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Andrew

Leica ―pronuncio el nombre de mi cámara, la observo como un tonto pensando en lo significativa que ha llegado a ser para mí.

Tía Natalie me la llevaría cuando desperté... después del accidente, aludiendo que era imprescindible en mi vida. No lo recordaba, era como si acabara de despertar de un sueño eterno. Sigo observándola, decidí pensar que era cierto porque supe cómo usarla, y de repente me vi teniendo una nueva vida, como si fuera la que siempre había soñado. Y tía, ha sido parte fundamental, yo he sido para ella como ese hijo que perdió, y ella para mí, como la familia que perdí.

Lo cierto es que no los recuerdo, mis padres se hallan perdido en lo más recóndito de mi memoria. Aun así, aunque no estoy de acuerdo en algunas cosas con Emily, ella hace que tenga la imperiosa necesidad de investigar. Miro de nuevo el visor de la cámara donde aún permanece la imagen del tatuaje de mi hombro. No le mentí cuando dije que no recordaba por qué estaba allí; no obstante, cuando me acerqué a preguntar en un local de tatuajes en mi segundo intento porque no podía con la duda, terminé averiguando de alguien que hizo uno parecido, y casualmente estaba allí. Dijo con horror en su rostro que era único, y que casualmente se lo había hecho a un amigo muy parecido a mí, aunque muy en el fondo me dio la impresión de que estaba aterrado porque reconocía su propio arte en la foto.

Quería pensar que era casualidad, estuve tentado a mostrarle el mío; sin embargo, me aterré al pensar que las locuras de Emily fueran una realidad. ―No soy Jeremy, no lo soy―, siempre trato de decírmelo; no obstante, nunca termino por creérmelo.

―¿Andrew? ―La voz de tía Natalie me saca de sopetón de mis frustrantes pensamientos. La observo y veo que está lista para salir y abandonar este lugar, que para ella solo fue un gran error, y regresar a su mundo.

Aunque me pregunto cual es realmente. Sigo guardando mis recelos con ella, con todo esto.

―Nos vamos? ―me apura.

―Un momento ―le freno.

―¿Qué haces? ¿Otra vez torturándote?

―Tía.

―Ya es suficiente. No quiero que eches a perder todo lo que has ganado solo por un capricho.

―Deja de decir eso, que no lo es.

―Esa chica solo trae problemas, y me vas a dar la razón cuando suceda.

―¡Tía!

―No estoy de acuerdo con que pretendas llevártela.

―Es suficiente, son mis decisiones.

―Es un gran error. Estabas muy bien con Michelle.

―¿Michelle? ―menciono su nombre con molestia―. La única razón por la que se acercó a mí es porque me parezco a Jeremy. ¿Qué la hace diferente de Emily?

―Andrew ―pronuncia mi nombre como una advertencia.

―Sí, ya sé. Si hay diferencia. Emily jamás se acercó a mí, fui yo quien fui tras ella.

―Va a destruir tus sueños.

―¿Cuáles? ¿Los sueños que parecen ser prefabricados en mi cabeza?

―Andrew no seas injusto. Sobreviviste a un terrible accidente, sufriste daños en tu cerebro; pero afortunadamente fueron leves y sigues siendo normal.

―¿Normal? En serio crees que soy normal, cuando todavía tengo un hueco en mi cabeza.

―Creí que eras feliz ―dice con tono amargo, mostrando el obvio resquemor en su tono.

―Tú creías que era feliz, y estaba conforme con eso. Ahora no. ―Ella abre la boca para replicar y la detengo, lo cierto es que no quiero escuchar nada más sobre el asunto―. Pero tienes razón, fue un error venir aquí, y nos iremos hoy y dejaremos todo esto atrás.

―No estoy totalmente de acuerdo, pero es lo mejor ―esboza con alivio en su tono.

―Pero me pregunto, si también dejarás atrás tu afán de recuperar la fortuna de tu esposo.

Su semblante cambia, es obvio que la razón de su regreso es ese. Después de cuatro años, aún no ha podido reclamar lo que es suyo. En el fondo, me alegra que no lo haga, siento como si ese dinero, más que estabilidad para ella haya significado una maldición que la ha dejado sin marido y sin hijo.

Nunca habla abiertamente de ello, de allí el motivo de su reacción, y tampoco me he interesado en ahondar en ello. Es su vida; no obstante, yo parezco que estoy reconstruyendo la mía.

―Ya dejé a mi abogado encargado de todo.

―¿Así de fácil?

―¿Por qué de repente estás cuestionándome?

―Debe ser porque todo esto me tiene predispuesto ―digo porque en serio me estoy portando como un maniático. Ella ha hecho mucho por mí. No tiene la culpa; además, tiene sus propios problemas. Me acerco, la abrazo y beso su sien con cariño―. Voy por mis cosas, Emily ya debe ir camino al aeropuerto. Ella lanza un hondo suspiro y luego de besar mi mejilla va por las suyas.

Ella es buena, «ha sido la mejor conmigo», me digo porque ahora no puedo sojuzgarla solo por lo que otros dicen. Voy hacia la que dejará de ser mi habitación y en el recorrido hasta allá, no puedo dejar de rememorar las cosas que pasaron en ella. Emily asustada metida en mi tina, en mi cama, metiéndose poco a poco en mi cabeza y en mi pecho. Y ahora se irá conmigo, que podría salir mal. Recojo mi maletín de mano y arrastro la maleta rodándola hacia la puerta. Tía Natalie toma la suya, y salimos del ático. Mi atelier privado, o no tanto, desde que Emily irrumpiera intempestivamente en él. Ya quiero verla, abrazarla, y besarla hasta que aterricemos en nuestra primera parada, Londres.

