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Cosplay (y 5)

Una última pasada de tinte verde y Joker estaba listo para triunfar en la "cómic-con". Se miró al espejo y sonrió exageradamente; a pesar de poder presumir de una dentadura blanca y regular, el maquillaje facial hacía que los dientes se viesen un poco amarillos...  Los frotó con los dedos, intentando hacerlos brillar, y repitió la mueca. Ahora estaba algo mejor.

- Aioria, ¿cómo vas? Hemos quedado con las chicas allí... -Shaka se asomó por la puerta del baño y entró para ajustarse el sombrero.

- Shaka, es una pena que al final no vayas de Poison Ivy... no he visto nunca un hombre capaz de caracterizarse de mujer de una forma tan femenina -confesó su amigo.

- La verdad es que sí que se me da bien, igual debería dedicarme a ello profesionalmente -rio él.

Este año, por fin, habían conseguido ponerse de acuerdo en un tema común para todo el grupo: villanos de Batman. Incluso Shaka y Mu se habían repartido los papeles, asegurándose de no coincidir, de modo que Shaka era un sonriente Enigma y Mu llamaría la atención como Mr. Freeze.

- ¡Salid de ahí ya! ¡Vais a romper el espejo con esas caras!

- Angelo, la paciencia no es tu fuerte -aseveró Shaka-. Es lo que tiene quedar para arreglarnos todos juntos, que el baño se llena...

El italiano lanzó una moneda al aire, muy en su papel de Dos Caras, y sonrió:

- Si sale cara, despejas el baño; si sale cruz, entro y nos apañamos como sea.

Tras algunos empujones para coger sitio frente al espejo, todos dieron por terminada la sesión de retoques y bajaron al coche. Aldebarán conducía, como el año anterior, caracterizado como Bane. Los cinco se apretujaron en el habitáculo, preparados para encontrarse con sus amigas, que también habían accedido a disfrazarse a tono. De hecho, cuando llegaron al recinto ya les estaban esperando:

- ¡Angelo, cariño! ¿Por qué estás tan tapado? -interrogó la chica vestida de Catwoman en tono de decepción, besándole los labios.

- Mi amor, no sufras, lo he hecho para que no tengas que pasarte el día apartándome admiradoras de encima... -respondió él mientras la abrazaba.

-¡Gatito! -Sonia, imitando a Harley Quinn, prácticamente saltó sobre Aioria para besarle.

- Mi reina... Nunca había tenido tantas ganas de morrear a una loca -bromeó Joker.

- Bueno, ¿va o no va esa foto de grupo? -pidió Aldebarán, cuando todos se hubieron saludado y admirado los disfraces del resto.

Durante aquellos meses, ambos grupos habían continuado quedando y de esas citas habían salido parejas como la que formaban Angelo y Catwoman, o Mu y Poison Ivy. Mientras pasaban juntos el control de entrada, Aioria pensó en cuán diferentes eran sus impresiones un año antes: el hastiado y aburrido Chat Noir que accedía a regañadientes a los planes de sus amigos era ahora, gracias a su Reina Aguijón, un hombre feliz y enamorado que había pasado dos semanas buscando el tono exacto del chaleco de Joker para no desentonar de su pareja.

Aquella tarde de cine había sido solo la primera de muchas salidas juntos, que les habían permitido conocerse a fondo y darse cuenta de que lo que sentían era real y no solo un antojo pasajero. Aioria encontraba fascinante la forma de ser de Sonia, dulce y comprensiva en la vida diaria, pero exigente y controladora en el plano íntimo, y a ella le encantaban el carácter protector de su gatito y su predisposición a complacerla y a experimentar. A ambos les sorprendía la fluidez con la que se complementaban, como si sus caracteres se invirtiesen en función de la situación.

- Te llamo gatito, pero en realidad eres un león -solía decirle, cuando le veía poniendo toda su energía y su impulsividad en resolver alguna cuestión, dispuesto a llevarse por delante lo que fuese necesario.

Justo era así como él se sentía gracias a ella: el rey de la selva, capaz de cualquier cosa si su reina se lo pedía y enamorado hasta el último rincón de su corazón de aquella chica que se le había abalanzado sin dudar ni un instante en una "cómic-con".

Como si pudiese leer su mente, ella le apretó la mano y le lanzó un beso.

- Gatito lindo, no creas que me he olvidado de lo que pasó aquí mismo hace un año... A la hora de comer, nos marcharemos a explorar y encontraremos un rincón para jugar juntos...

- Ya no voy a poder pensar en otra cosa en toda la mañana -aseguró él, con una gran sonrisa.


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Sonia era una chica de palabra: mientras todos buscaban un sitio para sentarse a comer, ellos se escabulleron entre la maraña de gente que abarrotaba el pabellón, hasta dar con una puerta similar a la que habían franqueado un año antes, y recorrieron el pasillo, a la caza de un cuarto de baño.

- Aquí comenzó todo... -suspiró la chica, mirando alrededor.

Él se arrodilló ante ella, besándole las rodillas y los muslos a través de sus medias de rejilla; sabía que le encantaba sentirse adorada.

- Gatito... Eres tan guapo y caballeroso... No podría encontrar un novio mejor que tú -dijo Sonia, manchándose las yemas de tinte verde al pasarlas por el cabello del chico-. Quiero hacerlo contigo contra la pared y que me des caña hasta que tiremos el tabique abajo.

- Estás loca, pero creo que nunca aprenderé a decirte que no... Los planes que organizas son siempre los más divertidos...  -accedió él, incorporándose para besarla.

Sonia depositó su mazo sobre el lavabo y le desabrochó los dos primeros botones de la camisa, dejando al descubierto el delgado collar de cuero rematado por una argolla que Aioria llevaba en señal de su sumisión hacia ella. Solo lo utilizaban fuera de casa en ocasiones especiales y jamás lo mostraban a los demás; era su secreto y a ambos les gustaba mantenerlo así. Desenganchó la cadena que adornaba sus shorts y la acopló a la argolla. Aioria dejó escapar un suspiro de placer cuando se sintió sujeto y entregado; la transferencia de poder entre ellos era instantánea en el momento en que el pequeño mosquetón hacía "clic": Sonia se crecía, como una diosa, y él se transformaba en un siervo pendiente solo de ella.

- Sé un león. Muéstrame lo fuerte que eres, Aioria.

Con lentitud, él se deshizo de su ropa hasta quedar completamente desnudo ante ella y, a continuación, la ayudó a quitarse los shorts.

- Aún no te he tocado y ya estás excitado... -comentó ella, enroscando la cadena en torno a su muñeca para obligarle a besarla.

- ¿Tú no lo estas? -preguntó él, con picardía, apoyándole la palma de la mano en la entrepierna.

- León... -repitió ella, en voz baja.

Airoia soltó un rugido burlón que hizo reír a ambos antes de tomarla por la cintura y besarla con tal profundidad que tuvieron que parar para coger aire.

- Tú lo has querido, mi reina... 

Bajó las manos a sus muslos y tiró con fuerza de las medias, desgarrándolas para dejar al descubierto la ropa interior de la chica, que reía sin parar, excitada con la situación.

- No te rías, puede que sea un chico sumiso pero tú me has pedido que te destroce y es justo lo que va a pasar... -declaró al tiempo que la levantaba en vilo y reculaba hasta apoyar la espalda en la pared, sin soltarla.

Sin dejar de mirarle, ella se apartó a un lado las bragas y volvió a enlazarle el cuello con los brazos.

- Fóllame ahora mismo.

Él se deslizó en su interior, encontrándola sorprendentemente cálida y mojada, entrando hasta el fondo una y otra vez y rozándole el clítoris en cada embestida. Tal era la fuerza con la que la penetraba, que iba resbalando poco a poco por la pared, así que, temiendo terminar sentado en el suelo, avanzó hasta el lavabo y la apoyó sobre él para poder continuar.

- Joder, Aioria, qué bien lo haces... -gimió ella, rodeando su cintura con las piernas.

Él volvió a sonreír, halagado, e intensificó su esfuerzo por complacerla, reteniendo su propio orgasmo hasta que ella se arqueó contra él y le apretó entre sus rodillas, gimiendo de tal manera que necesitó besarle para no armar un escándalo.

- Ahora tú... -logró decir, entre jadeos.

El león, obediente, varió el ritmo para adecuarlo a su propio placer y no necesitó más de una docena de empujones para correrse, sujetándola por los glúteos mientras ella tiraba de la cadena para acercarle a su boca.

- Eres maravilloso, Aioria; mi chico ideal... -dijo Sonia, con su nariz rozando la de él.

- Abejita... Solo dime a qué quieres que juguemos ahora.


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