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Destello de la Aurora[One - Shots]

El solo de Siberia se filtraba débil entre las nubes del sol de la mañana, arrojando reflejos pálidos sobre el interminable desierto de nieve que se cernía sobre ellos. El viento helado cortaba la piel, pero para Camus Versau, ese frío era una vieja y confiable compañía. Sus pensamientos, sin embargo, ardían con una intensidad opuesta a su entorno.

Hoy era el día en que le pediría matrimonio a su alma gemela.

Camino con calma por el sendero helado, los copos de nieve danzan a su alrededor, mientras Hyoga e Isaac lo seguían a una distancia prudente, sus voces juveniles resonaban entre el silencio gélido. Ambos muchachos aún no entendían del todo por qué su maestro había insistido en que los acompañaran en la caminata, llevan 5 años  enseñándole y a veces Milo visitándolos.

Isaac, con su usual curiosidad, rompió el silencio.

—Maestro Camus, ¿seguro que Milo no se va espantar antes del matrimonio y saldrá huyendo? —bromeó, con una sonrisa ladeada.

Hyōga reprimió a su amigo,  mirando a Isack  con reproche.

—Milo no se espantara por el matrimonio, no ves con todos lo gemidos que cuando el viene aquí, mi maestro esta muy junto a Milo — Isack tapo la boca de Hyoga para que no oyera lo que dijo.

Camus esbozó una ligera sonrisa al recordar los momentos con Milo sin escuchar lo que dijeron sus pupilos, aunque su mente estaba a kilómetros de distancia, centrada en un único pensamiento: Milo.

Recordó cómo había dejado el Santuario para entrenar a estos dos muchachos y cómo Milo, con su característico brillo en los ojos, sus ojos se apaciguaron recordó como Milo le lloro cuando le abrazo que no quería que se fuera y Milo lo estaba visitando seguido desde entonces en contra del patriarca cuando tenia una misión a escondidas,se tomaba días para estar aquí.  Lo que Milo no sabía era que Camus tenía un plan. Un plan que había madurado lentamente, como el hielo que tarda en formarse bajo las aguas más profundas, así que sus lazos eran más profundos quería casarse con el antes de cumplir los 20 años que seria hora de su regreso.

Cuando llegaron al borde del lago congelado, Camus se detuvo y giró hacia sus alumnos.

—Quédense aquí un momento —ordenó con suavidad, su voz tan fría y firme como siempre.

Isaac levantó una ceja, mientras Hyōga miraba a su maestro con seriedad. Ambos sabían que no debían cuestionar a Camus, así que se quedaron en silencio mientras su maestro avanzaba hacia la figura que esperaba junto al lago.

Milo estaba allí, envuelto en una capa azul que contrastaba con el blanco infinito de Siberia. Su cabello dorado  parecía llamas de oro  atrapadas en el viento helado divisando.Cuando vio a Camus acercarse, una sonrisa cálida, casi desafiante, iluminó su rostro.

—No importa cuántas veces venga aquí, nunca dejo de odiar este frío —murmuró Milo, frotándose las manos enguantadas.

—Pero tu sabes como yo te puedo calentar, tu cuerpo esta acoplado al mio  —murmuró Camus,  haciendo sonrojar a Milo,

Camus se detuvo a unos pasos, observándolo en silencio. El viento agitaba su cabello rojizo y su mirada penetrante  reflejaban una determinación que solo Milo podía comprender.

—Gracias por venir, se que el patriarca esta muy ocupado estos días y anda vigilandote  —dijo Camus, su voz apenas un susurro entre el viento.

Milo inclinó la cabeza, intrigado, tratando de ignorar la mención del patriarca.

—¿Por qué tanto misterio, Camus? Te dije que podías pedirme cualquier cosa.

Camus respiró hondo, sintiendo el aire gélido llenar sus pulmones. El hielo bajo sus pies era sólido, tan sólido como el compromiso que estaba a punto de sellar. Sacó un pequeño objeto de su capa y lo sostuvo entre sus dedos enguantados.

Era un anillo de plata, simple pero elegante, con una pequeña piedra azul incrustada que brillaba como el hielo bajo el sol.

Milo abrió los ojos de par en par, su respiración formando nubes de vapor entre ellos.

—Milo —comenzó Camus, su voz temblando ligeramente—, la vida de un Santo está llena de batallas y sacrificios. Pero contigo... he encontrado algo que jamás imaginé que podía tener. Calor en medio del hielo. —Hizo una pausa, sus ojos clavados en los de Milo—. Quiero que ese calor sea eterno. ¿Te casarías conmigo?

El tiempo pareció detenerse. El viento dejó de importar, el frío dejó de doler. Milo sintió que el corazón le latía tan fuerte que podía romper su pecho. Su sonrisa se suavizó, y en sus ojos apareció una emoción que pocas veces mostraba.

—Camus... —susurró, con una risa temblorosa—. Claro que sí, idiota. Claro que sí.

Camus exhaló, un alivio silencioso inundando su ser. Con manos firmes pero delicadas, deslizó el anillo en el dedo de Milo. Sus dedos se rozaron, y por un instante, la calidez fue real en medio de aquella tundra interminable.

Desde la distancia, Hyōga e Isaac miraban la escena, sin comprender del todo lo que estaban presenciando. Isaac parpadeó varias veces, desconcertado.

—¿Camus... acaba de proponerle matrimonio a Milo?

Hyōga asintió, una sonrisa suave curvando sus labios.

—Sí. Y nunca lo había visto tan feliz.Él nunca sonríe por nosotros. Serán mis nuevos papis 

Isaack se cruzó de brazos, intentando procesar lo que acababa de ver.

—Vaya... Parece que no somos los únicos que hemos aprendido algo de él —murmuró.Que Camus soló sonreía cuando Milo estaba cerca

Milo sonrió, aún con la emoción brillando en sus ojos zafiro. Extendió su mano enguantada para entrelazarla con la de Camus, mientras el frío parecía retirarse respetuosamente ante la calidez que se formaba entre ellos.

De repente, como si el universo mismo quisiera bendecir ese instante, el cielo nocturno comenzó a transformarse. Desde el horizonte, ondas de luz verde, azul y violeta surgieron como suaves pinceladas de un artista divino. Las auroras boreales danzaban majestuosas en el firmamento, iluminando la nieve con reflejos etéreos.

El Dios Apolo pasaba por ahí, volando con su carruaje en el traslado del sol sin mirar a los dos amantes.

Milo levantó la vista, su respiración quedando atrapada en su garganta.

—Camus... Mira eso.

Camus, con los ojos fijos en Milo más que en el cielo, respondió suavemente:

—No podría haber pedido un momento más perfecto para este momento.

El reflejo de las auroras se filtraba en los ojos de Milo, haciéndolos brillar aún más. Las luces cósmicas se movían con elegancia, como si celebraran el vínculo que acababan de sellar. Cada color parecía contar una historia antigua, una historia de amor y promesas que perduran a pesar del frío y la oscuridad. Lo que no sabían que después de su casamiento su amor perduraría después de la muerte  y  el renacimiento.

Isack y Hyōga también se quedaron sin palabras. Nunca habían visto una aurora boreal tan hermosa, tan vibrante. Hyōga sintió una punzada de emoción en su pecho, comprendiendo que estaba presenciando algo más que un fenómeno natural en momento justo cuando Camus le pidió matrimonio a Milo. Era como si los dioses estuvieran a su favor en ese momento.

Camus apretó suavemente la mano de Milo y lo atrajo hacia sí. El aire helado los envolvía, pero entre ellos solo existía calidez. Las luces del cielo continuaron su danza, testigos silenciosos de una promesa hecha bajo el hielo y el cosmos.

—Te amo, Milo —murmuró Camus.

Milo apoyó su frente contra la de Camus, sus labios rozando los de su amado con suavidad.

—Y yo a ti, Camus. Siempre.

Las auroras seguían su danza, iluminando el cielo y sus corazones. Bajo aquel espectáculo celestial, dos almas sellaron una promesa que ni el tiempo, ni el destino, ni las guerras podrían romper.Ni siquiera la muerte los podría separar.

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Esto es para mi querida DestellodelaAurora se que te gusta y fascina el Camilo de las dos maneras,pero tú nos honrás con tú presencia de siempre estar ahí en nuestras historias de Camus x Milo, te quería hacer un fics dedicado a tu nombre ya que no tengo palabras  tú nombre evoca a poetas tu nombre me inspiro a este fics, yo estuve interactuando con ustedes como una lectora más de como es fabulosa nuestra cadenita este a sido mi refugio. Has sido nuestra lectora principal y una gran amiga para mi que me a acompañado mis lecturas junto con mysa_macarena

"Eres como el hermoso amanecer de las auroras boreales que susurran tu nombre y eres el destello cuando la noche brilla en el firmamento estrellado, donde las estrellas tocan el cielo, tú estás ahí en el firmamento viendo tocar las estrellas"

Milo susurra tú nombre al oido,
Camus te abraza con su compañia,
Destello haz iluminado esta pareja con tu presencia,
Aurora es tu nombre para mi,
tú nombre es poesía.

Eres parte de mi  lumière éternelle.

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