Capítulo 9
—Fingiré que no acabas de hacerme escoger entre Jessie, Scott y Louis. Esto no pasó —estaba más que enfadado con Derek, por obvias razones, me pidió perdón y le pedí que no se volviera a repetir en alguna otra ocasión, él aceptó—. ¿Cómo podemos empezar con los problemas de mi atuendo? ¿Tienes alguna idea?
—Podemos empezar ahora ya que es temprano y no tienes nada que hacer que no sea irte a sentar frente al televisor y comer una docena entera de rosquillas baratas de Walmart, ¿no crees? —me sentí ofendido (otra vez) porque eso solamente lo había hecho una vez (y esos días habían acabado para mí porque no podía ser posible que era tanta la tristeza de mi duelo que haya descuidado mi aspecto físico a tal grado que ni yo mismo me reconocía)—. ¿O sí tienes que hacerlo, Richard? —Derek me hablaba con la voz más burlona que podía hacer.
—No, estoy muy seguro de que no tengo nada que hacer y ni siquiera voy a sentarme frente al televisor a comerme una maldita docena entera de rosquillas baratas compradas en Walmart, Derek, si eso pensabas —puse los ojos en blanco y solté un respingo tras soltar un largo suspiro de rendición—. Sí quiero comenzar, por favor, viejo amigo de la infancia. ¿Por dónde quieres comenzar?
—Para empezar, quita esa mirada de mosca muerta —comenzó a inspeccionarme de arriba hacia abajo, como si de verdad se tratara de un crítico experto—. Te ves tan patético que me das un poco de lástima, bueno, mucha lástima; mejor dicho —dejé de sentirme mal porque: 1. Derek no era gay; así que no podía sentirse como un personaje principal de una película donde es la abeja reina que critica a todo el mundo y 2. Si algo era digno de admirarse de él, era que Derek siempre hablaba con la verdad y era una de las personas más honestas que yo tenía el gusto de conocer personalmente.
—Es que esta es mi cara y no creo que la pueda cambiar ahorita —hice notar mi molestia, a pesar de que no me molestara en absoluto que Derek fuera honesto conmigo, aunque sí traté de sonreír para que no me dijera que tenía cara de mosca muerta (eso sí era ofensivo)—. ¿Algo más?
—Creo que estamos bien así —caminó por delante de mí, directo a mi clóset, para elegir un atuendo ostentoso. Un ostentoso, magnífico y autorizado outfit, tuve que admitir que sí era magnífico, bastante innecesario, pero magnífico al final del día (la verdad era que sí combinaba)—. Ponte esto, Richard, rápido y vamos a la estética a hacerte un corte de cabello —acepté a regañadientes, de mala gana, tomé el outfit que Derek escogió para mí y entré en mi baño para cambiarme (ya que me negaba rotundamente a que Derek me viera en ropa interior). Me vestí tan rápido como pude y salí para que Derek pudiera juzgarme por sí mismo.
—¿Qué tal me veo? —era un outfit bastante juvenil (si se tenía en cuenta que yo ya tenía veinticinco años cumplidos; ya no estaba en onda para vestirme como Derek quiso que me vistiera); se trataba de una T-shirt de color blanco, unos jeans ajustados color negro, una chaqueta de cuero negra (la cual no recordaba que vivía en mi armario), unos converse blancos con detalles negros; como una estrella o un par de líneas, y por último, un collar dorado de oro que guardaba en mi cajón pegado a mi clóset.
—¡Bastante bien! Muy fresco, juvenil, no se te notan los años que llevamos encima, vas a encantar a Scott —él ya estaba encantado de conocerme (o eso fue lo que creí)—. Solo falta un detalle: te hace falta un corte de cabello para poder encantarlo bien, si eso es lo que quieres. Acompáñame, conozco a una estilista cerca de aquí, ¿vamos?
—Vamos, Derek —no hizo falta que lo repitiera, Derek estaba encantado en llevarme a una estética para cortarme el cabello (tenía mi cabello tan largo que pude hacerme una colita de caballo con él; la verdad es que sí lo hice y no me veía nada bien, ¿de verdad Scott estaba conmigo porque me quería o porque él sentía lástima por mí y el accidente que me llevó al borde de la locura tras perder a la persona más importante que conocía?).
—¡Hola, Elle! —entramos a un salón de belleza, donde nos esperaba una chica robusta con las mejillas sonrojadas, su piel blanca y su cabello negro azabache. El salón de belleza se veía bien, bastante femenino para mi gusto, me di a la tarea de confiar en él. Así como también en lo que podía hacerme para cambiar por mi propio bien y el de la gente que me rodeaba. Ya que se estaba volviendo un problema que afectaba a otras personas y no solo a mí—. Aquí tenemos un muy grave problema y creo que ya viste de lo que te estoy hablando —me señaló, sin importarle mis sentimientos, aunque eso no me lastimó en absoluto, Elle solo asintió con la cabeza-. Necesito que hagas algo por mí y lo dejes más presentable con un corte de pelo, hazle un corte moderno y que combine con su rostro, así como con su actitud.
—¡Claro que sí, Derek! Todo para mi cliente favorito —la presencia y la voz de Elle eran siniestras; la forma en la que me cortó el cabello fue todavía más—. ¡Qué joven tan guapo! Pero dime ¿cuál es tu nombre, cielo? —abrí la boca para hablar, sin embargo, Derek no me dejó hablar ya que él fue quien le respondió a la chica rubia que tenía sus manos arreglando mi alborotado y sucio cabello, lo cual era raro porque ese día me había bañado y arreglado lo mejor posible que pude para verme con Derek—. Así que tú eres Richard Vallaj, excelente porque ya sé cómo vas a querer tu corte. No quiero decir que ya les haya cortado el cabello antes a ti o a tu familia, si no que sé cuál es el tipo de corte que usan.
«Un poco tenebrosa esa idea, pero espero que hagas maravillas en mi cabello, Elle», eso fue lo que pensé, ya que sí era tenebroso que Elle se supiera cuál era el corte de pelo que teníamos papá y yo. Sin embargo, lo dejé pasar porque ni siquiera era tan importante, solo me sentí un poco vigilado por ella. Al tiempo que Elle me cortaba el cabello, me preguntó detalles sobre mi vida (detalles que eran un poco personales) como ¿en dónde vivía cuando no estaba en Itaville?, ¿a dónde me fui tanto tiempo?, ¿por qué me descuidé tanto mi aspecto físico como mi aspecto psicológico? Me ahorré detalles sobre mi vida: detalles que a Elle no le importaban.
—Suele ser un poco reservado, no está siendo grosero, Elle —Derek saltó a defenderme—. No puedes culparlo, solo entiéndelo y listo, creo que no ha sido grosero contigo, además de que no quiero ser grosero o algo por el estilo, pero dime ¿a ti qué te importan ese tipo de respuestas? —Elle solo asintió con la cabeza y le dio a Derek la razón. Se justificó diciendo que le encantaba el chisme y simplemente no pudo evitar preguntarme—. No lo hagas, por favor, él no te dirá nada de su vida.
—Entendido y anotado, Derek —al menos ella entendió lo que era la privacidad de las vidas ajenas, estuvo bien porque no hubo ninguna otra pregunta de por medio y estuvo mal porque fue incómodo cuando Derek tuvo que salir a despejarse, fumar un cigarrillo, comprar una Coca*Cola para dejarme solo con Elle; pensó que eso me mantendría quieto, al contrario: fue muy incómodo y poco reconfortante ya que ni ella ni yo hablábamos en absoluto. Salvo para decirme que mi corte estaba listo y me veía bastante bien (eso lo dije yo, de hecho).
Se trataba de una media melena con flequillo. La media melena corta y natural la acomodó de manera que se hiciera un flequillo con volumen. Se trataba de un corte muy versátil que se adaptaba a todo tipo de caras. Derek y Elle preguntaban si yo usaba gafas y la verdad era que yo nunca antes las usé pero me las recomendaron porque quedaban con el corte y mi outfit de ese día. Así que opté por comprar un par de armazones en la óptica de Itaville, después Derek y yo fuimos a mi mansión (ya era más mía que de papá).
Al llegar a la mansión, Derek fue directamente a mi armario para buscar lo mejor que tuviera en cuanto a ropa (me escogió otro atuendo porque el que llevaba puesto, no me favorecía con el nuevo corte). Tardó muchísimo encontrando algo que pudiera combinar (no era tan fácil como yo creía que era, debido a que había mucha ropa y muchísimas posibilidades que combinaban para crear un atuendo sensacional que no fuera nada ostentoso).
—There you go! —al final Derek eligió para mí, un atuendo algo común que incluía una camisa blanca de manga corta y sin ningún estampado; totalmente lisa, un pantalón, que formaba parte de mis atuendos cuando era algo elegante (como una boda o una ceremonia), color gris, un jersey color azul marino (bastante ligero) y, por último, una chaqueta de cuero negro, negro como el color del cabello de Derek. Eso y mis gafas «de fantasía» fueron el outfit perfecto para estar en una cita con Scott (nunca salí con él vestido tan formal; todo había sido casual)—. No es formal, es casual, Richard —Derek me corrigió después de contarle que Scott nunca me había visto vestido tan formal.
—Digamos que es casual y formal; por el tipo de pantalón y la chaqueta de cuero negra que me diste —si se trataba de mis amistades, yo siempre quería tener la razón; nunca la quise tener con Louis Gerald, yo prefería que él la tuviera y por mucho—. Nunca lo voy a poder olvidar; sin embargo, estoy listo para amar a otras personas, como lo es Scott Robinson Hamilton.
—It's time to move on, Richard, come on! Ven —Derek pasó rápidamente a través de mi habitación, mencionó algo acerca de ir con una maquillista profesional para aplicarme un poco de base y blush—. Te ves muy guapo, créeme que sí; me harías dudar de mi heterosexualidad y ya es hora de irnos porque se hace tarde —no era tan tarde, tan solo eran las dos de la tarde con veinticuatro minutos—. No me importa la hora, vámonos.
—¿Cómo diablos conoces a tantas personas especialistas? I mean, no conocía a Elle hasta ahora; pero parecía que ella me conocía muy bien a mí y a mi familia, Elle me hizo un corte de cabello muy bueno para flirtear con mi amado Scott —hice una sonrisa coqueta que dejaba en claro que tenía que avanzar por mi propio bienestar, ya no lo iba a hacer por él: ya lo iba a hacer por mí mismo y por el bienestar de las personas que me rodeaban porque, de cierto modo, también dañaba a terceros; eso no estaba nada bien ni para él ni para mí—. Mientras piensas la respuesta, mejor vámonos a buscar a la maquillista.
—Es un secreto, no te puedo mencionar cómo es que conozco a tantas personas que son especialistas, Richard; no tengo permitido mencionar algo acerca de cómo es que conozco a tanta gente —le pregunté si era por su prima Helen; conocí a Helen, ella también solía estar en las fiestas en las que la familia de Derek se juntaba con la mía e incluso jugábamos (ella se unía a nuestros juegos; like hide and seek); pero él me confirmó que sí era por ella que conocía tanta gente especialista—. ¿Nos vamos con Amber?
—Así que Amber es el nombre de la maquillista, ¿eh? Excelente, vámonos —en el momento en el que Derek mencionó su nombre, supe que realmente conocía a Amber, porque ella fue la maquillista de mamá en alguna ocasión (y también lo fue de Cindy para su fiesta de graduación de la universidad), solo que no le comenté nada a Derek, porque lo quise mantener privado.
No tardamos casi nada en llegar a la casa de la señorita Amber James, la cual nos recibió con una cálida bienvenida. Tras contarle la situación y por qué no hicimos cita previa, la señorita Amber nos atendió de muy buena manera (siendo totalmente consciente, educada, congruente y segura de sí misma). No hizo ningún tipo de preguntas (empezaba a pensar en que sí debía verme bastante mal para que Elle me cuestionara acerca de por qué me veía tan pésimo tanto en mi aspecto físico como mi aspecto psicológico).
—Si me permites decirlo, tienes un color de ojos precioso, cariño —mientras me aplicaba la base, del color de mi cuello, aduló mis ojos; los cuales eran de un color azul como el hielo, mientras que los de Amber eran de un color verde como el césped; el mismo color con el que Louis Gerald los confundió en un inicio—. Son azules, ¿cierto? —asentí con la cabeza al tiempo que le preguntaba si ella los veía de otro color—. Sí, espero que no te ofendas; pero me pareció haberlos visto verdes y no soy daltónica.
—Entonces Louis Gerald tampoco era daltónico —susurré mientras Amber me seguía maquillando; Derek me escuchó y me preguntó por qué dije lo que había dicho—. Pues él también creyó, cuando estaba en vida, que mis ojos eran verdes. Hasta que los vio en París y se dio cuenta del grave error en el que estaba, porque mis ojos son azules, iguales a los de Scott y a los de Taylor Swift.
—Lo que pasa es que sí se pueden confundir con verdes —Amber estaba terminando—. Terminamos, mírate en el espejo y así podrás ver más o menos cómo quedaste, Richard —me levanté de la silla, vi un espejo y me acerqué a él, me vi ¡y Dios mío! Había quedado simplemente fabuloso, me veía muy bien, juvenil, moderno, a la moda y me dije a mí mismo que Scott simplemente no podía dejarme ir o seguir sintiendo lástima por mí, nunca más—. ¿Ya viste, Derek? Quedé muy bien.
—Sí y solo son las tres de la tarde con veinte minutos, espero que estés listo, porque así irás a ver a Scott en un rato; simplemente te ves hermoso; y te lo dice alguien que es cien por ciento heterosexual —supe que Derek solo estaba siendo amable conmigo ya que yo me descuidé bastante por la muerte de mi Louis Gerald. Incluso hasta ese momento, Louis Gerald seguía siendo alguien sumamente importante en mi vida, estuviese vivo o no—. Espero que lo entiendas y vámonos porque ya es bastante tarde.
—Siguen siendo las tres con veinte minutos, relájate un poco, Derek —antes de irnos, Amber nos cobró una considerable y justa suma de dinero por haberme maquillado tan de último momento (y sin cita previa), nos cobró cincuenta dólares, para mí no era nada, le di su dinero (junto con una propina) y nos fuimos a mi mansión para dejar un par de cosas y volver a peinarme. Salí de la mansión con dirección a la casa de Scott, le pedí a Derek que me deseara muy buena suerte y yo ya estaba con los nervios carcomiéndome vivo. Además de se me erizaron los vellos de la nuca (sí, sí adoraba a Scott ya que solo dos personas habían logrado tener ese efecto en mí: Jessie Jones; sí, tal vez pareció extraño que mencionara que Jessica me hizo sentir algo, aunque sí pasó, y Louis Gerald Train).
—¿Te perfumaste? —ya estábamos dentro del auto de Derek; él se ofreció a darme un aventón hasta la casa de Scott, tuve que negarle rotundamente con la cabeza, aunque sí agradecía su gesto—. Dale las gracias a Dios, a Amy Winehouse o a quién quieras porque sí traigo perfume. Solo espero que te guste el Aqua Di Gio de Giorgio Armani ya que es el que traigo y no lo pienso discutir, está en la guantera, sácalo y perfúmate —le mencioné que no era necesario, pero él insistió y tuve que acceder a ponerme perfume. Esa fragancia la usaba papá mientras yo usaba el One Million de Paco Rabanne y era un poco raro que haya usado el perfume de papá, tuve que decírselo a Derek—. Solo usa el maldito perfume y hazle saber que ya estás aquí.
—¿En qué momento llegamos? —me sorprendí bastante ya que, de verdad, habíamos llegado rapidísimo a casa de Scott, Derek mencionó que tal vez había pasado un par de señales de alto porque esto urgía bastante y no me daba cuenta de eso porque me encontraba hundido en mis pensamientos, repitiendo que me encantaba estar con Scott—. Ok, primero: debo dejar de actuar como si Scott fuera mi todo y segundo: gracias por haberme traído hasta acá, por llevarme a un corte de cabello, a maquillarme y por el outfit que hiciste especialmente para mí. Te debo todo, Derek —él solo se limitó a sonreír y a decirme que no era nada, pero ya me tenía que retirar con Scott para que pudiera ver lo fabuloso que me veía—. Adiós, Derek, gracias por todo.
Llegué al pórtico en la casa de Scott, me sentía muy nervioso, pero cuando me sentí listo de verdad, golpeé la puerta y esperé pacientemente a que alguien me abriera, no hubo respuesta, lo volví a intentar sin alguna respuesta. Ya me estaba empezando a cansar de lo mismo porque golpeé la puerta aproximadamente diez minutos, sin señales de vida, ¿y si Scott no estaba en casa? ¿Y si algo les había pasado a él o a Simon? Rápidamente deseché todos los pensamientos negativos ya que era lo peor que podía hacerle (y alguno se podía hacer realidad).
—¡Ya sal a abrir la maldita puerta y fíjate quién diablos es y qué quiere, Scott! —sí, esa era la voz de Simon, me sentí culpable, porque, en definitiva, algo estaba pasando y yo con mis impertinencias de haber ido a buscar a Scott de sorpresa para que me viera. No escuché a Scott aproximarse a la puerta, así que empecé a caminar de regreso (primero de reversa, luego me di la espalda y seguí caminando con rapidez).
—Richard, ya ven acá —Scott me gritó desde su pórtico hasta donde yo estaba y, al voltear a verlo, fue como si hubiera sido la primera vez que me vio porque me vio con sus ojos de enamorado, le encantaba mi nuevo look y el nuevo yo, me acerqué a donde él estaba—. Dios, ¿en verdad eres tú, Richard?
—En verdad soy yo, Scott —sonreí y di un giro completo, intentando ser coqueto, al parecer sí logré serlo porque Scott sonrió de oreja a oreja—. Solo me corté un poco el cabello, le robé su perfume a papá porque yo no uso Aqua Di Gio, sino que uso One Million —me salté la parte en la que le mencionaba que Derek me había prestado el perfume—. Y ahora estoy aquí que es donde debí haber estado todo este tiempo: a tu lado.
—No sabes lo que acaba de pasar —él colocó sus brazos alrededor de mi cuello para abrazarme—. Mamá se perdió, no sabemos adónde fue, con quién está o si está bien —Scott se veía nervioso; más nerviosa era su voz, porque hablaba de forma apresurada y es por eso que no le entendí mucho a lo que me dijo, salvo que su mamá se había escapado de la casa mientras creían que tomaba su siesta habitual—. ¡Nadie la ha visto y no puede volver, porque ni siquiera sabe dónde estamos o dónde vivimos! ¡Ella no sabe qué dirección es esta y mucho menos sabe cómo llegar!
—Tranquilo, Scott —lo acerqué más a mí para poder brindarle toda mi fuerza en un solo abrazo, sobre todo porque Scott ya estaba al borde del llanto—. Vas a ver que ella está bien, en dondequiera que esté, la van a encontrar; no creo que haya ido tan lejos, todo va a estar bien, Scott, por favor, tranquilízate un poco —el llanto de Scott y los gritos de Simon me hacían perderme en mi propia miseria; adquirida por la preocupación de Scott y la molestia de Simon.
—Disculpa a mi padre, cree que me lo estoy tomando como una broma o que no me importa tanto como a él le importa la desaparición de mamá —muy poco le duraron las lágrimas a Scott porque Simon llegó en ese momento; hecho una furia, a gritarle a Scott que entrara en la casa porque alguien podría llamarlo al teléfono dando informes sobre el paradero de Sandy y él no podría haber respondido si estaba platicando con alguien, luego me vio; lo cual hizo que se tranquilizara de forma significativa.
—Scott, adentro —se tuvo que ver obligado a soltarme y entrar a su casa, de repente mostró un poco de miedo, el cual no me había sido posible visualizar todas las ocasiones que fui a la casa de Scott y conviví con él y su padre—. Richard, ¡qué gusto tenerte de nuevo por aquí, hijo! La estamos pasando un poco mal y no quiero ser grosero, pero no creo que sea necesario que hoy vengas aquí para estar con Scott, espero que lo entiendas.
—¡Sí lo necesito, Simon! —Scott se llevó la atención tanto de Simon como la mía, eso se debió a que soltó un grito que, pude jurar, se escuchó no solo hasta el otro lado del pueblo, si no que se escuchó hasta el otro lado del mundo—. Yo tampoco la estoy pasando tan bien, ¿crees que es fácil tener que lidiar con que tu propia madre no te reconozca y, además de eso, haya desaparecido? Por lo menos con Richard aquí pude llorar todo lo que no lloré cuando estaba contigo por miedo a que me golpearas y me dijeras que esas no son cosas que un hombre haría; Dios, ¡soy humano y es completamente normal llorar por la pérdida de alguien, en especial cuando es tu madre la que desapareció!
—¿Terminaste? —sentí que en cualquier momento, Simon podría proliferarle un golpe a Scott; no lo hizo porque me quedé con él en todo momento (a pesar de que Scott estaba en el umbral y nosotros en el pórtico de su casa, también entré en pánico y tal vez mencioné que yo mejor me iba, aunque Scott salió, me tomó del brazo y me pidió que no me fuera a ningún lado porque conmigo se sentía seguro (esa fue mi intención en todo momento)—. Vuelve adentro y deja que Richard se largue a su casa. No puedes estar pegado a él toda la maldita vida —Scott me tomó con más fuerza del brazo, le respondió que no me dejaría ir nunca (ahora que yo ya estaba en su vida) y eso le molestó a Simon—. ¿Ya pensaste que alguien podría estar llamando ahorita para brindarnos algún tipo de información sobre el paradero de MI ESPOSA? También es tu madre y desapareció.
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