Lo Destrozasteis
Todo esto ya lo sabéis... Mejor leer ya el siguiente capítulo ^^ Ante Ranma aparecerá un nuevo e inesperado adversario O.O No habrá lucha, pero tendrá que echarle valor...
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5.
Lo Destrozasteis
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Apretando los dientes para que ni el más tenue quejido escapara de su garganta, Ranma echó la cabeza hacia atrás, sobre la puerta y apretó también los párpados hasta que el dolor remitió poco a poco. Su respiración también sufrió un vuelco, pero afortunadamente no había nadie en el pasillo que lo oyera.
Ya recuperado, y con el puño aún en alto, fijó sus ojos en la pared que tenía delante.
Se acabó se dijo con rotundidad. A partir de ahora tiene que ser diferente.
Los acontecimientos de ese día le habían dado una nueva perspectiva para entender su vida y la manera en que había soportado todo lo que le pasaba. Si algo había quedado claro para él era que había llegado el momento de tomar el control para que su vida fuera cómo él quería.
Poner en su sitio a los demás y dejarles claro que no se dejaría pisotear más había sido doloroso y cansado, pero había tenido una parte positiva; si no hubiera sido capaz de plantar cara en primer lugar, tampoco habría tenido la valentía suficiente para abrirse a Akane y expresarle sus sentimientos.
Habiendo alcanzado ese punto crítico, todo dependía de cómo se comportara a partir de ahora.
Porque no bastaba con lo que había hecho; era necesario que mantuviera esa actitud y determinación con firmeza. Él conocía sus debilidades, aunque las ocultara y tratara siempre de superarlas; su inseguridad, su desconfianza hacia los sentimientos... sabía que fácilmente podía verse tentado a dar un paso atrás, cometer una estupidez que arruinara todo lo conseguido. Pero también sabía que ahora contaba con una razón de peso para no enredarse en viejas costumbres.
Akane...
Apretando el vestido contra su pecho, rememoró los felices instantes que acababa de compartir con ella y fue capaz de revivir los intensos sentimientos de amor y seguridad que ella le había brindado. Puede que, contra todo pronóstico, aquella fuera la noche más feliz de su vida. ¡Debía proteger eso! No solo por su felicidad, sino también por Akane. Porque, más que nadie, ella merecía seguir siendo tan feliz como la había visto justo antes de quedarse dormida en sus brazos.
Ahora sé que me ama se dijo extasiado. Y que desea estar conmigo, como yo quiero estar con ella para siempre.
Ranma decidió hacerse a sí mismo una promesa en ese instante.
No más inseguridades. No más insultos, desplantes, malos modos, ni burlas... Me morderé la lengua hasta que sangre si es preciso antes que decir algo que pueda herirla se dijo con solemnidad. Ella salvó mi vida, se ha sacrificado cientos de veces, me acepta como soy y yo... prometo, por mi honor como artista marcial, que a partir de ahora me esforzaré porque Akane Tendo sea feliz y sonría siempre igual que lo ha hecho esta noche. Y que nunca, jamás (a no ser que ella me lo pida) volveré a apartarme de su lado.
Lo repitió varias veces grabando esas palabras en su alma y después asintió, sellando el pacto consigo mismo.
—No voy a retroceder ni un paso —susurró.
Antes de alejarse, echó un último vistazo a la puerta del cuarto de su prometida, pero se obligó a irse antes de que la tentación de volver con ella se hiciera demasiado grande.
Atravesó el pasillo en silencio y antes de alcanzar las escaleras oyó una serie de quejidos que provenían de la habitación del maestro. Curioso, Ranma se asomó por la rendija de la puerta entre abierta y observó al anciano hecho un ovillo sobre su futón. A la suave luz de una lámpara, el hombrecillo se sostenía el estómago arrugando su feo rostro en una mueca. Giraba sobre sí mismo sin encontrar una postura cómoda, lamentándose de lo mucho que le dolía y lloriqueando como un niño.
Supongo que beberte un barril entero de agua que proviene de una poza encantada no puede sentar bien reflexionó Ranma tras observarlo.
Cualquier otro día se habría apiadado del viejo y quizás habría advertido a Kasumi, cuidadora oficial de la familia, para que le asistiera o le preparara algún remedio casero. Ese día, sin embargo, el chico le observó con los ojos entornados, sin sentir ningún pena y silenciosamente cerró la puerta para ahogar sus alaridos de dolor.
Un dolor de estómago es poco castigo para lo que se merece se dijo. Se encogió de hombros y se alejó de allí. Pero no está mal para empezar.
Encontrar al maestro en ese estado no hizo que Ranma se sintiera mejor. Los enfrentamientos con Mousse, Ryoga y Kuno tampoco lo habían logrado; de nuevo se dijo que era porque no se lo tomaba como una venganza contra ellos, era simple justicia. Ver que aquellos que te han hecho tanto mal reciben un escarmiento es un acto de justicia. E incluso cuando has sido tú quien lo ha llevado a cabo, no es algo que te haga del todo feliz, solo era lo que merecían.
Ranma se había encargado de Ryoga, Mousse y Kuno. Y el universo estaba castigando al maestro, al parecer. Mientras el chico bajaba las escaleras hacia el piso inferior, rememoró su lista de culpables que aún estaba incompleta pero no sintió ningún deseo de seguir repartiendo justicia por esa noche.
Su humor se había relajado gracias a Akane y aunque la emoción y excitación iniciales se habían apaciguado un poco, Ranma seguía sintiéndose feliz. Por fin, las emociones negativas originadas ese día se alejaban de él y por tanto, podía ser benévolo con los demás.
En lo único que podía pensar ya era en deshacerse de ese vestido como Akane le había pedido y regresar lo antes posible a su cuarto para echarse a dormir. Necesitaba descansar para encarar el nuevo rumbo que había decidido para gobernar su vida de ahora en adelante. Y de todos modos, pensando en su familia, le pareció que no era necesario buscar enemigos también entre ellos.
En el piso inferior, casi todas las luces estaban ya apagadas. Al pasar por delante de la cocina, recordó que llevaba horas sin comer nada pero no sentía hambre. El cosquilleo de su estómago parecía alimentarle. Cruzó el pasillo, pasó por delante de algunas puertas y decidido a salir al exterior una vez más, solo se detuvo un instante al pasar por delante del comedor.
Dentro sí había luz, pero las puertas estaban cerradas. Sin embargo, murmullos inconfundibles escapaban a través de la finura del papel. Ranma escuchó la voz de Kasumi al otro lado y se sorprendió de que la joven siguiera despierta tan tarde.
Todos deben seguir alterados por lo ocurrido se imaginó. La boda que tanto esperaban se había estropeado, el dojo estaba destrozado... Sacudió la cabeza sintiendo que con tan solo pensarlo se agotaba más.
Mañana decidió, cansado. Estuvo a punto de pasar de largo, pero entonces distinguió la voz de su madre que sonó, además, demasiado preocupada.
—¿Dónde se habrá metido Ranma? —La oyó decir—. ¿Por qué no ha vuelto aún? Hace horas que se fue.
>>. Espero que no le haya pasado nada malo.
El chico esbozó una ligera sonrisa de afecto. Sin pensar, extendió una mano hacia el asidero para deslizar la puerta.
—Parecía muy furioso cuando se marchó —apuntó Kasumi en un sosegado susurro—. Y Akane también... Se encerró en su cuarto esta tarde y ni siquiera ha querido cenar.
Al menos aún quedaban personas en esa familia que se preocupaban por ellos. Ranma a veces lo olvidaba porque era fácil que las atenciones de su madre y Kasumi se vieran ensombrecidas por las egoístas y absurdas tretas del resto en sus constantes intentos por aprovecharse de él y su prometida.
—¡Menuda sorpresa! Esos dos siempre están furiosos —Una tercera voz habló e hizo que Ranma soltara el asidero. Nabiki también estaba ahí dentro, al parecer. A ella no le apetecía verla—. Les encanta exagerar...
¿Exagerar? ¿Nosotros?
—Después de lo que ha pasado tienen todo el derecho del mundo a estar muy enfadados, Nabiki.
—¿Usted cree, tía? —Nabiki replicó en seguida y Ranma percibió algo en su tono de voz que le descolocó. La mediana solía imprimir sus palabras con un aire de indiferencia que rayaba en el aburrimiento, a menudo sus intervenciones en las charlas familiares parecían motivadas más por obligación que por genuino interés por participar. Pero esa noche, incluso a través de la puerta, sonaba vivaz y charlatana—. A mí no se me ocurre por qué, la verdad. Ninguno de ellos quería casarse de verdad, así que tendrían que estar felices por haberse librado.
—No sé Nabiki, yo creo que nuestra hermana sí que tenía ilusión por esta boda...
—¡Tonterías! Solo quería conseguir el agua para el bobo de Ranma...
El chico meneó la cabeza. Por suerte esas palabras no lograron herirle demasiado; él era consciente de que Akane lo había hecho para ayudarle, pero ahora también sabía que en verdad lo amaba.
Yo tampoco quería casarme hoy se recordó de forma razonable. ¿Y qué? Igualmente quiero a Akane.
La realización o no del matrimonio no tenía nada que ver con sus auténticos sentimientos. Pero Nabiki, como siempre ajena a la sensibilidad de los demás, era incapaz de comprender que a pesar de todo les doliera lo que había pasado.
—Hemos ido demasiado lejos —apuntó Nodoka. Soltó un par de sonoros suspiros que Ranma captó a la perfección; casi podía verla encorvada sobre la mesita, con esa arruga diminuta que se le formaba en la frente cuando estaba consternada—. Organizar la boda sin decirles nada, el asunto del agua... Creo que no ha estado nada bien. Ahora los dos están sufriendo y yo me siento fatal porque somos responsables por ello.
—No están sufriendo, tía; hágame caso...
Ignorando el último comentario de Nabiki, Ranma sonrió por su madre. No quería que la mujer se sintiera culpable por lo ocurrido, pero le reconfortaba que ella sí entendiera cómo se sentía. A veces Nodoka se dejaba llevar por las locuras de Genma y Soun, pero no era como ellos. Ahí estaba reconociendo sus errores y él estaba deseando perdonarla y que todo volviera a ser como antes.
—Supongo que todo habría ido mejor si no hubiera aparecido tanta gente —opinó Kasumi—. Nabiki, ¿por qué tuviste que invitar a Ryoga, Mousse, los Kuno, las otras prometidas de Ranma...?
—¿Y por qué no?
—¡Sabías que no se quedarían con los brazos cruzados! ¡Sabías que harían algo para que la boda no se realizara! —La acusó Nodoka.
—Fue una simple cuestión de negocios —respondió la susodicha sin más.
—¡Te pedimos que no lo hicieras!
—Pero no podía dejar escapar esa oportunidad. ¿Tenéis idea de cuánto dinero he ganado? —Ahora sí su voz sonó henchida de alegría—. Aún sin que se haya celebrado, esta boda ha sido el acontecimiento del año en Nerima.
—¿Cómo puedes hablar así?
Nabiki chistó.
—Si fuéramos listos, organizaríamos una de estas cada seis meses —comentó sin vergüenza alguna—. Nos haríamos de oro vendiendo entradas...
—¡Nabiki! —Protestó Kasumi—. ¿Qué dices? Estoy segura de que la próxima vez que se organice una boda, Ranma y Akane se casarán de verdad.
Hubo un silencio tras esas palabras. Ranma no sabía si porque las otras dos pensaban igual y, por tanto, no había más que añadir o al contrario, les parecía tan inverosímil que callaron por pura incredulidad.
Al final Nabiki chasqueó la lengua.
—Bueno, ya veremos...
—¿Qué significa eso?
—Pues que esos dos tienen muy mala suerte, ¿no creéis? —Les explicó la mediana—. Pensar en todas las veces que han estado a punto de dar un paso y ha ocurrido algo como lo de hoy. No sé. Yo nunca he tenido fe en que acaben juntos...
Ranma sintió un escalofrío de temor, pero luego recordó que, de hecho, Akane y él ya estaban juntos y suspiró aliviado. No le gustaba cuando Nabiki hablaba de ese modo, como si supiera más que nadie y por eso todo lo que decía fuera a hacerse realidad.
Y a juzgar por cómo reaccionó su madre, tampoco le gustó a ella.
—¡Lo de hoy no fue mala suerte! —declaró, alterada—. ¡Fue por nuestra culpa! ¡Y sobre todo por la tuya por invitar a todos esos indeseables!
A Ranma no le cabía la menor duda de que Nabiki había invitado a todos ellos para que estropearan la boda y así poder ganar más dinero en el futuro. Pensándolo bien, Nabiki siempre era la que arruinaba todos los momentos cruciales que habían tenido... Fue ella la que llevó a toda la familia al dojo en aquel primer intento de beso que hubo entre ellos, cuando se enfrentaron a los patinadores Sanzenin y Azusa.
Siempre era ella la que se burlaba cuando alguno de los dos se preocupaba por el otro, ella armó todo el jaleo durante esos días en que Ranma fue su prometido y Akane se enfadó tanto, fue ella la que les obligó a tomar el antídoto en el templo de las setas cuando cayeron hechizados y enamorados el uno del otro. Incluso cuando Ukyo se alojó con ellos en el dojo por el asunto de la salsa y parecía querer ayudarles, se las ingeniaba para que Ukyo les descubriera en su mentira.
¿Y por qué hacía todo eso?
Por dinero, por supuesto. Eso era lo único que le importaba en la vida. Porque así se aseguraba de que seguiría obteniendo dinero de nosotros.
—No me miréis así —Nabiki volvió a hablar tras unos minutos de silencio, atrayendo la atención de Ranma de nuevo—. ¡Hablemos claro! Aquí todas sabíamos que este día sería un despropósito y aun así seguimos adelante...
—Nabiki...
—¿Qué ocurre, Kasumi? ¿Acaso no te lo has pasado genial organizando la boda de tus sueños?
—¿Qué... dices?
—¡Oh, vamos! Admítelo... Esta era tu boda soñada, no la de Akane —reveló Nabiki—. Como no sabes si tú te casarás algún día, decidiste tomar esta para ti. La comida que más te gusta, los adornos con tus colores favoritos, incluso el vestido es el que habrías elegido para ti, ¿verdad? Akane jamás habría elegido algo tan recargado...
—¡Tenía que hacerse así porque era una sorpresa!
—Nada de eso. Te lo has pasado en grande jugando a las bodas y tomando todas las decisiones. Que saliera bien o mal al final, no te importaba tanto...
—¡Nabiki, deja en paz a tu hermana!
Ranma frunció el ceño, negando con la cabeza.
No era posible... ¿verdad? ¡¿Kasumi?! No, ella no era tan egoísta como para eso y seguro que lo desmentiría todo de inmediato. Por desgracia, lo único que se escuchó fue silencio.
¿Kasumi... también?
¿Podía ser cierto que Kasumi hubiese continuado con aquella locura, que sabía abocada al desastre, solo para organizar la boda a su gusto? Lo cierto era que después de la desaparición del doctor Tofú meses atrás, la joven apenas salía de casa más que para comprar y no se relacionaba con nadie ajeno a la familia.
Quizás sí había caído en la tentación de apropiarse de la boda de su hermana pequeña...
Es de locos... pensó él.
—Chicas, por favor... esto no sirve de nada —Oyó decir a su madre al cabo de unos segundos. Alguien suspiró al otro lado—. Quizás es verdad que pensamos en nuestros propios intereses más que en la felicidad de los chicos.
>>. Yo... siento que me he precipitado con todo esto por las razones equivocadas.
—¿Tía... qué? ¡Usted hizo lo que creyó mejor para Ranma!
—No, Kasumi... yo también he sido egoísta.
—¿A qué se refiere, tía?
El corazón de Ranma se aceleró y no quiso oír más. Fueran las que fueran esas razones, no quería saberlas porque su impulso natural era seguir confiando en ella. Pero sus piernas no obedecieron cuando las ordenó moverse. En el fondo, se dijo, no podía creer que nada de lo que su madre hiciera contra él pudiera ser tan malo.
Nodoka le quería, de eso estaba seguro.
—Quería ver a mi hijo casado con Akane cuanto antes para... terminar de convencerme de que él es un hombre de verdad —explicó con dificultad—. Yo quiero a Ranma con todo mi corazón. Y entiendo y acepté en su momento su maldición pero... a veces temo que pueda llegar a afectarle y algo dentro de él cambie.
>>. Sé que no le gusta transformarse en mujer, pero hay ocasiones en las que parece no incomodarle tanto, ¿entendéis? Se pone vestidos, incluso coquetea con chicos y... no... ¡No sé! Pensé que si se casaba con Akane, al fin podría tranquilizarme con respecto a este tema.
—Tía, no se culpe, solo está preocupada...
—No es excusa —determinó la mujer con rotundidad—. La boda no se ha realizado y sé que no ha sido por culpa de Ranma, y a pesar de todo sigo... angustiada.
>>. ¡Me duele sentirme así! No quiero que mi hijo crea que no confío en él o que no le acepto como es.
Ranma retrocedió y se apoyó en la pared. Por un momento creyó que se vendría abajo, con cada palabra que su madre decía era como si se hundiera un poco más en lo profundo de un agujero. Pero descubrió que, en realidad, no estaba tan afectado como había creído.
Suspiró hondo y en silencio se marchó de allí antes de que alguien le descubriera espiando. Ya había oído suficiente.
Salió a la calle y cerró la puerta de la casa. Se dejó caer sobre el primer escalón de la entrada y apoyó el vestido en su regazo mientras inspeccionaba el cielo. El cálido aliento de la noche pareció deshacer un poco la presión que parecía estar aplastándole la cabeza.
Mamá... No, él no tenía dudas de lo mucho que esa mujer lo amaba. Y por eso se sentía mal porque esos viejos fantasmas sobre lo varonil que era o no su hijo aún siguieran torturándola. Nodoka aún necesitaba tiempo para terminar de conocerle, pero algún día Ranma podría demostrar quién era de verdad ante ella.
Porque él lo sabía muy bien.
Era un chico que, ocasionalmente y a menudo en contra de su voluntad, se transformaba en chica. No le gustaba. Y sí, a veces lo usaba en su propio beneficio comportándose de un modo un tanto cuestionable... pero seguía siendo un hombre. Pasaba la mayor parte del tiempo como hombre, actuaba y sentía como tal y lo más importante de todo; estaba enamorado de una mujer.
Una mujer un poco testaruda y marimacho, pero mujer al fin y al cabo. Esa era la realidad. Así de sencillo.
Podía haber sido peor se dijo. No, no iba a enfadarse con su madre por algo así. Ella sufría por esas ideas, pero nunca se lo decía para no herirle. Le sonreía, le cuidaba y le trataba con un amor incondicional. Ranma sabía que se había estado quejando mucho a lo largo de ese día pero en ese instante se sintió afortunado porque, a pesar de todo, contaba con el amor de su madre y también con el de Akane.
Seguro que hay personas por ahí que tienen menos que eso.
Resopló y tomó el vestido entre sus manos. Todavía tenía que deshacerse de él y se le ocurrió que sería más fácil si antes lo rompía. Lo agarró alzándolo a la altura de sus ojos y justo cuando se disponía a dar el primer tirón, una voz le detuvo.
—¡Ni se te ocurra hacer eso! —Ranma dio un respingo y se puso en pie de un salto. Nabiki apareció por la puerta, mirándole con el ceño fruncido—. ¿Te has vuelto loco? —Le lanzó una mirada inquisitiva de arriba abajo, puede que tratando de extraer más información, pero él frunció el ceño—. ¿Qué haces con el vestido de novia de Akane?
—Nada.
—¿Ibas a romperlo? —Nabiki arqueó las cejas, balanceándose sobre la punta de sus pies—. ¿Has visto a Akane? ¿Te ha pedido ella que lo hicieras?
—No es asunto tuyo.
—Vaya... Aunque entiendo que no quiera volver a ver ese vestido —comentó ella a continuación—. A fin de cuentas, prácticamente la dejaste tirada en el altar con él. Menudo recuerdo, ¿eh?
—¡Yo no hice tal cosa!
—No pasa nada si no querías casarte con ella, Ranma —Le atacó Nabiki. Dejó escapar una sonrisa cautelosa, pero no se detuvo—. Creo que Akane tampoco quería.
—Había mucha más gente que no quería, ¿verdad? —contratacó él. La chica vaciló unos segundos sin apartar sus astutas pupilas oscuras de él.
—Supongo —convino ella tras pensárselo—. A lo mejor es que no estáis destinados a casaros, después de todo —Se encogió de hombros—. Total, por un viejo dojo... —Ranma frunció el ceño, desconcertado. Pensó que aquella conversación solo era una excusa para meterse con él, como solía hacer pero... de pronto no entendía esos comentarios.
¿Qué pretendía Nabiki con todo aquello?
—¿Qué harás con el vestido? —le preguntó de pronto.
—Tampoco es asunto tuyo.
Pareció que lejos de ofenderla, esa respuesta le hizo gracia. Dejó de balancearse sobre el suelo para pasearse en torno al chico y Ranma apretó con más fuerza la prenda; de pronto se sentía como si estuviera a punto de iniciar un combate, vigilando a su rival, alerta, para anticipar sus ataques.
—Si Akane no lo quiere, ¿por qué no me lo das a mí? —le propuso, por fin.
—¿Y para qué lo querrías tú?
—Podría ganar un buen dinero —respondió sin más—. Seguro que hay muchas personas dispuestas a pagar por él. ¡El vestido que Akane llevó en su boda fallida! Ukyo o Shampoo pagarían solo para poder destruirlo con sus propias manos o sino Kuno siempre está dispuesto a pagar mucho dinero por cualquier cosa de Akane...
—¡¡NO!! —Ranma saltó, colérico, ante la mención de Kuno. Oh sí, apostaría porque que ese pervertido pagaría lo que fuera por el vestido y podía imaginar con que intenciones—. No pienso permitir que Kuno le ponga sus asquerosas manos encima...
—¡Solo es un vestido! —Nabiki puso los ojos en blanco y extendió la mano—. Anda, déjamelo a mí y puede que te de una comisión.
Le guiño un ojo, pero Ranma reaccionó con desagrado. Una chispa de repulsión asomó en sus ojos al negar con la cabeza.
—He dicho que no —Pero Nabiki, con un mohín, atrapó un trozo de la tela y dio un tirón.
—No seas crío, Ranma —replicó ella, algo más seria—. Entrégamelo.
—¡He dicho que no! —Dio un fuerte tirón a su vez pero Nabiki también hizo fuerza. Forcejearon unos segundos hasta que se oyó un desgarro. La chica miró irritada el desgarrón que se había hecho en la falda.
—¡Mira lo que has hecho! —Exclamó molesta. Saltó hacia delante para agarrarlo con ambas manos y tirar más fuerte—. ¡Ahora tendré que arreglarlo antes de venderlo! ¡Pues pienso añadir el coste del arreglo a tu deuda, Ranma!
¡Era absurdo!
El artista marcial estaba más que harto de amenazas y engaños, así que atrapó una de las muñecas de la chica y la apartó de mala manera. Nabiki chilló, sorprendida, pero Ranma retrocedió llevándose el vestido con él y adoptando una expresión feroz al encararla.
—No pienso darte un mísero yen más, ¿me oyes? ¡Nunca!
—¡¿Ah, no?! ¡¿Quieres saber lo que pasará si incumples la deuda que tienes conmigo?!
—¡¿Te crees que alguien como tú me da miedo?! ¿Tienes idea de a qué clase de enemigos me he enfrentado a lo largo de mi vida? —Le espetó. Dio un paso y desde su altura superior, la miró entornando los ojos—. Puedes dar la deuda por saldada con el asqueroso dinero que has sacado hoy con la boda.
>>. Y que te quede claro que será el último dinero que obtengas de Akane o de mí.
Por supuesto no esperaba que Nabiki se amedrentara por sus palabras. Desde aquella vez que Ranma no pudo vengarse de ella cuando le engañó para que estuvieran prometidos, sabía que él era incapaz de hacer daño a una chica. Por eso se mostró segura.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo evitarás que siga ganando dinero con vuestra gran historia de amor?
—Si tengo que espantar a todos tus clientes, uno a uno, para que no vuelvan a comprarte ni una maldita foto, lo haré.
—¡¿Qué...?! ¡¿Cómo te atreves?!
—Te advierto que voy muy en serio. Así que será mejor que nos dejes en paz.
Nabiki abrió de nuevo la boca, pero Ranma permaneció impasible. Sostuvo la mirada sorprendida de la chica sin un solo atisbo de duda hasta que ella pareció convencerse de que aquello no iba a más. Antes de marcharse, se sujetó la muñeca que Ranma le había agarrado y volvió a mirarle.
Él no supo cómo interpretar la última mirada que le lanzó, pero sintió un gran alivio cuando la chica al fin se dio la vuelta y desapareció en el interior de la casa.
Volvió a dejarse caer en el escalón y se dispuso a destruir el vestido.
No más chantajes, ni amenazas, ni temor por acabar siendo fotografiado en actitud ridícula por esa chica que lo acechaba a cada instante. Todo acababa esa noche y empezaba también. Una nueva vida en la que Ranma por fin tendría el control.
Tiró de ambos extremos de la tela y cuando escuchó el sonido que hizo al romperse, se sintió extrañamente fuerte.
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Espero que el nuevo capítulo os haya gustado ^^ Aún quedan emociones en esta historia, a pesar de que solo quedan dos capítulos para que termine.
Si os ha gustado el capítulo de hoy, no olvidéis votar y dejarme alguna opición sobre lo que os ha parecido. ¡Muchas gracias por vuestros comentarios de los capítulos anteriores! Me encanta leeros.
¡Besotes!
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