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Cap. XIV


Exactamente las cinco de la mañana, nadie ha despertado en la casa de Glicinas, sólo dos enamorados dispuestos a escapar. El rubio con sigilo toma la caja de Nezuko del cuarto donde se encuentran durmiendo el pelirrojo y el Jabalí.

Ya están a unos cuantos pasos de salir de la finca. El sol no ha salido por lo tanto la de cabellos largos camina junto al espadachín, tomados de la mano. Ambos ya de acuerdo con huir juntos en ese preciso momento, corren como liebres siendo liberadas.

Sin soltarse, con miedo y preocupación, pero no se detienen. Se aman y nadie impedirá que estén juntos, nadie.

Nos encontramos.

Anticipándonos a la gran carrera.

Donde nadie ha de avanzar un paso para encontrarnos.

Al estar lo suficientemente lejos se detienen con el corazón latiendo a cien por segundo y la respiración precipitada.

—¡N-nezuko! —La llama como puede.

La joven lo abraza apoyando su rostro sobre el pecho de Zenitsu. Este corresponde el abrazo y acaricia los largos cabellos de ella.

En tanta libertad.

Sólo tú y yo, Nezuko.

Ambos siguen caminando. Cuando el sol ya se asoma Nezuko entra a su caja y su chico carga con ella.

Discúlpame, Tanjiro, pero amo a Nezuko...

—¡¿Dónde está Nezuko?! ¡¿Dónde está Zenitsu?! ¡Inosuke, Inosuke!

—¡Guarda silencio, idiota!

—¡Inosuke! ¡Nezuko y Zenitsu desaparecieron!

—¿Q-qué?

Los enamorados llegan a un pueblo, un lugar lleno de recuerdos para el espadachín, malos y buenos, tristes y felices.

Zenitsu toca la puerta de una pequeña finca. Esta se abre dejando ver a un viejo anciano de cabellos blanquecinos. El mayor lo mira de arriba a abajo confundido y se muestra con una cara melancólica.

—Abuelo...

—¡Zenitsu, muchacho! ¡Pasa!

—Gracias...

—¡¿Qué haces aquí?!

Los nervios del joven recorren cada extremo de su cuerpo, la tensión, el miedo. ¿Qué le puede decir?

¿Qué se enamoró de un demonio y ahora huyen juntos? Eso sería una respuesta bastante ilusoria, anormal y poco congruente.

—¿Puedo quedarme con usted por esta noche…?

—¡Por supuesto!

El anciano se sientan sobre el piso de madera para hablar más agusto, Zenitsu deja cuidadosamente a su lado la caja que contiene a Nezuko y suelta un pesado suspiro de nerviosismo.

—¿A qué se debe tú visita? ¿Una misión?

—Algo así...

—¿Por qué tan desganado? Siempre estás alucinando y parloteando por todos lados.

—Ya estoy grande. Ya me comporto como se debe.

El viejo ríe y se levanta.

—Tengo asuntos que hacer en este pueblo, volveré antes de que la noche caiga. Puedes quedarte donde solías hacerlo.

—Gracias, abuelo. —le sonríe.

—¡Dime maestro!

Por otro lado el pelirrojo e Inosuke están caminando por el bosque, aquel joven de pendientes mantiene el ceño fruncido y la llama de furia no se apaga. Tanjiro dejó que Nezuko eligiera entre Zenitsu o él, pero nunca creyó que escaparía sin siquiera despedirse.

Cuando el manto nocturno apareció Tanjiro junto con Inosuke cumplieron su misión asignada. Y ahora están dispuestos a encontrar al par de enamorados.

—¡Nezuko, basta! —Musita entre risas el espadachín dominante del aliento de rayo.

Ambos se hallan sentados sobre el piso, Nezuko aferrada del haori de Zenitsu se encuentra dándole dulces besos en el cuello. Eso le causa cosquillas y sonrisas a ambos.

Nezuko no ríe sólo sonríe, y eso vale millones de vidas para el de orbes ámbar.

—Me encantas, Nezuko.

La toma del mentón y colisiona sus labios a los de ella. En beso tranquilo y lento, como si tuviesen todo el tiempo del mundo a su favor.

Se separan y se abrazan.

—Zenitsu...

—¡Abuelo!

—¿Qué pasa aquí?

Se levantan tomados de la mano y Nezuko vuelve a sostener el bambú sobre su boca.

—Ella es Nezuko... todo el camino me ha acompañado —traga saliva y prosigue—. Es la hermana de mi mejor amigo...

—¿La hermana de tu amigo? ¿Por qué viene contigo?

—Ella... es mi novia.

—¡¿De verdad esta jovencita es tu novia?!

El rubio asiente y respira profundo.

—¿Por qué usas ese objeto en la boca? —Le dice el mayor a la mujer—. Puedes lastimarte.

Nezuko ladea la cabeza confusa y abraza a su amado.

—¿Podemos hablar en privado, abuelo?

Claramente el abuelo del rubio se nota desconcertado.

—¿Puedes esperarme en el cuarto, Nezuko?

—Humm...

La chica se da media vuelta y entra a dicho cuarto. Zenitsu y su mentor salen de la casa para estar en el amplio patio lleno de verde pasto.

—¡¿Qué sucede?! ¡¿Por qué traes a una jovencita?!

—¡¿Puedes escucharme?!

El mayor mira al rubio por unos cuantos segundos y asiente ante lo que pide su aprendiz.

—Habla.

—Ella no es una chica normal —lo mira directamente—. No por el momento.

—¿Qué intentas decir?

—Nezuko es...

—¿Es?

—Es un demonio ¡Pero no te asustes! Ella no come humanos...

—¡Qué cosas estás diciendo! ¡¿Te volviste loco?!

—¡Tienes que creerme! ¡Ella es aceptada por todos y hasta por el patrón! Confía en mí, por favor.

—¿Kagaya Ubuyashiki sabe de eso? —Se da media vuelta—. Está bien, entremos, después aclararemos esto.

Aliviado el rubio sigue a su abuelo.

Ya más tarde Zenitsu espera a que su amada salga de darse un baño para que él haga lo mismo.

Ambos ya en la habitación, solos, con los cabellos mojados, recostados en el fufón se miran a los ojos y juntan sus frentes de manera inocente.

La de ojos rosados abraza a Zenitsu y esconde su rostro en el pecho de él para volver a dormir.

—Descansa, Nezuko...

—Vayamos a buscar un lugar donde alojarnos.

—¡Pero debo encontrar a ese imbécil!

—¡Carajo! ¡Cálmate de una buena vez! ¡¿Por qué no piensas con esa cabezota que tienes?! ¡Si tu hermana está con ese hombre estará bien!

—¡¿Cómo puedes afirmar eso después de mirar lo qué pasó en la habitación donde se quedaba Nezuko?! ¡¿Acaso sabes algo?!

—Agh —bufa.

—¡Habla! ¡Si sabes algo dímelo!

—Yo no sé nada —desvia la mirada.

—Mientes.

—¿Ah?

—Puedo oler que ocultas algo, Inosuke.























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