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2

Me despertó algo curioso, alguien me lamía la oreja y creí que sería Dante, mi mascota. Siempre amanecía así, toda lamoteada por esa hermosa y pequeña bola de pelos blanca.

–Ya detente. Déjame, quiero dormir más –me volteé del otro lado. Seguro que ya paraba, pero me lamió la otra oreja, se sentía diferente, lo agarré y, para mi sorpresa, era más esponjoso de lo que recordaba–. ¡Ah! –no sabía de qué asustarme, si de que había un gato en mi cama, de que esa no era mi cama, o de que ¡Bernan estaba encima de mí mirándome muy de cerca!

–Mi señor, creo que la señorita ha despertado –una mujercita linda y tierna, acababa de entrar a la habitación–. Oh, creo que ya se dio cuenta –dijo cuándo vio a su "señor" sobre de mí.

– ¿Qué está pasando aquí? –pregunté sin esperar una respuesta válida.

– ¡Te he escogido para que compartas tus días conmigo! –respondió Bernan con una sonrisa.

Parpadeé pausadamente sin creérmelo.

–Señor, de esa manera solo la asustará más –repuso la dama recién llegada.

– ¿No me dijiste que fuese honesto? Además, ella preguntó –su tono era como el de un niño.

–Disculpe señorita, ¿me acompaña al espejo?–. No me moví. No recordaba mucho y la cabeza me dolía de nuevo, hice una mueca por el dolor–. ¿Le duele algo? –me preguntó.

–Así no se piden las cosas –Bernan se levantó de la cama y volteándome a ver extendió la mano para decir–: Ven aquí.

¿Por quién me tomaba? y ¿qué estaba haciendo mi cuerpo?

Me paré de la cama, aún con el dolor de cabeza, para acercarme. Pero no quería hacerlo, mi cuerpo se movía solo. ¡¿Qué está pasando?! No puedo ni hablar...

– ¿Ves? –dijo Bernan orgulloso–, así se hace.

–Señor, el aprovecharse de la marca que le hizo no es bueno, ni honesto –ese reproche me gustó un poco más.

Un momento. ¿Marca?, ¿qué marca? Era de las que presumía no tener ningún tatuaje o cicatriz en la piel. Debía ser una broma.

– ¿Quieres verlo? –preguntó el mayordomo, que no era mayordomo.

Asentí. Al mirar mi reflejo en el espejo vi en mi oreja izquierda, justo en el ante hélix, una estrella de cinco picos rodeada por un círculo, de color negro carbón. ¿Cómo había llegado ahí? La toqué anonadada, no dolía.

–Cuando un demonio escoge algo para ser suyo una marca personal hará su aparición.

– ¿Y si esa cosa no quiere? –por fin escuché mi voz–. ¿Quién dice que pueden hacer eso? –ahí va la valiente de mi, retando a un demonio. O sea, además me consideraba una cosa, un objeto. Me iría de inmediato y nadie podría impedirlo.

–La pregunta es tonta –dijo–, no la responderé.

Idiota. ¡No me ignores!

–Señorita. ¿Le duele la cabeza? –la mujercita se preocupaba por mí.

–Sí, no recuerdo muy bien porque–. Ah sí, él le había puesto algo en mi bebida–. Algo puso en mí... –no terminé la oración.

–A callar –pues susurró él.

Y ¿por qué lo obedecía?

–Pero el señor nos dijo que se había golpeado a cabeza al caerse de las escaleras –desmintió ella.

¿Qué escaleras?, si ni siquiera había subido a ningún lado, me quedé abajo y ahí fue cuando me noqueó.

–Ah sí, yo me refería a otra cosa... –mis respuestas y expresiones daban miedo. Pero algo llamó mi atención, salvando de mi acusación a mi secuestrador; era una pelusita que maullaba para llamar mi atención–. Pero qué lindo gatito, eras el de hace un momento, ¿no? –era tan suavecito y tierno, solté un suspiro cuando se refugió en mis brazos–. Amo los gatos...

– ¿Ves? Tenemos muchas cosas en común –volvió a hablar el secuestrador.

¿Este loco de qué habla?

Mayormente se divide en dos los gustos a animales, perros o gatos, a mí me gustaban los gatos, pero eso no era tener algo en común; cualquiera podría decir que le gustan los gatos mintiendo. Además me gustaban también los perros. O sea, tengo uno.

–Seguro –decidí seguirle la corriente–. Disculpen el atraso pero, ¿dónde estoy?

–Sigues dentro de la mansión.

Y ahí había pasado la noche, ¿o la semana? No lo sabía.

– ¿Por qué me hiciste quedarme? Debía regresar a decirle el mensaje a la maestra –la cual nunca me pagó para ser secuestrada, aunque me parecía que Bernan era el único que ver con todo eso. No quiero pensar mucho en que tengo una maestra con un turbio negocio.

–Yo no te hice quedarte, te tropezaste, te lastimaste, te desmayaste y no te iba a dejar allá tirada, así que te dimos atenciones –enumeró con molestia–. Deberías estar agradecida.

