Desperté y apagué el despertador en mi celular por instinto. Ni siquiera era necesario verlo para saber en dónde estaba.

Gruñí agotado, las ganas de levantarme de mi dulce cama eran tantas como las que te dan cuando sabes que hoy toca hacer ejercicio.

Me giré al otro costado, preparado para posponer mi día sólo "Cinco" minutos más, sabiendo que era una completa farsa.

Toda emoción del sueño se marchó al sentír una lengua eufórica chupar mi rostro. Al instante, apreté mis párpados y alejé el peludo de mi rostro.

—O-Ollie... ya, ya.

Refregué mi vista, di un largo bostezo y me senté en el colchón.

La manada de ternuras no tardó en llegar, Ollie y su hijo se subieron a la cama, sacudiendo sus colitas de lado a lado y dejando salír sus agitadas respiraciones por entre sus colmillos.

—¿Hay hambre, no?

Reí ligero acariando la cabeza del más pequeño. 

Me puse de pie y les serví comida a los cachorros.

Preparé un café caliente con unas tostadas de manteca con mermelada y dejé caer mi cuerpo sobre la silla.

—Hoy... ¿Hoy hay algo que tenga que hacer?

Miraba pensativo al gran ventanal frente a mí buscando hacer memoria, por lo que sabía, no habían planes en el día de hoy.

Tomé mi celular y entré a las redes, chequeando los DM's y mensajes de mis amigos y conocidos.

Erick

—Chris, buen día.

9:34 A.M

—Hola, Erick. Recién me despierto.

11:18 A.M

—Un poco tarde, ¿No?

—Jaja.

—No quería dejar la cama...

—¿Necesitas algo?

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No era por desubicado ni por nada en especial pero Erick no me hablaba si no era por alguna razón en particular; siempre era para juntarnos o salír con el grupo, pedírme algún dinero de urgencia o que me vio en stream y quería unirse porque se aburría.

Nuestra amistad con Erick había pasado de ser cercana y fuerte a ser una de sólo apariencias. 

Cuando estábamos con los demás me charlaba sobre sus cosas y yo de las mías, pero poco y nada porque aquellas salidas más que para ponerse al día con un viejo amigo eran para alocarse y beber sin remedio, solamente distracción.

Además de que Erick parecía tener un tipo de lejanía a mí, notorio en mí mente.

Escasos ratos en que quedábamos solos él sólo se levantaba y me llamaba para ír con el resto o si era una juntada de tres, raramente dado el caso y ese tercero debía ir al baño Erick prefería pasar ese tiempo en su celular y si le preguntaba o hablaba él respondía sin mirarme.

Habían pasado años desde aquel mítico y ensoñoso tiempo de relación con él, desde ese año en que parecía ser que él sería mi compañero de vida. 

Jamás volvimos a tocar el tema y en parte lo agradecía, me había costado otro año más poder dejar la ilusión y el amor que tenía por él, prefería mantenerlo en el fondo de un baúl como un mal gusto que nunca pasó para que no se volviera algo real.

Agradecía también que no hayamos perdido el contacto, Erick, ha pesar de todo, era una persona muy importante y significativa para mí, más allá de ser el hombre y la persona que más había amado fue un gran amigo y compañero en CNCO, también conmigo como indivual.

Erick

—Vamos a salír hoy a la fiesta que va a dar Andrea.

—¿Vienes?

—Claro, díme a qué horario.

—A las diez.

—Nos veremos allá entonces, Chamaquito.

—Genial!

—¿Y cómo estás?

11:43 A.M

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Y me ignoró el mensaje, como siempre.