Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra: To Miss The Past And To Forget The Future

- Kirkcudbright, Escocia-
-1807-

Ella y Lilith observaban la ciudad en movimiento desde la ventana de su pequeña casa. En otras circunstancias, habría preferido vivir a las afueras de la ciudad, en el campo. Sin embargo, el excesivo precio de tales propiedades la había obligado a adquirir una vivienda más económica en el corazón de la ciudad.

Apenas lograba sentir el calor de la taza que sostenía, las puntas de sus dedos estaban tan frías que le dolían los huesos y el frío de la ventana no ayudaba a que mejorara.

Se retiró del cristal, cerrando la cortina detrás de ella y se dispuso a buscar al niño que ahora estaba bajo su cuidado.

Marius estaba recostado, hecho bolita, en uno de los sillones en la estancia, justo el que estaba frente a la estufa de leña, con una manta que lo cubría hasta el cuello.

Con la mirada perdida.

Peggy se acercó a él y le habló con suavidad, ofreciéndole algo para comer. Sin embargo el niño sólo la observo, sus ojos grises se veían tan apacados y carentes de brillo, pero no respondió.

-Tal vez no sea la mejor idea que este aquí conmigo.- dijo la castaña cuando estuvo lo suficientemente alejada de él.

Lilith le dedicó una mirada interrogante.

-¿Y con quien estaría mejor?- cuestionó la felina.

-No lo sé, con Zoe, con quien sea.- respondió Peggy desviando la mirada-Es decir ¿Que se yo sobre niños?-

Lilith suspiró con pesadez.
-Nadie sabe nada sobre niños.- respondió la felina.- Y no es cualquier niño. Es un niño que juraste proteger.-

Peggy volvió su vista al pequeño que aún estaba recostado y hundido en su tristeza y su corazón daba vueltas de dolor al verlo.

-Esta triste.- dijo, más a ella que a su familiar.- No puedo hacer nada para evitarlo.-

Se acercó a él, solo para percatarse que se había quedado dormido. Lo levantó con delicadeza, era tan ligero como una pluma, y lo llevó hasta su habitación.

Al arroparlo, no pudo evitar admirar su piel tostada y mover los oscuros rizos de su pequeño rostro.

-Él perdió a su madre, se siente solo.- dijo Lilith.- no necesita una salvadora. Solo necesita a alguien que lo entienda.-

Peggy lo cubrió con las mantas y el niño solo se hizo bolita en su lugar, lo cual la hizo sonreír con dulzura.

-¿Y quien podría entenderlo mejor que tu?- preguntó Lilith.

°°°°
-Arcadia, California-
-...-

Colocaba la última rosa blanca del arreglo floral que estaba armando, cuidando no dañar las otras que ya estaban dispuestas en el jarrón. Y solo esperaba que este arreglo no fuera rechazado, como los otros tres que había hecho.

-¿Ya nos vamos?- preguntó Joy desde la mesita de té en la que estaba.

Peggy volvió su vista hacia él: su cabeza estaba recargada sobre la mesa, apoyada sobre sus bracitos, sus piernas colgaban de la silla y se columpiaban con delicadeza.

Su cabello azabache caía por su rostro y su mirada reflejaba completo aburrimiento.

-Aún no.- respondió ella.-Esperamos a alguien, ¿recuerdas?-

El infante soltó un quejido que la hizo sonreír un poco, pues la hacía recordarse a sí misma. A veces, no siempre, era divertido saber que ella y su hijo compartían el mismo temperamento.

El niño se levantó de sulgar y caminó hasta ella, extendiendo sus brazos al aire. La castaña lo pensó dos veces antes de alzarlo en brazos, pero pronto lo hizo.

Sabía que no siempre sería así de pequeño y ella no perdería la oportunidad de cargarlo siempre que pudiera.

Caminó por la pequeña florería, la cual mantenía con empeño, pasando una mano por el cabello oscuro de su hijo, notando lo lacio y fino que era. Eso la desanimaba un poco pues, aún cuando Joy era igual a ella en modos, era idéntico a Hisirdoux en cuanto a físico.

Si no hubiera sido ella quien le dio a luz, podría jurar que fue Douxie.

Escuchó algunas voces por fuera del local, justo antes de que se abriera la puerta y entraran Olivia y Marius, la primera con esa mirada que Peggy había aprendido a no apreciar.

Si, la bruja llevaba una sonrisa en su rostro, pero sus ojos denotaban completa culpa.

-Juro que me vas a matar.- gruñó Peggy.

Olivia solo soltó una risita, antes de apresurarse a quitarle al niño de los brazos y decirle algo al oído, probablemente un suave saludo para no interrumpir su calma, mientras que Marius solo revolvió sus cabellos con delicadeza.

-Estaba pensando.- dijo la bruja mas joven.- Si, en vez de rosas blancas, no seria mejor usar nube.-

Peggy observó el arreglo que había armado, era tal como Olivia lo había pedido, justo después de haber cambiado de opinión varias veces. Sin embargo y, de alguna forma, no podía enojarse con ella pues sabia que organizar esa clase de eventos no podía ser una tarea sencilla, ni siquiera cuando Olivia juraba si tener ayuda.

Marius no contaba como ayudante.

-Supongo que si seria mejor.- admitió Peggy.- Son mas baratas, no son tan frágiles y son, curiosamente, muy estéticas.-

La mirada de Olivia se iluminó con emoción, a la par que soltaba un chillido de alegría.

-¡Oh gracias, Margaret!- exclamó Olivia.- Es el ultimo cambio, lo juro.-

Peggy sonrió con ironía.

-Si, como no.- dijo.

Los otros dos rieron por lo bajo y, solo por una fracción de segundo, se enfrascaron en ellos mismos.

No era exactamente magia que se pudiera manipular pero, y Peggy era capaz de verlo, un aura los iluminaba de pies a cabeza cuando estaban juntos.

-Deberíamos irnos.- anunció Marius con naturalidad.

Joy, quien antes estaba en completa calma, ahora parecía estar lleno de energía.

-¿A dónde van?- preguntó Joy con entusiasmo.-¿Puedo ir?-

Marius tomó al niño en sus brazos antes de depositar un beso en su mejilla.

Peggy atentó a acercarse para tomar a Joy, pero Olivia se interpuso en su camino.

-¡Si!- exclamó Olivia.- Podemos ir por helado.-

Y, después de algunas súplicas por parte de los tres más jóvenes, Peggy no tuvo más remedio que aceptar.

°°°°
-Heidelberg, Alemania.-
-2004-

Marius no había disfrutado aquella estancia en Alemania tanto como Rocío lo había hecho.

Los alemanes bebían como negocio y hablaban como si estuvieran molestos todo el tiempo, tal vez por eso a la bruja le caían tan bien. Eran, básicamente, igual a ella.

Habían viajado hasta Rusia desde Colombia por el trabajo de Rocío. Sin embargo, algo había salido terriblemente mal y, ahora, ambos estaban en Alemania. Por un lado Marius cansado de los viajes y por otro Rocío con un ojo morado.

Él le había advertido que ser cazarecompenzas de objetos mágicos era el peor trabajo que cualquiera pudiera tener, no sólo por ser un negocio en el anonimato, sin nadie que respondiera ante daños o muertes, sino porque era extremadamente peligroso.

Rocío había tenido una mala compañera, aseguraba que había sido "testaruda y muy bocona" lo que no sólo las había hecho ganar una golpiza sino que las habían obligado a dejar Rusia y no ser bienvenidas por al menos un siglo entero.

Y ahora estaban en Alemania, bebiendo hasta que se ahogara el fracaso de un trabajo fallido.

Dos tarros y medio habían sido suficientes para que Marius quisiera hechar el estómago pero cada vez que veía a Rocío, deseaba tomar otro solo para vencerla.

Pero la verdad era que ninguno de los dos aguantaría muchos tarros más.

Al final, solo quedaban ellos en la cantina junto con otros dos o tres borrachos que eran incapaces de leventarse.

-Odio beber contigo.- dijo Marius cuando Rocío se acercó a él.

La bruja rió con ligereza antes de tomar el fondo en su tarro y en la esquina de la cantina vio un piano pequeño que descansaba solitario.

Camino hasta el instrumento y se sentó tranquila antes de pasar sus dedos por las teclas.

-Mi papá me enseñó dos cosas, hermanito.- dijo ella.- A tomar y a tocar el piano.-

Marius levantó la cabeza, sintiendo pronto la ligereza que lo obligó a rocostarse otra vez sobre la mesa, pero esta vez viendo a Rocío.