¿Agradecida de que me haya asustado al despertarme y de hacerme sentir confundida por no saber que pasaba? y ¿qué era lo que me esperaba con este sujeto tan espeso?

–Tal vez si esa fuera la situación –murmuré malhumorada, pero seguía teniendo al gatito y no quería pasarle mi mala energía, por lo que lo dejé en el suelo.

–De todos modos, luego hablamos –informó el señor de la mansión–, necesito terminar unas cosas y tu cambiarte de ropa–. Ropa, ah sí, esa no era la ropa que había llevado, significaba que alguien me había cambiado. ¿¡Había sido él!? ¿Entonces él vio?... me sonrojé. Él pareció darse cuenta–. Renover, ¿podrías encargarte de volverla a vestir? El vestido está en el armario y asegúrate de peinarla, que coma algo... seguro tendrá hambre –sin decir más, se fue.

Hambre, sí tenía hambre. Me acerqué a la mesita de noche donde había una charola plateada con una taza con leche y unos panecillos con mantequilla, además de algo de fruta. ¿Cuánto tiempo he estado aquí?

– ¿Cuánto tiempo he dormido? –pregunté a la mujercita que ahora sabía se llamaba Renover.

–Dos días.

Era demasiado. ¿Qué cosa puso en la bebida?

– ¿Qué es lo que fue a hacer? –me entretuve mirando por todos lados. Estaba la gran cama en medio de la habitación luego, unas ventanas justo al lado, enfrente encontré muchos roperos y una puerta, del lado derecho estaba otra puerta que era para salir al pasillo.

–Terminar los preparativos para la celebración, pero por favor acérquese necesito ponerle el vestido o ¿preferiría comer primero?

–Creo que comeré algo–. Ella esperó y platicamos de banalidades. Nunca mejor dicho–. ¿Y que se celebra? –terminé de comer y me ayudó a quitarme el pijama, también a ponerme una blanca y fondo blanco. Me sentía a la moda solo con eso.

–De su presentación a los humanos como prometida–. Levanté los brazos y ella me puso el vestido, era muy bonito. ¿Por qué me emocionaba saber que lo que él estaba organizando?, quise pensar que era incomodidad.

– ¿Para qué? Digo si ni siquiera he aceptado o me ha preguntado nada –ahora comenzó a cepillarme el cabello frente al espejo.

–Pero él es quien la ha escogido, y para ser sincera es la primera vez que veo que se comporta así con un humano –como confidencia agregó–. No creí que lograra encontrarla–. ¿Acaso había algo diferente en mí?, mi habilidad en los videojuegos... tal vez–. ¡Oh! realmente le queda muy bien.

–No estoy acostumbrada a todo esto –rezongué.

–No se preocupe se ve linda.

–Gracias, pero yo creo que tú te ves más linda que yo, sin siquiera vestir esto.

–Es usted una caja de sorpresas.

¿A qué se refería? ¿Acaso las mujeres no se acostumbran a decirse cumplidos cuando realmente se ven bien?

Me miré al espejo, el vestido era hermoso, usar algo tan bonito como eso no venía conmigo en muchas maneras. La verdad, no es que no me gustara, no estaba acostumbrada. Era demasiado perfecto.

–Qué lindo, ya se ve como una reina –Bernan hizo su entrada, y con una señal le pidió a la chica que saliera, ella con una reverencia se fue–. ¿Te gusta? –preguntó.

–Por supuesto, esta hermoso, me encanta–. ¿Por qué respondía así? Aunque fuera verdad podía aparentar tantito amor propio.

–Se ve mejor cuando lo usas tú.

Eso caliente en mi cara. ¿Era rubor? ¿Quién era esa chica en el espejo?

–Perdón es solo que no estoy acostumbrada a que alguien me hable así –dije sin apartar la mirada.

–Tal vez sea un poco tarde pero de todas maneras lo diré –se arrodilló en reverencia y me ofreció un objeto, la seriedad en sus ojos me cortó la respiración–. Te pido que lo aceptes en nombre de nuestro compromiso –al mostrarme lo que ocultaba, pude ver un anillo. Era delgado, plateado con una piedra roja, combinaba con el vestido.

Para ser honesta nunca había esperado esto.

–Claro–. ¿Que era esa respuesta? ¿Era esto lo que quería? Pensaba mientras Bernan deslizaba el anillo por mi dedo anular. Le sonreí.

–Realmente te ves hermosa –también sonrió, mostrándome la perfección de sus dientes–. Ven, vamos, ha llegado el momento –tomándonos de la mano salimos de la habitación.

Cuando él entró no noté cómo iba vestido, ahora que no tenía nada más en que fijarme vi el cambio, traía un traje negro con corbata roja y llevaba una camisa gris debajo. Ambos íbamos a juego.

–Esta es primera parte de la reunión formal entre humanos y demonios, para qué las dos partes estén enteradas del compromiso –dijo para luego permanecer en silencio. Caminamos un rato hasta que escuché murmullos y vi unas luces por un pequeño espacio.

Llegamos a un pasillo no iluminado que estaba en el segundo piso, ahí había un balcón que daba a una sala en la que estaban reunidas personas, que eran... ¡mi familia! ¿Cómo llegaron aquí? ¿Qué estaba pasando?

Estaban mis primos, tíos, sobrinos, hermanos, incluso mi madre y mi padre, pero. ¿Quién les informó? Además todos se veían felices y muy arreglados. Mientras Bernan y yo aparecíamos en el balcón, todos levantaron la mirada y callaron, manteniendo siempre sonrisas de expectación en sus rostros.

No podía guardar mi desconcierto ni mis ganas de pedir ayuda.

Divisé a alguien más escondido entre las sombras, la persona que tenía mucho que ver con lo que estaba pasando: Louis Roderick, esa tipa me las iba a pagar muy caro.

Todavía pensando en eso último cuando, noté que yo tenía una sonrisa y realmente me sentía feliz. ¡Ah!, ¡que alguien me diga que me está pasando!

–Gracias por venir a compartir con nosotros la celebración de nuestra futura unión –comenzó hablando mi prometido.

–Bienvenidos –sonreí mientras hablaba.

–La señorita ha aceptado el anillo que simboliza nuestra unión según sus costumbres–. ¿Se referiría a cuando alguien se te declara y te ponen un anillo en el dedo? Seguro, fue igualito–. Y solo faltaba presentar la unión ante ustedes.

–Padre, madre espero acepten nuestra unión–. ¿Esa fui yo? ¿Por qué rayos hablaba así? ¡Basta!

–Disfruten de todo lo que hemos preparado hoy–. ¿Preparado?... me suena a manada.

Bajamos del balcón rodeando el salón por otro pasillo oculto que tenía unas escaleras. Mientras caminábamos a solas no me ordenó no hacer un escándalo o hablar de más, como pensaba que lo haría.

Caminamos tomados del codo y cuando pisábamos el último escalón susurró en mi oído: "Te he preparado una sorpresa". ¿A qué se referiría con eso? Me soltó para irse a conversar con otros de mis familiares y pronto pude escuchar risas en esa dirección.

Mis padres se acercaron a mí con discusión en sus ojos. ¡Ja!, ¿ahora qué les diría?

–Hija, no sabíamos que tenías "este" tipo de contactos–. ¿Se referían a como me hice prometida de un demonio que es multimillonario, elegante y genial? Porque hasta yo me lo estaba preguntando.

–La cosa se dio sola, y una cosa llevó a otra...

¿¡A qué rayos me refería con eso!? Y mis padres tampoco parecieron entenderlo, pero no dijeron nada más, creo que pensaron algo como que el amor me tenía loca.

No me cansaré de decir que esa no era yo.

Entablé conversaciones con todos los ahí reunidos, incluso con Louis (la maestra traficante de estudiantes), quien solo supo sonreír ante mis exigencias de información. Hablarle solo fue para estresarme, porque se mostrara indiferente ante todo.

Algunos con los que hablé comentaron algunas cosas sobre un tal tatuaje en mi oreja.

–Hermanita, me alegro mucho por ti, realmente encontraste un buen partido, que el amor este siempre con ustedes –no reconocí a la persona que me habló, pero teniendo en cuenta que me dijo hermanita seguro era Genoveva, mi hermana mayor.

–Gracias te deseo lo mismo a ti y a tu prometido –ellos llevaban saliendo tres meses; se veían realmente felices.

–La verdad, es que quisiera que me dijeras en donde encuentras hombres como el tuyo –parecía coqueta, sin importarle que su pareja estuviera cerca.

En el infierno, hermana.

Solo le sonreí "enigmáticamente" (no sé cómo lo hice, llevaba toda mi vida practicando pero, ahora en esta noche parece que soy una experta en parecer interesante), antes de que Bernan me tomara del brazo otra vez para llevarme a la parte delantera del salón para dar este anuncio:

–Agradecemos sus felicitaciones y buenas intenciones, no quisiera molestar a nadie así que diré lo que pasó por mi mente en mientras me declaraba a Allet–. No recuerdo haberle dicho nunca mi nombre, ¿cuánto lleva diciéndolo como si nada?–. Planeo llevarla a conocer mi lugar de origen–. ¿Se refería a que quería llevarme ahí con los demás demonios? ¿Esa era la sorpresa? Además, creo que mis padres sospecharon justo cuando dijo llevarme. ¡Eso mamá y papá salven a su hija!–. Pero no quisiera irme sin despedirme de mi demás familia ya que eso les considero, no planeo regresar en mucho tiempo, si los padres dan la autorización, claro.

–No tenemos nada en contra –dijeron al unísono y levantando sus copas mis progenitores.

Mi cara de terror fue interna, pues en mi rostro brillaba con una sonrisa cálida.

Padre, madre, acaban de entregar a su hija como sacrificio a un demonio.

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