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Capítulo 10: Flores y Corazones Rotos

El portal de Ming-Na les había llevado hacia las afueras de un pueblo colorido y lleno de vida.

El drástico cambió de clima hizo que le doliera la garganta. Era tan cálido que su cuerpo de inmediato se relajó.

La arquitectura les hacía pensar que habían vuelto a las épocas coloniales gracias a las grandes casonas e iglesias.

Las personas eran alegres y se movían con rapidez en el ritmo de su vida.sin embargo también había muchos turistas que impedían el rápido andar de la vida.

-¿Donde estamos?- preguntó Aran.

Douxie miraba a su alrededor, buscando una respuesta pero, al no entender el idioma, solo encogió los hombros.

Sin un rumbo fijo, comenzaron a caminar por las coloridas calles. Pronto, Peggy reconoció aquel idioma como español del cual, por cierto, hablaba poco. Había vivido en España, pero solo había pasado unos meses, tal vez dos o tres, antes de la muerte de Marius.

Desde entonces se había negado a volver.

Pasaban por una avenida en particular. Una calle llena de musica y puestos de comida. La mejor trampa para turistas que no conocían el lugar.

La mejor trampa para un hada que jamas habia salido de los límites del bosque.

-¡Margarita, mira esto!- exclamaba Aran, tomando la mano de Peggy entre la suya y guiandola por cada puesto de comida y artesanias que encontraban. Douxie corría detras de ellas, lanzando disculpas y empujones a todo el que se atravesara en su camino.

-Aran, espera.- rogó Peggy cuando Aran le arrastro hasta la entrada de lo que parecia ser un restaurant.

-¡Bienvenidos!- les recibió una pequeña castaña sonriente.-¡Pasen, pasen!-

Aran la siguió sin cuestionarle, llevando a Peggy consigo y a Douxie por detrás. En cuanto la mesera les dejó en su respectiva mesa y, justo cuando estaban a punto de irse una vez mas, la pequeña castaña volvió con una bandeja llena de caballitos de tequila.

-¡La primer ronda es cortesia!- exclamó la mesera, repartiendo los tragos.

-Lo siento, no tenemos tiempo para quedarnos.- dijo Douxie. Peggy no objetó, pues sabía que él tenía razón.

-Oh, es una pena.- dijo la mesera.- Pero llegaron justo a tiempo para la hora feliz ¡No pueden irse aún!-

-Eso suena divertido.- dijo Aran.

-Lo es.- dijo Peggy.- Pero no tenemos tiempo, Aran.-

Antes de que Peggy, o Douxie, pudiera decir algo más, Aran tomó el caballito de tequila y tomó el licor de un sorbo.

Su expresión de felicidad pronto cambió a uno de horror.
-¡Dioses!- exclamó el hada.- ¿Como alguien puede tomar esto?-

Douxie soltó un gruñido, sabiendo que ahora debían quedarse y consumir algo gracias a la impertinencia de Aran.

-Después del primero olvidas a que sabe.- dijo Peggy, dando el sorbo a su propia bebida. Apretó los ojos cuando sintió el alcohol recorrer su garganta.

Douxie hizo lo mismo, carraspeando su garganta para suavizar los efectos del tequila.

La mesera se dio la vuelta y regresó con las cartas, esperando a tomar la orden.

Los magos pidieron algo para beber y una orden de papas para que Aran comiera.

Peggy estaba enfocada en las canciones que tocaban los músicos en aquel escenario a la distancia, aún cuando no entendía mucho de lo que decían. La melodia le resultaba agradable.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, el aura del lugar se sentía oscura y ni siquiera necesitaba su magia para saberlo.

La mesera volvió con el pedido de su mesa, notando como Peggy comenzaba a temblar por los escalofríos, su mirada perdida en las demás personas.

-¿Esta bien, señorita?- preguntó la mesera.

Peggy solo asintió.
-Bien, si necesitan cualquier otra cosa.- dijo la mesera.- pueden preguntar por mi.- dijo, señalando la placa con su nombre en su camiseta.

-It... Itzz...- hablaba Douxie, leyendo con dificultad la pequeña placa metálica.- No puedo leer eso.-

La mesera río.
-Itzel.- dijo ella con claridad, retirándose a seguir con su trabajo.

Douxie volvió la vista a sus acompañantes, tomando un sorbo de su bebida.
-¿Quién puede pronunciar eso?- se quejó el mago. -¿Que sucede?- preguntó al ver a Peggy distraída.

La castaña dudó en confesar el extraño sentimiento que la invadía. No tenía magia para confirmar que algún ser mágico estuviera entre ellos, definitivamente podía sentir algo pero, al no estar segura, no podía solo dar conclusiones.

-No es nada, creo.- dijo ella.

Douxie no indagó más y siguió disfrutando de su bebida y Peggy hizo lo mismo.

No hablaron mucho, pues sólo deseaban terminar sus bebidas e irse. Ocasionalmente robaban una o dos papas del plato de Aran para hacer que terminara más rápido.

Cuando casi habían terminado con la comida, Peggy se levantó, dispuesta a ir al baño y lavar sus manos.

El pequeño baño estaba frío y eso solo empeoró sus nervios y la puerta cerrada le causaba una sensación claustrofobica.

Observó su reflejo en el espejo sobre la pared y sus ojos se abrieron con sorpresa al notar el largo cabello blanco que resaltaba en su melena castaña.

Con sumo cuidado de no tomar más cabello del necesario, tiró un jalón y sacó la cana blanca de su cabeza.
No entendía por qué seguía envejeciendo, aunque fuera más lento, si tenía con ella una de las runas.

Tal vez su magia se agotaba, tal vez no era suficiente para sostener su hechizo de inmortalidad por mucho tiempo más.

Zoe.

¿Cómo estaría ella? Tal vez debería llamarla y asegurarse que estuviera bien. Sin embargo, después de su última conversación, no quería hablar con Zoe.

Ni siquiera quería estar cerca de Douxie.

¿O si?

Ya no podía saberlo. Cada pensamiento en su cabeza la confundía más y más, al punto de creer que ya no podía confiar ni en su propia mente.

Algo detrás de su reflejo se movía con lentitud, la castaña totalmente ignorante de tal.

Una enredadera que crecía y se acercaba a ella con sigilo, lista para llevarla hasta lo más profundo del infierno. Hubo un momento, tal vez y, obligada por su sexto sentido, en el que volvió la vista hacia el espejo. Dandose cuenta del inminente peligro en el que se encontraba, salió corriendo de ahí, ni siquiera se detuvo a ver si aquella planta endemoniada la seguía .

En cuanto estuvo fuera, completamente ebria de adrenalina, y probablemente de alcohol también, se estrelló contra alguien. Gracias a los dioses, ese alguien era Douxie.

-Whoa.- dijo Douxie.- Ve con mas cuidado.-

El rubor pintaba las mejillas del mago y sus ojos adormilados daban a entender que tal vez ya había bebido demasiado.

Una suave guitarra sonaba detras de la voz del mago.

Mientras yo estoy dormido, sueño que vamos los dos juntitos a un cielo azul.

Douxie sostuvo su cintura, balanceandose lentamente al compás de la musica.

-¿Douxie?- preguntó ella, la adrenalina de antes habiendo sido reemplazada por una confusión que no deseaba resolver.

-Shhh.- dijo Douxie a su oído.- No hables, mi amor.-

Pero cuando despierto el cielo es rojo.

Me faltas tu.

-Creí que no hablabas español.- se burló ella, poniendo sus manos sobre los hombros del mago y recargando su cabeza en su pecho.

-Tengo mis trucos.- dijo él.

Peggy dejo de sentir la ansiedad que la perseguía, concentrandose unicamente en aquel momento, en el tranquilo palpitar del corazón de aquel joven mago que alguna vez supo amar.

Sonrió para si.

El amor siempre le había parecido algo tan mundano, tan pasajero. Sin embargo, ahí, con Douxie sosteniendola, parecía tan natural y se sentia tan correcto.

Aunque yo sea el culpable de aquella triste...

De aquella triste separación.

Vuelve, por Dios, tus ojos.

Douxie disfrutaba de aquel íntimo momento, tanto como había disfrutado cada segundo al lado de aquella callada y misteriosa bruja. Haberse ido había sido un error que lo había perseguido por noches enteras.

Sin embargo ella ahí estaba, sin importar cuan roto estuviera su corazón. Y él solo podia lamentarlo.

La tomó con más fuerza, como si ella fuera a desaparecer en cuanto la soltara.

Levanto su vista al sentir una mirada sobre ellos y encontro los grises ojos de cachorro perdido de Aran sobre sus relajadas figuras. Douxie solo desvío la vista y siguió el suave ritmo.

Peggy se retiró de su pecho, solo lo suficiente para verlo a los ojos. Esos ojos ambar que la confundian tanto.

-Ya no te vayas nunca.- rogó ella.

Vuelve a quererme.

Douxie la miró con tristeza y, lentamente acercó su rostro al de ella, tomando sus mejillas entre sus manos. Para su sorpresa, ella se inclinó igual y, después de que ella asintiera con la cabeza, Douxie depositó un suave beso en sus labios.

Peggy sostuvo el rostro de Douxie con suavidad y firmeza, como si eso fuera garantía de la promesa no hablada aún.

-Ya no...- respondio él, cuando se hubieron separado.

Vuelve mi amor.

.

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Ayyyyy diosssssss *se muere*

Si hay algo que yo ame en esta vida, además de ✨procastinar ✨, es el Mariachi (y a estos dos mensos enamorados)

Asi que si,
mariachi + confort ship =✨romance✨

La canción que usé se llama "Cielo Rojo" y es la versión de mi Sol, osease Luis Miguel. Les dejo el link de Spotify y de YouTube, por si quieren escucharla y ambientarse oh si

https://open.spotify.com/track/6z2gdbLv44WxTfpsnvoPLI?si=uAayosBCSAi5y0_wvwPgJQ&utm_source=copy-link

https://youtu.be/TG_B4XLfabc

Tambien, vieron ese cameo que hice? jsjsj (soy la mesera😔✨) si, me llamo Itzel, hola personas del Internet.

Cadena de "F por Aran", al bb nunca le habian roto el corazón asi😔😔😔

Por cierto, que no les sorprenda que Peggy se olvide del INMINENTE PELIGRO QUE CORRE cuando ve a Douxie. Ese muchacho hace que se le olvide hasta el nombre🥴

En fin, nos vemos el miercoles bai

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