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Cap. IX


El saber que Nezuko está bien y que aparentemente no hay nadie despierto en la finca hace que el rubio se sienta exelente.

Más eufórico que nunca, se reviste y piensa en lo bonito de su noche.

¿De verdad fue real?


Es el pensamiento que no se va a sacar durante mucho tiempo.

Zenitsu se queda un rato más en su habitación hasta que un delicioso olor a comida se manifiesta. Sale a asomarse en la puerta pensando que ya hay alguien en la cocina.

—¿Hola? —Pregunta con voz grave, intentando ser escuchado.

—¡Ya basta! ¡Tengo que ir a acabar el desayuno! ¡Se va a quemar!

Una voz femenina se escucha en el pasillo de la izquierda junto con un azoton de puerta desconcertando al joven.

—¿Zenitsu...?

Una suave pero adusta voz se escucha por detrás llamando su atención.

—¡T-tanjiro! Buenos días... —desvía la mirada cerrando la puerta de la habitación.

—Vamos con Aoi, seguro está preparando el desayuno —sonríe.

Zenitsu se siente incómodo, nervioso y culpable con su querido amigo. Ocultarle todo lo que ha pasado no es bueno, pero tampoco será lo adecuado que se entere. Pero si de algo está seguro es que no está ni un poco arrepentido de haber hecho mágica su noche con Nezuko. Lo haría una y otra vez porque la quiere y lo disfrutó.

Simplemente por esa razón.

Todos desayunaron como normalmente lo hacen. Más tarde se les otorgó una misión al trío de amigos, cerca de un bosque que está muy apartado de donde ahora se encuentran.

A Inosuke y Zenitsu se les dió unos quehaceres antes, por lo que el de pendientes no quiso esperar más. Su deber es ayudar y no piensa llegar tarde. Tiene que salvar vidas. Por ello se ofreció a adelantar el camino.

Ahora el azabache de puntas azules y el rubio caminan juntos con un ambiente molesto y desagradable dado que siguen sin hablarse.

Inosuke se muestra atento a todo pero ignorando a su acompañante. Zenitsu ya está desesperado. Él no es alguien tociturmo y cohibirse de eso es algo indomable.

—¡Háblame! —Exclama.

—...

—¿Inosuke? ¿Me escuchas?

—...

—Eres tan idiota como siempre, probablemente es esa la razón de que Tanjiro es más fuerte que tú.

—¡Repite eso!

—¡No necesito hacerlo! —Bufa.

—¿Y qué quieres?

—Nada realmente.

—¿Soy yo o ya es muy oscuro?

—Tienes razón —levanta la mirada al cielo—. No podemos seguir así.

—Pero, Gonpachiro está más adelante.

—¿Entonces qué sugieres?

—Seguir.

—¡Yo no pienso seguir!

—¡Vamos! ¡Que no te asuste esta mierda de bosque!

—¡Me asusta!

—Por cierto, ¿dónde está tu haori?

Los alaridos del rubio llamaron la atención de un par de demonios que estaban deambulando debajo de algunos árboles. Fueron atacados pero al ser demonios débiles no les fue mucho trabajo terminar con sus vidas.

El rubio está apunto de llorar debido a que le asusta la oscuridad. La suerte va de su lado y una casa de Glicinas se deja ver por un costado del camino.

—¡Inosuke! ¡Zenitsu!

—¡Tanjiro! —Abuchea el rubio—. ¡Inosuke me ha obligado a seguir caminando! ¡Es un salvaje! ¡Nos atacaron demonios!

—¡Miedoso! —Grita el antedicho—. ¡Para el gran Inosuke no fue nada!

—Pero llegaron —sonríe—. Los he estado esperando por mucho tiempo aquí, pensé que nunca llegarían.

—¿Por qué estás aquí? Se supone que debes estar más adelante
—cuestiona el de iris verdes.

—No pude seguir... Nezuko se empezó a mover mucho dentro de la caja —Dice con angustia en sus palabras—. Está adentro descansando...

—¡¿Está bien?! ¡¿Qué tiene?!

El corazon del joven de ojos ámbar se acelera pensando que le pudo haber pasado algo malo.

—¿Puedo verla...?

Una mujer que aparenta los cuarenta años sale a darles una cálida bienvenida, les ofrece ropa limpia, un cuarto y una sabrosa cena.

—Ya ha llegado el doctor para revisar a tus amigos y a la jovencita.

—Gracias —le dice el pelirrojo contento.

—Después pueden ir a las aguas termales que están detrás de la finca, ahí está mi esposo e hijos.

—¡Muchas gracias, señora! —Nuevamente agradece el pelirrojo.

La mujer se retira y el doctor entra a revisar al par de espadachines. Ambos se encuentran bien, sin ninguna herida grave más que raguños poco profundos.

Ahora es el turno de ir donde Nezuko para revisarla.

Entra el hermano de la joven junto con el doctor y Zenitsu por detrás. La de cabellos largos trae puesta una bata abanina y abraza el haori del rubio. Al notar la presencia de los hombres girar su rostro y al ver al espadachín dominante del aliento de rayo se levanta de la cama y lo abraza fuertemente provocando que su hermano se quede con un sobrecogedor rostro impresionado.

—¡N-nezuko! —Exclama el de ojos carmesí confundido.

Humm.

Zenitsu acaricia sus cabellos con el nerviosismo en su máximo esplendor.

—Un doctor te revisará, Nezuko..., vamos a la cama.

Este toma la mano de la chica y van a sentarse a la orilla de dicha cama.

Tanjiro no se lo puede creer.

¿Qué está pasando?

Sus celos de hermano lo están matando internamente, le gustaría llegar a una conclusión pero eso lo llevaría a estallar de inconformidad.



















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