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°⋆.ೃ࿔*:・ . 𝑀𝒾 𝒜𝓂𝑜𝓇 ᡣ𐭩 ִֶָ𓂃 ࣪˖ ִֶָ་༘࿐

—A- Además... me sentaba cada noche a ver videos de nosotros, quería saber si algún día la gente se daría cuenta por sí sola que teníamos algo y apoyarlo... pero no parecía haber intenciones de hacerlo, desde decír que si alguno fuera parte de la comunidad terminaríamos nuestras carreras, junto con las demás del grupo a decír que yo era muy jóven para saberlo, ¿Joven, para decír que te amo? N-No podía entenderlo. Había gente, sí, que apoyaba en cualquier circunstancia pero me dejé comer por la parte mala... quería huír a tus brazos y me dediqué a perderte por ese terror de arruinarte, me hice creer que sin mí estarías mejor, que sólo te hundiría.

Alzó su mirada, extendí una mano a su rostro y borré una lágrima que caía lentamente. Sus labios balbucearon ante mí y sin poder decír algo en concreto sus ojos se tornaron en un mar salado, se tiró a mis pecho y lo envolví entre mís brazos.

—No quería que me odies... No me odies, Chris, por favor.

Rogó apretando el principio de la bata que traía puesta, escondiendo su dolor en mí cuello, mostrándome todo eso que me ocultó por tantos años, cada vez que me miraba con lástima al llorar frente a él, reclamándole por ignorarme y rogándole porque no lo hiciera más sólo se dedicaba a acariciarme y prometerme que no lo haría para al otro día volver a hacerlo.

—P- Por favor, n-no me odies... y-yo te... t-te amo —suplicó tanto como las lágrimas paseándose sobre sus labios le permitían hablar.

—Nunca podría odiarte, mí Erick.

Me derrumbé en llanto ante esa confesión mutua, era evidente que ese amor jamás marchó de nosotros. Tal vez, él y yo nos alejamos por diferentes caminos pero nuestros corazones permanecieron en este lugar, el lugar del amor.

Mí cuerpo fue recuperando fuerzas pero Erick continuaba llorando desaforadamente, dejando ir por fin todo ese dolor.

Alcé su rostro y lo obligué a mirarme, su rostro enrojecido húmedo, hinchado. No podía pronunciar nada coherente más que sollozar, murmurar, sus ojos eternamente cansados y al límite apenas divisando mí figura.

Acerqué mí rostro y lo refregé con el suyo, viéndolo cerrar sus párpados de reojo. Con una mano libre subí despacio por su brazo, acariciándolo lentamente en lo que lo acomodaba sobre mis piernas.

Dejé un beso en su mejilla, en su cabello, susurrándole que todo estaría bien.

Besé sus labios con lentitud y delicadeza, correspondió temblando y queriendo llorar todavía más.

Un brazo pasando por detrás de su espalda para sostenerlo completamente, con mí restante subí la palma a su barbilla, paseando mí dedo pulgar por sus labios rosados.

—Te amo, Erick. Eres el amor de mí vida.

Sus ojos se achicaron de tristeza y pasó sus brazos por mis hombros.

Estuve unos minutos haciendo caricias en su espalda hasta que se apartó de mí y me besó sin decír nada.

Cuidados, amándonos, nuestras lenguas se acariciaban tal como nuestras manos se entrelazaban.

De a poco, la boca de Erick fue desesperándose y rogando por más, se hincó sobre mis caderas con cada pierna a mis costados y deslizó sus manos al cinturón de la bata, lo desarmó y quitó aquella prenda mientras yo sostenía su cintura con fuerza, apretándolo.

Mordió mi labio inferior y frenético quité la única prenda que lo cubría de un tirón.

Una mano paró en mí nuca cuando comencé a besar, morder y chuponear su cuello. Paseando mí lengua entera por toda su piel y frenando a respirar pesadamente contra él.

Su boca se abrió de placer y cada sonido que se escapaba de estrellaba contra mí oreja, sintiendo la suavidad de sus labios rozando por momentos.

Lo aparté y dejé caer sobre la cama, dando inicio a un recorrido de besos por lo largo de su torso mientras él acariciaba mí cabello y la habitación se llenaba del áspero sonido de mis labios en su piel y cada gemido que él me regalaba.

Mordí sus pezones y chuponeé alrededor de ellos, imprengándolo de mí olor y marcas con mí nombre grabado.

Quité su bóxer despacio, cada vez que la tela bajaba un poco llenaba de besos esa piel desnuda.

—C- Chris... -gruñí como respuesta —. T-Te amo —susurró, me levanté a dejar un casto beso en sus labios y volví a bajar, quitando su bóxer de una vez.

Tomé su pene y pasé mí lengua a lo largo, sintiendo su temblar del placer.

Lo atrapé en mí boca subiendo y bajando, las uñas de Erick tomaron las sábanas con fuerza.

Alcé la mirada y me encontré con la de él, quien apenas me vio en esa situación observándolo mordió su labio inferior extasiado.

Acabó en mí boca y me levanté para voltear su cuerpo duro por haber llegado, lo posicioné sobre sus rodillas y preparé mí masculinidad en su entrada.

Entré lento y Erick soltó un áspero gemido al estar completamente dentro suyo, sintiendo mis genitales chocar contra los suyos.

Comencé con estocadas suaves pero profundas, permitiéndole relajarse y abrirse más.

El calor fue subiendo y por inercia fui aumento la velocidad necesitado por más.

Tomé sus caderas mientras que él sostenía la cama con fuerza, dejándome ver su perfil relajado sobre la sábana.

Nuestros ojos se encontraron y mordí mí labio a verlo tan sumiso ante mí, abrió su boca y gimió con fuerza al penetrarlo rápido y profundo.

—Más... Por f-favor, más, amor.

Sus ojos se volvieron blancos por tal sentir.

Gruñía y tiraba mí cabeza para atrás.

Apreté una nalga de Erick con fuerza y lo nalgueé con toda mí palma, él se retorció y arqueó su espalda. Golpeé de nuevo y sus paredes apretaban mí pena con cada toque.

—¡Más! Hazme tuyo, f-fóllame, Chris. —imploró temblando abajo de mí, se apoyó con sus manos y tomé su cabello tirándolo para atrás para llegar a mirarlo.

—Eres mío. —apoyé mí abdomen en su espalda —cerró los ojos y volvió a recostarse para darme un mejor ángulo. Comenzado a llorar de placer con mis estocadas y ahora mí lengua babeando su oreja, cuello y espalda dejando algunas mordidas. Nuestros cuerpos estaba completamente mojados y él lleno de mis marcas —. Dímelo, Erick.

—Tuyo.

Terminé dentro suyo y sus dedos se estiraron al sentirlo.

Besé su espalda con cariño y me recosté a su lado. Lo cubrí con las sábanas y lo abracé.

—Te amo, mí hombre. —susurró y sonrió sin fuerzas.

—Te adoro, mí Erick.

Atrapé sus labios en un beso lleno de afecto y respeto mutuo.

Y por fin, no se había sentido sólo sexo, habíamos hecho el amor.









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