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6. Snow flower 🎄

RESUMEN: "La Navidad está muy cerca, y Jimin no puede evitar sentirse solo, insoportablemente solo. Ha pasado mucho tiempo hundido en la amargura de su vida monótona, pero está llegando a su límite, y siente que si continúa estando solo, entonces se desmoronará. Es por eso que decide aceptar la invitación de Taehyung (aunque sabe que seguramente este solo le ofreció pasar las Fiestas con él y su familia por lástima); y es así como ambos viajan al pueblo natal del menor para pasar las vacaciones juntos, envueltos por los boscosos paisajes nevados de Álamos Ventosos".

EXTENSIÓN: 6801 palabras.

GÉNEROS: Romance, fluff.

ADVERTENCIAS: Ninguna 😀☝️

NOTAS: Feliz casi navidad. La verdad hoy estoy muy triste, publico esto tratando de animarme a mí misma. En fin, la versión original de este OS fue publicada en 2022 como taegi. Perdón si hay errores con los nombres, la verdad esta adaptación fue un poco difícil de hacer por cuestiones técnicas del texto.

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Park Jimin odiaba la época navideña.

Odiaba el incómodo frío decembrino y la humedad de la nieve. La ropa colorida y afelpada. Los insoportables niños gritones jugando con pirotecnia por las calles y los villancicos sonando en todas partes, en cada supermercado, en cada anuncio comercial de TV o de YouTube.

Odiaba la hipocresía de la religión y sus creyentes. La mercadotecnia, las tradiciones absurdas adquiridas a través de la tergiversación de la historia y el consumismo.

Odiaba que todas las personas del mundo de pronto fueran felices, tan estúpidamente felices, como si estuvieran bajo un hechizo. Odiaba que él no podía sentirse así de feliz.

Y por sobre todas las cosas, odiaba a Kim Taehyung.

─ Jingle bell, jingle bell, jingle bell rock. Jingle bells chime in jingle bell time...~

El pequeño restaurante del señor Kwon acababa de cerrar; y mientras el propietario del establecimiento hacía el corte de caja y Jimin trapeaba el grasiento suelo de loza, un alegre Taehyung cantaba, con inglés ligeramente atropellado, aquella canción de Navidad que sonaba en la radio.

─ ... Dancin' and pracin' in Jingle Bell Square. ¡In the frosty air!~

Con las cejas eternamente fruncidas, Jimin observaba a Taehyung bailotear como un niño mientras limpiaba las mesas con un trapo húmedo. ─"¿Cómo puede estar tan feliz haciendo una tarea tan desagradable?"─ se preguntaba. Para él, casi todas las actitudes de Taehyung eran incomprensibles.

Desde que se habían conocido, Taehyung y Jimin tuvieron fricciones. Era claro que no encajaban bien el uno con el otro, porque Taehyung era una persona juguetona, sociable y expresiva, que cada día encontraba motivos para maravillarse con el mundo, y Jimin era un amargado de primera categoría que exudaba aburrimiento y hostilidad por cada poro de su piel.

A pesar de sus diferencias, no peleaban; de hecho, se hablaban muy poco. Solían ignorarse gran parte del tiempo que pasaban juntos (lo cual era toda una proeza, porque eran los únicos meseros del señor Kwon), y aún así, cuando el tedio se hacía insoportable y decidían intercambiar algunas palabras para romper los incómodos silencios, lograban mantener la cordialidad laboral: una cordialidad tensa y a veces picante.

─ ¿Ya casi terminan, muchachos?

─ Ya casi ─asintió Jimin, con una sonrisa seca y la voz calmada─. Solamente me faltan esos metros cuadrados de la izquierda, nada pesado pfff; pero no puedo empezar a trapear por allá porque Taehyung está ocupadísimo bailando y no se apura con las mesas.

Taehyung dejó de cantar y borró su sonrisa tras escuchar la voz de Jimin. Tomó una profunda bocanada de aire y contó mentalmente hasta cinco.

No quería caer en provocaciones. Él no era conflictivo.

─ En un momento─ dijo simplemente, rodando los ojos.

Taehyung era alguien relajado que siempre trataba de dar buena cara y ver lo positivo de las cosas. Había intentado hacerse amigo de Jimin en muchas ocasiones anteriormente, pero este era repelente a más no poder. Sin importar cuántas veces Taehyung trató de entablar conversaciones largas y agradables, el mayor siempre le contestó de forma cortante y sarcástica.

Park Jimin era un altanero total. Taehyung podía intuir, por lo poco que sabía de él, que era un antisocial ermitaño y eso era verdad. Aparentemente, se sentía muy superior a los demás, a tal punto de que prefería la soledad absoluta antes que "desperdiciar" su tiempo conviviendo con cualquier otra persona. Las pocas veces que Jimin abría la boca, era para ser mordaz.

"Odio que vengan veganos a comer aquí. Te tocan".

"Odio atender mesas de parejas, es incómodo. Te tocan".

"Odio atender a familias con niños. Odio a los niños. Te tocan".

A veces Taehyung quería que le explotara una granada militar cerca y le reventara los oídos, porque ya estaba cansado de que todo con Jimin siempre fueran quejas, quejas y más quejas.

Además, cada que Taehyung intentaba preguntar por la vida personal de su compañero o hacerlo reír aunque fuera un poco para quitarle el mal humor, Jimin era déspota. Decía cosas como: "Sé que no te importa mi vida, Taehyung, conmigo no tienes que fingir ser amable para obtener aceptación, a mí me das igual y sé que yo te doy igual también. Así que mejor evitemos las hipocresías".

Jimin no creía que realmente existiera alguien que fuera feliz todo el tiempo; le parecía que la amabilidad de Taehyung era fingida.

A sus ojos, Taehyung únicamente quería llamar la atención y ser alabado. Y le desesperaba eso: que el mundo entero realmente amara a Taehyung solo por existir. Que los clientes recurrentes preguntaran por él y que los nuevos pudieran conversar como si lo conocieran de años. Que vinieran sus amigos de la universidad a visitarlo en las horas laborales y que las chicas bonitas le coquetearan descaradamente. Que todos, absolutamente todos, se pusieran a sonreír como estúpidos solo por tenerlo enfrente.

Taehyung era hechizante como la Navidad. Por eso, Jimin lo odiaba.

Odiaba su voz grave y cálida, su risa entrañable y sus estornudos escandalosos. Odiaba sus chistes y ocurrencias, y los cumplidos que a los clientes les encantaba escuchar de su boca. Odiaba su atractivo rostro, su mandíbula marcada, su alta estatura y la forma perfectamente rectangular en que se mostraban sus dientes cuando sonreía.

Jimin era naturalmente grosero con todo el mundo, no podía evitarlo. Pero con Taehyung era mil veces peor, y en el fondo, sabía que era así porque lo envidiaba. Se empeñaba en tratarlo mal, porque le frustraba que Taehyung sí pudiera ser carismático, sociable, feliz... No como él. Jimin era un "bicho raro" que no pertenecía a ninguna parte.

"¡Vaya tonto! Entonces que se joda él solo" pensó Taehyung cuando Jimin lo hartó.

Fue después de varias semanas aguantando sus palabras ácidas que Taehyung decidió dejar de tratar de ser su amigo, pues era como un callejón sin salida que no iba a llevarlo a ninguna parte. Le bastaba con evitar las peleas, limitarse a trabajar adecuadamente y cumplir sus deberes con el señor Kwon. Después de todo, "Jimin ya no tenía remedio". O eso fue lo que pensó.

Pero los milagros de Navidad siempre han existido. Y para ese momento, Taehyung todavía no se imaginaba que él mismo se convertiría en el milagro de Park Jimin.

─ Listo. Terminé ─anunció cuando hubo limpiado la última mesa. La superficie pulida de polipropileno olía a detergente de pino y menta.

─ ¡Qué bien! ─exclamó Jimin─ Apenas a las 11:30 de la noche cuando se supone que nuestro turno terminaba a las 10, me parece excelente. Y en el último día de trabajo, doblemente excelente.

Jimin retomó su tarea con el trapeador mientras Taehyung se mordía la lengua para no decir una barbaridad y alzaba las sillas de cabeza sobre las mesas para que no le estorbaran a su compañero.

El señor Kwon, por su parte, los observaba con una suave sonrisa. Les había tomado mucho cariño a ambos en los meses que llevaban bajo su mando. Definitivamente los extrañaría durante las vacaciones.

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En la calle el frío nocturno era estático, sin viento; pero helaba y hacía arder la piel. La nieve caía lenta y perezosa.

Jimin se marchó del restaurante en cuanto terminó con sus obligaciones. Taehyung, desde luego, lo consideró una descortesía; pero no lo culpó porque quizá "el amargado Park" estaba apresurado con sus planes familiares por Navidad. Al fin y al cabo, quedaban solo tres días antes de Nochebuena.

Taehyung, en cambio, se quedó hasta el final con el señor Kwon para ayudarlo a cerrar el restaurante y dejar todo ordenado.

─ ¡Hace demasiado frío! ─exclamó frotándose los brazos, tiritando.

─ Hace ─concordó su jefe desde el suelo, mientras aseguraba con candados la cortinilla metálica de su negocio. Solo una puerta enana y angosta en medio de la cortina permanecía abierta. ─ Ya deberías irte, Tae.

─ No se preocupe, lo espero.

─ No, no. Está bien, muchacho. Mejor ve a descansar.

─ Bueno... Le tomaré la palabra solo porque de verdad me estoy congelando.

El señor Kwon rió y asintió.

─ Ve con cuidado.

─ Igual usted. Pase buenas vacaciones, ¡Feliz Navidad!

Taehyung estuvo a punto de comenzar a irse caminando, pero una repentina exclamación de su jefe lo asustó y lo hizo detenerse abruptamente.

─ ¡Ah! ¡Es verdad! ¡Espera!

El hombre se levantó del suelo rápidamente y corrió dentro de la pequeña puerta corrugada, nuevamente dentro de su negocio. Taehyung, desconcertado, se asomó y lo vió perderse detrás del mostrador.

Poco después, Kwon volvió hasta Taehyung y le tendió dos sobres medianos color paja.

─ Es tu bono navideño y el de Jimin. Olvidé dárselo antes de que se fuera... ¿Crees que podrías ir a visitarlo mañana y llevárselo? Lo haría yo mismo, pero esta misma madrugada voy a partir para visitar a mi hijo mayor, entonces no podré.

─ P-pero...

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Taehyung realmente quiso negarse a la petición del señor Kwon, mas su corazón no se lo permitió: Primero, porque su jefe le estaba pidiendo un favor, y Taehyung se sintió obligado a ayudarlo solo por tratarse de su superior. Segundo, porque a fin de cuentas era casi Navidad, y por mucho que Jimin le cayera mal, seguramente iba a necesitar el dinero del bono para comprar regalos o preparar su cena. ¿Qué clase de persona sería si no le daba a Jimin lo que le correspondía solo por una pequeña rivalidad? Tenía que ser profesional.

Él no sabía dónde vivía Park Jimin, pero su jefe en un santiamén le pasó la dirección que tenía registrada cuando lo contrató inicialmente. Solo esperaban que el chico gruñón no hubiera cambiado de domicilio.

Y ahí estaba Taehyung: frente al edificio multifamiliar. Eran las 7:30 de la mañana y el sol besaba su piel tímidamente, pero seguía nevando y los dedos se le entumían debido al frío.

Ciertamente, no quería estar ahí. Así como el señor Kwon tenía sus planes, Taehyung también iba a salir de la ciudad: por la tarde marcharía a su pueblo natal, Álamos Ventosos, para pasar las Fiestas con su familia. Esperaba que el asunto con Jimin terminara lo antes posible y que su compañero no le causara problemas.

─ Buenos días, joven. No es de aquí, ¿verdad? ¿Viene de vista? ─preguntó la portera del edificio una vez que Taehyung se adentró en la recepción.

─ Vengo a ver a Park Jimin, del 201.

─ Oh... ─la mujer cambió su expresión amable por una mueca desagradable. ─ Adelante, supongo, aunque él nunca quiere recibir a nadie. Creí que no tenía amigos... ─murmuró la última oración, pero aún así, Taehyung pudo escucharla.

─ No lo somos.

El chico subió por la escalera de barandal oxidado observando el mal aspecto de las paredes: tenían manchas de humedad y la pintura descarapelada a tramos.

Cuando Taehyung estuvo frente a la puerta de Jimin, sintió nervios. Se tocó el bolsillo por encima del saco, sintiendo el sobre que debía darle a su compañero. Tenía la garganta seca y el estómago cerrado, pero aún así, se armó de valor y tocó tres veces.

─ No me interesa comprar nada, largo ─gruñó Jimin desde el interior; su voz sonando ahogada detrás de la madera destartalada de la puerta.

─ Soy Taehyung. Abre por favor.

─ ¿Kim? ─cuestionó incrédulo─ ¿Qué demonios haces aquí?

─ Te traje algo.

Jimin resopló.

─ No quiero nada de tí.

─ Bueno, no es realmente "de mí". Hoy simplemente me tocó ser tu cartero.

─ Vete.

─ Per-...

─ Déjame solo.

Taehyung bufó.

─ Se trata de dinero, Park ─dijo exasperado─ pero no creo que sea muy conveniente gritarlo a los cuatro vientos. Abreme por favor, para que hablemos tranquilos.

Jimin bufó, o lloriqueó, Taehyung no estaba seguro, pero era claro que su compañero había hecho un sonido de descontento. Después sus brutos pasos se escucharon acercándose, y en menos de un minuto la puerta fue abierta.

─ ¿Qué quieres?

El mayor tenía la cabeza baja y su cabello desaliñado le cubría los ojos. La punta de su nariz era visible parcialmente, y se mostraba bastante roja, en contraste con su extremadamente blanca piel. ¿Acaso estaba enfermo?

─ El señor Kwon me pidió que te trajera tu bono navideño. Olvidó dártelo ayer...

Jimin extendió la mano exigentemente y Taehyung sacó el sobre y se lo tendió.

─ ¿Te sientes bien?

─ Perfectamente ─aseguró mientras tomaba el sobre y hacía el amargo de volver a cerrar la puerta.

Pero Taehyung fue más rápido y se adentró en el departamento con agilidad.

─ ¡Taehyung! ─se quejó el mayor─ ¿Qué se supone que haces? ¡Fuera de mi casa!

─ No te escuchas bien. Tu garganta está gangosa.

─ ¡Pero no es asunto tuyo! ─lo confrontó─ Déjame tranquilo.

Entonces el menor pudo ver su rostro y notó que tenía unas ojeras horribles y que sus ojos estaban hundidos e irritados, como si hubiera estado llorando mucho...

─ Jimin, escucha. Sé que no nos llevamos precisamente bien, pero puedo apoyarte si lo necesitas. Si tienes algún problema o si simplemente quieres que alguien te escuche yo pue-...

─ ¡No! No puedes hacer nada. No te incumbe. No te necesito. Por favor, deja ya de fingir que te importa lo que me pase; solo vete, q-quiero estar solo.

Jimin le dió la espalda y se cubrió la cara con algo de vergüenza porque en sus últimas palabras su voz sonó rota.

"No. No quiero estar solo. Ya no"

─ Jimin...

─ Estoy... Estaré bien. Puedes irte tranquilo.

Taehyung guardó silencio considerando lo que debía hacer. No quería ser un fastidioso-encimoso, pero tampoco quería portarse indiferente ni darle la espalda a una persona que necesitaba su ayuda. Luego estaba el factor de que Jimin no lo quería ahí, y tenía bien sabido que insistir en ayudar a alguien que no quiere ser ayudado podía llegar a ser desgastante e inútil.

Pero su corazón le decía que no lo abandonara. Le decía que... Jimin llevaba mucho tiempo necesitando de su ayuda, siendo incapaz de pedirla.

Taehyung de pronto se dió cuenta de que el departamento de Jimin era demasiado gris, anormalmente gris. Que las paredes y los muebles fueran monocromáticos era una cosa, porque la personalidad de Jimin era así: poco colorida. Pero... Estaban en épocas festivas y no había nada de adornos.

Es decir, debido al reducido espacio, tenía sentido que Park no tuviera un pino (Taehyung tampoco tenía árbol navideño en su pequeño departamento); pero Jimin no tenía nada, absolutamente nada decorativo: ni luces, ni escarcha, ni corona de adviento. Ni siquiera parecía navidad ahí dentro, las cortinas de la única ventana estaban cerradas y no entraba la luz ni se podía ver la nieve del exterior.

