Capítulo 12
—¡Eres un atrevido! —me disculpé de inmediato con él por incomodarlo—. No me incomoda, al contrario: me halagas bastante; pero tengo novia, tal vez no soy cien por ciento gay —le pregunté qué es lo que era—. Soy bisexual, orgullosamente; no tendría problemas en salir contigo ya que eres un hombre bastante atractivo físicamente y sé, por tus últimas relaciones, que sabes amar con cada latido de tu corazón; no importa qué tan roto esté porque siempre das lo mejor de ti mismo.
—Eres adorable y, como dice Taylor Swift en una canción, “if you got a girlfriend, I'm jealous of her, but if you're single that's honestly worse 'cause you're so gorgeous it actually hurts”—se sorprendió muchísimo de que eligiera la canción de Taylor porque él también era un gran fan de ella; ¿por qué me gustaban tanto los Swifties?—. Entonces sabes que mi exnovio; que en paz descanse, era fan de Taylor? —me contestó que él era Trainer de corazón y, evidentemente, lo sabía; sabía que Louis Gerald era Swiftie—. Yo soy fan de Amy Winehouse, ¿sabes?
—Sé de tu exnovio; lo siento mucho y espero que esté bien —la fila ya estaba avanzando cada vez más rápido—. No sabía sobre tu admiración hacia Amy Winehouse; en realidad, no sabía mucho sobre ti. Salvo tu nombre y tu relación con Jessie Jones; ¡pero por favor! Cualquiera que viva en Itaville, y haya estudiado en Apple White, sabe acerca de la relación entre Jessie Jones y Richard Vallaj. También sé acerca de la indirecta que te mandó Louis en su videoclip de un track que le pertenece originalmente a Taylor Swift; ya sabes, él y su justicia para All Too Well; pero Taylor dijo que estaba decepcionada de él porque ella planeó lanzar el video musical de la versión de diez minutos de dicha canción.
—¿Podemos no hablar de mi exnovio, por favor? —su recuerdo me atormentaba and that's why I had preferred not to talk about him—. Estoy seguro de que también conoces a Amy Winehouse, ¿no? —mientras le contaba sobre su vida, sobre mis canciones favoritas de ella y sobre cómo lloraba por su partida; le fue imposible no pedir que le cantara una canción e iba a hacerlo; el detalle era que seguíamos en la biblioteca—. ¿Estás seguro? Aún puedes cambiar de opinión, no creo que quieras escucharme cantar.
—Oh, no te preocupes; estoy muy seguro de querer escuchar tu voz y cómo cantas, a pesar de que ya te escuché en la presentación que tuviste con tu ex; ustedes cantaron la canción con tu nombre, me encantó; pero quiero escuchar si tu voz ha mejorado o empeoró debido a tu adicción al tabaco y al alcohol —ese era el problema, no sabía si mi voz había mejorado o empeorado; eso era lo más seguro, porque literalmente pasaron años desde la última vez que yo había cantado alguna canción—. No quiero escuchar la canción que lleva tu nombre por título; me la sé de memoria, e incluso descargué la presentación en vivo, quiero escuchar una canción de Amy Winehouse, si fueras tan amable —ofrecí cantarle Valerie, su canción más famosa internacionalmente, él aceptó e informó que no había problema alguno—. Solo espero que esta maldita fila avance para así obtener mi libro, salir al parque Orange y escucharte cantar.
La maldita fila tardó aproximadamente quince minutos más en avanzar, nosotros dos hablamos de varios temas (un poco fuertes) como la pobreza, varios países en desarrollo; países que eran pobres, historia, física, química; le mencioné acerca de la química entre nosotros y eso lo volvió muy incómodo, teorías paranormales; hablamos de todos los temas que nos dio tiempo. Cuando nos dimos cuenta, ¡la maldita fila ya había avanzado y solo faltaban dos personas! Logré escuchar que se debía a un error del sistema; esa fue la razón por la que no había más computadoras funcionando bien para sacar libros.
Por fin llegó el turno de Oliver, lo reconocieron de inmediato y le preguntaron si de nuevo iba a rentar el libro; el respondió que sí porque le encantaba ir a la biblioteca, buscar el libro y todo lo que me contó acerca de la interacción social que conllevaba todo ese proceso. Lo que pasaba con Oliver Turner sí fue amor a primera vista y estaba totalmente seguro de ello.
¡Al fin pudimos salir de la biblioteca! Oliver hizo un par de comentarios sobre la importancia de tener más gente que trabajara ahí en la biblioteca o un Plan B para los casos en los que se fuera el sistema en toda la biblioteca y solo hubiera una persona trabajando ahí; le di la razón porque sí tenía razón al pensar eso. Caminamos y caminamos mucho hasta llegar al Parque Orange (antes pasamos a la heladería, esto porque Oliver quiso comprarse un helado para disfrutar mejor mi performance).
—Por fin llegó el momento —se dio una lamida a su helado—. Puedes empezar a cantar en cuanto quieras, no tengo prisa alguna y estoy seguro que tú tampoco tienes prisa por irte —¿prisa? Por él me quedaría todo el tiempo que fuera necesario con tal de verlo feliz—. Así que puedes empezar, Richard; be my guest, please.
—Ok —me aclaré la garganta para así poder empezar a cantar—. ¿Te dije que iba a cantar Valerie de Amy Winehouse? —Oliver accedió con un ligero rubor en su mejilla; Dios, se veía tan sexy y tierno—. Ahí te va, por favor no te rías si desafino un poco o si canto feo; no sabes lo mal que me pondría saber que hice el ridículo frente a ti.
Negó con la cabeza y empecé a cantar; mientras cantaba, no sentía que desafinara o algo por el estilo, yo sentí que canté muy bien y, mientras terminaba de cantar la canción, me soltó un abrazo muy grande por mi «tremenda actuación». Al momento en el que me susurró en el oído, yo sentía que estaba escuchando las palabras más bellas de toda la vida, así hayan sido adulaciones hacia mi performance; fueron las mejores adulaciones que recibí en toda mi vida, porque venían de él.
La única cosa mala, y que arruinó el momento, fue cuando mencionó que yo era un buen amigo, cambié mi actitud de repente porque esa palabra me disgustaba en absoluto (cuando se trataba de alguna chica o algún chico que me gustaran) ya que me hacía sentir que yo jamás sería merecedor de lograr tener una relación con aquellas personas y eso me frustraba bastante porque, ¿yo, Richard Vallaj, insuficiente para una persona? Eso sí que no; quizá mi ego era muy grande, pero no era lo único grande que tenía.
Aunque me estaba olvidando de alguien muy importante, sí, me estaba olvidando de Louis Gerald y eso era lo más importante; ¡tenía que olvidarme de él para tener una vida más tranquila, plena y feliz! Así que sí, me olvidé de un hombre cuyo recuerdo solo me restaba cosas positivas y no me sumaba nada positivo; al contrario, su recuerdo y su muerte me restaban cosas positivas y solo me sumaban cosas negativas.
Fui a dejar a Oliver en la puerta de su casa, no me fui hasta que lo vi entrar a su casa; una linda casa en un lujoso vecindario, fue una lástima que su papá no fuera un papá lujoso. Sabía que eso estaba mal, y lo lamenté por siempre; pero no pude evitar quedarme y escuchar cómo el papá de Oliver le exigía que comprara más cerveza porque necesitaba dejar de aparentar ser listo.
—Fui a la biblioteca de Itaville por un libro, ¿eso tiene algo de malo? —su torpe padre le gritó, desde la que parecía ser la cocina de los Turner, una serie de insultos; ¡qué ser tan despreciable, Dios mío!—. Te juro que quería estar más tiempo afuera y no pude porque ya era algo tarde, pero ojalá me hubiera quedado para no estar aquí contigo escuchando tus gritos; ¿por qué sigues viviendo aquí si no nos quieres ni a mamá ni a mí? —eso debió doler y supe que le dio en donde más le dolía porque mencionó que Oliver y su mamá lo necesitaban para seguir subsistiendo ya que Oliver no tenía un trabajo.
Pensaba en entrar para defender a ese niño bonito de su abusivo padre que solo quería que Oliver comprara cerveza (y no me quedaba tan claro si compraba la cerveza con su propio bolsillo o la compraba con el dinero que ese cretino le proporcionaba; tal vez era lo primero), ¿me molestaba? Sí, y mucho; ¿cómo podía vivir alguien tan hermoso y lindo como Oliver con un ser tan asqueroso como su papá? Yo pensaba que era un viejo calvo, con barba, obeso, la misma piel blanca y los ojos azules que Oliver llevaba (los mismos que tanto me encantaban desde el segundo cero en que los vi).
No entré a su casa, me arrepentí bastante al momento que escuché un golpe; que no supe si era un golpe a algún mueble o si ese hombre se había atrevido a golpear a Oliver; después descubrí que sí había golpeado un mueble, aunque no quise alejarme de su casa tras escuchar cómo se refería a la madre de Oliver, ¿por qué los hombres heterosexuales se comportaban como unos imbéciles años después de que se casaban y tenían descendencia? ¿No podían pensar en su familia y lo mal que la podrían estar pasando?
Fue en ese momento en el que supe la razón exacta de por qué a Oliver Alexander Turner le gustaba mucho más ir a la biblioteca, leer en el parque Orange y quedarse a comer helado; estaba lejos de ese cerdo, tal vez no me lo dijo porque se imaginaba que yo habria pensado en que su vida era un desastre y, de esa forma, haberme provocado lástima. Tal vez sí hubiera pensado en que su vida era un desastre y eso no hubiera sido motivo alguno para causarme lástima.
Me agaché cuando tuve la oportunidad de escuchar la puerta de la casa de Oliver abrirse, maldije por lo bajo al mismo tiempo que rogaba que no viera mi Chevrolet Onix color azul y lo reconociera. Primero lo escuché caminar con prisa en su andar; decidió detenerse y caminar hacia donde estaba mi automóvil «¡ay, por Dios, que alguien me diga que no es cierto!», fue lo que le escuché hablar. Me abracé los codos e intenté bajar todavía un poco más sin éxito alguno y se debía a mi gran altura, cerraba y abría los ojos de vez en cuando para escucharlo llegar por si acaso, cerré los ojos cuando no lo escuchaba caminar.
—Richard —abri los ojos de par en par, pero no moví mi cabeza ni un solo grado hacia la izquierda—. Te vi en tu auto desde que salí de casa —holy shit!—. Estoy seguro de que escuchaste todo lo que pasó ahí dentro y no sabes lo apenado que me siento porque conociste un poco de mi triste realidad; sí, esta es la razón por la que prefiero estar en el Parque Orange leyendo o en la biblioteca por un libro, no quería que te enteraras así de esto; pero eso no es lo importante, ¿qué carajos haces aquí?
I struggled with myself para despejar mi mente y poder prestarle la atención que Oliver merecía, me salí del auto; con las piernas entumecidas debido a que se me durmieron por la posición que hice al intentar esconderme y que Oliver no me viera: con las manos hacia los laterales, el trasero en el lugar donde se encontraban los pedales y la cabeza agachada; fue difícil quedarme en dicha posicion y no valió la pena porque, al final del día, Oliver supo que no me había retirado y seguí siendo un chismoso al querer escuchar el chisme completo (lo que pasaba con el que yo creía que era su papá)
—Ok, sé que estás molesto —pensaba que mi excusa era buena—. Me quedé esperando a que entraras a casa para asegurarme de que estás bien y no había problema alguno, luego escuché los gritos y me quedé por si necesitabas ayuda —me preguntó qué hubiera hecho si el señor; no era su padre; su padre falleció y su madre se volvió a casar; no me contó más detalles en ese momento, le hubiera propiciado un golpe—. Hubiera golpeado la puerta tan fuerte como hubiera podido, le habría pedido por las buenas que abriera la maldita puerta y, si no la hubiera abierto, yo la habría derribado.
—¿Y crees que eso habría evitado que me golpeara cuando tú te hubieras ido? —no me había detenido a pensar en ello—. Él se hubiera esperado a que te fueras y hubiera seguido mi golpiza hasta dejarme desangrado, romperme un hueso o simplemente golpearme hasta el cansancio; lo cual hubiera estado pésimo, solo por si quieres saber —me atreví a preguntarle si ese enfermo degenerado ya lo había golpeado antes; solo para tener más razones para odiarlo más—. Richard, papá falleció de cáncer hace un año y mamá conoció a este sujeto hace tres meses; no ha tenido oportunidad de tocarme un solo cabello, además de que yo no lo permitiría; pero te dije lo que supuestamente pasaría porque conozco a los hombres de su tipo.
—Solo espero que no me estés mintiendo y en verdad, de todo corazón, espero que ese cretino no te haya hecho nada —se molestó cuando me referí a la nueva pareja de su mamá como «cretino»—. Lo siento, es que te gritó y te exigió ir por más cerveza; que apuesto la vas a pagar con tu propio bolsillo, dime si me equivoco.
—Cierto —soltó un pequeño respingo—. Se me olvidó por completo que tengo que ir por cerveza; también olvidé por completo que dejó un par de billetes sobre la mesa, no puedo regresar sin una botella de cerveza, así que sí, tienes razón —la forma en la que me dio la razón era tenebrosa; pero fue su astucia la que de verdad me hizo entrar en pánico—. Voy a tener que pagar esa cerveza con lo mucho, o poco, que me tengo en este momento.
—Don't! —me aferré a él para que no diera la vuelta, y lo posicioné frente a mí; quedando frente a frente, sus manos tomaban mis hombros como si de un baile de una canción lenta se tratara—. Yo pago la cerveza, no quiero que tú, tu madre; o alguien de tu familia, pague algo para ese cretino —volvió a reprenderme y, a regañadientes, me exigió que no volviera a llamarlo así por ningún motivo—. Deja de defenderlo, ¿por qué no quieres ver que él es un imbécil?
—¿Tal vez porque él es quien da el sustento para que mamá y yo podamos vivir en armonía y tener una vida plena y feliz como se supone que todo el mundo piensa que vivimos? —ok, pero eso fue demasiado; ¿por qué me contaba todo eso?—. Él tiene un empleo muy bueno en la compañía de tu padre; de hecho, si las cosas van bien, lo pueden mandar hasta Suiza a trabajar en la sede de allá.
—¿Por qué me cuentas todo esto? —me afirmó que lo mencionó para así yo poder dejar de insultarlo—. De acuerdo, bien; ¡yo no sabía nada de eso! —me defendí como pude porque sí era verdad que yo no tenía ni idea de que el esposo de su mamá; quizá su padrastro, era quien daba el sustento en su casa para que pudieran pagar las deudas y vivir una vida plena—. Lo siento mucho, me gustaría hablar con él.
—No way! —casi gritó esto último—. Solo te puedo decir que más o menos te conoce; presentarte con él sería como un autogol porque querría que te tratara mejor, que dejara a mi novia por ti —«¿y eso de verdad es un problema?», lo interrumpí abruptamente—. Eres un coqueto y un impertinente, Richard Vallaj; pero ese no es el punto, el punto es: no quiero dejar a mi novia por eso y fingir que te amo, cuando en realidad no sería así.
—No, creo que tienes razón; yo nunca he fingido que estoy enamorado de alguien; mis sentimientos siempre han sido reales, entonces sé lo que significa para ti que no quieras fingir tus sentimientos ¡por nadie! Créeme que sí lo sé —a pesar de que sí quise estar con Oliver Turner, tuve que calmar mis deseos carnales—. Si esto va a suceder o no, el tiempo lo dirá y no debemos apresurarnos a forzar algo que el tiempo dirá si somos dignos de estar el uno con el otro —de nuevo, yo mismo estaba haciéndome una película de lo que podría pasar con Oliver; no me quedaba claro el porqué dije lo que dije; sin embargo, lo dije y no me arrepentí de ello—. O no, no es necesario que estemos juntos; solo se me ocurrió porque, damn, eres un hombre muy hermoso; sí, quisiera estar contigo.
—Acompáñame a comprar la cerveza —le grité que yo era quien iba a pagar la cerveza—. As you wish! Solo te pido por favor que nos retiremos porque mi padrastro —¡sí! Yo sabía que era su padrastro y él mismo lo dijo— podría estar viéndonos en este mismo instante; no podemos permitirnos ese lujo ahora…
—¿No has ido a comprar la cerveza? —su padrastro le gritó; nunca lo vimos llegar hacia nosotros, su presencia nos llenó de sorpresa y asombro—. ¿Quién es él? ¿Tú novio? —¡mierda!, eso no tuvo que pasar; Oliver me estaba advirtiendo sobre eso justo unos segundos antes y su padrastro había aparecido por arte de magia; Oliver solo le respondió que yo no era nada más que un amigo suyo y que había tenido la dicha de conocerme en el Parque Orange y luego me encontró vagando en la biblioteca de Itaville—. Solo quiero una cerveza; con eso me bastará, puedes ir a comprarla o puedes pasar a la casa; ya está haciendo un poco de frío, no quiero que te enfermes y luego tener que cuidarte porque sabes que yo no tengo tiempo para hacerlo.
—¿No tienes tiempo para cuidar a tu hijastro pero sí tienes tiempo para ponerte ebrio? —Oliver me pidió que, por favor, guardara silencio y no le respondiera a su padrastro—. Yo me encargo de esto, Oliver; sé con quién estoy tratando, no es nada del otro mundo ya que trato con gente como él muy seguido en mi día a día.
—Pero ¿qué tenemos aquí? —la mirada de su padrastro era bastante siniestra—. Tú debes ser el hijo del jefe de mi jefe, ¿no es cierto? —su dulzura repentina fue aún más siniestra; ese señor me asustaba y mucho—. Preparé un poco de chocolate caliente; ¿no quieren pasar y degustar un poco, acompañado de un par de rosquillas que compré hace un par de horas?
—¿Compraste rosquillas? —Oliver se veía bastante tranquilo cuando su padrastro le confirmó que las compró él—. Si ya no quieres la cerveza, me encantaría probar una con una taza de humeante chocolate caliente, ¿no vienes, Richard? —tuve que negarme esa suculenta oferta porque ya estaba cuidando mi figura; tuve que dejar de comer panecillos y dejar de consumir bebidas con azúcar; como gaseosas, malteadas, café o té con azúcar y el chocolate caliente también estaba incluido en la lista de cosas que no podía consumir por ningún motivo—. Es una lástima, Richard; me gustaría mucho que vinieras.
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