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Desperté con dificultad, el cansancio en mi cuerpo era tal que los párpados me pesaban como nunca. 

Miré a mi alrededor y la confusión comenzó a marearme en conjunto con el alcohol que tenía en mi cuerpo de ayer.

—¿Dón... de, dónde estoy?

La sangre se subió a mi cabeza al ver a Erick ingresar por la puerta principal, mi corazón se paró y mi rostro se deformó de la sorpresa. 

De pronto, algo más subió por mi garganta.

Sin saber con qué fuerza me levanté de un salto de la cama y corrí a otra puerta en esa habitación, vi un inodoro y me tiré en el suelo a largar todo el horror que bebí ayer.

Sentí unas suaves manos tomar mi cabello mientras mis arcadas llenaban de repudiables sonidos ese estrecho cuarto.

Cuando sentí terminar, me senté sobre mis piernas flexionadas y me quedé nulo mirando a un punto fijo, parecía que había largado el alma.

Erick tiró de la cadena.

—Iré a por agua, levántate, ¿Puedes?

Asentí y me puse de pie con una determinación inhumana, mi cuerpo pesaba cien toneladas, tal vez exagero.

Erick comenzó a caminar y lo seguí a paso lento después de lavar mi boca, llegamos a su cocina y me quedé quieto a esperarlo.

Tomé el líquido y bebí despacio, relajándome en su sillón.

De pronto, recordé la conversación con este chico en la madrugada. Comencé a toser fuertemente por el agua que subió, no entendía por qué de pronto todo sube en mí.

Erick se acercó rápido y palmeó mi espalda, de a poco me calmé.

—Despacio.

—E-Erick.

Me miró fijo, no parecía tener interés en hablar de lo que pasó.

—¿Qué, Chris?

—Yo... —mordí mi labio inferior nervioso, Erick tomó lugar a mi lado.

—Lamento todo lo que pasó. —tomó una de mis manos y lo miré.

—¿Por qué te fuiste así?

—Estaba asustado. Era lo mismo todo el tiempo, quería estar contigo pero el miedo me alejaba.

—Erick, me ignoraste sin pudor. El miedo no era una excusa para ignorarme un mensaje, ni siquiera entiendo por qué después de todo sigues buscando estar lejos mío, aún cuando no somos nada.

—La verdad no creí que te importaría tanto después de lo que hice, no esperaba que me sigas buscando.

—Pero lo hago.

Nos miramos en silencio, Erick retiró su mano.

—¿Para qué, qué quieres?

—¿"Qué quiero"? Erick, a ti te fue fácil dejarme, mientras tú ya estabas en otra relación yo seguía y seguía preguntándome si alguna vez me quisiste. —reclamé molesto.

—¡Qué querías que haga! Terminamos, Christopher, no había nada entre nosotros. No te debía nada. 

Se puso de pie enojado, imité su acción.

—¡No! Una relación no se termina sólo con pensarlo, necesitas aclararl-

—¡Nunca fuimos nada!

Esas palabras se clavaron en mí corazón como una estaca. Era verdad que nunca tuvimos un título pero era difícil pensar en que todo eso fue parte de mi imaginación sabiendo que él me prometió y juró amor, nunca fue mi novio, sin embargo, fue el amor de mi vida.

—N- No puedes decírme eso.

—Lo siento...

Corrí la mirada mientras mis lágrimas querían salír. Erick quiso sujetar mi mano, la saqué.

—¡¿Lo ves?! —gritó —. ¿Por qué quiéres esto?¿Para qué lo extrañas? No hacemos más que peleear y herirnos. 

—¡¿Para qué finjes que no me quiéres?! Tú también me extrañas, tú también quieres esto.

—¡No hables por mí!

Caminé decidido y retrocedió nervioso hasta pegarse a una pared, corrió su mirada de mí y pasé mis manos por su cintura haciéndolo respingar.

—¿Por qué tan confiado? —susurré sobre su oreja, tembló ante mí.

—C- Chris... 

Las ganas calcomían mi piel y rasguñaban las paredes de mi carne, este deseo indomable de estar con Erick, de ver en sus ojos algo que pueda justificar mi existencia. 

Apreté su cuerpo y lo pegué al mío, Erick gimió y se calló al instante, no quería demostrármelo.

Lentamente empecé a dejar besos en su cuello estremeciéndolo, tomé su mejilla contraria y lo acaricié sin frenar mis labios ni mi lengua.

Me aparté y lo obligué a mirarnos, sus ojos estaban cansados y su pecho subía y bajaba agitado, notablemente exitado.

Acerqué mi boca a la suya, deteniéndome a nada de centímetros.

En un feroz movimiento tomó mi rostro para comenzar a besarme desesperado, jadeando.

Lo alcé sobre mis caderas y lo encaminé a su cuarto sin separarnos.





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