Tomamos un taxi hasta el aeropuerto, pensé en llamar a Emily, pero no quería azorarla, ya bastante tiene con alejarse de su familia de forma abrupta, y no podía estar contento con eso. No quería imaginar la cara de su padre, y lo mucho que debe estar odiándome por quitarle a su niñita. Habría querido familiarizar con todos ellos; sin embargo, me detuvo el horror que sentirían al verme. Soy como un fantasma, y eso no es agradable.

―Llegamos ―anuncia tía Natalie pagándole al hombre del taxi y saliendo a toda prisa.

―Llamaré a Emily ―digo al bajar y acomodar mi maletín de mano en mi espalda.

―No, eso nos demorará.

―Emily debe hacer su registro ―me quejo ante su premura.

―Tranquilo, ya lo hice todo. Hable con ella y le indiqué que nos esperara en el embarque.

―¿Por qué no me lo habías dicho?

―Creí que te había dicho que me encargaría de todo; así que vamos. Embarcamos en poco y ella debe estar emocionada esperándonos.

No estaba muy convencido de sus palabras; pero como siempre, termino confiando en ella. Si era así, Emily debía estar esperando por nosotros. Sin más demoras nos adentramos en el aeropuerto, y vamos directo a la zona de inmigración y luego a dejar las maletas. Y dirigirnos al embarque me percato que ella está allí, al otro lado, irradiando mi vida como un sol. Tía tenía razón. Sin embargo, su cara al verla no era de satisfacción como la mía.

―Ven conmigo, Andrew ―dice de repente desconcertándome.

―De que hablas. ¿A dónde? Emily está allí, hay que hacer el papeleo

―Ven.

―Tía, estás loca. Ahora si perderemos el tiempo.

―Es una trampa.

―¿Trampa? ¿De qué hablas?

―No vayas Andrew, con ella. No lo hagas ―gime y entonces empiezo a hacer conjeturas que no quiero en mi cabeza.

Emily no tiene ninguna maleta y su mirada como el sol, ahora se ensombrece.

―¿¡Mentiste, cierto!? Mentiste diciendo que te encargarías de traer a Emily con nosotros ―reclamo molesto―. Nunca planeaste llevarla.

―Andrew, vamos.

―Natalie Maxwell. ―Un hombre con aspecto de guardia la llama acercándose a nosotros.

Entonces me fijo en que no viene solo, lo acompañan dos hombres más. Emily también se acerca, pero se queda a un lado sin dejar de mirarme. Hay angustia en su rostro, y me temo que se debe a la mentira de tía; ¿pero? Si no le había dicho nada del viaje, ¿por qué está aquí?

―No puedes salir del país Natalie ―le advierte el otro acompañante del guardia, que viste de traje.

No recuerdo haberlo visto antes.

―¿Por qué no puede hacerlo? ―increpo al hombre, molesto.

―Ella lo sabe muy bien ―expone directo―, y en su defecto, tú tampoco, Jeremy ―añade haciendo que bufe espantado.

Miro a tía Natalie, y luce pálida. Su rostro desencajado y muda. Algo me dice que ella sabe por qué está sucediendo esto de repente.

―Vamos tía, diles que están equivocados.

―No es tu tía. Es tu madre, hijo ―dice el tercer acompañante haciendo que me estremezca al decir eso y llamarme de esa forma, no puedo evitar que me resulte conocido.

Entonces miro a Emily que sigue observándome de igual forma. Vuelvo mi mirada hacia el hombre y hallo el parecido. Tenía que ser su padre. Me alejo a la fuerza del hombre y voy hacia Emily.

―¿Qué está pasando, Emily? ¿¡Qué diablos pasa!? ―La tomo de los hombros y la increpo con fuerza. Estoy fuera de mí, ni siquiera tengo conciencia de hacerle daño con la presión de mis manos, y lo más curioso es que, aunque su padre y el otro hombre de traje se mueven de sus lugares, no intervienen―. ¡Dime que es todo esto!

―L–lo... siento..., Jeremy ―balbucea a punto de llorar.

―¡Jeremy! ¡Jeremy! Maldición, ¡Jeremy está muerto! ―grito horrorizado con rabia, mientras zarandeo a Emily quien solo solloza bajo el agarre de mis manos.

Siento unas manos tomar las mías y obligarme a soltarla. Es su padre, constato cuando me obliga a mirarlo.

―No hijo. Estás vivo, y ya entenderás la razón ―dice y aunque no logro comprenderlo siento una amarga y profunda tristeza, como si lo que acababa de decir con mucha serenidad y sin darle lugar a dudas o titubeos, fuera una verdad absoluta. Me dejo caer arrodillado, llevando las manos a mi rostro, abatido.

―¿Yo soy..., Jeremy? ―murmuro, como si en verdad pudiera asimilarlo, o creérmelo...

∞∞∞

Jelou!!, bueno, con este capítulo podemos decir que ya no quedan dudas, Jeremy vuelve, y despedimos a Andrew.  Y así, poco a poco nos despediremos de esta historia que nos sacó lagrimas tristes al principio y sin duda también en su final, pero estas serán de felicidad.

Gracias por leer!!

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