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Extra: Si Tu Me Quisieras

-España-
-1920-

Aquella noche siempre había permanecido borrosa en su memoria, tal vez porque todo había pasado tan rápido o, simplemente, su mente se había desconectado en aquel momento.

Aún así, había fragmentos que lograba recordar con claridad. El dolor, por ejemplo.

No había sentido más que el impacto, en un inicio, después se convirtió en un dolor insoportable. Sus oídos zumbaban y la presión en su pecho crecía a la par que su visión se nublaba.

Intentó dar un paso, en realidad no importaba hacia dónde, hasta que cayó hacia atrás, por suerte, en brazos de su madre.

Podía sentirla gritar y llorar, aún cuando no podía verla con claridad.

Cerró los ojos por algunos segundos, sin embargo, ya no pudo volver a abrirlos.

Y todo se volvió oscuridad.

No había ángeles, ni rostros conocidos, ni una luz al final del túnel.

No había un calor abrazador, ni una fría corriente que lo recibiera en el reino de los cielos.

Solo oscuridad, como si se tratara de un sueño tranquilo y apacible.

Hasta aquella oscuridad fue disipada por una brillante luz dorada y una energía que conocía a la perfección y, sin más, sus ojos volvieron a abrirse.

Se levantó de golpe, su respiración estaba agitada, su mente confundida y las heridas en su cuerpo completamente sanadas.

Sin embargo, estaba solo.

-¿Ma?- llamó Marius, sin recibir más que el silencio de los difuntos como respuesta.

La conmoción fuera de la morgue lo preocupaba así que decidió salir tan pronto como pudo, sin ser visto.

Volvió al hogar que compartía con Peggy, llamándola y buscándola por cada habitación que había, sin dar con ella en ninguna parte.

Entró a la habitación que supo pertenecer a su madre, solo para encontrar el lugar en un terrible desorden.

Decidió seguir su búsqueda por la mañana, con esperanzas de aclarar las miles de dudas que invadían su mente.

-Arcadia, Oaks, California.-
-Actualidad-

Había vuelto de casa de Peggy tan pronto había llegado, pues su estancia en casa de su madre le había hecho recordar a su olvidada compañera de casa en Francia.

Buscó entre sus cosas el teléfono que solía usar en Francia, ya que ese tenía todos sus contactos de ese lado del océano y, para su sorpresa, al encenderlo estaba limpio de notificaciones.

Se apresuró a llamarla, sin importar que hora fuese allá, solo con la esperanza de recibir una respuesta.

Y así fue.

-Oh, hola.- dijo Rocío al tomar la llamada.-Pensé que te habías muerto otra vez o algo.-

-No es gracioso cuando tu lo dices.-recriminó Marius.

-Bien, lo siento.- respondió Rocío.-¿Vas a decirme donde estas?-

En circunstancias normales, Marius no hubiera dudado en llamarla al instante y decirle a dónde iba, justo igual como ella lo hacía.

No era extraño que uno de los dos se fuera de la nada, por semanas o meses, incluso. Sin embargo, siempre había algo, una nota, un mensaje o una llamada, que revelara su ubicación.

Pero el día que Peggy había llamado a su puerta en Francia, cuando le ofreció llevarlo con ella a Arcadia, Marius no dudó en seguirla. Olvidando a su compañera en el proceso.

-Arcadia Oaks.- respondió el francés.-En California.-

-¿California?- preguntó Chio después de un corto silencio.-¿Que haces hasta allá?-

-¿Recuerdas como buscamos a mi mamá por todas partes?.- preguntó él, a lo que Chio respondió con positivo.-Bueno, resulta que no estaba muerta, todo fue un horrible mal entendido y la acompañé hasta aquí.-

-¡Esas son excelentes noticias!- festejó Chio.- ¿Y regresarás pronto? Digo, no es porque yo sea fijona ni nada, pero no pude evitar notar como NO lavaste los platos antes de irte.- continuó.-Encontré la cocina llena de bichos y, creo, hay uno o dos ratones. Solo quisiera tener una linda charla sobre eso, Mar.-

Marius rodó los ojos al notar como Chio restaba importancia a lo que recién había dicho. Sin embargo, no podía dejar de pensar que era una cualidad totalmente normal en ella y, no siempre lo hacía a propósito.

Cómo sea, aún así, esperaba una reacción más humana.

-Sobre eso.- la interrumpió Marius.-No... No creo que vaya a volver a Francia. No pronto, al menos.-

Hubo un corto silencio al otro lado de la línea.

-Oh.- exclamó Rocío, al fin.- Entonces mandaré tus cosas hasta allá, supongo.-

-O podrías traerlas tu.- respondió Marius.

Rocío se negó, asegurando que lo último que deseaba era ser una mala visita. Por otro lado, Marius insistía en querer presentarla ante su familia pues, después de todo, había sido Rocío quien le había ayudado a buscarla durante tantos años.

Al final de la llamada, Rocío había aceptado viajar hasta América por petición de su amigo.

Sin embargo, incluso después de un mes, aún no había noticias de Rocío y, aunque Marius se sentía un poco desilusionado, no creía que fuera algo para detener sus días.

Pues Rocío, a demás de ser un poco impuntual, solía ser, también, algo inoportuna.

Aquella noche podría pensarse como un buen ejemplo.

Marius y Olivia salieron rápidamente de la cocina, después de que esta se llenara de humo. Habían abierto todas las ventanas y encendido los vantiladores, con el objetivo de sacar el pesado humo negro del departamento.

-Bueno, ahora podemos comer pizza.-celebró Marius.

-No tenía idea que la pasta pudiera quemarse así de rápido.- respondió Olivia.

Después de reír unos segundos y un rápido beso en los labios, Olivia fue a cambiar la playera que llevaba puesta, asegurando que olía a humo y eso la molestaba.

Unos segundos después de que Olivia se había ido, alguien llamó a la puerta y Marius se apresuró a abrirla, encontrando a Rocío justo del otro lado.

-Chio.- exclamó Marius al verla.

La castaña sonrió y se dejó recibir con un abrazo, dándose pasó hacia dentro del lugar.

-Te esperaba hace un mes.- dijo Marius.

-Lo sé, lo sé.- respondió Chio.- sugieron algunas cosas, pero ya estoy aquí y es genial ¿o no?-

-Si, por supuesto.- respondió Marius.

En ese momento, Olivia salió de la habitación de Marius, portando una de las playeras del joven. Sin embargo, al notar la presencia de la otra mujer, Olivia detuvo su paso.

-¿Hola?- preguntó Olivia al ver a la desconocida.

Rocío arqueó una ceja, mientras veía a Olivia de pies a cabeza, barriendo a la joven bruja con la mirada.

-Liv, ella es Rocío.- dijo Marius.- Rocío, ella es Olivia.-

Los ojos de Rocío se abrieron con sorpresa.
-¿Olivia?- preguntó Rocío.- ¿Esa Olivia?-

Marius asintió con las mejillas sonrojadas.

Rocío sonrió y, pronto se acercó a Olivia para saludarla con un beso en la mejilla y un fuerte abrazo.

-Marius me ha contado tanto sobre ti.-dijo aún en el abrazo.-¡Eres más bonita de lo que describió!-

Olivia recibió el saludo, un tanto confundida, pues no creía recordar a Marius hablando sobre esta desconocida y, a decir verdad, era un poco desconcertante saber que estaba en casa de su novio.

-¿Y como se conocieron?- preguntó Olivia al zafarse del abrazo.

-Cuauhtémoc, México-
-1932-

¿Como había llegado hasta aquel pequeño poblado? No tenía idea idea.

Bueno, tal vez se debía a su pobre entendimiento del idioma español. Si, por supuesto que había vivido en España y él joven mago aseguraba dominar el idioma. Sin embargo, no había considerado que el idioma llegase a cambiar tanto en Latino América.

No entenderlo a la perfección sería su perdición.

Por ahora no se concentraba en eso, si no en llegar hasta Nueva Orleans donde, sabía, podría haber alguien que lo ayudara a encontrar a su madre.

Había pasado los últimos doce años buscándola, sin éxito alguno.

Caminaba por el aquel pueblo rural, el calor del verano era extrañamente agotador y sentía la necesidad de parar bajo la sombra de un árbol cada cinco minutos.

Tomaba uno de esos dichosos descansos justo en el centro del poblado, bajo la sombra de un árbol, sentado sobre una banca metálica.

Lo único que deseaba era poder encontrar una manera de evitar los viajes, ya fueran a tren o autobus. Sin embargo, hasta las brujas mensajeras parecían haberse perdido.

-¡Ay, Vicente!- exclamó una voz en la cercanía.- ¡Ya dejame tranquila!-

Marius volvió su vista hacia la conmoción, encontrándose con dos figuras que caminaban con prisa.

Una de ellas era un varón poco alineado tal vez en sus treinta años y, frente a él, una mujer que no se veía de más de veinte.

La mencionada llevaba un vestido blanco, ajustado en la parte de superior, haciendo relucir sus atributos y entallaba su cintura, para después abrirse en una falda pomposa que llegaba hasta sus rodillas; llevaba unas zapatillas negras muy relucientes, un rebozo de bolita de un color lila cubría sus hombros y su cabello oscuro estaba atado en una larga trenza que caía por su hombro derecho.

-¿Pero ya pensó en mí propuesta?- preguntó Vicente con insistencia.

La joven detuvo su paso y, con una mano en su cintura, respondió:

-Si, y es la misma que ayer, y la misma del día anterior.- dijo.-¡Busque a otra que quiera casarse con usted!-

La joven se dio la vuelta y siguió con su camino y Marius la siguió con la mirada, hipnotizado por la falda que se movía al ritmo de sus caderas.

El hombre, Vicente, se apresuró a alcanzarla y tomarla con fuerza del brazo, recibiendo un quejido por parte de ella.

-¿Prefiere quedarse sola como la bruja de su madre?- preguntó el hombre con severidad.

Marius, quien observaba la escena, no pudo evitar notar el evidente cambio en el ambiente y la suave luz morada que comenzaba a cubrir la mano de la joven.

Sin pensarlo dos veces, Marius se puso de pie y se apresuró a ambos y, con un rápido movimiento de su mano envuelta en una brillante luz plateada, Vicente cayó inconsciente frente a la joven.

La joven soltó un pequeño chillido, pasando su vista de Vicente hacia Marius y viceversa.

-Ayúdame a ponerlo en la sombrita.- ordenó la joven y Marius hizo tal cual se me dijo.

Y, después de asegurarse que el hombre no sufriría de un golpe de calor mientras estaba inconsciente, la joven comenzó a caminar de regreso a su casa.

-Espera.- la llamó Marius al seguirla.

La joven volvió su vista hacia él, sin detener su paso.
-Me voy a meter en muchos problemas.- dijo ella.-Y todo por tu culpa, metiche.-

-No se que significa eso.- respondió Marius.-Pero eres una bruja, tu puedes ayudarme.-

Ella se detuvo en seco y se dio la vuelta.

-Ah chinga'- exclamó.-¿Y yo por qué?-

-Estoy buscando a mi madre.-respondió Marius.- Necesito encontrar a una mensajera, ¿Conoces alguna?-

Ella guardo silencio mientras pensaba.
-Yo no.- dijo al fin.- Pero puede que mi mamá si.-

La joven indicó el camino y no dijo mucho en el treyecto.
-Mi nombre es Marius Dobois.- dijo él.-¿Y el tuyo?-

-Rocío Alvarado.- respondió ella con simpleza.

Después de mucho caminar llegaron a una pequeña casa muy a las afueras del poblado. La casita estaba llena de árboles, flores y plantas aromáticas, así como savilas y nopales. También había una que otra gallina que rondaba por ahí, seguida de sus muchos plluelos.

Rocío lo guió adentro de la casa y lo llevó hasta la cocina, donde se encontraba una mujer ocupada en la estufa.

Desde que había entrado la casa lo habían recibido no sólo la calidez del hogar, sino también una corriente de energía mágica completamente nueva y toda provenía desde aquella mujer desconocida.

-Mamá.- la llamó Rocío.-Mira, encontré a otro.-

La mujer se dio la vuelta, dejando de lado sus actividades para observar al joven de pies a cabeza.

-Marius Dobois.- se presentó el joven, extendiendo su mano hacia ella.

La mujer estrechó su mano con fuerza.
-Carmina Núñez de Alvarado.- respondió.-¿Que es lo que quiere?-

-Necesito una bruja mensajera.- interrumpió Marius, llevándose una severa mirada por parte de la mayor.

La mujer arqueó una de sus cejas y levantó su barbilla con superioridad, justo ante de volver a su guiso en la estufa y seguir con su cocina.

-No conozco a ninguna.- dijo la mujer.- No hay muchas mensajeras por aquí.-

Marius se sintió un poco desilusionado, pues en verdad esperaba recibir ayuda.

Aún así, ellas prometieron ayudar, sugiriendole pasar la noche en aquella casa y solucionar su problema en la mañana.

Después de cenar, le ofrecieron una pequeña habitación donde el joven se instaló con comodidad. Puso un mapa sobre la cama, mucho de este mapa estaba tachado, marcando los lugares donde ya había buscado.

Carmina entró sin previo aviso, cerrando la puerta detrás suyo.
-¿A dónde dice que va?- preguntó.

Marius tardó unos segundos en responder.
-Nueva Orleans.- respondió él.

La mujer asintió.
-Rocío me dijo que usted le ayudó esta tarde.- dijo la mujer.- Se lo agradezco.-

Marius estaba por responder, sin embargo, Carmina le robó la palabra.
-Yo abriré un portal para usted.-dijo.-Si Rocío lo acompaña.-

-¿Por qué?- preguntó el joven.

La mujer guardó silencio, su mirada perdida sobre la cruz que reposaba en la pared sobre la cama.

Toda su vida había creído que si era fiel a ese dios que le habían presentado, entonces sus problemas serian resueltos y sus penas serían sanadas.

Hubo muchos momentos de su vida en los que podía jurar que aquella promesa era verdadera, así como había muchos otros en los que sentía que hasta las estrellas las habían abandonado.

Y, temía, que la seguridad de su hija dependiera de aquel ser supremo que solía abandonarla en los momentos más importantes.

-Rocío merece una vida mejor, fuera de este pueblo.- respondió Carmina.-Si se queda aquí, entonces su vida no durará mucho.-

-Arcadia Oaks, California-
-Actualidad-

Debia admitir que no le causaba ninguna gracia estar sentada en la sala de un departamento ajeno, presenciando como su novio y la desconocida se ponían al día.

Sobre todo porque Olivia se sentía terriblemente excluida de conversación.

Hubo un momento, sin embargo, en el que Marius se excusó a hacer una llamada, dejándola sola con Rocío.

-¿Sabes?- preguntó Rocío.-No soy una Bruja Intuitiva ni nada, pero puedo sentir que no te caigo muy bien.-

Olivia rodó los ojos con frustración.
-No lo tomes a mal.- dijo Olivia.- Pero es cierto que las visitas inesperadas no son de mi agrado.-

La sonrisa burlona en el rostro de Rocío se desvaneció con rapidez, dándole la oportunidad a Olivia de ver su rostro completamente vulnerable.

-¿Inesperada?- preguntó Rocío.-¿Osea que Marius no te dijo que venía?-

Olivia frunció el ceño con confusión.
-Ni siquiera te había mensionado  desde que llegó aquí.- respondió Olivia.

Rocío guardó silencio por unos segundos, esa expresión burlona volvió a su rostro.

-Oh.- exclamó simple Rocío.-Ya veo.-

Una extraña tensión creció en el lugar, causando que ambas se sintieron más incómodas de lo que ya estaban. Incluso cuando Marius regresó, la tensión aún permanecía.

Cuando Peggy se hizo presente y Rocío se había lavantado a saludarla y a en volverla en una conversación sin fin.

Mientras su madre se encargaba de hablar con Rocío, Marius se acercó a Olivia y se sentó a su lado, tomando su mano y entrelazando sus dedos.

-Êtes-vous en colère contre moi?- preguntó Marius. ¿Estas molesta conmigo?

Olivia lo pensó, en realidad si estaba molesta con él. Principalmente por no hablar de Rocío y por no anticipar su llegada. No mencionar a un compañero de vida, porque eso era lo que Rocío era, era una cuestión muy grande.

Y si Marius podía ocultar esa clase de cuestiones ¿Que más podría ocultar?

Aún cuando Olivia sabía que no había nada que temer y que su relación era estable y sana, no dejaba de sentir un poco de inseguridad ante los secretos que aún no conocía.

-Solo un poco.-respondió Olivia.

Su corazón dio un brinco de dolor pues era una respuesta que el joven no esperaba, incluso cuando sí lo hacía.

-¿Me puedes dar un beso?- preguntó Marius, en un intento de aligerar el ambiente.

Olivia sólo sonrió con las mejillas sonrojadas.

Y, antes de que pudiera responder, un quejido por parte de Peggy lo hizo correr a socorrerla, dejando aquella conversación con Olivia pendiente.


-Nueva Orleans, USA-
-1960-

Una vez más caminaban por las calles de Nueva Orleans, con la esperanza de encontrar algo que los guiará la bruja perdida.

Durante los últimos años, ademas de buscar por el resto del mundo, nunca creían que estuviera de más volver a la ciudad favorita de las brujas por algo de información nueva.

Su relación había crecido y se había reforzado con el pasar del tiempo. Rocío, aún cuando estaba fascinada por la idea de ver el mundo completo, jamás dejó de ayudar a Marius en su interminable búsqueda.

Y era algo que él niño agradecía.

Entraron al lugar donde las brujas y los magos solían reunirse y las personas pronto los reconocieron. Sin embargo, esta vez no había risas y abrazos que los recibieran.

Marius caminó hasta la barra de bebidas y Rocío se mezcló entre la multitud. El camarero le sirvió una bebida, su rostro mostrando mucha seriedad.

-¿Todo bien?- preguntó Marius.

-¿No te enteraste?- le respondió el camarero y Marius negó con la cebeza.-La bruja que buscas esta muerta.-

Su corazón se detuvo de pronto mientras él dolor y la confusión lo inundaban y lo hundían hasta no poder formular palabra alguna.

Al igual que el, al otro lado del lugar, Rocío tenía la misma conversación con una bruja conocida.

-¿Cómo murió?- preguntaba Rocío a la par que recibió la noticia.

La otra bruja dio un trago a su bebida.
-Dicen que la mató un cambiante.- respondió.-En su casa en Inglaterra.-

Rocío guardó silencio, simplemente pensando en Marius y lo terrible que debía sentirse.

-Tal vez es mejor así.- dijo la bruja.-Una de esas odiosas brujas menos.-

-No deberías hablar así.- recriminó Rocío.

La mujer se encogió de hombros.

-Esas brujas, hijas de Morgana, solo traen problemas.- dijo.- Y lo sabes. Todos lo saben.-

La mujer encendió un cigarrillo, llenando el espacio a olor de tabaco, con una indiferente expresión en su rostro.

-Todos ustedes son un montón de antipáticos- dijo Rocío.

La mujer sonrió, sabiendo que Rocío estaba molesta y, de alguna forma, eso alimentaba su ego.

-Dicen que borraba memorias.- dijo la mujer.-Que rompía mentes.-

-Ese es solo un rumor.- respondió Rocío.

-¿Cómo saberlo?- preguntó la mujer.-Nadie puede asegurar que no sea cierto.-

Rocío le quitó la copa de las manos y dio un trago, antes de darse la vuelta para buscar a Marius.

-¡Está mejor muerta, Chio!- exclamó la mujer desde su lugar, mientras observaba como Rocío se perdía entre la multitud.

Pronto encontró a Marius, inmóvil frente a la barra, con la mirada perdida en el vacío.

-Marius.- lo llamó.

El joven dio un largo suspiro y se puso de pie.
-Vámonos de aquí.- fue lo único que dijo.

-Arcadia Oaks, California-
-Actualidad-


Unos días habían pasado desde la llegada de Rocío, y el parto de Peggy.

Marius y Olivia iban a venían siempre dispuestos a ayudar a Peggy y a Douxie tanto como podían.

Y Rocío les acompañaba.

Olivia aún no estaba completamente cómoda con la idea de ser excluida de las conversaciones. Sin embargo, le molestaban aún más los comentarios que Chio solía lanzar al aire.

Sobre todos esos donde le insistía a Marius volver a Francia, ya fuera para tal o cual, era un tema que nunca faltaba en la conversación.

Aquella tarde entraron los tres al departamento de Peggy y la encontraron, junto con Douxie y los familiares, dormidos en el pequeño sillón de la sala, mientras Joy dormía en un Moisés sobre la mesa de centro.

Marius soltó la mano de Olivia y se acercó para tocar el hombro de su madre. La castaña se despertó con rapidez, despertando a los demás en el proceso.

-Oh, hola.- saludó Peggy.

Olivia y Marius soltaron una risita.

Según relataba Peggy, el bebé no había dormido en toda la noche y, por ende, nadie en la casa lo había hecho. Así que, al haber encontrado un momento de paz, simplemente lo habían aprovechado.

Olivia, Marius y Rocío insistieron en que debían dormir y que ellos se harían cargo de la casa y cuidarían al bebé.

Era lo menos que podían hacer.

Marius y Olivia limpiaron en silencio, tanto como el que podían guardar, pues siempre había algo que los hiciera reír e  interrumpía.

Joy soltó un quejido que los hizo detenerse y apresurarse a ver si estaba bien y así era, simplemente había despertado y estiraba su pequeño cuerpo con comodidad.

Marius sonrió pues le llenaba de emoción saber que Joy tenía toda una vida por delante y, tal vez, el podría estar ahí para presenciarla.

Después de cerciorarse que Joy estuviera bien, Marius se apresuró a la cocina, encontrando a Chio cocinando frente a la estufa. Llevaba unos audífonos de cable por debajo de su playera, los cuales le permitían llevar sus actividades de una forma menos aburrida.

-Chio.- la llamó Marius.- ¿Podemos hablar?-

Rocío lo vio por encima de su hombro, retirando los audífonos y dejándolos colgar en su playera, y entendió el rumbo que la conversación tomaría.

-¿No vas a volver a Francia conmigo, verdad?- preguntó ella.

Marius suspiró.
-Me gusta la vida que tengo aquí- respondió Marius.

-¿Y yo?- preguntó ella.-He estado contigo desde hace años ¿Vas a olvidarlo así y ya?-

-No es así, Rocío.- dijo Marius.

El joven se acercó a ella, pero Rocío fue rápida al quitarse de su camino.
-Creí que nuestra amistad significaba mas.- dijo Rocío.

Las mejillas de Marius comenzaban a calentarse.
-¿Me estas pidiendo que eliga entre tu y mi familia?- preguntó Marius.-¿Perdiste la cabeza?-

Los ojos de Rocío se llenaron de lágrimas al escuchar sus pensamientos en voz alta, incluso cuando no era ella quien los decía.

Todo sería diferente si tu me quisieras.

La música en sus audífonos cortaba el silencio entre ambos y, aunque Marius sólo escuchaba distorsión, Rocío escuchaba la letra con claridad.

-Marius...- dijo Rocío, sin saber que más podría salir de su boca.

Si tu me quisieras yo dejaba todo.

Las palabras no parecían formularse, no sabía cómo expresarlas.
Sentía que su mundo se acababa y que esa vida a la que se había acostumbrado ya no sería más.

Los últimos años sólo habían sido ellos dos, listos para apoyarse en la buenas y en las malas. Sabía que no siempre iba a ser así, pero aún era una idea dolorosa saber que debían dejarse ir en algún momento.

Ya no iré a terapia, se que te perdono.

Con tu pelo negro tejería un cuento.

Yo quiero vivir contigo este momento...

Estaba feliz de que Marius encontrara a su familia y era casi como si la vida misma le estuviera recompensando todas las malas jugadas en su contra.

Sin embargo, ella sabía que él no la veía dentro de esta nueva oportunidad y eso le dolía en lo más profundo de su alma.

Ay, ay, ay de mi

De este amor que se me incrusta como bala.

Que me ahorca y que me mata.

Todo sería diferente si tu me...

Si tu me quisieras...

-Es mejor que me vaya.- dijo Rocío antes de salir de la cocina.

Encontró a Olivia en la sala, con Joy en sus brazos y le dedico una simple mirada antes de salir del departamento.

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Hello hello

Uh un capítulo un poco sentimental para no perder la costumbre😭

En fin, Chio medio posesiva, medio chingaquedito, medio intensita la muchacha y hoy perdió, ni modo reina.

Igual me cae bien xd

Lo siento yo solo quería un poco de ✨tensión✨entre Marius y Olivia de LaChicaEterea jsjs es q me gusta causar problemas.

Pero ni eso me salió bien pq ellos tienen una super relación toda bonita y sana😭✨

Pd. Escribí este capítulo entre ayer en la noche y hoy así que probablemente haya errores xd 

Pd 2. La canción que escucha Rocío y que está en itálica se llama "Si Tu Me Quisieras" de Mon Laferte.

Hice un meet the oc en insta donde decía que a Rocío le gustaba la music de Mon Laferte y yo tenía que incluirlo aquí😭 teamo mon laferte

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