-*El Sol se había casado con la Luna en una ceremonia original.- cantaba Rocío mientras tocaba las teclas en el piano.-Llegaron las estrellas a la boda en mágico carroaje celestial.-

Su mente pronto divagó lejos de la melodia, sus pensamientos siendo sólo deseos y añoranzas que no podía cumplir.

Deseaba no estar ahí, borracho con su hermana adoptada. No, de hecho, y este pensamiento ya había rondado muchas veces en su mente, deseaba volver a casa.

[La reina de la luz vistió de blanco y todo el universo iluminó.]

Al menos al hogar que había compartido con su madre. Deseaba retroceder el tiempo, haber prestado atención, no haber sido tan ingenuo.

Deseaba haber dejado terminar aquella relación que condenó su vida y lo había guiado hasta la muerte.

¿Había muerto en verdad? ¿O sólo había sido un mal sueño?

Y, de haber muerto en verdad, ¿cómo es que volvió?

Y si había sido un sueño ¿En que momento se había tornado en una pesadilla sin fin?

[El cielo se tornó de mil colores y todas las flores hablaron de amor.]

Le dolía tanto no saber la verdad y, sobre todo, no estar ni cerca de entenderla.

Desde el momento en que había vuelto, todo parecía haber cambiado para mal y él lo odiaba.

Y, entonces, era en momentos como este, cuando estaba completamente sumido en su dolor, que rogaba a cualquier deidad que estuviera dispuesta a escuchar sus plegarias, que le devolviera todo eso que había perdido.

-Y ya nadie más conquistará a la Luna.- terminaba Rocío su canción.- La Luna se ha casado con el Sol.-

°°°°

-Arcadia Oaks, California-
-...-

Cuando hubieron terminado el helado aún quedaba el resto del día por delante y ninguno de los tres estaba cansado, así que propusieron ir al parque en lo que se animaban a volver a casa.

Joy siendo el más entusiasmado.

Mientras caminaban a su destino, Olivia recibió un mensaje.
-Oh.- exclamó.-Mira, Mari, el encaje del vestido ya llegó.-

Le mostró con emoción la imagen en la pantalla, pero Marius cerró los ojos antes de poder verla con claridad.

-No la voy a ver.- dijo.- Es de mala suerte.-

-No es de mala suerte.- se quejó Olivia.-Solo es el encaje.-

Mientras los dos más grandes discutían lo que contaba, o no, como suerte, Joy se encargó de distraerse por si mismo.

Observaba con cuidado todo lo que veía, siendo el mundo un fascinante sinfín de aventuras.

Su atención, sin embargo, fue pronto dirigida a un pequeño anfibio que saltaba alegre por la acera.

Su mirada esmeralda se iluminó con ilusión, apresurandose a llamar la atención de su hermano para asegurarse que viera lo mismo que él.

-¡Mari, mira una rana!- exclamó el más pequeño.

Marius volvió su vista hacia Joy y después hacia donde señalaba. Ciertamente, le parecía extraño encontrar una rana, sobre todo cuando no había llovido en las últimas semanas.

-Es genial, Joy.- dijo Marius.-No la toques.-

Joy se quejó.
-Livi, dile que no es venenosa.- lloró el pequeño.-No es amarilla, ni tiene manchas ¿Puedo tocarla, Livi?-

Olivia asintió, en realidad sin saber a lo que accedía, pues Marius aún discutía con ella sobre el encaje y su mala suerte.

Sin embargo, con la aprobación de su hermana, Joy se alejó de ellos para tocar a la rana, la cual fue rápida en huir de las manos del niño.

-Es como si yo quisiera mostrarte los gemelos que voy a usar.- objetó Marius.-Es de mala suerte.-

Olivia rodó los ojos.
-Claro que no es de mala suerte.- dijo ella.

El teléfono de Marius comenzó a sonar escandaloso pero tan pronto esté sonó, el joven mago lo apagó. Sin embargo, ahora su semblante se mostraba nervioso.

-¿Que sucedió?- preguntó Olivia.

Marius puso cara de no entender, mientras tomaba sus manos entre las suyas y jugaba con los anillos en dedo, en especial ese que decoraba su anular.

-El tiempo vuela cuando te diviertes.- respondió Marius.-¿Verdad?-

Olivia retiró sus manos mientras alzaba la ceja, esperando una verdadera respuesta. Marius suspiró y dejó caer sus hombros.

-Olvidé que la prueba de traje era hoy.- confesó él.

Aunque Olivia estaba un poco frustrada no pudo evitar reír. Sabía que Marius no olvidaba las cosas a propósito, de hecho era bastante puntual y eso de olvidar las citas era algo que le ocurría últimamente.

Llamaron a Joy y se apresuraron al auto, con la esperanza de aun llegar a tiempo a la cita del traje.

-¿Quieres que te lleve con mamá, Joy?- preguntó Marius, pensando en Joy y lo mucho que podría aburrirse.

Sin embargo el niño dijo que no, argumentando que se aburriría más si volvía con su madre.

-Mamá no me deja jugar en la tienda.- dijo desganado.-Jugamos cuando volvemos a casa.-

-¿A que juegan?- preguntó Olivia.

Joy pensó por unos segundos.
-A los aviones,- comenzó.- a construir, a las guitarras y con papá jugamos a godzilla.-

-Si, papá hace un muy buen godzilla.- dijo Olivia con una risita.

Marius, quien iba concentrado en conducir, suspiró dramático, ganando la atención de sus acompañantes.

-J'aimerais avoir un papá.- dijo, conservando ese tono dramático. Ojalá yo tuviera un papá.

Olivia, aunque sentía que era una broma de mal gusto, no pudo evitar contagiarse de la risa de Marius y solo le golpeó el brazo con el dorso de la mano.

°°°°

El traje le quedaba casi a la perfección, las mangas eran un poco más largas de lo planeado pero el sastre aseguraba que estaría arreglado a tiempo.

Olivia estaba sentada en uno de los sillones mientras observaba el bonito diseño del tuxedo, y al modelo que lo usaba también.

Era un tux blanco que se ajustaba de una manera agradable a su cuerpo, sobre todo a su cintura, con un patrón floral que resaltaba con la luz, pero aún así no era lo más llamativo.

-Livs.- la llamó Marius, rompiendo su concentración.- ¿Me ayudas con la corbata?-

La castaña se levantó de su lugar y comenzó a arreglar la corbata de moño de Marius, quien sólo sonreía con dulzura.

Cuando Olivia hubo terminado con la corbata la bruja no se movió de su lugar y sólo se dedicó a sonreír. Marius la tomó por el rostro antes de un suave beso en sus labios, sobre aquella sonrisa que adoraba.

Su estómago revoloteó como lo hacía cada vez que la besaba, que la escuchaba o la veía.

Reboloteaba igual que la primera vez que la besó y era un sentimiento que no deseaba que se esfumara nunca.

°°

La cita con el sastre terminó pronto, justo a tiempo para llevar a Joy a casa, de hecho.

Jugaban al columpio mientras caminaban al auto y durante ese corto trayecto todo fue risas y uno que otro grito de emoción por parte del más pequeño.

Sin embargo, cuando Marius ajustaba el asiento de Joy, este hizo una pregunta que Marius no esperaba.

-Mari.- dijo Joy.-¿Por qué no tienes papá?-

Marius abrió los ojos con sorpresa y Olivia quedó muda de la impresión.

Ciertamente, Joy era curioso por naturaleza y también era un rasgo que tanto sus padres, como el resto de los adultos que le rodeaban, alentaban.

Joy podía hacer miles de preguntas y escuchaba atento a todas las respuestas.
Sin embargo, esta era una clase de pregunta que era difícil responder.

¿Cómo se le explica la muerte a alguien que recién comienza su vida?

Marius carraspeo su garganta y volvió la vista hacia Olivia, pero incluso ella parecía no tener ninguna respuesta.

-Pues...- comenzó Marius e, incluso cuando sólo era una simple respuesta a una simple pregunta, sentía que dicha respuesta tendría un impacto importante y eterno en la vida del pequeño niño.

Para su suerte, pronto recordó lo que se le dijo a él mismo el día que su padre falleció.

-Mi madre decía que él estaba en un lugar mejor.- respondió Marius con naturalidad.

Sin embargo, ahora Joy tenía más preguntas y pocas respuestas.

-¿Mi mamá dijo eso?- preguntó Joy confundido.

Marius sonrió, terminando de ajustar el asiento y apresuradose al suyo, detrás del volante.

-No, mi madre.- respondió.- Mi madre biológica-

Joy guardó silencio durante algunos segundos, analizando aquella respuesta, recordando haber escuchado aquella palabra en algún otro lugar.

-Osea que tienes dos mamás.- concluyó Joy.

Marius, aunque aquel bombardeo de preguntas comenzaba a ponerlo ansioso, sonrió con calidez ante el pequeño.

-Así es.- respondió.

El silencio no duró lo suficiente antes de que Joy soltara la siguiente pregunta.

-¿Y dónde está tu otra mamá?- preguntó Joy.

Olivia, quien escuchaba el ir y venir de las preguntas y respuestas en silencio, tomó la mano de Marius, la cual descansaba sobre los cambios del auto, y dio un apretón para intentar reconfortarlo. Marius solo devolvió el apretón de su mano.

-Está en un lugar mejor.- respondió simple.

-Oh.- dijo Joy.- ¿Y la extrañas?-

Marius sonrió.
-Pues... - se detuvo a mitad de su oración.- pues...-

De pronto, se dio cuenta que no tenía una respuesta para aquella pregunta.
No extrañaba a su madre, al menos no sentía que lo hiciera.

¿Por qué? No lo entendía. Si, tal vez lo había hecho durante los primeros meses después de que murió, cuando Peggy lo adoptó. Pero después de eso no volvió a extrañarla más.

Aun así, ahora que se le planteaba la pregunta, se sentía culpable por no extrañarla.

Olivia notó lo desconcertado que estaba y como sus manos se tensaban en el volante, así que optó por cambiar la dirección de la conversación.

-Joy.- llamó Olivia.- ¿Jugamos a contar autos amarillos?-

Y, así de fácil, el pequeño dejó el tema de lado.

Llegaron a casa de Peggy, Marius en completo silencio, lo cual era muy desconcertante.

Entraron a la casa, encontrando no sólo a Douxie y a Peggy sino a Rocío sentada junto a ellos en la mesa del comedor.

Joy corrió a saludarla y esta lo recibió con el mismo entusiasmo. No era sorpresa para nadie que Rocío era la favorita del pequeño, incluso más que Olivia o Marius.

-¿Que haces aquí?- preguntó Marius al acercarse y revolver su cabello.-¿No tienes casa?-

La castaña se alejó con brusquedad.
-Tu mamá me invitó, baboso.- respondió antes de levantarse a saludar a Olivia.

La tarde pasaba y todos menos Olivia y Joy pasaban por alto la actitud reservada de Marius. No fue hasta el momento que la cena terminó, cuando el joven se ofreció a levantar los platos de la mesa, que Joy se lo hizo saber a su madre.

Fue en total discreción, se lo dijo al oído sin que nadie más escuchara y, con esta nueva información, Peggy fue en busca de su hijo mayor.

Lo encontró lavando los platos, quejándose de los restos de comida que llegaba a tocar.

-Joy dice que dijo algo que te puso triste.- dijo Peggy, logrando que Marius diera un brinco al oírla.-¿Quieres hablar sobre eso?-

Marius llevó la mirada al suelo, como si se sintiera avergonzado.

-No me "puso triste"- objetó Marius.- Solo me dejó pensando, iré a decirle que todo está bien.-

Peggy se cruzó de brazos.

-Estoy segura que, lo que sea que te dijo, no fue con mala intención.- dijo Peggy.

-Yo se que no.- respondió Marius, su voz cada vez más distante.

Peggy sabía que algo no estaba bien y, por alguna razón, Joy también lo sabía y, sospechaba, lo resentia aún más.

-Mar.- lo llamó y este levantó la mirada a penas.- ¿Que fue lo que te dijo?-

Marius suspiró y su mirada se volvió a perder en el suelo.

-Me preguntó si extrañaba a mí madre.- respondió. Peggy guardó silencio, un poco sorprendida y avergonzada.

Al ver la expresión de su madre, Marius sonrió con ironía.
-Eso no es lo peor de todo.- continuó Marius.- Lo peor es que no respondí porque... Porque no la extraño...-

La voz de Marius parecía hacerse nudo y sus ojos grises comenzaban a inundarse.

-Marius...-habló Peggy.

-Tal vez los primeros años si pero no más.- interrumpió Marius.- Y, es que, ¿cómo se extraña a alguien a quien apenas conociste?- su voz se volvía rápida y las palabras tropezaban en su boca, como si hablara contrareloj.- Es decir, ni siquiera recuerdo el color de sus ojos, el sonido de su voz o, siquiera, su nombre. Ella es... Es una completa desconocida.-

Verlo así, angustiado y confundido, le recordaba cuando era un niño y ella no sabía cómo ayudarlo, la hacía sentir vulnerable y la asustaba.

No era normal verlo así, nunca lo había sido. Marius era siempre brillante y sonriente y cualquiera creería que él no conocía las penas.

El asunto de su madre biológica, su muerte, nunca había sido un tema de conversación entre ellos, simplemente porque jamás surgía, no porque lo evitaran.

Y ahora, verlo en ese estado, parecía que todos esos años de silencio al fin regresaban a cobrar aquellas cuentas pendientes.

-Seguramente me odiaría si viviera.-dijo Marius.

-No digas eso.- le reprochó ella. Se acercó hasta él y lo tomó con fuerza del hombro mientras con la otra mano levantaba su mirada.-Marius, tu madre te amaba y se que le dolió mucho dejarte, pero no puedes culparte por no extrañarla. Se que ella no te culparia de nada, amor.-

Las lágrimas se deslizaron por las mejillas del joven mago. Deseaba no sentirse culpable pero, simplemente, no podía hacerlo.

-Desearía extrañarla.- dijo Marius.- Hablar con ella o solo verla.-

Peggy lo miró con algo de culpa. Hablar con los muertos no era algo que debía hacerse, pero sólo era algo más a lista de cosas que los hechiceros terminaban haciendo.

Sin embargo, no dijo nada, no dio ninguna idea. Después de todo, las únicas dos veces que ella logró hablar con su madre habían sido cuando estuvo al borde de la muerte y ni siquiera habían sido reales.

Así que recomendarle experiencias cercanas a la muerte a su hijo emocionalmente inestable no parecía la mejor idea.

-Zoe es médium.- sugirió la castaña.- Ella podría ayudarte.-

Marius encogió los hombros, así cuando era pequeño y ya no deseaba hablar.

Peggy tomó eso como una respuesta positiva y atentó a irse, pero antes de cruzar el umbral para salir de la cocina, se detuvo.

-Marius.- habló.- Cuando se añora el pasado, se puede olvidar el futuro.- dio un vistazo por el pasillo, solo logrando escuchar las voces de los demás en el comedor.- Y tu, cariño, tienes un gran futuro por delante.-

La bruja no dijo nada más y se retiró, supuso que Marius no quería seguir escuchando sermones y palabras de aliento que, tal vez en ese momento, no significaban mucho.

Tal vez solo necesitaba un poco de tiempo.

Regresó al comedor y revolvió los cabellos de Joy, como señal de que todo estaba bien, cuando se sentó a su lado.

-Margaret.- habló Rocío.-¿Tu amigo guapo vendrá a la fiesta?-

Peggy volvió la vista a Douxie, pero el parecía tan confundido como ella.

-¿Galaga?- preguntó Peggy.- Supongo que si pero creo que viene con Arabella.-

Rocío rodó los ojos casi al instante que Olivia comenzó a reír.

-¡No, él no!- exclamó Rocío.- Ya sabes. Esa hada especialmente atractiva.- dijo con las mejillas calientes.

Peggy sonrió con gracia.
-Oh, Aran.- respondió.- Si, le envié una invitación, espero que se anime a venir.-

Olivia recargó sus codos en la mesa.
-Yo también espero que se anime.- dijo alzandole una ceja a Rocío.- Aran es taaan linda.-

-Oye.- reprochó Marius, quien llegaba justo a tiempo para la conversación.

Su rostro, aún cuando parecía que no había llorado, se notaba un tanto desganado, pero después de algunos minutos su ánimo pareció mejorar.

°°°°

-Prince Edward Island, Canada.-
-1807-

-Margaret.- dijo la mujer que moría lentamente, mientras sostenía a su hijo en sus brazos.- ¿Cierto?-

La castaña asintió, pero la francesa ya no dijo nada más y sólo se dedicó a mirar a su hijo que dormía sobre su pecho.

Le era horrible pensar lo pequeño que era y lo solo que estaría de ahora en adelante. Pero, sobre todo, le dolia pensar en los débil que había sido al caer enferma y condenar a su hijo a la soledad que le esperaba.

Pasó sus manos delgadas y pálidas por los rizos oscuros de su hijo, grabando su suavidad en su memoria para recordarla por la eternidad.
Observó su rostro, entonces redondo y pequeño, y como su piel morena relucia con la luz de la luna que entraba por la ventana.

No pudo evitar romper en llanto y sentirse terrible por desperdiciar sus últimos momentos llorando. Sin embargo, en ese momento, no sabía que más hacer.

-Lamento dejarte, pequeño.- sollozó.-Por favor perdoname.-

Aquella última frase la repitió tantas veces que perdió la cuenta, y no le importaba seguir diciendola hasta el inevitable momento de su muerte.

-Si me lo permites.- dijo la bruja al lado de ella, rompiendo su llanto y sus disculpas.- Yo puedo hacerme cargo de tu hijo.-

La francesa sintió confusión.

-¿Por qué?- preguntó.

La castaña extendió su mano frente a ella, y está se iluminó de una suave luz dorada que fue suficiente para iluminar la habitación.

-Eres como él.- dijo.

Sabía que su hijo era uno de esos hechiceros, lo había sabido desde el momento en que nació. Ella no era una bruja, pero sus hermanas sí y éstas le habían asegurado que él niño nacería con magia como ellas.

A veces habían temido por su futuro y su educación en la magia pero, tanto ella como su esposo, habían supuesto que lo enviarían a Francia con sus tías para que aprendiera magia.

Sin embargo, ahora que ella moriría antes del amanecer, no tenía esperanzas de que sus hermanas supieran de su muerte a tiempo y fueran a buscar al niño.

Lo único que le quedaba hacer, por el bien de su hijo, era dejar que esta mujer se lo llevara, y esperar a que hiciera un buen trabajo.

Peggy salió de la habitación, dejándolos solos.

Comenzaba a sentirse cansada y, de alguna forma, sabía que pronto llegaría la hora de irse.

-Marius.- llamó al niño con suavidad, moviendo su cuerpo con delicadeza, sacándolo de su sueño profundo.

El niño se enderezó, estiró sus brazos sobre su cabeza y después restregó su rostro con sus manos.

-¿Que pasa?- preguntó adormilado aún.

Ella aclaró su garganta, intentando borrar cualquier indicio de haber llorado hasta la última gota.

-Debo decirte algo importante.- respondió la mujer.- Pronto me iré y, me temo, que no voy a regresar más.-

La expresión del niño cambió con rapidez.
-¿A dónde irás?- preguntó con preocupación.

Ella acarició su mejilla y reparó en los ojos grises y brillantes de su hijo, esos que había heredado de su padre.

-Iré a un lugar mejor, donde no estaré enferma.- respondió.- Lo sabrás cuando seas mayor.-

-¿Puedo ir?- preguntó Marius, sacando una sonrisa de su madre.

-No, cariño.- respondió.- Tu te quedarás con Margaret, ella va a cuidar de ti.-

Marius bajó la mirada, la cual comenzaba a llenarse de lágrimas. No lograba entender porque su madre deseaba irse y no llevarlo con ella.

-Marius.- volvió a llamarlo.- ¿Puedes hacer una promesa?-

El niño asintió.

-Promete que jamás dejaras de sonreír.- continuó ella.- Que iluminarás la vida de todo aquel que se cruze en tu camino, como el sol ilumina los campos por la mañana.-

El niño la vio con detenimiento, notando las lágrimas que se formaban en sus ojos marrones y la triste sonrisa que iluminaba su rostro.

-Lo prometo.- respondió el niño.

La mujer lo acercó a su pecho una vez más y ambos cayeron en un sueño profundo. Sin embargo, fue solo Marius quien despertó por la mañana.

°°°°

-Arcadia, California.-
-...-

La alarma lo despertó casi al instante. Sin embargo, antes de que pudiera quejarse, Olivia pasó por encima de él y la apagó ella misma.

Después, fue rápida en sentarse en su lado de la cama, lo cual lo desconcertó un poco pues casi siempre se quedaba recostada otro rato.

Aun con sueño, Marius se sentó detrás de ella y la abrazó por la cintura, depositando un beso sobre sobre su hombro antes de recargar su cabeza en este mismo.

-¿Estas bien?- preguntó ella.-Has estado muy callado.-

Marius sonrió.
-Creí que te gustaba el silencio.- susurró.

La bruja se retiró de su abrazo y se sentó frente a él, tomando sus manos y esperando que la viera a los ojos.

-Si, pero no de ti.- dijo.- Amo escucharte.-

Marius no soltó sus manos, solo las apreciaba. Sabía que no era justo no decirle lo que pasaba, pero no deseaba preocuparla más de lo que ya estaba.

Aun así, sabía que no podía esconder sus problemas, no de ella, al menos.

-¿Quieres ir a Canadá conmigo?- preguntó Marius.

Olivia soltó sus manos.
-¿Ahora?- preguntó confundida.-¿Por qué?-

-Quiero que conozcas a alguien.- respondió con simpleza.

Olivia no sabía que responder, por un lado tenía mucho que hacer y tomarse el día para huir con su novio no era parte de sus pendientes. Sin embargo, por otro lado, sentía que esto era algo muy importante para Marius.

-Bien.- aceptó.

El mago sonrió y tomó su rostro entre sus manos para depositar un beso emocionado en ellos.

Después de vestirse, Olivia se encargó de llevarlos hasta Canadá, a una pequeña y alejada isla.

-Uh.- dijo ella al observar la playa de arena roja en la que habían aparecido.-Creo que nunca había estado aquí.-

Volvió la vista hacia Marius, cuya mirada estaba perdida entre las olas. Él sí había estado ahí, no lo recordaba con claridad pero sabía que era cierto.

El mago pasó el nudo que comenzaba a formarse en su garganta y tomó la mano de Olivia para comenzar a dirigir el camino.

-Tengo que admitir.- dijo Marius mientras caminaban.- Que tal vez no sea lo más divertido que hagas hoy.-

Olivia sonrió.
-Mientras no me presentes más hermanas secretas.- respondió ella.- Por mí esta bien.-

Después de caminar por el pueblo, el cual mantenía ese aire de antigüedad, llegaron a sus orillas desoladas. Más específicamente, a un cementerio.

De pronto, hasta el viento parecía guardar silencio en aquel sagrado y solitario lugar, que a ellos no les quedó más remedio que hacer lo mismo.

Marius no dijo nada y, sin soltar sus manos entrelazadas, guió el camino. Caminó entre las criptas, como si supiese el camino de memoria, incluso cuando no lo había visitado desde 1807. Eso lo sorprendió incluso a él.

De pronto se detuvo frente a una tumba en específico, era vieja, tal vez una de las más viejas del cementerio, tanto que las letras en el epígrafe apenas podía leerse aquel nombre que habia olvidado.

-"Cécile Dubois"- leyó Olivia con delicadeza.- Es un nombre bonito.-

Marius no respondió enseguida. Escuchar aquel nombre no había causado el impacto que él esperaba. No había una ola de emociones ni un derramar de recuerdos que lo hicieran caer de rodillas.

Pero, no era todo tan plano tampoco. Ahora, frente a la tumba de su madre, cuyo nombre no volvería a olvidar, se sentía en paz y, de alguna forma, lograba entender el porqué no la extrañaba tanto como debería.

Si, su muerte había dolido pero Peggy tenía razón. Cécile no lo odiaba y morir fue, probablemente, nada comparado con el dolor de dejar a su hijo atrás.

Marius apretó la mano de Olivia y suspiró aliviado, soltando aquel sentimiento que lo torturaba.

-Es bastante común si me lo preguntas a mi.- respondió y Olivia no pudo evitar rodar los ojos con gracia.-¿Buscamos algo para comer?-

Olivia, pese que aún había mucho que hacer en Arcadia, no pudo sino asentir con entusiasmo. Tal vez un descanso era todo lo que ambos necesitaban.

.
.
.
.
.
.
.
.

Marius y su mami son todo lo que esta bien🥺💕

Ay not me desde octubre escribiendo esto😭🥺
En mi defensa lo reescribi como 4 veces😤😤😤

En fin, Marius triste ay noo😭

Siento que Marius estuvo en conflicto por un tiempo por esta cuestión de "no extraño a mi mamá porque si tuve una mamá pero no es la mamá que me vio nacer" y eso lo pone triste en su corazón🥺

Por otro lado la compañera que Rocío odia es Zoe, ella es la compañera terca y bocona que les ganó un boleto fuera de Rusia a las dos😂 ah, dos años y ya se resolvió la duda de porque Zoe no va a Rusia😼

Y Olivia está organizando ✨un bodorrio✨ (una boda pues)
¿De quién? Creo que es muy obvio pero ya veremos dijo el ciegoo👀😼
LaChicaEterea

Feliz Navidad , feliz cumpleaños y Feliz Año Nuevo los tqm al ritmo que estoy escribiendo tal vez nos leamos en San Valentín😂💕✨

Bye bye bye❤️✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro