El doctor se acerca y empieza con la revisión superficial de Nezuko.

El pulso de Zenitsu está por desbordar pues la mirada caótica de Tanjiro está centrada en él. Justo como si un león estuviese por cazar a un ratoncillo.

—Ella está bien, sólo tiene molestia en la zona abdominal.

—¿Y por qué se debe? —Curioso pregunta el pelirrojo al doctor.

—Probablemente por esfuerzo.

—¿Esfuerzo?... pero ella no ha hecho nada así últimamente.

Al sasosiego rostro del joven espadachín de haori verde se le frunce el ceño. Zenitsu lo observa con desazón, después de todo le está mintiendo a su primer mejor amigo.

—Tal vez estar dentro de esa caja le está empezando a dar molestia... —habla el de haori amarillo aún sabiendo que no es eso.

—Podría ser —concuerda el doctor—. Sólo debe mantener reposo y estará bien.

—Pero ella se puede hacer pequeña en este estado, debe ser algo más... —interviene el hermano.

—Podría, pero sea lo que le haya pasado no es grave —finalmente aclara el mayor.

Tanjiro se acerca a su hermana y le acaricia la cabeza como un cachorro, dedicándole una bonita sonrisa.

—Descansa, Nezuko, estarás bien.

El médico se fue, y la noche se hace más oscura.

El trío de amigos ya se encuentra descansando y Nezuko duerme en otra habitación.

Los pensamientos de Zenitsu no lo dejan descansar nuevamente y por ello se levanta cautelosamente para salir a tomar un respiro.

Camina con sigilo por los pasillos y sale al enorme jardín. Observa las flores, el verde herbazal y algunas luciérnagas que deambulan. Mantiene la mirada abajo con una ligera sonrisa y respira profundo ese olor tan agradable de un jardín lleno de flores. Cuando está apunto de exhalar el aire levanta la vista divisando a la joven de piel blanquecina y mirada dulce.

—¡Nezuko!

Ambos se acercan rápidamente y se abrazan fuerte, como si por años no se hubiesen visto. El de ojos ámbar le da un beso en la frente y sonríe ampliamente.

—¿Qué haces aquí? Es tarde.

La joven le toma la mano y lo guía atrás de la gran casa. Ahí hay unos grandes y frondosos árboles y las luciérnagas alumbran suavemente el lugar.

—Es hermoso —suelta en un susurro, observando detalladamente el paisaje.

La bella mujer se quita el bambú de sus labios y sujeta el brazo de Zenitsu para llamar su atención.

—Eres preciosa...

Este se inclina sólo un poco para estar cara a cara con su amada.

Le acaricia el mentón y cierra sus ojos acercando sus labios a los de ella para unirlos. Se mueven lentamente saboreando su cariño, aquel baja sus manos hasta su cadera de la muchacha y la sujeta con firmeza. La pega contra la pared que se encuentra atrás de ella y la besa con más vigor, aspiración y acucia.

La joven se separa por la disnea, lo mira y acaricia los cabellos de este, aún rozando sus labios y soltando suspiros pesados.

La noche es más hermosa cuando ella esta bajo ese manto de luz blanca.

¿Desde cuándo alguien es necesario para que la noche tenga sentido?

¿Quién dice que un demonio no tiene sentimientos?

¿Quién dice que un humano no puede enamorarse de un demonio?

El tiempo se detiene para ambos. Nezuko está conciente de todo lo que pasa en ese momento. Zenitsu la escucha e increíblemente no puede con tal esplendoroso sentimiento que carga por la joven.

—Nezuko te prometo que...

—¡¿Ustedes?!