CAPÍTULO 2
BRIELLE
En la actualidad...
Otra entrevista que termina igual. Otro día más sin avances. Hace casi dos meses que regresé a Vancouver, y lo único que escucho es: "Gracias por tu tiempo, Brielle. Nos pondremos en contacto", Las palabras se repiten en mi cabeza, cada vez más huecas. Como si alguien estuviera jugando con mis expectativas, haciéndolas saltar solo para derrumbarlas en el último.
Mientras camino por las calles húmedas de Vancouver, aprieto los labios, tratando de contener la frustración que siento acumulándose en mi pecho. Mis pasos son casi automáticos, llevándome directamente al "Bad Girls". No es la editorial de mis sueños, ni siquiera es una editorial... es solo un bar, pero al menos es un lugar donde puedo sentirme útil, aunque solo sea sirviendo tragos a desconocidos.
Empujo la puerta del bar con más fuerza de la necesaria, dejando que el vidrio tintinee al cerrarse detrás de mí. El lugar está vacío, tranquilo antes del caos nocturno. Respiro profundamente, permitiendo que el ambiente me envuelva. Las luces de neón bañan las paredes de ladrillos con tonos rosas y azules. Este lugar es conocido por su atmósfera de desinhibición, donde las malas decisiones, como sugiere su eslogan, "Bad Decisions Make Better Stories", se celebran bajo el resplandor rosa y azul de las luces que bañan el ambiente. La barra se encuentra en el centro del espacio, creando un flujo abierto y fácil para la circulación. Justo sobre ella, un letrero en neón con el nombre del bar destaca en tonos vibrantes, y debajo, la frase que invita a la diversión irrefrenable resalta con luces a juego.
Dejo mi bolso en la pequeña habitación del personal, tirando la puerta de mi casillero para sacar mi ropa de trabajo. Cambio mis pantalones por un short de mezclilla y mi blusa por un top negro ajustado. Me miro en el espejo a ajustando el delantal negro a la cintura, mis pensamientos siguen vagando en la entrevista fallida de hoy.
Al salir de la habitación, veo a Zoe detrás de la barra, tan llena de energía como siempre. Su cabello rubio con las puntas rosas pálidas está recogido en un moño desordenado, pero perfectamente colocado. Sonrío ligeramente al verla.
—¡Bri! —exclama con una sonrisa amplia mientras mete cervezas en el frigorífico—. ¿Qué tal te fue esta vez?
La pregunta parece inocente, pero el tono solidario de Zoe siempre hace que me sienta un poco mejor, aunque sea por un momento.
—Lo de siempre. —Suspiro, dejando que mi peso recaiga en la barra mientras tomo un trapo entre mis manos—. "Nos pondremos en contacto". Estoy empezando a pensar que es su manera educada de decir "no nos interesas".
Zoe suelta una risa breve, lanzándome una mirada de complicidad.
—Te juro que deben entrenarlos para decir eso. Pero en serio, Bri, una de estas va a salir bien. No pueden ignorarte para siempre.
—Eso pensé yo también... hace dos meses. —Mi voz suena más baja de lo que esperaba, casi un susurro. Jugueteo con el trapo, deslizando mis dedos sobre la tela, intentando calmar la ansiedad. —Pero aquí estoy, sirviendo tragos en lugar de leer manuscritos.
Zoe se detiene, apoyando una mano en la barra y mirándome con esos ojos que siempre reflejan una comprensión sincera.
—Aunque no me malinterpretes —añado rápidamente, no queriendo sonar ingrata—, me gusta trabajar aquí. He hecho algunos amigos... pero no es lo que imaginaba para mi vida de vuelta en Vancouver.
—Vas a ver, Bri —dice con esa firmeza tranquila que tanto la caracteriza—. Un día alguien va a darse cuenta de lo increíble que eres, y cuando eso pase, será como si siempre hubieras pertenecido allí.
Su sonrisa es pequeña, pero genuina. Me hace sentir que, tal vez, hay una chispa de verdad en sus palabras. Respondo con una sonrisa tenue, el eco de mi frustración todavía presente en el fondo.
—Y cuando pase, vamos a hacer una gran celebración aquí en el bar —interviene una voz familiar.
Alzo la vista y veo a Jessica, la dueña de "Bad Girls", acercándose con su típica expresión segura y relajada. Su coleta alta y su ropa oscura parecen estar en perfecta sintonía con la atmósfera del bar.
—¿De verdad crees que va a pasar? —pregunto con una risa nerviosa. No puedo evitar sentirme algo incrédula, pero el brillo en los ojos de Jessica me hace dudar de mi propio pesimismo.
Jessica cruza los brazos y me lanza una mirada que es mitad advertencia, mitad cariño. —No es cuestión de creer, Brielle. Es sentido común. Este bar no es tu destino final, y lo sabes.
Sus palabras caen como una verdad que he estado evitando. Mis hombros se tensan levemente. Claro que lo sé, pero decirlo en voz alta es otra cosa. Servir tragos es un escape fácil, algo tangible. Pero el futuro... eso se siente mucho más incierto, como una silueta lejana que no logro alcanzar.
Zoe me da un suave codazo en el brazo, interrumpiendo mis pensamientos.
—Además, ¿quién podría ignorar a una políglota, talentosa y guapa británica? Si yo tuviera una editorial, te habría contratado en el primer segundo.
—Gracias, Zoe, pero no creo que "guapa" sea un criterio de selección en la mayoría de las empresas.
—Debería serlo —bromea Jessica, cruzando los brazos. —Pero en serio, Bri, tienes todo lo que se necesita para triunfar. Es sólo cuestión de tiempo.
La seguridad en sus palabras, la mirada confiada de ambas... Algo en esa pequeña burbuja de optimismo alivia el peso que llevo. Aunque todavía no puedo creerlo del todo, siento que al menos ellas lo hacen, y por hoy, eso es suficiente.
Jessica vuelve a ocuparse de sus tareas, pero antes de irse, se detiene.
—Por cierto, vi cómo hablabas en español con los clientes la otra noche. Nadie hace eso. Eres buena, no te olvides de eso.
—¿Debería pedir un aumento por cada idioma que hablo? —bromeo.
Jessica ríe, pero luego su expresión se suaviza, mirándome con una mezcla de cariño y admiración.
—Haz que este tiempo cuente, Bri. No hay desesperaciones. Porque aunque este lugar no sea tu destino final, puede que aprendas algo valioso mientras estás aquí.
Me quedo en silencio, procesando sus palabras. Haz que cuente. Tal vez tiene razón. Quizás no se trata solo de esperar el siguiente paso, sino de estar presente ahora.
—¿Sabes? Tienes una manía molesta de tener razón todo el tiempo —bromeo, pero esta vez, la sonrisa que me cruza el rostro es más auténtica.
Jess se encoge de hombros con esa actitud despreocupada que la define. —Es mi don. —Me guiña un ojo y luego vuelve a su trabajo.
—Vamos, es viernes —dice Zoe con una sonrisa traviesa—. Esta noche va a estar llena de idiotas intentando impresionarte con su italiano de turista. ¡Deberías prepararte!
Me río, y esa risa, aunque breve, se siente liberadora. —Solo espero que me dejen tomarme un trago antes de empezar con las conversaciones "profundas".
Zoe me guiña un ojo, y antes de que me dé cuenta, desliza un pequeño vaso de chupito lleno de vodka hacia mí. —¡Por una noche maravillosa de viernes! —exclama.
Alzo el vaso y, por primera vez en mucho tiempo, me permito sentir un pequeño destello de esperanza mientras lo bebo.
El reloj marca las doce y media, y el bar está tan lleno que si alguien suelta una aguja, probablemente rebotaría de cabeza en cabeza antes de llegar al suelo. La música retumba, las luces estroboscópicas parpadean como si estuvieran en una fiesta rave, y las risas son tan fuertes que casi puedo sentirlas vibrando en mi pecho. Ya llevo horas detrás de esta barra y, honestamente, siento que podría hacer cócteles con los ojos cerrados. De hecho, estoy bastante segura de que lo he hecho.
—Te apuesto que el tipo de ahí no logra ligar a la chica —dice Zoe a mi lado, interrumpiendo mi plan de "ver si puedo mover las botellas solo con la mente".
Levanto la vista, interesada de inmediato. Me encanta una buena apuesta, especialmente cuando se trata de la fauna nocturna que tenemos por clientes. Y ahí están ellos, en todo su esplendor de "me veo bien pero probablemente huelo a demasiado Axe". Alto, camisa negra ajustada, cara de "yo soy el regalo de esta noche".
—¿Cuál de todos los 'donjuanes en potencia' estamos mirando esta vez? —pregunto, haciéndome la desentendida mientras corto limones, porque aquí la profesionalidad no se negocia.
—El de la camisa negra ajustada, obvio. Míralo, ya está en la fase uno: "mano casual en la espalda", —Zoe arrastra las palabras, imitando la típica voz de galán barato—. Seguro ya le soltó algo como, "wow, tienes los ojos más bonitos que he visto".
Miro de nuevo. Ahí está, tal y como Zoe lo describe: la mano en la parte baja de la espalda de la chica, quien, por su parte, parece estar pensando en "cómo salir de esta situación sin parecer grosera". La chica sonríe, pero es una de esas sonrisas que dice "necesito escapatoria".
—Le doy cinco minutos antes de que ella ponga una excusa para irse al baño —comento, pasando un gin tonic a un cliente que espera con una sonrisa impaciente.
Zoe suelta una carcajada más fuerte, casi atrayendo la atención de los que están cerca. —Cinco minutos, ¿en serio? Eres demasiado generosa. Yo le doy dos, máximo.
Y como si fuera una comedia coreografiada, la chica da un pequeño paso hacia atrás, murmura algo —seguramente alguna versión de "tengo que ir a reencontrarme con mi dignidad"— y señala hacia la puerta del baño. El tipo asiente, aún optimista, pobre iluso. Ella desaparece entre la multitud, como Houdini, mientras él se queda mirando su bebida, evidentemente procesando lo que acaba de pasar.
—¡Te lo dije! —Zoe me mira con satisfacción, como si acabara de ganar un partido de ajedrez.
Nos reímos juntas, y la sonrisa sigue presente en mi rostro mientras Zoe limpia otro vaso, pero entonces un ruido seco me hace girar la cabeza hacia el suelo detrás de la barra. Algo ha caído y se ha hecho añicos. Me inclino rápidamente para recoger los pedazos rotos, mi mente aún envuelta en la conversación. Cuando me reincorporo y levanto la vista, entre las luces que titilan, las sombras y los destellos de colores que cruzan la habitación. Mi vista se detiene en una figura al final de la barra, mi risa se corta de inmediato, como si alguien hubiera presionado un botón de pausa en mi mundo. Mi corazón empieza a latir con una fuerza frenética, un tamborileo que siento en mis costillas. La figura que veo está claramente delineada en la confusión de colores y sombras.
No puede ser.
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Espero que hayan disfrutado del capítulo 💖
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¡Nos vemos en el próximo capítulo! ✨
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