⁺‧𝟐𝟎𝟏𝟗₊˚ ཐི⋆5 𝖆ñ𝖔𝖘 𝖆𝖙𝖗á𝖘⋆ཋྀ ˚₊‧⁺

—Te amo, Christopher. ¿Sabes cuánto te amo? —bajé mi mirada de su cabellera a sus dulces ojos verdes. A decír verdad, las cosas no estaban del todo bien, esos comportamientos de Erick de "No te hablé en todo el día porque me da miedo", "No te hablé en la semana porque me da miedo" se habían vuelto recurrentes, en un mes sólamente habíamos dormido juntos cinco veces, sin contar esta noche.

—Yo también te amo. —me incliné comenzando un beso dulce, amargo. Estos escasos ratos de amor más que disfrutarlos se pasaban con tristeza, melancolía. Recordaba aquellos días en que estar ambos en una cama era eso que volvía un mal día el mejor de todos, cuando estar cerca suyo no causaba inseguridad, cuando al mirarlo a los ojos no tenía que sobreprensar sobre si realmente me amaba o no. Ese amor honesto y seguro se había marchado, nunca pude entender porqué ni qué pudo haberlo desarmado, cada vez que estaba solo y se cruzaba por mi mente simplemente me dedicaba a llorar.

—Te extrañé tanto. —me rodeó en un abrazo y hundió su rostro en mi cuello.

—También te extrañé pero no andemos tristes ahora, disfrutemos.

—¿Pedimos un helado? —preguntó luego de unos segundos, alzó su rostro y me sonrió con malicia con sus párpados achinados, reí.

—Chocolate, frutilla y vainilla.

—Va. —extendió su mano a la mesita de luz y tomó mi celular, encendió la pantalla para entrar al inicio y marcar pero sólo se quedó callado un momento, mirando mi fondo.

—¿Qué tiene? 

—...Nada.

Con el helado de compañía, encedimos la televisión y decidimos continuar una serie que habíamos empezado hacía meses y jamás retomamos.

Miramos la serie por tres horas, para mañana no teníamos nada en la agenda.

—Me cansé. —habló Erick riendo mientras quitaba, carcajeé.

—Yo no lo quería decír pero... —rió Erick alegremente, oír su risa era lo mejor de mi vida, llenaba tanto mi corazón que recordar que ya no era algo que conformaba parte de mi día a día me destrozaba. Él no entendía cuánto causaba en mí.

—Acere, tú ere un... —continuó apuntándome, alzando y bajando sus cejas, tomé su mano y lo acerqué a mi cuerpo, apretándolo con fuerza —. Ayyy ya ya. —intentó zafarse mas presioné un poco más hasta que se rendió y correspondió.

—Mírame. 

Conectamos miradas.

—Estar juntos así, Erick, esa es mi felicidad. 

—Tú eres la felicidad en esta vida, mi Chris, no hay nadie como tú.

Comenzamos a besarnos dulcemente, llevé mi mano a su mentón para separar mejor sus labios.

Posicionó una mano en mi mejilla acariciándola, lentamente, todo el ambiente se tornó más candente y pesado.

Se levantó sin separar nuestros labios presos del deseo y dejó caer su cintura sobre mi pelvis, con cada lado a mis costados se movió despacio para los lados. Maldecí murmurando.

—Er- Erick...

—¿Qué pasa, Papi?

Sonreí de lado negando, tomé sus mejillas y lo obligé a mirarme.

—Quiero que seas mi novio.

Su sonrisa juguetona se desvaneció lentamente, algo en mí se removió al sentir como sus manos se alejaron de mi cuerpo. 

Una corriente nerviosa recorrió mi espina dorsal, me arrepentí instantáneamente.