Capítulo 11
Kevin, Sean, Lemus y Graham también se sorprendieron muchísimo por mi cambio en cuanto a mi aspecto físico (aunque ya iba perdiendo peso gracias al consejo que Derek mencionó una fría mañana de invierno). Ya habían transcurrido muchos años desde aquel incidente que le costó la vida a la persona que más amaba. Ellos se compadecieron bastante de mí y evitaron, a toda costa, hacer comentarios acerca de su muerte; aunque no pudieron evitar preguntarme cómo me sentía después de aquel incidente.
—Sabemos lo mal que lo puedes estar pasando; incluso ahora que han pasado más de cinco años —corría el año de 2028 y Kevin estaba en lo correcto—. No lo conocí bien; apuesto a que pensaba que yo soy un idiota por todo lo que dijimos en la despedida de Marcus Miller, lo cierto es que ninguno de nosotros sabíamos que él estaba detrás de ti y no sabes lo mucho que nos arrepentimos de ello.
—Fue mi novio —Graham debió creer que mencionar que fue su novio me molestaría ni un poco—. Y lo quise bastante, lo cierto es que no me atrevía a salir del clóset con todos ustedes porque creí que me iban a juzgar o algo peor; pero gracias a él fue que pude salir libremente del clóset en el que estaba, ya sabes lo que dicen, Richard: «El clóset es para la ropa, no para las personas» —pero eso arreglaba lo que mencionó antes—. Y tal vez nunca tuvimos sexo porque lo respetaba bastante y yo lo único que hice fue tratar de hacerlo feliz; a pesar de que con estos idiotas tuve que fingir ser heterosexual un rato. Solo espero que lo hayas podido cuidar bien; justo como se lo merecía.
—No lo cuidó tan bien como él se lo merecía ¿o se te olvida que lo mataron frente a él y no pudo hacer nada? —Sean estaba comportándose como un verdadero imbécil al hacer ese comentario cien por ciento innecesario—. Perdóname, Richard, pero tenía que corregir a Graham ya que no pudiste salvarlo; your intention is appreciated —quise matarlo, darle un puñetazo en el estómago para, cuando se retorciera de dolor, darle un rodillazo directo en la nariz para rompérsela (o que al menos sangrara), jalarle el cabello y darle un puñetazo en la cara y así poder tirarle varios dientes; pero eso solo se quedó en mi imaginación, solo le di la razón para poder invitarlos a otro lado y así poder pasar el rato y olvidarnos de todo; ellos no sabían, o eso supuse, que él no me dejó salvarlo, todo había pasado tan de repente. Él dio su vida por mí.
—Solo no olvides que tú le dijiste que eras el responsable de esas cartas de amor, te dejó por eso y por fingir ser heterosexual, Graham —al parecer no estaban bien las cosas entre ellos y yo (lo percibí por el comentario de Sean); detuve el camino de la comida a mi boca cuando escuché esto y me quedé perplejo—. Y lo confesaste cuando te preguntamos acerca de tu orientación sexual; aparentemente eres gay y no quisiste decírnoslo. Stop playing dumb, please!
—¿Tú lo sabías? —arremetí contra Sean, mi comida se había arruinado por él y su comentario tan acertado—. ¿Sabías que él no fue quien le mandaba las cartas y mensajes? ¿Aún así lo dejaste pasar? ¿No se te ocurrió en algún momento decírselo, Sean? ¿Sabes cuánto sufrió por no saber quién era y lo mal que la pasó cuando se enteró que no era Graham el responsable?Dios, no puedo creerlo —la hora de comida se volvió incómoda de repente—. ¿El resto de ustedes lo sabían?
—Sí, incluso apoyamos a Lemus cuando lo humilló al creer que estaba enamorado de él —estuve a punto de golpear a Kevin por admitirlo pero decidí calmarme porque estábamos en un lugar público y porque se podría arruinar mi reputación; eso era lo malo de ser el hijo de alguien muy conocido y que básicamente era el hijo del dueño de medio pueblo—. Pero éramos unos idiotas y no sabíamos acerca del talento que llevaba encima; lo vimos en algunos conciertos que dio por Zoom y fuimos a su fiesta de veintiún años; apuesto a que nos invitó porque creyó que si nos invitaba, tú aparecerias mágicamente, no fue así.
