Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Amor de verano (3)

La noche envolvió a ambos jóvenes conforme abandonaban la fiesta para adentrarse en la zona arbolada, rodeada por aquellos pinos por los que tantas veces habían jugado a trepar cuando solo eran dos críos, en dirección a la casa de Saga. Con sigilo, él abrió la puerta que daba a su patio y le indicó que guardase silencio, al tiempo que inspeccionaba un arcón de mimbre. Sonrió triunfalmente, desplegando una gran toalla redonda con un intrincado mandala estampado por toda su superficie y envolviendo en ella a Ismena, que le dirigió una gran sonrisa y le abrazó para compartirla, apoyando la cabeza en su pecho empapado. Ambos se quedaron quietos en aquella posición durante un par de minutos, disfrutando sin palabras de la cercanía de sus cuerpos, hasta que ella levantó la vista hacia Saga, con las manos sobre sus hombros.

- Oye, Saga... Antes, cuando estábamos bajo el agua, me has... -comenzó, pero él la interrumpió con un nuevo beso, lento y sensual, que confirmó las dudas de la chica.

Sus labios húmedos y carnosos se deslizaron sobre los de Ismena, recorriéndolos con calma, al tiempo que sus dedos la estrechaban contra los definidos músculos de su torso. Las bocas de ambos se unieron, dejando que sus lenguas se entrelazasen y que la saliva viajase de una a otra en un juego cargado de tensión que hizo que el corazón de la chica avivase el ritmo de sus latidos. Saga se sentía en una montaña rusa, con el estómago lleno de vértigo y la sangre agolpándosele en las sienes, pero continuó besándola, sin soltarla salvo para tomar aire de cuando en cuando, y deleitándose con los tenues gemidos de ella, que le hacían estremecerse. La condujo con cuidado hasta el columpio de dos plazas que ocupaba un rincón y se sentó, tomándola por las caderas para colocarla sobre su regazo.

- ¿Tienes frío, chiquitina? -preguntó, en un susurro.

- Estoy calada hasta el tuétano, pero no, no tengo frío -respondió ella, llevando esa vez la iniciativa y acariciándole los sólidos trapecios sobre la camisa empapada.

- ¿Te acuerdas de cuando Kat y tú veníais a columpiaros con Kanon y conmigo, de niños?

- Me acuerdo... de lo guapo que me parecías desde que jugábamos con aquel frisbee de propaganda que siempre se nos colaba en el patio del señor Papadopoulos...

Los cuchicheos eran interrumpidos cada pocos segundos por los ardorosos besos que la pareja se prodigaba, acompañados de toqueteos que iban volviéndose más y más pasionales. Amparados por la suave luz de la luna y la capota del columpio, los dedos de Saga se deslizaron bajo la breve falda de la chica, palpando con firmeza sus muslos hasta llegar a las finas tiras de sus bragas, con las que jugueteó al tiempo que le mordisqueaba el labio inferior.

- Cada vez menos frío, ¿verdad?

- ¿No nos escucharán tus padres?

- No, descuida. Están pasando el fin de semana en Santorini con unos amigos... -argumentó él, con los dedos hundidos en sus glúteos.

- Ah... Saga...

Ismena dejó caer los tirantes de su vestido y le mostró con orgullo los pechos, salpicados, como gran parte de su cuerpo, de pecas rojizas. Fascinado, Saga elevó un momento los ojos hasta encontrarse con los suyos, aspirando el aroma de su piel.

- Joder, chiquitina, hueles de maravilla... Necesito probar qué tal sabes...

Dicho y hecho, el chico se aproximó al pezón izquierdo, echando sobre él su cálido aliento y sonriendo con perversidad al percibir el escalofrío que erizó el finísimo vello de su compañera. Presionándole contra su torso, ella le sujetó la nuca con ambas manos y dejó escapar un suspiro de placer mientras él le propinaba el primer lametazo de una larga serie. Sus rodillas le estrecharon los costados y la cabeza se le nubló ligeramente conforme él jugaba con ambos pezones entre sus labios, alternando lamidas y delicados tirones hasta que ella fue incapaz de reprimir los gemidos.

- No pares, Saga, me encanta... -pidió, al tiempo que iniciaba una lenta danza con las caderas.

- Me la estás poniendo tan dura...

Ismena seguía frotándose contra él, notando cómo su propia humedad crecía con aquel libidinoso roce; por su parte, Saga no soltaba su trasero ni sus pechos, tan excitado que le costaba contener el ansia de destrozarle el vestido y hacerla suya en aquel viejo columpio. Ella debía de pensar algo similar, porque llevó la mano entre las piernas de ambos, tanteando en busca de los botones del pantalón, en el mismo momento en que varias voces masculinas se dejaron oír, cada vez más cerca:

- Entonces, ¿tienes juegos nuevos?

- Me he fundido el sueldo, vais a flipar.

- ¡Yo no os entiendo! ¿Con la fiesta que hay montada ahí fuera y vosotros preferís darle a la consola?

- Joder, Milo, pues vete tú, tampoco es que estuvieras haciendo allí nada tan interesante...

- ¡Claro que me voy! ¡Que os den!

Saga e Ismena se quedaron paralizados, con los ojos muy abiertos, incapaces de reaccionar.

- ¡Mierda! ¡Mi hermano y mis amigos! ¡Tápate! -pidió él, tratando a la desesperada de colocarle los tirantes del vestido.

- ¿Y qué hago? ¿Me escondo?

- Finge normalidad, es lo mejor...

Arreglando su ropa a toda prisa, la pareja tuvo el tiempo justo de adoptar una posición nada comprometida, sentados uno junto al otro y tapados por la toalla, antes de que Kano, Milo, Aioria y Aioros irrumpiesen en el jardín privado de la casa.

- ¿Se puede saber qué hacéis aquí? -indagó Kanon al verles.

- Nosotros, hablar tranquilamente. ¿Y vosotros?

- Vamos a echar unas partidas. No hagáis cerdadas en el columpio, ¿eh?

- Mira que eres imbécil, hermano.

- Igual de imbécil que tú, gemelo.

Los cuatro amigos se adentraron en la vivienda y Saga resopló, aliviado, pero también molesto por la inoportuna interrupción.

- ¿Por dónde íbamos, chiquitina?

La chica se arrebujó más en la toalla, devuelta repentinamente a la realidad, y apoyó la cabeza en su hombro con un suspiro.

- Son las cinco y media de la madrugada, debería irme a casa. Si mi madre despierta antes de que llegue, me la liará muy gorda.

- Está bien, pero deja que te acompañe. Quiero despedirme de ti como es debido...

- No esperaba menos, profe -sonrió ella, besándole la nariz.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro