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Dueto (1)




(En esta historia, hay algunas palabras en portugués; si necesitas traducción, la encontrarás al final de cada capítulo.)

La jornada laboral empezaba mal. Llegaba tarde, tardísimo. Colgó la chaqueta en el perchero y se cambió de ropa rápidamente. Ruth iba a matarla.

Ocupó su sitio tras la barra a la espera de su merecida bronca, que no tardó en recibir, aunque fue bastante más suave de lo que se temía:

- Andrea, por favor, es la tercera vez que te presentas tarde en lo que va de mes. ¿Piensas arreglar esa carraca de moto que tienes o es que pretendes que te despida?

- Lo siento, Ruth, te prometo que no volverá a pasar.

-  Eso espero, nena, porque eres mi mejor camarera y no querría tener que prescindir de ti –Ruth sonrió y le dio una palmada en el trasero-. Vete a atender mesas, anda.

El R'n'Me era conocido por su excelente música en directo y la calidad de sus cócteles. Cada noche un artista diferente amenizaba el ambiente mientras la propia Ruth en persona se aseguraba de que todo funcionase a la perfección. Andrea recorrió la sala anotando mentalmente las órdenes de los clientes y volvió a la barra para pasárselas a Sheila, cuya capacidad para preparar brebajes era otra de las atracciones del local. Acostumbrada como estaba a trabajar con música de fondo, ni siquiera prestó atención a los sonidos provenientes del pequeño escenario hasta que oyó uno diferente a lo habitual.

- Essa menina mulher da pele preta, ah, não está me deixando dormir sossegado...

La profunda voz masculina entonaba con delicadeza, como si besase cada sílaba que escapaba de sus labios. Andrea cerró los ojos y se dejó llevar durante unos segundos, con las manos apoyadas en la barra, pero Sheila la hizo salir de su ensoñación.

- ¡Eh, Andrea, despierta! Aquí tienes un "K.O. Técnico", dos "Sex on the roof" y un "Virgin Mary".

- Ah, sí, ya voy...

- ¿Qué pasa? ¿Ya has alucinado con el nuevo? La verdad es que tiene una voz de las que no se suelen encontrar, ¿eh? -señaló con la barbilla hacia el escenario, donde el artista de la noche había comenzado a interpretar su primera pieza, un tema original de Jorge Benjor.

Andrea se giró con la bandeja en la mano y le observó: era muy corpulento, tanto que el taburete en el que estaba sentado parecía poca cosa bajo sus piernas, y la larga melena color miel le caía sobre la cara, impidiendo apreciar bien sus rasgos. Sus manos, nudosas y fuertes, acariciaban la guitarra sin esfuerzo; ella pensó que podría hacerla astillas con solo apretar un poco.

- ¿Quién es? -preguntó, sin dejar de mirarle.

- No me acuerdo de cómo se llama, estará en el cartel de la entrada. Es brasileño y no tiene ni papa de español, es muy gracioso oírle chapurrear -respondió Sheila, preparando la orden que le traía otro camarero.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

Conforme el bar se iba llenando de gente, Andrea se concentró en el ritmo frenético de trabajo que la noche del viernes exigía, aunque de tanto en tanto se detenía para deleitarse con aquella voz, que cantaba con suave acento. No conseguía verle la cara, oculta tras esa tremenda cortina de cabello, pero distinguía su boca dibujando una a una las notas de "Road trip", de Valente Bertelli.

- ¡Andrea! ¡Llévale esto al artista! –llamó Ruth, colocándole en la bandeja un zumo de tomate y un vaso de agua.

- ¿Un chico sano? –ironizó ella.

- Sano no sé, pero con ese tamaño, yo apostaría a que se merienda un jabalí... -aventuró Sheila, con los ojos fijos en el diámetro de sus brazos.

Andrea subió al escenario por un lateral y dejó las bebidas en la pequeña mesa situada en un rincón. Él se giró levemente, sin dejar de tocar, y asintió con la cabeza en un gesto de agradecimiento que ella respondió con una sonrisa.

Por fin, llegó la hora de recoger. Las luces se encendieron y el personal se afanó en dejar las mesas, el suelo y el menaje listos para la noche siguiente. El músico descendió del escenario, guitarra en mano, y se acercó a la barra.

- Obrigado.

Al girarse para ver de dónde provenía la voz, Andrea chocó con el pecho del chico. Elevó los ojos y retrocedió, avergonzada. ¿Pero cuánto medía?

- Solo hacía mi trabajo –contestó con modestia, y continuó limpiando la barra.

- Me llamo Aldebarán, e você? -preguntó él, con una sonrisa.

Ella se apartó un mechón de cabello de la frente y le miró. Más de dos metros, se respondió a sí misma, mide algo más de dos metros. Su expresión amistosa contrastaba con sus rasgos, tan marcados y masculinos que llegaban a intimidar y, sin embargo, no parecía tener más de veinticinco o veintiséis años.

- Andrea, encantada.

- Prazer -respondió, en su lengua natal.

- O sea, que de verdad eres brasileño... -dejó caer ella.

- Nascido e criado -dijo él en tono bromista-. ¿Me diz algún sitio para jantar por aquí?

- Pues... A estas horas hay pocos abiertos, pero conozco uno que está las veinticuatro horas, ¿te digo cómo llegar?

- Eu... Vou me perder... ¿Y si me acompañas? Yo invito.

- Venga, vale. Dame diez minutos para terminar de limpiar y cambiarme.

Salieron del pub en dirección al sitio que Andrea había mencionado; estaba a la distancia de un paseo, así que utilizaron el trayecto para conocerse un poco. Él estaba aprovechando su talento musical para viajar por Europa de manera independiente y había llegado a España hacía apenas dos semanas, procedente de Portugal; en unos pocos meses, cuando hubiese hecho turismo por el país, emprendería el camino hacia Francia: quería conocer la Costa Azul y adentrarse en el continente. Al comentarle lo mucho que le sorprendía que entendiese su "portuñol", Andrea le explicó que se debía a que solía escuchar bossa nova y MPB.

- De hecho, me quedé loca cuando te escuché cantar "Menina mulher da pele preta", porque me encanta esa canción...

- Qué bueno, porque conheço muitas e posso cantar para ti -respondió él, abriendo la puerta del restaurante para cederle el paso y provocándole un escalofrío con aquella voz grave.

Cenaron sin prisa, conversando hasta que los sándwiches casi se les quedaron fríos y Andrea cayó en la cuenta de la hora que era:

- ¡Madre mía, son más de las cuatro! ¡Y mañana tengo que madrugar!

- Pois, garota, tienes que ir deitar -contestó él.

La acompañó de vuelta al pub para que cogiese la moto, y esperó mientras ella sacaba el casco y guardaba el bolso.

- ¿Quieres que te acerque a algún sitio?

- Não, moro aqui pertinho -respondió él, provocando en Andrea una mezcla de tristeza, por separarse de él, y alivio, porque en realidad no estaba segura de ser capaz de controlar la moto llevando a un chico de más de cien kilos como acompañante.

- ¿Tocas mañana?

- Sí, y tú, ¿trabajas?

- Buf, sí. Te veo mañana, entonces -le sonrió, se ajustó el casco y arrancó.

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Obrigado: gracias.

E você?: ¿Y tú?

Prazer: Encantado.

Nascido e criado: nacido y criado.

Diz, jantar: dices, cenar.

Eu... Vou me perder...: Yo... voy a perderme...

Conheço muitas e posso cantar para ti: me sé muchas y te las puedo cantar.

Pois, garota, deitar: pues sí, chica, acostarte.

Não, moro aqui pertinho: No, vivo aquí cerquita.

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