La noche cayó mientras me preparaba para la fiesta, no me esmeré demasiado, preferí ir arreglado pero casual.

Guardé mi billetera, celular, manteca cacao, llaves. Me eché un poco de perfume, saludé a mis cachorros y salí asegurándome de que tengan agua y comida para largo.

En el automóvil de camino cantaba a todo pulmón las canciones en mi playlist, disfrutando a pleno el viaje.

Estacioné y toqué el timbre moviendo mi cabeza de un lado a otro en un intento de relajarme. Estaba acostumbrado a salír y conocer gente pero eso no evitaba que me ponga nervioso al llegar.

—¡Chris! —sonreí y abracé a la anfitriona —. Me alegra que estés, pasa al fondo con los demás. Ya hay bebidas.

—El gusto es mío, Andre —caminé por el living hasta la puerta que daba al patio trasero, la música llenó mis oídos y las voces charlatanes de los presentes cautivaron mi atención.

—¡Chri- topher! —Aron, un gran amigo, alzó sus brazos y caminó a mí, me envolvió y palmeó mi espalda entusiasmado.

—¿Qué pasa mi loco? —pasó su brazo por mis hombros guiándome con los demás —. La gente del party, eh. Estamos todos. —choqué palmas y saludé entre risas.

—Christopherluchii. 

—¡Chamaquito! 

LLevé mi mirada a un Erick con los brazos en alto para abrazarme.

Aún después de cuatro años esos ojos eran capaces de paralizarme.

—Acere, ¿Cómo estás? —lo alejé y lo miré, su sonrisa y ojos casi achinados causaban tanta paz en mí nostálgico corazón.

—Bien, no me quejo. —rió —. ¿Tú?

—También bien.

Nuestra charla finalizó ahí cuando nos pusimos a bailar y charlar con los demás del grupo.

Habían pasado cuatro horas y decidimos descansar un poco.

—Si nos sentamos mucho rato vamos a perder las ganas de bailar. —habló Bianca, una chica que sólamente conocía por esta fiesta.

—Un momentico nada más. —pidió Aron.

Me dejé caer en el sillón y a mi lado de sentaron otros dos amigos, Erick se ubicó en otro sofá con otros tres compañeros.

Comenzamos a hacer una ronda de preguntas, la mayoría irrelevantes, hasta que Andrea habló.

—Alguno de ustedes, chicos —todos los varones miramos curiosos —, ¿Ha salido con un hombre?

Me quedé en silencio mirando y oyendo como otros se reían, dejaban salír unos "Quéé", "Nooo". 

Instintivamente, mi mirada cambió a Erick quien carcajeaba y negaba con la cabeza.

—¿Por qué tan callado, Christopher?

Alcé mis cejas, ahora, un Erick confundido clavó sus ¿Molestos? ojos en mí.

—Chacho, la verdad es que... yo no creo que eso sea algo malo y en lo personal sí he salido con hombres.

Me explayé tranquilo, el resto me miró curioso.

—Viniendo de Chris no es algo que sorprenda. —habló Aron y rieron, menos Erick, quien no dejaba de observarme fijamente —. Tú, Christopher, eres tan cariñoso que no es de extrañar que hayas estado con todo lo que tenga vida.

—Bueno tampoco para tanto, compadre. —reí junto a Aron.

—Tú, Erickito, ¿Por qué no te ríes? —el nombrado volvió en sí al escuchar su nombre, sonrió.

—Nada, nada, estaba distraído.

—¿Has estado con un hombre, Erickin? —preguntó Andrea.

—¿Yo? No para nada, solamente me atraen las mujeres.

—Tiene sentido, Erick nunca ha mostrado interés en hombres. —dijo Bianca —. A mí me gustan las mujeres pero jamás he salido con alguna.

El tema de conversación se desvirtuó y los demás comenzaron a contar anécdotas y reírse de otras cosas que no estaba escuchando.

Mi mente se había estancado con las palabras de Erick.

Sí sabía que Erick nunca me quiso, que nada fue real.

Pensaba que lo tenía superado pero oír aquello me dio una angustia en el pecho que había sentido sólo con aquella confundida y complicada relación de hacía cinco años atrás.

Me levanté y salí al patio.

—Hola, cariño. ¿Quiéres venír a beber? —miré a la chica rubia que me hablaba, asentí y me entregó el vaso que traía en manos.

Bajé el líquido en cuestión de un segundo.

—Oh, wow.