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4. Sangre sobre las gardenias

RESUMEN: "Hay sangre sobre las gardenias", murmuran las voces del pueblo. ¿Qué demonios significa eso? Jimin no quiere saberlo, pero lo descubrirá.

EXTENSIÓN: 1013 palabras.

GÉNEROS: Suspenso, angustia, ambientación antigua pero geográfica e históricamente imprecisa.

ADVERTENCIAS: Asesinato referenciado.

NOTAS: Historia inspirada en un fanart. La versión original (kooktae) está publicada en este perfil desde 2023.

"Hay sangre sobre las gardenias"

¿Qué demonios significaba eso? Jimin se lo seguía preguntando mientras recorría el pueblo en su caballo, ya de regreso a la hacienda de su familia.

Acababa de comprar unas especias que le solicitó su madre: romero, tomillo, hierbabuena y manzanilla.

Luego de pagar, se despidió de la vieja mujer de la botica dándole las gracias, y ella le entregó las hierbas amablemente, en una bolsa de tela.

─ Hay sangre sobre las gardenias ─dijo ella.

Jimin se sintió desconcertado y un poco asustado. Sin entender ni un poco de lo que significaba aquella oración, salió apresuradamente del establecimiento y subió a su caballo para alejarse lo antes posible de la mujer y poder desprenderse de la sensación tan incomoda que tuvo ahí frente a ella.

Lo invadió una inquietud aún peor una vez afuera, porque recordó que, según le había contado su madre, la dueña de esa botica había muerto recientemente.

Sintió que acababa de hablar con un fantasma.

Pero cuando ese pensamiento tomó forma, de inmediato negó para sí mismo. No. No pudo ser un fantasma. ¿Qué tontería era esa? Seguramente solo era una mujer distinta, una parienta o amiga de la difunta señora, que ahora se hacía cargo de la tienda.

A pesar de su propia deducción y de sus intentos por tranquilizarse, no pudo eliminar la incomodidad. No podía borrar de su memoria el inquietante momento en que ella le habló, el sonido lóbrego de su voz, y el tacto frío de su mano cuando le entregó las especias.

Así iba, cabalgando inquieto, mientras su mente se seguía preguntando por qué la mujer había dicho aquellas palabras tan extrañas.

─ Una moneda, mi Señor, por el amor de Dios...

Solo salió de su ensimismamiento y bajó la vista cuando escuchó una voz infantil a su costado. Una niña como de ocho años estiraba la mano en su dirección.

Jimin sacó una moneda de un sueldo del bolsillo de su abrigo y la dejó caer suavemente, para que ella pudiera tomarla.

Pero esa pequeña, en lugar de pronunciar únicamente la palabra "gracias", dijo:

─ Hay sangre sobre las gardenias.

Jimin sintió que su cuerpo se ponía tenso y un escalofrío recorrió su columna vertebral. Sacó su fusta y golpeó al caballo para salir de ahí rápidamente.

El caballo pudo recorrer varios metros en pocos segundos y pronto Jimin se encontró a los límites del pueblo, es decir, en la entrada del bosque.

Suspiró, sus talones se movieron para chocar las espuelas en la piel del caballo dos veces, indicándole que debía bajar la velocidad.

Sentado en el suelo, recargado en un árbol a la orilla del sendero, se encontraba dormitando un hombre de avanzada edad; seguramente se había pasado la noche alcoholizado, a juzgar por las botellas vacías que tenía a su lado.

Al escuchar el trotar del caballo de Jimin, este hombre pareció despertar y levantó la vista hacia el joven Señor. Sus ojos amarillentos y vidriosos le indicaron a Jimin el muy mal estado en que se encontraba, pero la sonrisa bobalicona de su rostro le causó gracia, así que él también le sonrió.

Entonces el hombre habló, arrastrando las palabras.

─ Hay sangre sobre las gardenias.

Jimin sintió que la boca se le secaba y que un frío desagradable invadía todo su cuerpo. Nuevamente comenzó a galopar a toda velocidad y esta vez no volvió a detenerse ni a mirar atrás en ningún momento.

Cruzó el bosque rápidamente todavía en completa desesperación.

Solo pudo respirar tranquilo cuando llegó a la hacienda Park. El terreno familiar fue reconfortante: estaba finalmente en su cosecha, su jardín, su casa.

A un costado, al fondo del sembradío, podía ver sus establos. Sonrió al pensar en la persona que seguramente lo estaría esperando allá: Taehyung.

Taehyung... su sirviente, su amigo, y también su amante.

Recientemente habían entablado una especie de relación secreta y hermosa, razón por la cual Jimin era inmensamente feliz. Siempre se veían en los establos por la tarde, pues era un lugar que estaba vacío generalmente y ahí podían intercambiar libremente palabras de amor y besos fugaces.

El joven condujo su caballo a los establos, añorando repetir esas muestras de afecto, y su corazón latió aceleradamente cuando, efectivamente, pudo ver a Taehyung dentro, esperando por él.

Taehyung le sonrió en cuanto lo avistó. Se acercó y tomó las riendas del caballo al tiempo que Jimin se inclinaba para tomar suavemente su rostro y besar su boca.

Luego del beso, aún con el pecho retumbante, Jimin sintió que Taehyung lo sostuvo de la nuca con firmeza para mantenerlo cerca y entonces susurró sobre sus labios:

─ Hay sangre sobre las gardenias.

Jimin se separó abruptamente, nuevamente aterrado, desconcertado, horrorizado.

El rostro de su amante se había vuelto inexpresivo y vacío. Ya no podía ver ningún amor derramándose de sus ojos.

Y después... Desapareció. Taehyung se desvaneció en el aire como una ilusión.

Jimin bajó del caballo lo más rápido que pudo y corrió fuera de los establos, con el cuerpo temblando de la cabeza a los pies.

Corrió y corrió hasta que llegó al jardín privado de su madre, detrás de la casa, donde ella cultivaba minuciosamente varios tipos de flores preciosas.

El arbusto de las gardenias estaba ahí: la sangre manchaba de un rojo espantoso a esas bellas flores que deberían ser blancas y pulcras. Jimin no entendía, o más bien, no quería entender lo que eso significaba. Pero aún así, se armó de valor y se acercó más.

Así, finalmente lo vió. Dentro del arbusto, hundido entre las flores, yacía un cuerpo sin vida.

Era él.

Era él, Jimin. Un charco de su propia sangre se había formado en el pasto debido a la enorme herida que tenía en el pecho.

Fue entonces cuando Jimin, es decir, el Jimin que estaba de pie, pudo recordar.

Recordó que su supuesto amor, Taehyung, lo había asesinado ahí, clavándole un puñal como un cobarde, después de haberlo convencido de que robara dinero y joyas a su madre, con la mentira de que iban a ocupar aquellas cosas de valor para escapar juntos.

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