Capítulo Noveno.
Helery
Las personas a veces podían llegar a ser muy duras, incluso podrían llegar a juzgarte sin saber bien como sucedieron las cosas, es por esa razón que dicen que hay que conocer a las personas por nosotros mismos. Los chismes eran como un teléfono roto, uno le decía algo al otro y con cada palabra mal dicha, se iba informando algo erróneo, hasta crear algo completamente diferente a lo sucedido. Eso era lo que estaba pasando con el tema de Lance, las personas empezaban a inventar cosas que muy probablemente no eran ciertas, solo les faltaba inventar que el jefe de había acostado con un extraterrestre.
La señoría Mónica había salido temprano de la empresa, al parecer no había aguantado los murmullos de las personas, como si ella no se acostara con todo aquel que le dijera "Linda" por eso dicen "No hagas lo que no quieres que te hagan" ahora me doy cuenta que los dichos existen por algo. Después de muchas horas, al fin había podido terminar mi trabajo, ya era tarde y no quedaba nadie más en la empresa, me sentía cansada y agotada, quería irme para mi casa y olvidar por un rato todo lo que me estaba pasando, pero primero decidí ir a la oficina de mi jefe, así sabría que los papeles estarían a salvo y además, estarían entregados a tiempo, pero cuando abrí la puerta, me encontré con algo que me dejó estupefacta.
—L-lo lamento. —dije en voz baja.
Mi jefe aún estaba en la oficina, tenía una copa de vino en su mano y varias botellas vacías en su mesa, su camisa estaba abierta, dejando a la vista su hermoso y trabajado abdomen, su corbata aún estaba puesta, pero estaba un poco floja, dándole un toque de maldad y sensualidad. No sabía cuánto tiempo había estado allí parada con la boca abierta, observando el cuerpo de Lance, sintiendo como mi intimidad empezaba a mojarse.
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó mi jefe con una sonrisa ladina.
—Yo... Yo viene a entregarle unos papeles, no sabía que aún se encontraba en la oficina. —dije lo más rápido que pude, luego puse los papeles en la mesa y empecé a caminar hacia la salida.
—¿A donde crees que vas? —susurró en mi oído impidiéndome salir—. Es muy tarde, tal vez quisieras quedarte a beber conmigo.
—Debo ir a casa. —informé tratando de abrir la puerta, pero él la tenía sujeta. Maldición.
—No es una pregunta señorita Maddox, es una orden. —anunció.
Yo tragué con fuerza y asentí con la cabeza, Lance estaba algo tomado y era peligroso decirle que no, no quería terminar en un entierro siendo velada por todos. Bueno sí, muy exagerada, pero realmente estaba tomado y por alguna extraña razón, quería quedarme a cuidarlo. Los minutos se convirtieron en horas y las horas en más horas, había tomando bastante y sentía que el suelo empezaba a girar, Lance estaba un poco más sobrio que yo, pero aún así, empezaba también a perder la noción del tiempo.
Decidí irme para mi casa de una vez por todas, pero una vez que me levanté, caí de rodillas al suelo con mi rostro muy cerca de la entre pierna de Lance, éste me miró confundido para luego empezar a reír con fuerza, yo lo miré con mi ceño fruncido, no entendía que era lo gracioso.
—Solo tenías que decir que querías que te follara, no era necesario que te cayeras encima de mí. —bromeó mientras seguía riendo.
—No es gracioso. —murmuré para luego levantarme y tratar de llegar a la puerta.
—¿Te vas tan rápido? —preguntó—. La fiesta acaba de empezar.
Lance me tomó del hombro y me giró para quedar frente a él, yo sentía mi cuerpo temblar, estaba demasiado cerca de mí, si alguno de los dos se movía, probablemente llegaríamos a besarnos. Mi jefe me miró por unos segundos, aplastando mi cuerpo con el suyo, podía sentir su respiración entre cortada y su miembro tocando mi intimidad.
—Pondría follarte aquí mismo, pero no quiero tener otra infidelidad sobre mi espalda. —confesó observando mis labios— eres tan hermosa y perfecta.
—Yo... —balbucee sin saber que decir.
—No digas nada —susurró tomando mis labios con su dedo índice—. Solo quiero besarte.
Después de eso, Lance unió sus labios con los míos, devorandome en un instante, yo seguí su ritmo aferrándome a su cuello. Lance tomó mi cadera haciendo que envolviera mis piernas en su cintura, podía sentir el roce de su pene en mi vagina, haciéndome jadear de satisfacción. Mi jefe empezó a besar mi cuello mientras yo terminaba de quitar su camisa, este me llevó hasta la mesa donde delicadamente recostó mi cuerpo, quitó los botones de camisa y desabrochó mi sostén, el cual tenía el broche en la mitad de mis pechos, luego empezó a besarlos y tocarlos, haciendo que yo me perdiera en una ola de placer.
Sus labios suaves hacían que mi cuerpo se estremeciera, con la yema de sus dedos tocaba con suavidad mis pezones, logrando que se endurecieran de inmediato. Después unos minutos, Lance volvió a besarme bajandome de la mesa, haciendo que me arrodillara frente a él, rápidamente entendí la indirecta y empecé a quitar su correa, luego el pantalón y por último bajé su ropa interior, dejando frente a mí, su miembro erecto y deseoso por estar dentro de mí.
—Es hermoso. —comenté viéndolo directamente a los ojos.
—Tú eres hermosa. —confesó.
Yo empecé a hacer mi trabajo, primero lamí la punta de su miembro, en la parte más sensible, haciendo que Lance gimiera mientras cerraba sus ojos, sintiendo mi lengua acariciar su punto blando, después lo metí todo en mi boca, succionado y lamiendo cada parte de él, mientras lo metía y lo sacaba asimilando una penetrada. Podía escuchar la respiración entre cortada de Lance, seguida de sus jadeos ahogados, yo seguí haciéndolo por largo tiempo, haciéndolo mío con mi boca. Lance tomó mi cabello y empezó a penetrar mi boca con rapidez, haciendo que me ahogara con su miembro, pero aún así, seguí, pero en un ataqué de querer sentir más placer, Lance lastimó mi boca haciendo que jadeara de dolor.
—¡Ah! —grité tocando mi mejilla—. Duele.
—¿Estás bien? —preguntó asustado—. Lo lamento, me deje llevar por el momento.
—¡¿Pero qué carajos?! —exclamé viendo mi mano ensangrentada—. Se me cayó un diente.
—¡¿Que?!
Gracias por leer mis amores y perdón la tardanza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro