Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cita a ciegas (2)

Animando el paseo con anécdotas sobre sus viajes, Dohko condujo a Iara hasta un pequeño edificio cuya modesta fachada parecía más bien la de una casa de apuestas clandestinas.

-       ¿Vamos a entrar aquí? La pinta es como de película de terror... -comentó ella, recelosa.

-       No te preocupes, es el restaurante de mi amigo Chenta y te aseguro que no va a servirte troceada en el menú de mañana -rio él, abriéndole la puerta.

Chenta, un chico de cabello corto y semblante alegre, les saludó desde la barra:

-       ¡Dohko! ¿Qué tal estás? ¡No venías desde que perdiste hasta la camisa al póker...! ¿Has venido a jugarte los pantalones?

-       Eh, no me des mala fama delante de mi amiga Iara, la he traído para que me ayudes a impresionarla con tus dotes culinarias y no para que airees mis trapos sucios.

-       ¡Huy! Lo siento... ¡Encantado, Iara! Pero no te juntes mucho con Dohko, de buen chico solo tiene el aspecto... ¡Hace honor a su nombre! -la previno el joven, indicándoles con la mano una mesa medio desvencijada en un rincón.

-       Sé lo que estás pensando -susurró Dokho, sonriendo, cuando tomaron asiento-: no hay cucarachas en los fideos ni es una tapadera para vender sustancias ilegales. Chenta heredó este restaurante de su abuelo y lo mantiene exactamente igual que en su época, no ha querido cambiar ni las sillas; es un sentimental. Pero sus platos son los más fieles a la comida tradicional china que podrás comer fuera de allí, te lo garantizo.

Iara le devolvió la sonrisa. Dohko, con su cabello castaño revuelto, sus expresivos ojos y sus mil temas de conversación, comenzaba a inspirarle más que curiosidad.

-       ¿Y a qué se refería tu amigo con eso de que haces honor a tu nombre?

-       ¡Ah, eso! Mi nombre significa "pequeño tigre". A Chenta le gusta bromear con eso... Dice que me va muy bien.

-       ¿Y te va bien por lo de tigre... o por lo de pequeño? -se aventuró Iara.

-       ¿Está usted coqueteando conmigo, señora sirena peligrosa para los hombres? -se la devolvió él, con naturalidad.

-       Chicos, verduras en escabeche y pescado hervido, platos típicos de Sichuan -anunció Chenta, dejando los platos sobre la mesa-. Aquí los clientes comen lo mismo que el patrón -explicó a Iara, que asintió con la cabeza.

-       ¡Buen provecho! -exclamó Dohko, empuñando los palillos.

Iara le observó durante unos instantes: Dohko parecía saber tantas cosas y, sin embargo, no alardeaba de ello; compartía con sencillez sus vivencias y se interesaba a su vez por lo que ella aportaba a la conversación. Aioria tenía razón: aquella cita había sido una excelente idea.

-       ¿Te gusta?

-       ¡Me encanta! Todo está riquísimo... -respondió ella, luchando con él por el último pedazo de verdura.

-       ¡Me alegro un montón! Ahora, la pelota queda en tu tejado...

-       ¿A qué te refieres?

-       A que tú buscas el sitio para la próxima vez que quedemos... A menos que ya te hayas aburrido del pequeño tigre -rio él.

-       ¿Aburrirme? ¿De ti? Pero si me gust... -se detuvo antes de terminar la frase, avergonzada. Dohko la miró de reojo y esbozó media sonrisa.

-       ¿Quieres comer algo más? -preguntó, salvándola de su propio azoramiento- ¿Un postre, tal vez?

-       ¡Vale!

-       ¡Eh, Chenta! ¿Qué tienes de postre? -Dohko se dirigió a su amigo, sin apartar los ojos de la chica.

-       ¡Pastel de queso americano!

-       ¿Qué dices? ¿Me estás vacilando? -Dohko se giró bruscamente con una gran carcajada- ¡Eres una deshonra para tus ancestros!

-       ¡No! ¿Es que no se me puede antojar algo que no sea chino?

Ambos comensales rieron de nuevo. Iara susurró:

-       ¿Y si pasamos del postre y nos vamos a tomar algo por ahí?

-       ¡Chenta, cóbranos, no sea que te quedes dormido en la barra y te hagamos un "simpa"...!

La noche estaba aún más fría que cuando entraron en el restaurante. Iara se estremeció y Dohko, galantemente, se quitó la bufanda y se la colocó en torno al cuello.

-       Pero ahora tú tendrás frío... -dijo ella, mirándole a los ojos.

-       Entonces, date prisa en llevarme a algún bar o mi futura pulmonía caerá sobre tu conciencia...

Iara pensó hasta recordar un pequeño pub con música en directo al que solía ir con sus amigas: el sitio era bastante tranquilo y allí podrían charlar sin tener que gritar.

-       Está un poco lejos, pero si no te importa caminar, hay un local que me gusta bastante...

-       Muy bien, tú me guías -accedió él.

La caminata duró unos veinte minutos durante los cuales Iara temió que se le escarchasen las orejas, pero por fin, llegaron al R'n'Me.

-       ¡Ahí es! -exclamó ella, alegremente, tomándole del brazo- Vamos, tienes que probar los cócteles. Hay una barista que es increíble...

Entraron y encontraron una mesa situada a suficiente distancia del escenario como para hablar y disfrutar de la música a la vez. Iara se quitó el abrigo y la bufanda de Dohko, aspirando su agradable aroma con disimulo una última vez.

-       ¿Y qué dices que está bueno aquí?

-       ¿Te fías de mí?

-       Bueno, me has dejado llevarte donde Chenta, así que no veo por qué no deberías elegir tú ahora... Si me pides algo rico sabré que la cena te ha gustado de verdad -respondió Dohko, risueño.

-       ¡Dos "Sex on the roof", por favor! -pidió Iara a la camarera, que se marchó con presteza a encargar su orden.

-       ¡El nombre me gusta! ¿Quién es el que canta?

-       Ah, es un chico brasileño... Traen un artista diferente cada noche y últimamente, los viernes toca él. Tiene una voz increíble, ¿no te parece? -dijo ella, girándose hacia el escenario, donde un guitarrista de larga melena acariciaba las cuerdas de su instrumento mientras cantaba "Xica da silva"- Se llama Aldebarán.

-       Pues hay que reconocer que Aldebarán es un gran artista -concordó Dohko, observando la forma en que la luz del local hacía brillar el cabello de Iara.

La camarera depositó en la mesa sus bebidas y se marchó.

-       ¿Brindamos? -sugirió el chico.

-       ¡Por las citas a ciegas! -propuso ella.

-       ¡Por las citas a ciegas que salen bien! ¡Sabe genial!

En el escenario, el guitarrista comenzó a entonar "Chega de saudade" y ella miró con aire pillo a su acompañante.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

-       ¿Hablas portugués, pequeño tigre?

-       Solo cuatro cositas. Pero, por lo que estoy oyendo, es una canción de amor...

-       Sí... el autor pide a su tristeza que busque a su amada para que vuelva con él -expuso ella, acercándose a su oído para que le oyese mejor.

-       ¿Y qué más dice?

-       Que sin ella no hay belleza ni paz, solo tristeza y melancolía...

Dohko se aproximó más:

-       ¿Y qué es eso que dice de unos peces, sirenita?

-       Ah, eso... "há menos peixinhos a nadar no mar do que os beijinhos que eu darei na sua boca"

-       Esa, esa parte me interesa... -su boca casi le rozaban el lóbulo de la oreja.

-       Es difícil de traducir...

Iara se alejó lo justo para poder mirarle a los ojos, sonriendo con el corazón acelerado, y se inclinó hacia él hasta que sus labios se unieron en un beso. Como si llevase tiempo esperando, Dohko apoyó la mano en su nuca y la acercó a él. Ambos se exploraron mutuamente, con lentitud, en un intercambio de saliva que se prolongó durante varios minutos antes de separarse.

-       Pues dice algo así como que le dará más besos que peces hay en el mar... Es una cursilada.

-       A mí me parece un reto -murmuró él, volviendo a besarla.

Esta vez, sus lenguas no tardaron en enredarse. Se besaban con calma, gozando del sabor y del calor del otro, sorprendiéndose del excelente resultado que estaba teniendo aquella cita a la que ninguno de los dos quería acudir.

-       ¿Qué pondrá tu amigo para cenar mañana? -se preguntó ella cuando se soltaron.

-       Nunca se sabe, su cocina es de temporada, de autor y de antojo -rio Dohko-. ¿Por qué lo preguntas?

-       Bueno, es una excusa para pedirte que volvamos a quedar...

-       Me encantaría quedar contigo, mañana y el domingo, Iara -confesó él, volviendo a besarla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro