indescriptible de felicidad incluso en su último aliento.
En cada palabra, en cada suspiro, y en todos sus pensamientos. Beomgyu se le había metido bajo la piel. Lo veía en cada sombra, en las estrellas y por supuesto en sus sueños. Lo escuchaba cuando escuchaba el cantar de los pájaros o el sonido del viento. Cada que había algo hermoso en el mundo de Yeonjun, ahí presente, etéreo y perfecto, se encontraba Beomgyu. Se encontraban sus ojos brillantes e inocentes; se encontraban sus pequeñas manos, tan cálidas, delicadas. Se encontraba su voz melodiosa diciendo "Te amo, Junnie; pero es un secreto".
Y Yeonjun guardaba cada palabra y cada beso. Los grababa en su mente, se tatuaban en su alma. Eran su tesoro y su posesión más preciada. Regresaban cuando dormía y lo hacían viajar muy lejos; a una tierra maravillosa, llamada felicidad; ese hermoso lugar que Yeonjun no creyó conocer jamás.
Beomgyu era su todo. Lo había salvado del dolor; de la soledad. Le había dado vida, color, calidez. Se convirtió en su sonrisa, en el sol que alumbraba sus días; en el aire que respiraba; en su pan de cada día. Beomgyu era su todo, lo era absolutamente todo. Pero ¿qué era él para Beomgyu?
Yeonjun sabía que Beomgyu nunca sonreía, y lo que más deseaba en la vida era ser capaz de hacerlo feliz. Muchas veces le había ofrecido el mundo entero. Estaba dispuesto a vender su alma con tal de admirar su sonrisa; aunque fuera solo por un momento.
"Pídeme lo que quieras, yo te lo daré"
Sin embargo, el muchachito simplemente suspiraba.
"No necesito nada"
Miraba hacia el bosque; y tristeza desbordaba sus ojos. Siempre esa nostalgia, siempre la frialdad. Pero Yeonjun no se daría por vencido nada más.
"Por favor, dime qué quieres. Sin importar lo que sea, yo te lo daré."
Aquella noche bajo la luna llena, mientras el viento seguía acariciando sus rostros con maldad; Beomgyu separó los labios con delicadeza y soltó finalmente:
"Quiero una flor, Junnie. Pero no tienes que traérmela"
"¿Una flor?"
"Una rosa roja. Siempre he deseado tener una rosa roja"
Yeonjun sabía que aquel regalo era una petición imposible; pues las rosas solo crecían en las montañas, para encontrarlas había que cruzar el bosque. ¡Pero nadie salía con vida de aquel oscuro lugar!
Una bestia horrible vivía entre las sombras. Un monstruo carnívoro; feroz, en la oscuridad. Yeonjun lo sabía; Beomgyu lo sabía; la aldea entera lo sabía. Lo sabían incluso las hojas, los pastos, el cielo oscuro y nublado; lo sabían los árboles, los pájaros. Lo sabía la luna triste que apenas se estaba vislumbrando.
Sin embargo Yeonjun no dudó ni por un instante cuando acarició sus suaves cabellos, no dudó cuando besó sus labios perfectos. No dudó cuando lo miró a los ojos y contestó:
"Te daré lo que quieras. Si quieres una rosa roja, te daré una rosa roja. Si quieres mi corazón, me lo arrancaré del pecho y te lo daré; si es una estrella subiré al cielo y te la bajaré. Si es una rosa roja, iré al bosque y la buscaré."
¿Cómo no ceder ante aquella preciosa criatura? Beomgyu era hermoso y todo en él era belleza. Era la alegría y la vida misma. Y sin embargo, nunca sonreía. Por eso Yeonjun le prometió y se prometió a sí mismo pagar cualquier precio por una sola sonrisa suya. Que lo haría feliz de verdad aunque sea por un instante; y que por su felicidad, estaba dispuesto a lo que fuera.
"Si tu felicidad es una rosa roja, te daré una rosa roja"
La tarde siguiente Yeonjun partió sin avisar. Sería una sorpresa, que le entregaría a su amado por la noche. Por fin vería en aquellos dulces labios una sonrisa de verdad. ¿Cómo sería? ¿Acaso se detendría el tiempo? ¿Los ángeles bajarían del cielo y los pájaros comenzarían a cantar? ¿El brillo de las estrellas se apagaría de la envidia, y la luna se caería para reverenciar a ese ser tan hermoso? Yeonjun fantaseaba de tan solo imaginarlo. Se detenían sus latidos y se separaban sus labios.
"Haré a Beomgyu feliz... Haré a Beomgyu sonreir..."
Y solo así, sabría que ese amor no era unilateral. Que el pequeño también sentía ese calor tan abrazador. Que también se detenía su respiración con un beso; y que también ardía con una mirada su interior.
"¿Beomgyu me ama?"
Dulce pregunta sin respuesta. Dulce delirio de incertidumbre. Dulce muchacho de mejillas abultadas. Dulce la ingrata duda dolorosa.
"Si traigo una rosa roja, ¿Beomgyu me amará...?"
Caminó con el corazón en un puño; avanzó a paso firme. Sin mirar atrás ni detenerse un solo instante. Sin pensar en el peligro, sin sentir el frío hostigante. Con un solo pensamiento; una sola imagen.
"Rosa roja, rosa roja"
La suave piel de Beomgyu bañada en sonrojo. El suave pétalo del capullo sonrojado también. Beomgyu la quiere, eso es lo normal. Una prueba de amor, un regalo. Una ofrenda. Rosa roja.
Una rosa por una sonrisa. Y lo que Beomgyu quiera, Beomgyu lo tendrá.
En un claro entre los árboles, una pequeña planta florecía. Se derramaban sus pétalos, se desgarraba su vida. Caían lentamente, como caía el sol.
"Rosa roja, rosa roja".
Yeonjun la arrancó.
Rosa roja; roja como sus labios calientes. Roja como su amor y como su corazón doliente. Roja de anhelo, roja de pasión. ¡Lo que Beomgyu quiera, Beomgyu lo tendrá!
Yeonjun sonrió cuando la flor estuvo en sus manos; aún a pesar de que las espinas recelosas lo cortaron. Y dolió, quizá demasiado. Pero no pudo quejarse porque imaginó la sonrisa de su amado.
El caballero enamorado se dispuso a regresar a su aldea; pero el día se había marchado y lo rodeaba la oscuridad. Mas no se intimidó, enterró muy profundo su miedo. Solo caminó y caminó, guiando sus pasos con velocidad y cautela.
Volteó a su espalda cuando escuchó una rama crujir.
Entonces la vio.
Vio una sombra pasar rápidamente de un lado a otro. Vio a la muerte mirarlo a los ojos, y vio a la luna gritarle "¡Corre, Yeonjun! ¡Es la bestia!"
Yeonjun corrió y corrió a todo lo que daban sus piernas. Corrió pegando la rosa a su pecho, protegiéndola. Corrió pensando en Beomgyu, en ver su sonrisa, en sus ojos hermosos y en cómo se iluminarían al ver el regalo que había pedido. La rosa roja, como la furia que ardía en los ojos de la bestia. Ardiente como el amor; como la pasión. Como su promesa.
El corazón de Yeonjun se aceleraba mientras corría por su vida. Se aceleraba como lo hacía cuando Beomgyu decía "Te amo". Miedo fluía por todas sus venas, y le dolía. Miedo como cuando dudaba que Beomgyu realmente lo quisiera.
Dolía demasiado. Yeonjun comenzó a llorar, pues sabía que no llegaría a la aldea; que la bestia lo devoraría, y que jamás sabría cómo era de Beomgyu una sonrisa verdadera.
Yeonjun sintió un golpe asfixiante en el pecho. Cayó de rodillas recuperando el aliento. La bestia lo miraba con hambre y maldad.
Era él, era el monstruo en persona.
"Beomgyu..."
Entonces la bestia se acercó a su presa. Levantó su barbilla; se encontraron sus miradas. Ardían de sorpresa, ardían de pasión. Ardían como la rosa roja que al suelo se cayó.
"Yeonjun..."
El depredador se abalanzó sobre Yeonjun; besó sus labios, besó su cuello. Mordió una y otra vez. La sangre manchó su hermoso rostro aniñado. Se mancharon sus ardientes y deliciosos labios. Se manchó el beso. Se manchó aquel amor. Se manchó la pureza y también el honor.
Los ojos de Yeonjun se nublaron, oscuros de dolor. Doloroso su amor manchado; oscurecido de terror. De engaño, de traición. De ilusiones marchitas. De promesas vacías; de maldad y mentiras. La luna era lo único en que podía mantener la vista fija. Una luna manchada. Luna ennegrecida.
Beomgyu, celoso de la luna, tomó el rostro de Yeonjun entre sus manos. Llenó su blanca piel de sangre; lo obligó a mirarlo.
"Por... ¿Por qué?..."
Preguntó Yeonjun llorando.
"Porque no me alimento de sangre, ni de carne. Me alimento de vida, Yeonjun. Me alimento de amor"
Entonces la bestia del bosque también lloró. Plantó besos por todo el rostro de su amante. Y aún entre lágrimas, Beomgyu sonrió. Sonrió mostrando unos pequeños colmillos; sonrió entrecerrando los ojos con ternura. Sonrió y a Yeonjun se le iluminó la oscuridad que comenzaba a cubrirlo por completo. Ambos sonrieron mientras las lágrimas caían.
"Gracias por amarme, Junnie. Yo también te amo"
Cuando Yeonjun cerró los ojos y dejó de respirar, el monstruo tomó la flor que junto a ellos había caído. La sostuvo entre sus manos, la acarició. Era hermosa y frágil; belleza dolorosa, pues sus espinas también a él lo lastimaron.
Se la comió entera a pesar de ello. Saboreó los pétalos, saboreó la sangre. Saboreó la vida; el último aliento. El dolor, y un amor intenso.
"Rosa roja. Rosa roja"
Lo que Beomgyu quiera, Beomgyu siempre lo tendrá.
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