16. ¿Me buscabas?
¿Ir o no ir?, esa no es la cuestión puesto que ya elegí. Sin embargo, dejarme arrastrar por él no creo que sea la elección más sensata, viendo como todo esto me estaba transportando al... pasado.
Instintivamente jalo fuerte mi mano zafándome de su agarre. Ambos nos detenemos. Él, frente a la puerta de salida y yo, a pocos metros.
¡Oh, Jeremy!, no deberías invadir mi cabeza ahora con tus recuerdos.
―¿No vienes? ―Insiste.
―¿Por qué debería de hacerlo?
―¿Por qué no hacerlo?
―Porque es peligroso para mí.
―Tengo algo tuyo, lo quieres de vuelta, ¿no?
―¡Dámela! ―Exijo.
―Ya te dije, ven por ella ―masculla, me da la espalda y se acerca al guardia junto a la puerta.
El hombre la abre y lo pierdo de vista al confundirse con la oscuridad de afuera. Como tonta sigo debatiéndome con algo qué inconscientemente ya elegí. ¡Cielos! Es bien cierto que quiero saber que se esconde detrás de él y que lo conecta con Jeremy. Siempre tengo esa sensación y tenerlo cerca es como si cada vez más me acercara a hacer realidad mí... esperanza.
El frío que se cuela por la puerta pega helado en la parte mojada de mi vestido. Recogiendo un poco la falda y apretando mi cartera me encamino detrás de él. Le pido al malencarado hombre de la puerta que la abra. Pese a mis instintos egoístas, tengo que recuperar la caja pronto. O más bien quiero saber si ha causado algo en él. Cuando estoy fuera y envuelta por el frío y la oscuridad nocturna que hay, no lo encuentro. Empiezo a buscarlo con mi mirada en lo poco que puedo ver. Exhalo bajo; quizás solo juega conmigo.
―Me buscabas ―susurra en mi oído a mis espaldas.
Eso me causa un enorme susto, llevo la mano con mi cartera a mi pecho y me giro rápidamente.
―¡Imbécil! ―chillo apretando los dientes.
―¡Imbécil o no, me buscabas, ¿cierto?
Trago grueso.
Él alza sus cejas y ladea un poco su rostro irritándome.
―Solo porque quiero que me devuelvas mi caja. ¿Por qué la tomaste?
―Porque quería atraerte, y creo que lo estoy logrando ―dice ladino.
No espera a que diga nada más y se encamina nuevamente hacia la oscuridad de la calle.
―¿¡A dónde vas!? ―grito molesta.
―Voy por mi auto, ¿vienes o no?
―Un momento. ―Lo detengo―, ¿qué diablos planeas?
―Ir por tu caja, ¿la quieres?, ven por ella
―¿Y dónde exactamente la tienes?, ¿en tu auto?
―Por supuesto que no. La aseguré muy bien, no quería extraviarla.
―¿¡La tomaste a propósito!? Sabes que puedo decirle a Huhg que tú la robaste. Alice lo vio en las cámaras.
―Díselo, lo más probable es que piense que solo es una travesura. Jamás pensará que soy un ladrón ―expone sin ninguna preocupación.
Sigue caminando y sin más remedio le sigo hasta que llegamos a su auto.
―Eres el fotógrafo de Kate, no crees que le parecerá raro no encontrarte.
―Ya hice mi trabajo; además, solo vine a la fiesta por ti ―aduce metiéndose en su pomposo auto.
―¿Y qué hay de tu novia, Michelle? No se le veía muy bien; quizás le haces falta.
―Michelle no es mi novia, solo es la chica con la que paso el rato.
La puerta del copiloto se abre invitándome a entrar. En esa indecisión me encuentro cuando veo a lo lejos a Cheryl que parece hablar o discutir con mi hermano; sin embargo, también observo que luego de algunos jalones y abrazos por parte de él, ella cede dejándose atrapar. Ver eso me alegra, porque al final, Jake, si vino, como ella lo dijera muy convencida.
Vuelvo a fijar mi vista en la puerta abierta y fingiendo molestia y nada de entusiasmo por lo que dijo, subo a su Mustang. Me coloco el cinturón y me cruzo de brazos, fijo mi mirada en el parche mojado en mi vestido, y luego en la ventanilla. En ningún momento en él.
Puedo sentir como ríe victorioso. El motor rugiendo al encenderse e Imagine dragons, con Radioactive, rompen un poco el silencioso ambiente dentro de la cabina del auto
―¿Te gusta? ―Insinúa sobre la canción.
En respuesta lo miro de reojo y me encojo de hombros para que sepa que me da igual su escogencia de música. Mi gusto musical actualmente es bastante deprimente, Poison sigue siendo mi favorita, sobre todo aquella que habla sobre que todas las rosas tienen espinas.
Suspiro hondo sumiéndome en el deprimente pensamiento. Sin embargo, al mirar a todos lados con la dirección que toma me sorprendo y mucho.
―¿A dónde me llevas?
―A un lugar que conoces muy bien.
―No te entiendo, ¿qué lugar podría ser ese?
―Ten paciencia, ya lo verás ―dice aumentando la velocidad logrando que pegue más mi espalda al asiento.
El recorrido lo reconozco muy bien, pasamos la escuela, el parque cerca de ella donde Jeremy y yo nos sentamos más de una vez en el césped; pero el lugar al que me lleva, quizás, también...
