Capítulo Sexto.
Helery
Desde que Lance llegó a la empresa, mi vida se convirtió en un completo infierno. Al principio creía que me iba a despedir, aunque pensándolo bien, eso hubiese sido mejor, ese idiota había convertido mi perfecto trabajo en un completo infierno, ahora tenía que trabajar horas extras sin paga adicional, también tenía que realizar trabajos que antes no me correspondían, incluso una vez solo me llamó a su oficina para que limpiara sus zapatos, era un completo imbécil. Era una empleada de la empresa, no su criada personal. Idiota.
—Vaya Helery, veo que la vida no te está tratando muy bien. —dijo Carolyn con una sonrisa falsa— tal vez sea el karma.
—¿Qué ocurre contigo? Creí que éramos amigas. —susurré sintiendo mi garganta picar. Esto no podía estar pasando de nuevo.
—Lo siento querida, pero yo no soy amiga de zorras falsas como tú. —atacó para luego irse a la oficina de su jefa nuevamente.
Me levanté rápidamente de mi silla para ir tras ella, le exigiría que me dijera lo que estaba pasando ¿Cual era su problema? No había hecho nada malo, pero antes de hacer cualquier movimiento, escuché la voz de mi jefe llamándome, maldita sea.
—¡Maddox, a mi oficina! ¡Ahora! —gritó dando un portazo.
Pasé saliva, tragándome mi orgullo para luego caminar hacia su oficina con rapidez. Los demás miran con curiosidad, preguntándose por qué solo a mí me trataba de esa manera, metiches ¿Acaso no tenían nada mejor que hacer? Toqué unas cuantas veces hasta que me cedió el paso, entré y me quedé parada mirándolo fijamente.
—¿Me puedes explicar esto? —ordenó mostrándome un papel casi en blanco.
—No entiendo. —respondí tomando el papel en mis manos.
—¿No entiendes o te haces la que no quiere entender? —cuestionó con enojo— ¡Te pedí este trabajo hace una semana y míralo, está totalmente en blanco! ¿Me crees tonto Maddox?
Miré el papel nuevamente, tratando de hacer memoria de lo que podía ser, hasta que el título me llevó a recordar de qué era el trabajo. Lance me pidió que revisara la mercancía para saber qué hacía falta o que sobra, así sería más fácil saber que debían comprar y que no. Recordaba muy bien haber hecho el trabajo completo ¿Pero por qué estaba así? Nada tenía sentido.
—Ya veo... —murmuré haciéndome una idea de lo ocurrido— usted hizo todo esto para poder despedirme.
—¿De qué estás hablando? —preguntó confundido.
—Desde el primer día que vio me odió y ahora hace esto para poder despedirme. —dije como si hubiera descubierto la verdad más grande.
Rápidamente di media vuelta y me dirijí hacia la puerta, pero antes de que pueda abrirla, Lance aplastó mi cuerpo con el suyo haciendo que todo en mi temblara, podía sentir el calor de su cuerpo envolviendo el mío y su cálido aliento cerca de mí.
—¿Crees que te odio? —susurró cerca de mi oído haciendo que perdiera la razón—. No te creas tan importante señorita Maddox.
—Es lo que me ha demostrado ¿Por qué no me despide y se ahorra el sufrimiento? —musité empezando a forcejear— ¡Suelteme! Debo trabajar.
Empecé a moverme de su lado a otro tratando de liberarme de su cuerpo, rozando mi cuerpo con el eso, pero decidí parar cuando escuché un jadeo de su parte, saliendo de lo más profundo de su garganta, como si hace mucho tiempo no hubiera realizado esa clase de sonidos.
—N-no te muevas tanto. —susurró nuevamente con dificultad— eres una tonta.
Sin entender a lo que se refería, decidí seguir moviéndome para huir lo más rápido posible de aquella trágica escena, pero es entonces cuando mis nalgas chocan con su dura erección, con su erección ¿Con su erección? ¡¿Le cause una erección a ese idiota?! ¡No! ¡No! Mil veces no.
El trabajo empezaba a complicarse debido a mi falta de concentración, solo podía pensar en lo que había pasado hace algunas horas en la oficina de Lance, ni siquiera podía entender cómo había llegado a esa situación, soy una tonta. Nunca me había pasado esto con el señor Worthington, en ese entonces el trabajo era agradable, ahora todo era incómodo y molesto. Lance ni siquiera podía mirarme a la cara después de lo que pasó, podía percibir sus mejillas sonrojadas cada que su mirada se cruzaba con la mía y yo, bueno, yo no sé ni qué pensar.
—¿Estás bien? —preguntó una voz conocida.
—Hola Kurt, muy bien ¿Por qué? —respondí tratando de ocultar mi nerviosismo.
—No, solo decía, te veías algo pensativa. Solo olvidalo —dijo con una sonrisa y yo decidí olvidar el asunto.
Kurt y yo hablamos por lo que parecieron horas, me hacia reír con sus tonterías haciendo que olvidará por completo todos mis problemas y sin darme cuenta, la hora de salida ya se marcaba en el reloj. Kurt se ofreció a acompañarme a casa, pero yo decidí irme en mi auto sola para aclarar mi cabeza, así que solo me acompañó hasta el estacionamiento.
—¿Irás mañana a la fiesta? —preguntó rompiendo el silencio.
—Aún no lo sé, tengo mucho trabajo. —suspiré cancina.
—Vamos Helery, será muy divertido. —animó con una sonrisa suplicante— el señor Worthington va a tirar la casa por la venta, quiere celebrar a lo grande su retiro de la empresa.
—Lo pensaré. —dije sin más.
En ese momento vi pasar a Lance junto a Mónica, demasiado cercanos para ser solo compañeros de trabajo. Fruncí el ceño cuando los vi irse juntos en el auto de Lance ¿Acaso esos dos eran algo? No podía ser cierto, Kurt pareció notar mi confusión, así que se paró frente a mi mirándome fijamente.
—¿Acaso no sabías que esos dos son pareja? —arqueó una ceja con diversión.
—¿Pareja? —repetí sin comprender nada.
—Así es, incluso he escuchado que ya tienen fecha para su matrimonio. —explicó sobando su mentón— aunque realmente todos sabemos que Mónica solo está con Lance por su dinero, bueno, todos menos Lance.
—¿Cómo es que sabes todo eso sí no trabajas con nosotros? —pregunté alzando mis cejas.
—Bueno, llevo mucho tiempo entregando paquetes y tengo bastante amigos aquí, así que ellos me cuentan, además tú misma has visto a Mónica ser partida en dos por diferentes hombres. —me recordó— una mujer enamorada jamás haría eso.
—Pobre Lance.
—No sientas pena, solo un idiota no se daría cuenta de que su futura esposa es una completa arpía.
Las palabras de Kurt hicieron eco en mi cabeza. Si todos sabían las intenciones de Mónica ¿Por qué Lance no lo sabía? Además, todos se quedaban callados, como si guardar el secreto fuera parte de su trabajo. En fin, ese no era asunto mío, aunque realmente no sabía por qué mi pecho dolía al enterarme que está comprometido.
Acaso... ¡No! Ese idiota no me puede gustar. Me niego.
Gracias por leer mis amores.
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