Mientras tratamos de dormir siento a alguien cerca de mí. Se escucha su respiración y calor corporal muy cerca.

—¿Hay alguien ahí? —pregunto asustada

Los demás se despiertan. Algo nos arrastra a todos de un brazo. Al salir todo es oscuridad. ¿Cómo es que la puerta de la celda está abierta? ¿Qué ha pasado?

Nos siguen arrastrando, no sé a dónde. Igualmente, no ponemos resistencia

Estamos así bastante tiempo hasta llegar a un lugar que al parecer es la casa de alguien. Allí las luces se encienden al igual que las de afuera. En eso alguien cierra la puerta. No conozco a quien cerró la puerta, pero sé que tiene relación con una de las personas que hoy fueron a La Salida.

Miro a mi alrededor. Definitivamente este lugar no lo conozco.

Hay varias personas allí.

—Bienvenidos, revolucionarios —nos dice uno de ellos.

Mi papá y yo nos damos una mirada.

—Vamos, siéntense. Pónganse cómodos

Todos empezamos a buscar sillas en donde sentarnos. Yo me siento en el suelo. Todos nos miramos de forma desconcertada.

No entiendo qué hago aquí.

—Supongo que se preguntarán qué hacen aquí —nos dice una de ellos.

Todos asentimos. Es como si me hubieran leído el pensamiento.

—¿Recuerdan que cuando uno de ustedes dijo sus intenciones revolucionarias no fueron apoyados? —nos pregunta la misma persona.

Asentimos fastidiados.

—Fingimos estar en su contra —nos contesta otro de ellos.

—¿Por qué hicieron eso? —pregunta mi papá, enojado.

—Teníamos que hacerlo. Si no lo hubiéramos hecho, tratarían de eliminarlos lo más rápido posible además de que todos tendríamos problemas —nos contesta.

Eso suena convincente.

—¿Qué planean hacer? —pregunta mi papá ahora sin su expresión de enojo sino una de duda.

—Queremos ser parte de la revolución —nos dice.

El rostro de papá se ilumina.

—Claro. Hagámoslo, tenemos que hacer una revolución —dice mi papá muy entusiasmado.

—Primero quiero que me respondan unas preguntas —dice Nancy, interrumpiendo la conversación que sostenían con papá.

—Claro. Pregunte lo que quiera y nosotros le responderemos —le contesta una de ellos.

—¿Cómo es que nos sacaron de la cárcel? —pregunta Nancy.

—Cortamos la luz y como la cárcel se maneja por electricidad, se abrió automáticamente la puerta de la celda —le contesta.

—¿Cómo cortaron la luz? —pregunta nuevamente Nancy.

—Uno de los empleados del control de la luz estuvo de acuerdo con la revolución y nos ayudó.

—Pero los pudieron ver las cámaras

—Realmente no ya que las cámaras también funcionan con electricidad además de que no graban a los empleados haciendo su trabajo. Y nos pusimos de acuerdo en la Plaza Principal, como si hubiéramos entablado una conversación normal

Todo coincide. No creo que estén mintiendo.

Comienzan a organizar cómo hacer la primera confrontación. En ningún momento hablo o soy nombrada, pero escucho con mucha atención lo que planean. Solo me nombran al final de su discusión, porque les serviré haciéndome pasar por público.

Mañana, cuando el Superior diga que los valientes que fueron a La Salida murieron (que es lo más probable), sus familiares y conocidos subirán al pequeño escenario indignados.

Cuando el Superior esté dando las explicaciones, la gente gritará que no les cree y ahí comenzará todo. No me imagino cómo saldrá, ni creo que funcione. Es claro que la que entre la gente del público que grite eso seré yo, aunque esta vez yo no seré la que comenzará todo sino Nancy. No tengo nada de confianza en esto ¿Cómo pueden estar seguros de que la gente gritará con nosotros?

Otra vez es algo muy arriesgado, y aun así los apoyaré.

La tercera es la vencida.

Nos hemos despedido y vamos con la cara muy tapada (sospecharán en vernos saliendo de una casa tan tarde) caminando hacia la casa de Willy. Nos tendremos que quedar ahí porque, si vamos a nuestra habitación, nuestros familiares nos verán libres y, obviamente, sospecharán que hay algo raro en todo esto. Lo bueno es que ya tenemos a 18 personas a nuestro favor. Esto crece en cantidad tan rápidamente que tengo un poco de esperanza.

Ya en la casa de Willy vemos en su techo cemento. Seguramente aprovecharon hacerlo en el tiempo en que estuvimos presos.

Veo la hora en mi celular: las 6: 52 am. En pocos minutos me tendría que levantar, o más bien despertar y esperar a que todos se duchen y luego, ir al trabajo.

Mis días desempleada ya se están contando.

Willy pone varias mantas en el suelo como simulación de una cama y todos nos acostamos sobre ellas.

Tengo que admitir que dormir en el suelo es muy incómodo, pero es lo que hay.