Mis ojos se abren como platos cuando apaga el motor y se estaciona frente a la gran casa ahora abandonada, de los Ross. Lo miro espantada y él al contrario de decir algo, simplemente se baja con una ancha sonrisa en su boca.
¿Por qué estamos aquí?
La pregunta ronda una y otra vez mi cabeza. Eso me hizo recordar un poco de lo que dijo Kate, él es familiar de Natalie. Todo esto tenía que ser una broma.
―¿No vienes? Lo que quieres está dentro. ―Se inclina en mi lado de la ventada espantándome mucho más.
Estoy muda, simplemente no sé qué decir. Él abre la puerta y yo bajo abrazándome a mí misma, ahora empiezo a sentir mucho frío. No espera reacción por mi parte, simplemente se quita su chaqueta negra y la coloca sobre mis hombros. ¡Dios! Huele tan bien, y gracias al cielo no se percata de mi estupidez. Pone la alarma de lejos y corre hacia la entrada sin perder tiempo.
Obligo a mis pies a caminar porque mi cerebro se niega a darle ordenes, casi estoy petrificada, es como si el sueño de una noche rosa se repitiera de nuevo. Secretamente quiero llorar y reír al mismo tiempo. Tomo valor e inhalando un poco de aire lo boto por la nariz empezando a caminar hacia el interior de la casa, en donde ya se ha metido.
Llego hasta la puerta y la empujo, todo está oscuro en el interior hasta que la lámpara de arañas que parece bañar todos los rincones del recibidor se enciende.
―¿Que hacemos aquí?
―Ya te lo dije, acá la tengo, sube. ―Me señala las escaleras.
No me muevo, hace muchos años que no había vuelto a entrar a este lugar, desde sus muertes. Me trae mucha nostalgia al igual que una gran tristeza, y Andrew es muy osado para remover así de cruel mi pasado.
―Ya veo ―susurra caminando a mi alrededor―, este lugar te trae muchos recuerdos.
―No es nada que te interese ―expongo escondiendo el rostro, lo último que quiero es que otra vez me vea llorar y se burle de mí.
―Era tu novio, ¿cierto? ―dice de repente, llamando mi atención. Se pone frente a mí y con su dedo levanta mi barbilla para que lo encare. A estas alturas, no puedo evitar sollozar y dejar que mis ojos se vean aguados―, y yo me le parezco, fue por eso que te desmayaste en mi oficina, por eso querías renunciar; porque yo te lo recuerdo.
―¡Basta! ―chillo apretando los dientes y apartándolo.
Le doy la espalda y me llevo las manos a la boca para que no me escuche gimotear.
―Entonces es cierto, no crees que debería sentirme enojado por eso.
―¡Basta! ―repito dándole la cara―, basta por favor.
―Pero, aun así, regresaste, ¿por qué Emily? Crees que yo puedo ocupar el lugar de él ―sisea ladino y eso me descompone.
Eso jamás pasará.
―¡No! Nadie nunca ocupará su lugar, ¡nadie! ―grito histérica hacia él, quien se queda estático, mudo―, no entiendes nada, nada, él... era mi vida ―añado e intento correr fuera de la casa.
Necesito huir; pero increíblemente es más rápido que yo y me atrapa aferrándome contra su pecho, justo al llegar a la puerta.
―¡Suéltame!
―¡No! ―gruñe.
―¡Déjame ir!
―No. ―Vuelve su inamovible negativa.
Su agarre tampoco mengua, cada vez se hace más fuerte, como si de verdad no deseara... soltarme...
―¿Por qué? Te divierte verme llorar otra vez.
―No ―masculla alejándome lo suficiente para que nos veamos fijamente.
―No sé qué te hayan dicho; pero no tienes ni puta idea de lo que pasó entre nosotros, así que no te metas.
Al contrario de lo que esperaba, su mano me obliga a recostar mi cabeza sobre su hombro, es como si me estuviera invitando a llorar. Y no lo estaba entendiendo, ¿acaso se estaba burlando de mí? Sin embargo, se sentía bien... llorar, y no me contuve. Él no se aleja me acuna en su pecho como si en realidad lo entendiera todo.
Sentirme en sus brazos, me hizo recordar como si estuviera envuelta en los de Jeremy. Él espera hasta que me calmo.
―Lo siento ―murmura contra mi cabello, que debe lucir desordenado―, lo siento de verdad; pero quería saber algo, y me gustaría escucharlo de ti, quiero que me digas la verdad. ―Asiento, solo ante su disculpa como una señal para que haga su pregunta―; ¿en algún momento pensaste que yo podría ser él?
Su pregunta no me toma por sorpresa, me horroriza; porque en un lugar recóndito en mi corazón ese que se niega a dejar ir a Jeremy creyó que sí.
―Si...i ―balbuceo temerosa, pero incapaz de negar mi realidad.
Su abrazo mengua un poco el suficiente para que podamos vernos cara a cara. Mis ojos están llenos de lágrimas, y los de él de una extraña sorpresa.
―Entonces solo déjame ser él ―dice dejándome nuevamente sin habla, y sin darme ninguna tregua para una respuesta coherente a lo que propone, porque su boca cae en picada sobre mía, besándome con una fiereza extrema que me hace incapaz de detenerle y sucumbir como siempre lo hice con Jeremy.
∞∞∞
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro