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Capítulo 4

De nuevo me encontraba aburrido; pero sí salí con un par de chicos que me había encontrado en la aplicación (a esas alturas, ya había bajado Grindr; pero escribí, muy específicamente, en mi perfil, que no buscaba nada de sexo, solo besarme con alguien, alguien que fuera acorde a mis gustos, claro, a pesar de que mis gustos eran con base en mi exnovio muerto; ¡qué pésimo había sonado eso que pensé!).

Sin embargo, sí acepté verme con alguien que encontré en la aplicación; se llamaba Alessio Williams y era más bajo que yo, sus ojos azules, cabello castaño, mejillas muy bien definidas, pómulos marcados, cejas semipobladas, un poco de barba sobresaliente de sus sienes y su barbilla, además de estar sumamente delgado y con el abdomen muy marcado; incluso más marcado que el mío. Ya no estaba en Suiza, regresé a Itaville a estar en la mansión de mamá y papá para descansar un poco (incluso los jefes merecíamos un descanso, sobre todo después de toda la mierda por la que pasé).

En cuanto llegué al spot donde íbamos a vernos (Parque Orange), lo vi; estaba con un pie reposado en el tronco de un árbol y su otro pie en el césped. Se veía tan bien que me daban ganas de tomarlo y darle un beso al estilo francés. No lo hice para que no pensara que yo era un psicópata o algo peor. Me daba miedo llegar y entablar una conversación con él; ¡era mi primera cita en muchos meses después de su muerte! Creía firmemente que cualquiera hubiera estado con los nervios de punta si estuviera en mi situación.

—¿Alessio? Espero que no me hayas esperado por mucho tiempo —lo llamé en cuanto me armé de valor y me acerqué a él—. ¡Mucho gusto! Soy…

—Sé quién eres —respondió con una actitud soberbia—. Yo soy Alessio. Tú eres el hijo de Zachary Vallaj quien, a su vez, es el dueño de su propia compañía.

—Sí, soy yo —respondí bastante apenado y afligido; no tenía ninguna foto mía en mi perfil de Grindr porque no quería que alguien me viera (igual que en todas las aplicaciones de citas que descargué: por pena)—. Pensé que no querrías salir conmigo o algo.

—Estoy en la aplicación por mera diversión, ¿tú por qué estás? ¿Buscas a alguien que llene el vacío que dejó tu novio cuando lo mataron en México? Lo sé todo —un comentario tan innecesario, tan fuera de lugar y bastante hiriente—. No te voy a juzgar, yo acepté salir contigo porque me daba curiosidad y también amo a Amy Winehouse con locura —en mi perfil no había fotos mías, ya expliqué por qué; aunque había fotos de Amy Winehouse (Amy era como mi Taylor Swift, yo era un gran fan suyo).

—Discúlpate —fue más una orden que una sugerencia—. Tal vez fue un error descargar Grindr.

—Mi comentario no fue por accidente, también vi que estabas en Badoo, Tinder, Hornet, Bumble y no solo en Grindr —había muchísima soberbia en su voz—. Y si te preguntas cómo es que supe que eras tú, es porque tenías la misma descripción en tus perfiles de todas las aplicaciones y las mismas fotos de Amy Winehouse.

—Olvidaste que también puse que les mando mi foto como primer mensaje.

—No, no lo olvido, porque eso fue lo que hiciste conmigo, Richard —¿qué había pasado con el chico que me di la tarea de conocer por Grindr? En persona se notaba mucho más cambiado, sarcástico, y estaba siendo grosero conmigo.

—¿Por qué de repente me tiras tanto odio y en tus mensajes eras un poquito más humano? No me entra en la cabeza —mi pregunta le cayó como un balde de agua fría en la cabeza, vi cómo su expresión cambió de repente y me devolvió una mirada helada.

—¿Nos vamos a besar o no? Pensé que para eso nos habíamos citado —quedé perplejo ante su cambio de tema y Alessio lo notó—. ¿Qué? ¿Nunca habían sido tan directos contigo?

—Además de eso, sí es algo raro que yo te hiciera una pregunta, tú te quedaste en estado de shock y luego me cambias el tema a si vamos a besarnos o no, creo que eso no es tan justo… —Alessio se acercó y presionó sus labios contra los míos, ¡me estaba besando! Y yo lo disfruté mucho.

—¿Qué tal beso? —me preguntó apenas separarse de mis labios—. ¿Mejor o peor que Jessica Jones?

—¿Cómo sabes de mí y… —puso su dedo índice en medio de mi boca, haciéndome callar por esa acción.

—Hablas mucho, rubio, mejor calla y hay que seguir besándonos —¿qué carajos pasaba por la mente de Alessio? ¿Primero estaba enojado conmigo y después me pedía que lo besara? Sin embargo, acepté y nos besamos—. ¿No te da algo de pena que alguien te vea besándome y sí te da pena que alguien te vea en Grindr?

—¡Buen punto! Lo que pasa es que… —respondí, un poco apenado, apenas nos separamos del beso—. ¿Quieres ir, mejor, a mi casa; un lugar más íntimo?

—¿Tendremos sexo o por qué esa invitación tan atrevida de repente? —Alessio preguntó, yo abrí mis ojos de par en par e incliné mi cabeza hacia atrás, indicando un sentimiento de sorpresa; algo que varios personajes en mi vida hacían muy seguido—. Es broma, aunque podrías considerarlo.

—¿Leíste mi perfil donde claramente digo que no estaba buscando a alguien para tener sexo y solo quiero besarme con quien sea? A mi parecer, creo que no lo hiciste —ahora fue mi turno de hablar con toda la soberbia que fuera posible y que había en mí—. Porque estoy muy seguro que lo puse en letras mayúsculas y si no puedes entender eso, no entiendo qué seguimos haciendo aquí.

—¡Relájate, hermano! Actúas como loco —había chicos que les incomodaba un poco que les dijeran los sustantivos como «hermano, amigo u hombre» y  yo, afortunadamente, no era uno de esos chicos—. Quiero estar tranquilo y seguir besándote porque besas tan bien que sería una pérdida de tiempo y energía; pero más que una pérdida de tiempo, sería una verdadera lástima y algo muy cruel.

—Está bien —no estaba bien—. No iremos a mi casa ya que te lo tomas como un reto personal el querer hacerme molestar; aunque podemos ir al cine, veamos una película, ¿no te gustaría? Yo invito las palomitas y las bebidas, incluso si quieres, puedo invitar alguna botana que se te apetezca. ¿Te gustaría ir conmigo?

—Sí —estaba seguro de sí mismo—. Pero cuéntame, ¿por qué siento que piensas que soy tu exnovio muerto? —Alessio preguntó y yo no dije nada, solo me dediqué a mirarlo una expresión molesta y, si las miradas mataran, la mía pudo haberle causado un daño irreparable; sin matarlo porque Richard Vallaj no era un asesino en serie. Nunca lo fue. Me acerqué a él y lo tomé del cuello; haciendo que dejara de respirar por apenas un par de segundos.

—Solo imaginas cosas, eso no es verdad, relájate —y eso fue lo que sí pasó en la realidad. Nunca lo tomé del cuello ni intenté asfixiarlo, por alguna razón, aún tenía la obligación de seguir defendiendo a mi exnovio muerto.

—Eso es bastante bueno y solo espero que sea cierto —sonrió—. ¿Podemos besarnos ahora o hay más cosas que necesitamos aclarar antes de hacerlo? —Alessio me miró con una mirada pícara y coqueta, lo atraje hacia mí para poder besarlo. Me gustaba besarlo, él besaba tan bien y quería seguir y seguir besándolo porque me encantaba estar así como estábamos. Tal vez me habría encontrado alguien que, por fin, me podía llenar o hacerme sentir algo similar a lo que sentí por él (en el momento en el que estábamos juntos).

—¿Te gusta cómo te beso, entonces? —Alessio abrió los ojos de par en par, yo hice la pregunta, con una mirada coqueta y un tono de voz muy interesante, en cuanto nos separamos de  los labios del otro y lo vi sonreír—. ¿O por qué sonríes tanto?

—Pues si sonrío es porque me gusta mucho cómo besas; lo haces tan bien, ¿alguien te lo había dicho? —Louis Gerald, sí, él lo había hecho. Pensé en no responderle por razones bastante obvias—. No sé por qué pregunto si es obvio que, definitivamente, alguien te dijo que besas bastante, bastante bien.

—Sí, me han dicho que beso bien.

—No me cabe la menor duda —Jessie también me lo dijo y  Louis lo mencionó en un par de ocasiones. Él y yo debimos terminar juntos, ese era nuestro destino; pero tal vez sí íbamos a estar juntos el resto de la vida.

Su muerte sí fue como un puñetazo en el estómago; pero me refiero a un puñetazo fuerte, de esos que te sacan las tripas por la boca y terminas viendo estrellas en tu campo de visión. Su muerte fue inesperada, murió amándone y yo sabía que moriría amándolo ya que solo esperaba verlo en la otra vida. ¿Qué pasa cuando morimos? ¿A dónde vamos, realmente? ¿Por qué vamos hacia allá y no a otro lado (aplica para ambos contextos)? ¿Quién era realmente la persona que lo decidía? ¿San Pedro? ¿Por qué lo decidía? Yo no lo sabía, solo esperaba que fueran ciertas las leyendas de que podrías ver a la persona de la que estabas enamorada, o enamorado, en la otra vida. Una vida llena de lujos, riquezas y vida infinita. Me gustaba pensar en él, de vez en cuando lo hacía. Pensaba en todas las veces que estuvimos juntos, todas las noches que dormíamos abrazados, las veces que veíamos una película en cualquier plataforma de Streaming (así hubiera sido hispana, americana o francesa, siempre encontrábamos la forma de contratar la plataforma), todos los besos, todas las caricias, todo lo que fuimos construyendo con el paso de los años en los que, sin ser nada oficialmente, lo teníamos y lo éramos todo, éramos exclusivos el uno del otro. Estaba bonito y estaba bien.Todas las promesas y todos los planes que hicimos, ¿qué pasó con ellos? ¿Qué fue lo que pasó con ellos?

Sin embargo: a pesar de que dije que no lo iba a llevar, Alessio y yo sí fuimos a la mansión de mamá y papá, nos divertimos muchísimo por el tipo de bromas que hacíamos acerca de cualquier película que veíamos (ya que vimos un par de películas), pedimos algo para comer y bebimos un poco de alcohol. Pero seguí firme con mi postura de no tener sexo con él. Y no era porque yo fuera un mojigato ni un santo, era porque de verdad necesitaba tiempo para sanar mi herida mortal que me dejó su salida de mi vida.

Al final nos despedimos, cada quien tomó su camino (en realidad fui a dejarlo a su casa y, muy curiosamente, era vecino de Marie Wilson; solo que esta chica estaba en la universidad, ya estaba a punto de graduarse), Alessio me comentó que no tenía muchas amistades en Itaville debido a que no era tan popular en Apple White (Alessio era muchos años menor que yo; si yo tenía veintidós años, él tenía dieciocho años y ya estaba a punto de terminar la escuela para entrar a la universidad. Quería estudiar en Yale). Gran reto. Sin embargo, me sorprendí mucho y agradecí que no tuviéramos sexo entre nosotros porque eso era un delito y me negaba rotundamente a ir a la cárcel por estar con alguien cuatro años menor que yo. Mientras estábamos platicando en uno de mis autos, decidí soltarle un «insulto con propiedad» que es como los denominaba mi amado.

—Eres alguien demasiado atrevido para la edad que tienes, ¿no crees, Alessio? —Louis me enseñó a decirlos, en qué momentos y cómo formularlos, le pregunté mientras íbamos en camino a su casa, ese fue mi «insulto con propiedad», aunque no estaba del todo seguro si fue o no fue un insulto.

—Sí, me lo han dicho y, la verdad, estoy muy orgulloso de ello —eso me dio muchísimo asco; lo que dijo después me dio más asco del que ya tenía por su primer comentario tan fuera de lugar—. Conmigo las cosas o son o no son; no existe el punto medio, o somos o no somos: nada de cosas como que no pueden pasar por alguna razón que no me interesa. ¿Va a pasar o no va a pasar?

—¿Y yo fui un «punto medio»? —Alessio rio por lo que pregunté, mientras estaba mirándolo fijamente a los ojos, sin miedo a su respuesta.

—No, no fuiste un maldito punto medio, Richard Vallaj, pensé que eso estaba claro —respondió, sin apartar la mirada de mis ojos—. Ya que, al final del día, nos terminamos besando y no solo fue una vez. Fueron varias las veces que tuve tus labios contra los míos y tu lengua en mi garganta. Pero en ninguna te negaste a hacerlo.

—Sí, admito que nos besamos, pero también admito que eso es lo que yo estaba buscando en todas las aplicaciones, ¿no crees? Dime si miento —ya me estaba enojando con Alessio, a pesar de que era un niño bastante hermoso, estuve a punto de dejarlo en medio de la nada. Aunque, en realidad, Itaville no era un pueblo considerablemente grande, entonces él habría podido llegar a su casa tan fácilmente o caminando—. Además, te invité todo, tú no pagaste ni un centavo, no me parece que sea algo tan justo, ¿verdad?

—¿Me estás recriminando que pagaste todo lo que, claramente, yo no te pedí en ningún momento? O sea, quiero decir que tú fuiste quien se ofreció a pagar —me estaba haciendo un drama digno de cualquier diva, algo que ni Jessie Jones me había hecho o Louis Gerald, nunca, salvo, tal vez, cuando este último me dedicó un video musical de un cover que hizo de una canción y que al final tuvo que eliminar debido a que Taylor Swift le lanzó el video musical a dicha canción (no importaban mucho los por menores), Louis Gerald sí me hizo sufrir y mucho, porque, básicamente, puso al mundo entero (o por lo menos a la gente que lo seguía; sus fans) en mi contra y yo no hice nada (salvo irme sin decirle adiós; siempre le había dicho que eso fue lo peor que pude haberle hecho). Pero ese ni siquiera era un crimen o algo parecido y no lo hice porque no quería verlo sufrir, eso tampoco era un crimen—. Y no estoy haciendo un drama de diva, ¿ok? Por si lo estabas pensando —yo nunca lo mencioné y lo dijo: disclaimer.

—Yo nunca dije que me estuvieras haciendo un drama de diva, ¿o sí, Alessio? Habla ahora —detuve el auto en medio de una calle (pero sí lo estacioné) y volví a estar a punto de abrirle la puerta y lanzarlo volando a la calle porque ya me sentía harto de todos sus dramas—. Creo que aquí el que considera que estás haciendo un drama eres tú, piénsalo.

—Pero me estás recriminando que tuviste que pagar todo lo que consumimos ¡y te recuerdo que tú me invitaste! Yo ni siquiera quería ir a tu casa en primer lugar —gritó—. Ya mueve el auto, me estresa muchísimo que estemos sin avanzar y solos —no avancé ni hice ademán de querer moverme—. ¿Estás sordo o qué? ¡Mueve el maldito auto o te juro que gritaré y diré que me estás secuestrando!

—¿Y quién te va a creer eso? Dime —esas sí fueron palabras que diría un secuestrador y me di cuenta que lo notó porque intentó abrir el auto—. Mientras el motor esté apagado, el auto está cerrado por seguridad, ¿sabes?

—Te juro que gritaré si no me dejas bajar de tu maldito auto —abrí mi auto en ese momento—. Creí que sería un poco más dificil y yo de verdad quería pelear contigo.

—Estás enfermo —sí, me enojé bastante y eso último se lo grité a un volumen considerablemente alto—. Lárgate de mi vista, no te quiero ver.

—Es que seguimos lejos de casa ¿y no crees que si me mandas caminando, y solo, me pueda pasar algo? ¿Cómo te sentirías al respecto si me pasa algo? No creo que te convenga, sobre todo si consideramos que aún eres sospechoso por la muerte de tu exnovio —le pegó justo en el clavo, definitivamente: no me convenía que me quisieran investigar por la muerte de Louis Gerald, ya que me vieron como principal sospechoso tras su muerte; pero hicieron una investigación y todo salió en orden—. Nadie vio al hombre y no tienes pruebas de lo que pasó, nadie sabe qué hacer y tuvieron que dejarte libre porque, si no saben qué hacer contigo realmente, no lo sabrán en un muy largo rato. Es por eso que estás libre, y en otro país, no lo habías pensado mejor, ¿verdad?

—Está bien, en marcha —le conté lo que realmente pasó y volví a encender el motor de arranque, nos fuimos directo a su casa en Itaville. Oh, Itaville, tantas aventuras que viví en dicho pueblito: aventuras, dramas, un noviazgo de muchísimos años y, lo mejor de todo, encontré al amor de mi vida (lo conocí ahí y después seguimos juntos en un periodo de años). Tras recordar, literalmente, seguí andando por donde Alessio, o el mapa, me indicaban seguir.

—La siguiente a la derecha —lo sentí más como una orden que como un favor y eso me molestó bastante (me tomé como un reto personal que se enterara de que me molestó bastante el hecho de que estuviera dándome una orden y no un favor, solo le hice una mirada de pocos amigos)—. No fue tan divertido salir contigo, ¿sabes? O sea, ve las miradas que me has estado lanzando desde que salimos de tu casa en este auto tan old fashion, lo único bueno fueron tus besos y estar jugando con tu lengua casi en mi garganta por un largo rato —ok, me hartó y eligió un pésimo momento para hacer su comentario tan innecesario y bastante out of place.

—¡En tu perfil de Grindr, Tinder, Hornet, Bumble, Badoo; o cualquiera que tengas, no decía que eras un cabrón sin corazón y que te la pasarías recalcando mis errores en cada oportunidad que tuvieras de hacerlo! ¡Ya estoy harto de tus malos tratos y amenazas! Me cansé —grité lo suficientemente fuerte y toqué la bocina (eso fue por error).

Oh, this is me —dijo de forma tan educada y como si nunca le hubiera gritado lo que le grité—. Hemos llegado, es esa casa azul, puedo caminar desde aquí, gracias por la salida que tuvimos —por un momento, pensé en dejarlo adentro y terminar la discusión que tuve con él hacía un rato; pero opté por no hacerlo ya que eso sí sería considerado como un acto de secuestro, acoso o violencia hacia su persona.

—Adiós —dije e inmediatamente salió de mi auto, lo vi alejarse, caminaba de forma poco apresurada, hasta que desapareció de mi campo de visión, decidí que sería una muy buena idea seguir andando en mi auto. Tuve que pasar a la gasolinería a recargar un poco de gasolina, pasé a la licorería y me encontré con la chica pelirroja, Ashley, decidí comprar una botella de vodka y un paquete de cigarrillos, ya que Alessio se llevó los que me había llevado a la mansión de mamá y papá.

Estacioné mi auto en el estacionamiento del Parque Orange y entré caminando al parque, me resultaba difícil de creer que mi cita se haya estropeado al final; aunque no fue del todo mi culpa, porque él empezó a hacer comentarios bastante denigrantes y comparándose con mi exnovio. El cual estaba muerto, y eso de verdad me dolía, así como también me dolía que se hubiera comparado con Jessie Jones. Williams se comportó tan fuera de lugar y creía que yo había sido quien mató a Louis; incluso me amenazó (muy bien merecido, porque yo fui quien detuvo el auto y aún estaba cerrado por seguridad de ambos).

Pasados unos meses después de mi cita con Alessio, volví a salir con Scott; nos veíamos una vez al mes (más o menos), esa cita fue crucial para nuestra relación, debido a que fue como nuestra primera cita oficial. Ya empezaba a ver a Scott más como my new mistake que como just a friend. Si algo era seguro, era que ni Scott Robinson ni Alessio Williams ni nadie más en el mundo podrían asemejarse a Louis Gerald Train Brown. Y es que nadie, nunca, nada, podría hacerlo, porque todos éramos diferentes, como bien dicen, «cada cabeza es un mundo».

Está bien, sí salí con otros chicos. Solo con chicos porque, en las aplicaciones de citas, dije que estaba interesado en conocer chicos (no señores, el aspecto físico no importaba y yo siempre debía ser el primero en mandarles un tap o un Match a la gente que me parecía atractiva a mis ojos. Solo para besarnos muy apasionadamente en mi automóvil, en mi casa o en el cine. Así eran mis salidas con otras personas, pero con Scott eran diferentes ya que hacíamos cosas no tan fuera de lo común.

Y por «hacer cosas no tan fuera de lo común» me refería a hacer cosas que las parejas comunes suelen hacer: ir a un restaurante a comer, salir al cine, dormir en la casa del otro, ir a acampar, tener una pijamada, ir a una fiesta; todo el mundo pensó que ya había reemplazado a Louis (lo cierto es que Louis era irremplazable, nadie es reemplazable, pero ya era hora de pasar página ya que no podía estar en luto por toda la vida). Sí, hubo besos de por medio, nunca negué que sentía atracción por Scott y me gustaba, así como yo a él también le gustaba. Eso me quedaba bastante claro.

Tuve que admitir que, al final del día, sí me sentía mal porque con Scott no tenía que ocultar mis sentimientos o que había algo entre nosotros. A diferencia de Louis Gerald, con él sí tuve que fingir que no teníamos nada (aun cuando realmente lo teníamos todo). ¿Qué tal si a Louis no le importaba lo que dijeran de él (cuando estaba vivo)? ¿Por qué a mí sí me importaba que los demás se enteraran que ya había superado a Jessica y, en ese momento, estaba siendo feliz con Louis Gerald; aun cuando no había nada, realmente, entre nosotros del sentido formal?

Me sentía como si hubiera negado a Louis Gerald antes de poder haber formalizado una relación seria, ¿y todo por qué? Por querer fingir que yo seguía siendo un chico heterosexual que creía en la familia original e iba a la iglesia cada domingo, que consideraba que la homosexualidad era un pecado y que no se podía amar a una persona del mismo sexo. Muchísimo menos del mismo género. También era una cosa que no me podía perdonar. No haberme despedido de Louis Gerald, negarlo en frente de la escuela, básicamente, lo hice porque nunca le confirmé a nadie que estábamos saliendo, y haber dicho todas esas cosas frente a mis amigos.

Yo sabía (o esperaba) que Louis Gerald me había perdonado por lo que le hice y dije a sus espaldas solo por encajar con el resto de mis amigos. Lo peor no era lo que le hice, lo peor era que, a mi parecer, él se fue creyendo que lo que le dije a esa bola de idiotas era verdad. En realidad era lo contrario, porque no era verdad lo que pensé en decirles. Lo dije por encajar en la sociedad, realmente. Todo fue una completa mentira creada por mí mismo para que el resto pensaran que yo seguía siendo tan hetero como ellos creían. Al final del día, lo dije y sí me arrepentí bastante (por el resto de mi vida), tras decir eso.

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