—Tampoco lo llamaste y él realmente la pasó muy mal en su cumpleaños —les conté sobre cómo se comportó como un inmaduro al decidir lanzarle un video musical a un cover de un track de Taylor y cómo me lanzó a todo el mundo en mi contra, escribiéndome mensajes con discursos de odio—. No te justifiques, Richard, por favor; no lo felicitaste ni lo llamaste y estamos seguros de que ni siquiera se lo compensaste después —un bravucón defendiendo a su víctima no era algo que se veía todos los días y eso sí me sorprendió.
—No le hicieron tanto daño como ustedes creen; salvo cuando Lemus lo humilló y decidió hacer una maldita transmisión en vivo en su Instagram —ese día del que hablé, Jessica y yo estábamos viendo American Idol, hasta que nos aburrimos de la competencia y nos metimos a Instagram; le notificación de la transmisión en vivo de Lemus llamó mi atención, pensábamos que seguro la estaban pasando bien y por eso es que decidimos entrar a verla: nos encontramos con mi examado tirado al borde de las lágrimas y al imbécil de Lemus burlándose de lo mal que la estaba pasando el amor de mi vida, Jessie fue quien más se molestó porque ella y Lezley fueron quienes le aseguraron que él era el culpable de sus sleepless nights; lo abracé muy fuerte, ella hizo una broma acerca de que podíamos estar juntos abrazados el tiempo que quisiéramos y después él mencionó que no quería quitarle el novio a Jessica, pero ¡qué vueltas da la vida, ¿no?!—. Eres un pedazo de mierda, Christopher, no me entra en la cabeza cómo pudiste hacerlo y sigo sin creer que ustedes no lo hayan ayudado o hayan detenido a este imbécil —señalé tanto a Sean como a Kevin y Graham—. Se supone que fue tu novio y lo querías, John, ¿cómo pudiste?
—No se me ocurrió —that was bullshit! ¿Cómo no se te va a ocurrir defender a la persona que una vez fue tu pareja?—. Me lastimó mucho que se haya ido con Alexander porque él es mi amigo y ya sabes lo que dicen sobre las personas que de la nada están con las amistades de tu pareja o tu expareja —le pedí que cerrara la boca por respeto al difunto y accedió a hacerlo, el resto no dijo nada; aunque sí compartieron miradas de complicidad entre todos—. Hay que seguir comiendo, por favor.
El resto del día transcurrió normalmente; sin bromas hacia mi difunto novio ni comentarios altisonantes, pero bastante incómodo, porque ellos lo hicieron así al recordar sus errores del pasado y ni siquiera me pidieron una disculpa por su comportamiento de la mierda que tuvieron hacía un pobre chico que no les había hecho nada (ni siquiera hacia mí o hacia ellos); boys being boys and acting like shit. Aunque sí dijeron que se arrepentían de la humillación que sufrió mi amado.
—Esperaba que este fuera un reencuentro inolvidable con ustedes —hablé al tiempo que caminábamos hacia mi auto—. Al parecer sí lo fue por todo lo que me hicieron recordar y porque me recordaron su muerte; además de culparme y restregarme en la cara que no pude hacer nada por él, cuando no saben ni la mitad de la historia o algo parecido.
—Stop being fucking dramatic, Richard! Aceptamos que tuvimos un error al no ser cien por ciento sinceros y pensar en ti, tu bienestar o si estabas bien —tal vez Lemus tenía razón (pero él era la persona menos indicada para hablar de sinceridad después de haberlo humillado y hacer un live stream en Instagram; lo peor de todo es que la gente solo comentaba que sí era patético que él creyera que de verdad le estaba mandando cartas, nadie lo apoyó en ningún momento); le hice saber que él era la persona menos indicada para hablar de sinceridad y respeto—. Yo sé que tal vez no lo sea y aun así lo hago porque me siento culpable; no sabía lo que hacía, ¡era un niño estúpido que creía que humillando a la gente podría satisfacer lo mal que me sentía conmigo mismo por dentro!
—Y no sabes lo mal que nos sentimos después de haberlo humillado; aunque tuvieran que haber pasado años para eso, nos sentimos mal tras lo que pasó —Kevin irradiaba sinceridad en sus palabras, that's why I believed him—. En realidad: nos sentimos mal cuando te vimos besarlo en Apple White, ya sabes, ¿no? Después de que dijiste que no te gustaba cómo besaba él y después de que lo vimos correr hacia el parque Orange; you acted like a little piece of shit, ¿por qué lo hiciste eso? Nosotros nos arrepentimos de haber hecho lo que hicimos, porque no pensábamos con claridad; pero ¿y tú? ¿No estabas lo suficientemente grande para decir una estupidez de ese tamaño? —no supe cómo defenderme (y ni siquiera había punto de comparación; o tal vez sí porque tanto ellos como yo, lo humillamos)—. Pobre, él sí te amaba mucho y tú lo humillaste frente a toda la escuela; incluso te defendió frente a quienes estuvimos presentes y nos enteramos de lo que dijiste acerca de sus besos.
—Es que ustedes no lo defendieron cuando yo hablé mal de él —mencionaron que al fin lo entendí y yo les respondí con un seco «ese no es el maldito punto aquí»—; se rieron de todo lo que dije acerca de sus besos y me pidieron que pare porque Graham estaba ahí, ¿adivinen qué? Ese pedazo de mierda tampoco lo defendió y siguió burlándose de lo que yo estaba diciendo.
—¡LO QUE TÚ DIJISTE, RICHARD! —todos los que estábamos presentes, detuvimos nuestra marcha—. Me refiero a que tú mismo acabas de admitir que lo estropeaste todo, nosotros quisimos defenderlo porque nos dimos cuenta del error en el que estábamos en haberle hecho lo que le hicimos; éramos unos idiotas hablando haciendo acciones que solo los idiotas hacen, ¿cuál es tu excusa? ¿Por qué hiciste lo que hiciste? —Sean me tenía justo donde querían tenerme los presentes; ¡acorralado!
—Pues… —prolongué muchísimo el sonido de la letra e—. No tenía la menor idea de que ustedes estaban arrepentidos; pensé que eran unos desalmados sin corazón y no lamentaban haber hecho lo que hicieron —me recalcaron que pasaron años de eso (años de la humillación a Louis Gerald en que se supone que era la despedida de Marcus Miller)—. Sé que ya habían pasado años; sin embargo, creo que solo quería estar bien con ustedes y, como dijo Graham, tenía miedo de que ustedes me juzgaran o algo parecido, sé que soy un idiota por dejarme llevar e insultar al amor de mi vida; ah, porque sí es el amor de mi vida: creo que él nunca me perdonó realmente y me siento tan arrepentido por ello.
—Créeme que no sirve de un carajo que nos lo digas a nosotros —yo lo sabía, estaba consciente de ello y lo sabía bastante bien; no hacía falta que me lo repitieran—. Se lo hubieras dicho a él; mejor vámonos porque esto parece un drama de una telenovela o de una serie adolescente americana. Por favor, vámonos de aquí directo a tu auto.
—Es que sí se lo dije —les platiqué acerca de lo que hablamos él y yo; de todo, incluidos nuestros planes, sueños, las promesas y todo lo que planeamos algún día juntos, se había marchado y no podía recuperarlo—. He intentado avanzar porque a él no le hubiera gustado haberme visto triste por su culpa; aunque suene mal decirlo, pero simplemente no puedo, es inevitable pensar en una vida sin él.
—De verdad que sí fui un imbécil al ridiculizarlo en vivo; nadie me detuvo y solo se reían de él, me sentí bien al hacerlo —ay, Lemus, ¿por qué tenías que ser tan imbécil? ¿Te lo tomabas como reto personal?—. Y tuvieron que pasar años para que pudiera sentir pena por él; nunca pude pedirle una disculpa y creo que murió pensando en que yo solo sentía pena por él.
Los comentarios cesaron por parte de todos los que estábamos presentes en el Centro Comercial de Itaville; realmente pensaba que Sean, Lemus, Graham y Kevin estaban en otro lugar (en la escuela; casualmente todos estudiaron en la misma universidad; MIT) aunque por alguna razón estaban en Itaville, yo fui el único que nunca conoció la vida universitaria en la escuela; todo gracias a papá y su empresa multimillonaria, él hizo todo el heavy lifting para que yo gobernara su reino; es por eso que la gente juraba que yo era un príncipe; en algunos casos sí hubo gente que me lo dijo e incluso mi amado lo dijo. Pero ya era hora de salir adelante y buscarme algo para mí.
Afortunadamente volví a encontrarme con Oliver Turner; al inicio la vergüenza me invadió por completo debido a que le hice una pequeña insinuación para que aceptara salir conmigo; sí, a veces me comportaba como un adolescente, aunque ya no era un adolescente. Solo lo vi llegar; parecía un Dios con su cabello bien peinado, sonrisa deslumbrante, ese destello en sus ojos del que me enamoré la primera vez que lo vi; pero él no sabía que yo estaba enamorado de él, tampoco sabía que yo lo veía como un Dios. Aunque, debió ser un poquito obvio por mi forma de actuar:
—¡Hola, Oliver! —lo saludé al tiempo que me acercaba a él cuando lo volví a ver; en la biblioteca de Itaville, pidiendo el préstamo de un libro—. ¿Leerás To Kill a Mockingbird? Ese libro es simplemente fabuloso —lo sabía porque había leído ese libro dos veces, fue muy poco, porque Oliver mencionó que era la décima vez que leía dicha novela—. ¿Por qué no la compras y así ya no gastas tu tiempo y energía viniendo a la biblioteca?
—Es lo mismo que me dicen mamá y papá; créeme que sí lo he pensado —mi comentario lo llenó de gracia; pude notarlo por la risita ahogada que soltó—. Me gusta tanto salir a pasar el rato; caminar hasta acá, ver a la gente, tal vez pasar por un helado y básicamente es eso; sí he considerado comprarlo, aunque, si lo compro: sería despedirme de el buen tiempo que me hace pasar venir hasta acá.
—Entonces haz lo que quieras —me reí un par de segundos—. Me sorprende encontrarte aquí, creí que te volvería a encontrar en alguna discoteca o encontrarte nuevamente en el parque Orange —no le gustaban las discotecas, aunque sí encontraba factible que nos volviéramos a ver en el parque Orange si es que a mí me gustaba salir a caminar y disfrutar de la naturaleza—. Ok, yo no lo sabía que no te gustaban las discotecas, a mí me encanta salir al parque Orange; fumar un cigarrillo, sentarme a observar lo que pasa a mi alrededor y después comprarme un helado.
—Yo no fumo —tras hacer un mal comentario, relacionado con enseñarle a fumar, se molestó bastante—. Mi tía falleció de cáncer; al igual que mi abuela y mi abuelo está viviendo con cáncer de colon, también tengo una cuñada que vive con cáncer de pulmón ¡por fumarse tres empaques de cigarrillos diario! —la torpeza me invadió por completo; no se lo hice notar, tho—. Así que evito, a toda costa, fumar aunque sea un jodido cigarrillo; entonces, por ende, no me interesa fumar en lo más mínimo, gracias por la invitación y por querer enseñarme a hacerlo; pero estoy muy bien así.
—Sí, tienes una familia con genes cancerígenos —¿acaso no me podía callar la boca? Pude darme cuenta de que, con su mirada que me dirigió; llena de asco, había echado a perder cualquier oportunidad que tenía con él—. Lo siento mucho, no quise decir lo que dije; por favor discúlpame; no fue, en absoluto, mi intención herirte y mucho menos lastimarte o hacer que te sientas incómodo ni mucho menos que estés triste.
—Espero que sepas lo imbécil que eres por hacer ese comentario —le di la razón—. Y es bueno que lo sepas, así como también es excelente que reconozcas tu error para ya no volverlo a cometer y cerrar la boca cuando es necesario —¿me merecía las palabras que Oliver me decía?—. Procura oír a tu consciencia cuando te dice que no abras la boca en alguna situación que sea de índole delicado…
—Ya entendí —lo interrumpí debido a que ya estaba siendo incómodo para mí—. Solo quiero decirte que lamento mucho si te hice sentir mal o te incomodé —mi mirada irradiaba vergüenza; debí verme bastante ridículo y apuesto a que le di risa a toda persona que me vio—. En serio no fue mi intención y sé que dije algo malo, solo discúlpame.
—¡Qué tierno eres! —sentí mariposas en mi estómago que no sentía desde que el odio se llevó al amor de mi vida—. No me molestó ni me hizo sentir incómodo; lo que sí pasó fue que me di cuenta de que tienes toda la boca llena de razon, ¿y quién iba a decir que realmente vivo en una familia con genes cancerígenos? —Oliver…, se veía tan tierno y tan lindo; de repente me dieron ganas de reposar su cabeza en mis piernas para hacerle cariñitos en su cabello; Oliver era hermoso.
—¿Quieren, por favor, callarse? —una mujer, de edad adulta; cincuenta años, aproximadamente, nos interrumpió (y tenía razón, nuestra conversación empezó a tener un tono de voz elevado—. Hay gente que intentamos leer en paz y ustedes dos no nos dejan disfrutar del libro que tenemos leyendo en nuestras manos —su tono de voz, lúgubre y con una mezcla de zozobra, nos indicó a Oliver y a mí que ella solo quería leer tranquilamente.
—Tiene razón, señorita —Oliver se mostró tan amable, elegante y como un caballero; casi como yo me comportaba pero en ese momento olvidé mis buenos modales y solo esperaba que la dama nos dejara tranquilos; aunque eso sería una falta de respeto y Richard Vallaj no era irrespetuoso porque así no me educaron en absoluto—. Hablaremos más bajito para no molestarla en absoluto, ¿está bien? —la señorita nos pidió que mejor no habláramos y estuviéramos como la gente normal que se encontraba en la biblioteca; la biblioteca de Itaville era reconocida por ser bastante callada, pero yo le mencioné a la señorita que, al menos yo, no era normal (se lo dije por toda la mierda que viví en los últimos años).
—No me interesa si eres o no eres normal, solo quiero que se callen o se vayan a otro lado a seguir su fiesta —Oliver solo le dio la razón mientras yo comenzaba a molestarme por todo lo que nos estaba diciendo; antes de que siquiera pudiera defendernos a Oliver y a mí, llegó el encargado en turno de la biblioteca preguntándonos si todo estaba bien (en ese momento, solo pensaba en lo mal que la íbamos a pasar si no le dábamos la razon a la pobre señora rubia; con varias canas asomándose, sus anteojos gruesos y la cara llena de arrugas)—. Estos dos homosexuales no me dejan leer mi libro en paz, ¿puedes callarlos o llevártelos a otra parte?
—Imposible, estamos formados en la fila para sacar un libro de la biblioteca, por favor, solo espere y ya nos iremos —le reclamé, pensando en que era lo correcto ya que no estábamos haciendo nada malo o algo digno de sacarnos—. Le prometo que en cuanto mi amigo Oliver saque el libro, nos iremos de aquí y no va a tener que soportarnos otra vez; nunca nos volverá a ver.
—Karen, por favor, contrólate —al parecer, la señorita se llamaba Karen y no era la primera vez que armaba un alboroto de ese tamaño—. Ya todo el mundo aquí sabe de lo racista y homofóbica que eres; no te molesta que estén hablando entre ellos, te molesta que tengan una relación y se hayan dado una muestra de amor en público —sentí cómo el rubor subía a mi cara, porque eso no había pasado y tuve que arremeter en contra del encargado en turno—. ¿Solo te molesta que estén hablando y ya?
—Ni siquiera soy gay —dije sin pensarlo, Oliver solo sonrió mientras me guiñaba un ojo; muy discretamente para que ni Karen o el encargado lo vieran guiñarme el ojo (¿por qué todos los chicos que conocía terminaban siendo homosexuales, igual que yo?)—. Además, tengo novia y seguro la conoce, su nombre es Jessica Jones; sabe quién es, ¿no? —¿por qué hablaba sin pensar siquiera en lo que decía?
—Esa bruja es lesbiana —sí, ese último comentario solo logró su expulsión de la biblioteca, Karen no pareció que tuviera algún botón de apagado, porque se fue gritando una sarta de estupideces acerca de la comunidad homosexual y me escupió en el pie; el encargado nos ofreció una disculpa, no fue suficiente, así que le di la idea de no volver a dejarla pasar a la biblioteca nunca más; ni en esta ni en otra vida.
—No podemos negarle el acceso a la biblioteca —el encargado en turno hablaba en susurros—. Nunca le hemos negado el derecho a pasar a leer o a pedir prestado un libro a nadie; por ninguna razón y me temo que ella no puede ser la primera, por mucho que odiemos su racismo y tenga la seguridad que tiene privilegios por ser blanca —no había nada que yo odiara más que a la gente que era racista—. Si tienen una queja, pueden decírselo al dueño de la biblioteca.
—De pura casualidad, ¿devolvió el libro que estaba leyendo? —el encargado mencionó que nunca se daba cuenta de lo que pasaba cuando Karen armaba un problema como el que nos pasó a Oliver y a mí; así que fue tras ella—. Ni siquiera se dio cuenta de que les está robando un libro, esto es pésimo —Oliver volvió a poner los ojos en blanco cuando alguien nos siseó, escuchamos que el encargado sí atrapo a Karen por su frase «¡vuelve aquí a devolver ese libro, Karen!» y nos echamos a reír; volvieron a sisearnos—. La maldita fila no avanza, no llevo prisa alguna; aunque ya me quiero ir de aquí.
—¿Quieres salir conmigo?
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