Taehyung apretó los labios y, decidido, se dispuso a correr esas opacas y espesas cortinas. El sol mañanero lo saludó tímidamente, aun entre los edificios, y los pequeños copos de nieve aparecieron revoloteando como si danzaran por los aires.

─ ¿Qué haces? ─cuestionó el anfitrión.

─ Quiero que veas ─respondió Taehyung con simpleza ─. Mira lo hermoso que es el día: los copos parecen flores blanquitas desprendiéndose de un enorme árbol de azúcar en el reino de las nubes.

─ El azúcar no se da en árboles, tonto. Viene de la caña.

─ No me estás entendiendo.

─ ¿Será porque dices puras tonterías?

─ Seguramente. Pero escúchame. Ven aquí, hablemos.

Jimin refunfuñó, pero sorprendentemente hizo lo que pidió el visitante y se acercó también a la ventana. Ambos miraban hacia el frente, uno junto al otro, y todavía sin encararse, Taehyung volvió a hablar:

─ No sé por qué estas triste, pero sé que no deberías quedarte aquí encerrado a oscuras. No es por ofender, pero tu departamento es deprimente, y quedarte así solo hará que te sientas peor.

Jimin rió, sin una pisca de gracia en la voz.

─ No tengo a dónde más ir, genio. Y no quiero moverme, estoy cansado.

─ Entonces deberías hacer de tu hogar un mejor lugar para estar.

Taehyung volvió a mirar atrás, sintiendo una opresión en el pecho por lo descuidado que estaba el lugar: no había lámparas, los dos focos visibles colgaban del techo a la intemperie; el techo tenía manchas de moho y las paredes de humedad. El papel tapiz tenía un estampado floral, y aunque se notaba que originalmente era blanco, se veía prácticamente gris por el desgaste y la suciedad, y tenía trozos roídos.

─ ¿Cómo? ─cuestionó irónico Jimin.

─ Pues la lista de cosas que podrías hacer es larga. Pero creo que podemos empezar por decorar un poco. Faltan dos días para navidad y aquí no lo parece. Incluso si planeas ir a visitar a tu familia deberías dejar lindo aquí.

Jimin volteó hacia Taehyung finalmente, con una mirada fulminante y los labios apretados.

─ No planeo "festejar" Navidad. Nunca lo hago. No voy a decorar ni a visitar a nadie. Odio la Navidad.

Taehyung igualmente lo miró. Sus ojos se abrieron exuberantemente y de su boca escapó una exclamación incrédula.

─ ¡¿Por qué?! Eso es una infamia ¡Navidad es...!

─ Es una tontería. ─dijo seco, bajando el rostro.

─ Pero...

─ Pero nada. ¿Qué tiene de bueno la Navidad? Es solo una farsa para que la gente gaste enormes cantidades de dinero en banalidades: en decoraciones que irán a parar a la basura, una cena de una sola noche que cuesta lo de una semana de comidas, regalos estúpidos... etcétera. No voy a gastar el poco dinero que tengo en esas cosas, ni siquiera me alcanzaría. Tampoco tengo a nadie a quién regalarle una mierda. Nunca tuve padre, mi madre está muerta y el resto de mi familia me odia.

Entonces Jimin se dió la vuelta y fue a su recámara para guardar el dinero de su bono.

El menor permaneció mirando por la ventana, impactado tras todo lo que acababa de escuchar. Era la primera vez que tenía una conversación personal con su con su compañero de trabajo... pero no había tenido nada confianza ni de intimidad, solo rudeza.

A Taehyung se le pasaron miles de cosas por la cabeza; quería hacer o decir algo que pudiera reconfortar a Jimin, pero no sabía qué. Lo que sí sabía era que Jimin se estaba haciendo el fuerte, sufriendo en silencio, fingiendo que su corazón era de hielo, cuando evidentemente estaba al borde de quebrarse en miles de pedazos.

Jimin estaba solo, completamente solo; y aparentemente su plan era pasar las Fiestas así de solo, en ese apartamento horrible. ¿Era por eso que había llorado? ¿La Navidad lo hacía sentir tan mal como para que el chico decidiera odiarla?

El pecho de Taehyung dolía. Su corazón le gritaba que no podía quedarse quieto: tenía que actuar de alguna forma para salvar a su compañero, para animarlo y hacer que su Navidad fuera como debía ser: feliz, cálida, mágica. No podía permitir que Jimin se quedara ahí.

Entonces, Taehyung tomó una decisión.

─ ¿Sigues aquí? ─preguntó malhumorado Jimin cuando volvió con él.

─ Ya voy a irme. Pero tú vendrás conmigo.

─ ¿Qué?

─ Vendrás conmigo y no voy a aceptar un "no" por respuesta. Si es necesario, te arrastraré. Quiero que vengas conmigo a Álamos Ventosos.

─ ¿A-... a dónde, dices?

─ A mi pueblo natal. Hoy tenía planeado tomar el tren para ir allá a pasar las vacaciones con mi familia. Pero ahora quiero que me acompañes, así que ¡andando! empaca tus maletas para dos semanas.

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Park Jimin no entendía cómo es que aceptó tan fácil la absurda idea de acompañar a Taehyung.

En un principio se sintió ofendido con la propuesta, pues odiaba cuando las personas le tenían lástima. Sin embargo, en su departamento realmente se sentía muy mal aquel día; más triste de lo que había estado, quizá, en toda la vida.

Desde que comenzó diciembre, el ambiente estaba más frío y más solitario; más devastador. Jimin había llegado al límite de lo que su corazón podía soportar.

La noche antes de que apareciera Taehyung para llevarle su bono navideño, Jimin no durmió nada: pasó la madrugada en vela llorando, luego de despertar de una hermosa y dolorosa pesadilla: Soñó con su madre después de mucho tiempo sin pensar en ella, reviviendo el recuerdo de la última Navidad que pasaron juntos. La nostalgia fue tan aplastante que, al abrir los ojos, sintió que su vida en el mundo real había perdido el rumbo y el sentido.

"¿Por qué sigo vivo?" ─se preguntó─ "Nadie me ama y yo no amo hacer nada en el mundo. Camino como un zombie en esta ciudad llena de sombras sin rostro y cada día me preguntó: ¿qué motivo tengo para seguir aquí?".

Y entonces apareció Taehyung con sus ojos brillantes de compasión y su aterciopelada voz tranquilizadora, a invitarlo a viajar con él. Jimin terminó aceptando, para su propia sorpresa, porque de verdad la idea de quedarse solo en su departamento de porquería otra Navidad más era horrible y le hacía el alma doler.

Si no se distraía, si no hablaba con alguien o miraba otros ojos que no fueran los suyos en el espejo, los pensamientos sobre la muerte hubieran seguido atormentándolo, y Jimin no quiso arriesgarse a enfrentarlos por más tiempo, porque no estaba seguro de ser más fuerte que ellos. ¿Qué tal si lo derrotaban?

─ Hyung, despierta. Hemos llegado.

Jimin se removió cuando Taehyung le habló en aquel tono bajo y reconfortante, mientras sacudía suavemente su cuerpo. Al recuperar la consciencia, se apartó bruscamente, dándose cuenta de que se había quedado dormido recargado en el hombro del menor y prácticamente estaba abrazándolo. Sus mejillas ardieron, tiñéndose de rojo.

─ ¿Y-ya tenemos que bajar? ─preguntó nerviosamente.

─ Pronto. Estamos cerca, pero quise despertarte para que vieras el paisaje.

Entonces Jimin miró por la ventana del tren y sus labios se separaron en una linda forma de letra "O". Las vías que estaban recorriendo atravesaban un precioso bosque de pinos completamente escarchados por la nieve. Pero el camino era serpenteante, subía y bajaba, y de vez en cuando se podía mirar el extenso horizonte: las montañas en la lejanía, completamente arboladas, una laguna congelada y el deslumbrante sol vespertino por encima de todo, resplandeciendo a través de las nubes esponjosas que adornaban el cielo más azul que Jimin jamás había visto.

El panorama se apreciaba tan etéreo como una pintura. Jimin quiso sacar su teléfono para tomar fotografías, pero simplemente se quedó observando embobado, no queriendo perderse ni un solo detalle de la postal. Después de todo, su madre solía decir que "no hay mejor cámara que la memoria". Park Jimin estaba a punto de capturar muchos momentos bellos en la suya.

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Cuando bajaron del tren, cada uno llevando sus maletas, un silencio extraño se instaló entre ambos. Jimin no se sentía incómodo, pero no sabía describir la angustia que de pronto lo invadió al caminar a la par de Taehyung. Taehyung, por su parte, tenía nervios de hacer o decir algo que pudiera romper la tranquilidad.

Era muy rara toda la situación. Después de tanto tiempo llevándose mal, tirándose indirectas e ignorandose en el trabajo, ahora Jimin estaba acompañando a Taehyung a la casa de sus padres como si fueran amigos íntimos. ¿Tenía siquiera sentido?

Caminaron fuera de la estación y Taehyung le advirtió al mayor que tendrían que seguir a pie por un buen rato una vez que abandonaran el pequeño poblado en que se encontraban.

─ Álamos Ventosos está un poco más arriba, a las faldas de aquella montaña ─dijo─. Es el pueblo más remoto que hay en la zona.

Entonces cruzaron a pie un sendero extenso que estaba en medio de enormes árboles esbeltos de pálida madera. Sus hojas eran anchas y el follaje, largo y recto, se agitaba suavemente presumiendo la bella escarcha que todo lo cubría.

Taehyung dijo que ese lugar se llamaba "El sendero de los álamos muertos", aunque no sabía la razón, pues esos árboles estaban claramente vivos, a pesar de la fría nevada, y crecían hermosos.

A veces tenían que hacerse a un lado porque un par de autos también pasaban por el sendero en dirección al pueblo o salían de él.

Jimin, mientras más avanzaba, más sentía que su corazón se agitaba. La ansiedad lo estaba consumiendo, porque sabía que cada segundo estaba más cerca de conocer a los Kim.

Jimin era un grosero por naturaleza, y eso anteriormente no era algo que le importase cuidar, mucho menos cambiar. Pero ahora necesitaba dar una buena impresión, porque su compañero había tenido la amabilidad de invitarlo y lo que menos quería era incomodarlo con sus seres queridos. ¿Cómo iba a pagarle con la moneda de la ingratitud a la persona que le había obsequiado tan hermosos paisajes, que quedarían vivos en el álbum de sus recuerdos quizá para siempre?

Jimin se prometió mentalmente dar lo mejor de sí para no arruinarle la Navidad a Taehyung. Intentaría dejar su actitud amargada solo por él, para sus adentros; solo mientras estuvieran ahí, en las montañas, donde todo era bello y la fealdad del mundo y de su miserable vida solitaria parecía dejar de existir.

Antes de que se dieran cuenta, llegaron a Álamos Ventosos.

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La casa de los Kim parecía de juguete. Era pequeñita, perfectamente cuadrada, de ladrillo rojo y con un tejado piramidal bastante pintoresco.

La familia de Taehyung recibió al visitante con calidez. Jimin nunca se había sentido tan bienvenido; rodeado de sonrisas, abrazos, halagos y comida deliciosa. Le ofrecieron la habitación más grande de la casa para que se instalara y lo integraron con naturalidad a sus actividades Navideñas.

Jimin, sin haberlo imaginado, se encontró a sí mismo horneando galletas con la señora Kim, decorando la casa con los hermanos de Taehyung y ayudando a preparar la cena de Nochebuena, entre otras cosas.

Taehyung lo había presentado simplemente como "un amigo del trabajo", pero el trato que se le dió fue como si se tratara de otro miembro de la familia. Y aunque Jimin seguía sintiendo que convivir con otras personas era difícil y agotador, con los Kim se sintió muy a gusto desde el comienzo. Había planeado fingir sonrisas, pero fingir fue realmente lo último que hizo.

El "amargado" Park Jimin descubrió muchas cosas nuevas. Descubrió, por ejemplo, que no todos los niños eran odiosos e irritantes. Pasó horas y horas jugando con los pequeños sobrinos de Taehyung: los intrepidos mellizos Ryujin y Beomgyu, el tímido Soobin, el dulce Sunoo y el pequeño bebé risueño Hwanwoong.

─ ¿Me acompañas por leña?

La tarde del 24 de diciembre, Taehyung tomó un hacha con mucha precaución y Jimin fue detrás suyo empujando una carreta. Salieron al bosque, subiendo un poco la montaña, y Taehyung entabló una pequeña conversación sobre la forma correcta en que se debe talar los árboles.

─ ...Entonces tienes que colocar los brazos en esta posición, con cuidado, y das el hachazo de un solo golpe. Mira, así...

Colectaron la leña necesaria y luego emprendieron el camino de vuelta a "la casita de juguete". Pero Jimin iba cabizbajo.

Taehyung dejó de parlotear sobre las características de la madera de álamo cuando un sollozo del mayor se hizo escuchar.

─ Hyung... ¿Estás llorando? ¿Qué pasa?

Jimin se cubrió el rostro con ambas manos, y cuando Taehyung tuvo el atrevimiento de abrazarlo, no se apartó.

─ ¿Qué diablos pasa contigo? ¿Por qué eres así? ─lo cuestionó.

─ ¿Qué? No entiendo...

─ ¿Por qué me tratas tan bien?, ¿por qué me haces plática? ¿Por qué me invitaste aquí, para empezar?

─ Jimin...

─ Desde que llegué, me he sentido tan feliz y tan acompañado que comienzo a pensar que este bosque, este pueblo, es mágico como en un cuento de hadas. Todo es tan bonito... Y no comprendo por qué quisiste compartir conmigo este bello trozo de tu vida.

─ Lo hago porq-...

─ No me interrumpas. Quiero... Quiero contarte cómo me siento de principio a fin. Ya que estoy llorando como tonto, quiero sacarlo.

─ Está bien, está bien. Te dejo hablar.

Jimin sorbió su nariz y asintió. Se separó del abrazo de su menor y lo miró a los ojos con franqueza.

─ Para empezar quiero... Dis-disculparme. Quiero que me perdones por todo.

─ Tranquilo, no tienes...

─ Sí tengo qué. He sido una mierda contigo todo este tiempo porque siempre te he envidiado: porque eres agradable, y todos te quieren, y siempre estás feliz. Siento que eres una persona que nació sabiendo cómo vivir la vida. Y yo... Yo sigo sin saber, nunca lo aprendí. No sé cómo relacionarme con la gente, no sé cómo ser feliz. Estoy "amargado" porque no pude terminar de estudiar tras la muerte de mi madre y el resto de mi familia me vió como una carga, así que me alejé de ellos, y me condené a mí mismo a trabajar en algo que odio porque no puedo sobrevivir de otra forma.

─ Yoon...

─ Y justo cuando me sentía más miserable, tú me trajiste a tu hogar, me integraste con los tuyos y me hiciste sentir acompañado. Creeme que te estoy y siempre te estaré agradecido.... Pero... Pero... No puedo evitar tenerte aún más envidia ahora, porque me doy cuenta de lo hermosa que es tu vida y no puedo evitar amargarme más con la mía.

Taehyung bajó la cabeza, no sabiendo cómo responder ni qué pensar.

Jimin volvió a sollozar, sus lágrimas caían imparables sin importar cuánto se tallara los ojos para limpiarlas.

Siguió hablando.

─ Envidio que tengas a una familia tan cálida y amorosa. Envidio que tu madre te haya dado a probar la cuchara con la que mezcló la masa de las galletas como si fueras un niño. Envidio que vivas aquí, en este lugar tan bonito. Envidio que a pesar de que trabajes por la tarde, tu sí puedas estudiar la universidad, y que no tengas que ser un mesero por el resto de tu vida.

Y entonces sucedió lo inimaginable: Jimin se adelantó unos pasos y esta vez abrazó él mismo a Taehyung.

─ Por eso quiero pedirte perdón... Porque no es justo que yo te siga guardando tanto resentimiento cuando lo único que has hecho por mí es intentar compartirme un poquito de tu felicidad. Y me hace sentir mal, demasiado mal, que ese resentimiento no se va. Lo siento mucho.

Taehyung correspondió al abrazo, sosteniendo a Jimin con fuerza y acariciando su espalda. Jimin se sentía muy pequeño y frágil entre sus brazos, le hacía desear protegerlo por siempre y aliviar su dolor.

─ Jimin... Basta. No te culpo por nada. No tienes que disculparte. Y te agradezco mucho que me cuentes cómo te sientes, que seas sincero. ¿Sabes? me gusta mucho eso de tí: tu franqueza.

El frío del bosque era demasiado denso, incluso usando abrigo. Por eso el calor de Taehyung se sentía tan reconfortante, como un refugio, y Jimin se pegó lo más posible a él y frotó la mejilla en su pecho.

─ Pero Jimin... ─prosiguió mientras acariciaba los cabellos de la nuca del mayor─ Creo que es importante que sepas una cosa: mi vida no ha sido de color de rosa como seguramente te imaginas. Sé que soy afortunado por la familia que tengo, pero hemos pasado por cosas difíciles, como todo el mundo. Ya que tú me has contado tu vida, creo que es justo que yo también te hable acerca de la mía.

Los Kim ahora tenían una casa acogedora, pero no siempre han sido así. Taehyung era el menor de cinco hermanos, y sus padres, cómo mucha gente en Álamos Ventosos, no tenían los recursos suficientes para una calidad de vida adecuada al ser una familia tan numerosa. La bonita casita de juguete en que vivían, la habían construido ellos mismos con sudor y lágrimas, a lo largo muchos años. El propio Taehyung tenía un problema en la cadera actualmente por haber cargado tantos ladrillos y bultos de cemento sobre la espalda desde los 12 años.

Namjoon y Seokjin, los hermanos mayores, comenzaron trabajar desde los 15; aunque eventualmente también las chicas, Jisoo y Jennie, tuvieron que buscar la forma de ganar ingresos. Taehyung siempre fue el pequeño príncipe de todos, el más mimado y el más soñador. Sus hermanos se sacaban el pan de la boca para dárselo a él, y conforme fue creciendo y obteniendo calificaciones altas, toda la familia se esmeró en mandarlo a vivir a la ciudad para que pudiera estudiar y obtener un título. Era el orgullo de los Kim, porque era el único que había llegado así de lejos.

Por desgracia, en su universidad no todo era perfecto. El clasismo era difícil de sobrellevar, y aunque había hecho grandes amigos, a veces era duro soportar comentarios de burla o ser llamado "pueblerino" cómo si sus orígenes fueran algo de lo que debiera avergonzarse.

Por otro lado, estudiar y trabajar al mismo tiempo sonaba como un plan muy productivo, pero era verdaderamente agotador. Taehyung dormía muy poco y se esforzaba al máximo. Había días en que el estrés lo consumía y otros en los que se sentía tan frustrado que quería simplemente abandonar el estudio y volver a casa con sus padres.

─ ...Pero rendirme no sería una buena forma de agradecer todos los sacrificios que mis hermanos y mis padres han hecho por mí, ¿verdad?

─ Verdad.

Cuando Taehyung hubo concluido su pequeño relato acerca de la trayectoria de su vida, Jimin se sintió mucho más cercano a él: ahora sabía que no tenía una vida perfecta, que era un chico como él, cómo todos, que lloraba y que sangraba, que conocía el dolor.

Pero todavía tenía una duda.

─ ¿Cómo lo haces, Tae?

─ ¿Hacer qué?

─ ¿Cómo haces para mantenerte tan alegre incluso cuando las cosas se ponen difíciles?

Taehyung sonrió suavemente, y acarició la cabeza del mayor, haciéndolo sentir chiquito.

─ Dejemos la leña aquí, ¿está bien? Deben estarnos esperando. Es Nochebuena, ¿recuerdas? Hay que ir a la cena.

─ Pero...

─ Responderé tu pregunta mañana, cuando abras el regalo que preparé para tí.

Jimin abrió los ojos con sorpresa; un gesto culpable y angustioso se apoderó de su rostro.

─ Yo no tengo nada para ti...

Taehyung alzó los hombros en un gesto despreocupado, y tomó la mano de Jimin para llevarlo dentro de la casa, sin saber que esa acción había sonrojado furiosamente a su hyung.

─ Yo no necesito un regalo. A mí me bastará saber que pasaste una buena Navidad. Eso es todo lo que quiero.

Jimin sonrió como no había sonreído en años, cosa que lo avergonzó un poco, así que se acomodó la bufanda para ocultar lo más posible su rostro de Taehyung.

Dos corazones latían frenéticos.

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La cena, en la que todos habían cooperado, fue una auténtica delicia y estuvo llena de risas. La felicidad podía respirarse en el aire, y desde luego, saborearse en cada bocado.

Y aunque Jimin todavía no lo sabía, algo nuevo estaba surgiendo: afuera, aún a pesar de la nieve, la flor más resiliente de las montañas brotaba de la tierra y abría su capullo violeta retando al frío, a la monocromía y al dolor...

Las miradas entre Jimin y Taehyung se cargaron con una "chispa" nueva y especial.

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Al día siguiente, en la mañana de Navidad, los niños despertaron al resto de los habitantes de la casa estruendosamente. Gritaban y gritaban emocionados yendo a ver lo que les trajo Santa Claus.

Los mayores, con más templanza, también fueron eventualmente al pie del árbol para desenvolver los obsequios que tenían sus nombres. El ambiente era dulce como el caramelo.

Jimin creyó que únicamente recibiría un regalo, es decir, por parte de Taehyung. Pero grande fue su sorpresa al encontrar que todos los miembros de la familia le habían obsequiado algo: los señores Kim le dieron una caja de galletas, Namjoon y su esposa Hyejin un libro, Seokjin un suéter bonito, Jennie una bufanda y Jisso y su marido un peluche de gatito. Hasta los niños le habían hecho tarjetas y dibujos.

Jimin los abrazó a todos y se disculpó mil veces por no regalarles nada a cambio, pero el padre de la familia dijo "Tu presencia es un regalo" y todos los demás estuvieron de acuerdo.

Jimin, inevitablemente, comenzó a llorar sin control. Taehyung lo envolvió en sus brazos para consolarlo.

─ Tranquilo, tranquilo... Debes calmarte, hyung. Si estás llorando ¿cómo vas a abrir mi regalo?

Dentro de la caja que le entregó Tae, Jimin encontró un adorable trenesito de juguete. Era solamente la locomotora, y aunque el metal estaba un poco desgastado, cada minúsculo detalle de su pintura era muy hermoso. Tenía un pequeño mecanismo de cuerda que hacía moverse a la biela y las ruedas, para que el tren de verdad pudiera avanzar. Cuando Jimin oprimió un botón, el techo de la locomotora se abrió, mostrando que en realidad el "juguete" tenía la función de ser como una cajita.

─ Adentro traía chocolates ─comentó Tae─. Lamento no haber guardado alguno para tí, pero me los comí todos hace como veinte años.

─ ¿Veinte años?

─ Sip. Masomenos ─Taehyung dió un largo y profundo suspiro antes de seguir hablando. Estaba nervioso─. Te prometí una respuesta, y aquí la tienes: consigo mantenerme positivo porque me gusta pensar que, mientras no me falte nada escencial como comida, agua, techo y ropa, todo lo demás es un regalo. Y a veces incluso una cosa extremadamente simple, como una caja de chocolates bien decorada, puede ser un grandioso regalo, mientras un niño pueda usarla de juguete.

Jimin sonrió suavemente. Taehyung estaba sonrojado y se veía realmente tierno ante sus ojos.

─ Verás... Cuando era pequeño, mi familia no tenía dinero suficiente para darnos regalos. En toda mi infancia no tuve más que dos o tres juguetes, que eran también de mis hermanos. Y recuerdo que una vez, un 25 de diciembre, le pregunté a Seokjin si yo era un "chico malo", porque jamás recibía visitas de Santa Claus. Todos mis hermanos me aseguraron que yo era un buen chico, y que me merecía muchas cosas buenas. Me prometieron que todas las acciones buenas eran recompensadas tarde o temprano, así que aunque no fuera premiado en ese momento, en mi futuro debían esperarme cosas brillantes. Horas después fuimos al centro del pueblo para ver los fuegos artificiales, y ahí, tirado en el quiosco, estaba este trenesito. Me lo quedé, porque realmente pensé que era un regalo que finalmente había sido mandado a mí... Y cada que lo veo pienso en lo feliz que fuí esa noche con algo tan simple, con algo que había sido perdido o abandonado, que no estaba destinado a ser mío.

» Luego descubrí que la locomotora se abría y que adentro había chocolates, y entonces me puse aún más feliz. ¿El regalo había sido el juguete o los chocolates? Ambas cosas se sentían especiales, y de hecho, ambas lo eran por igual, porque yo no las necesitaba, ¿comprendes? Las dos eran "extras".

» Cuando estuve entrando en la adolescencia y mi pensamiento comenzó a perder inocencia, confieso que sentí lastima de mi "Yo" infantil. Al mirar mi pequeño tren con otros ojos, sentí vergüenza de mi pasado, de mi pobreza y de mi ingenuidad, por lo que lo guardé en el fondo de mi ropero con la esperanza de olvidarlo, de no volverlo a ver nunca más.

» Evidentemente, lo reencontré, años después, y entonces tuve que afrontar que el pasado no se puede borrar. Comencé a abrazar ese pasado y a abrazarme a mí mismo. ¿Sabes? El niño-Taehyung no era tonto; él simplemente era feliz y sencillo, agradecía lo poco que tenía y estaba ilusionado por avanzar hacia el futuro, sea cual fuere el futuro. ¿Por qué habría de avergonzarme de él? Este tren no me lo robé, simplemente aproveché algo que alguien más había perdido, y que posiblemente iba a terminar en la basura si yo no lo recogía. Ahora que soy adulto, pienso que es un recuerdo lindo, y me siento afortunado. Quizá de niño tuve pocos juguetes, pero nunca me faltó alimento ni amor de mi familia. Me gusta pensar que este tren es un recuerdo de resiliencia, que mirarlo me hace fuerte, porque me recuerda estar agradecido de lo que poseo en el presente, y me da esperanza de que vendrán mejores cosas después.

─ Taehyung... Dios, no puedo aceptarlo, es demasiado especial para tí...

─ Precisamente por eso quiero que te lo quedes.

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La noche del Año Nuevo, Jimin tuvo un solo deseo y un solo propósito: aprender a vivir como Taehyung.

Él también quería que las cosas simples fueran bellas y mágicas ante sus ojos, como un regalo. Él también quería comenzar a ser feliz...

Cuando el reloj marcó las 0:00, y dió inicio el año 2023, toda la familia Kim estuvo muy ocupada celebrando, abrazándose y gritando. Nadie se dió cuenta de que Taehyung y Jimin habían unido sus labios en un beso lleno del más puro amor: un amor que solo ansiaba ansiaba cuidar y curar.

Y cuando finalmente se terminaron las vacaciones y tuvieron que despedirse de los Kim y partir a la estación de trenes para volver a sus vidas en la ciudad... Jimin tuvo miedo de que toda la magia se quedara en Álamos Ventosos... Pero no fue así.

La magia viajó a su lado, en forma del apuesto chico que tomaba su mano, y que no la soltaría jamás.

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