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Capítulo 21: Cumpleaños feliz


11 de noviembre de 2022

Me encantaba mi cumpleaños, era el único día en el que podía ser consentida y nadie hablaba a mis espaldas. Solo las personas que realmente me querían y apreciaban estaban a mi alrededor, y siempre fue así, hasta aquel día.

La noche anterior, había llamado a mi mamá con la esperanza de que pudiera dedicarme tiempo para mi cumpleaños. Sin embargo, ella solo comentó que intentaría llegar, pero estaba muy ocupada con los preparativos de la boda.

Estaba esperando ansiosamente la inminente explosión que revelaría lo que todos intentaban ocultar. Después de todo, me encontraba en una posición diferente y había planificado mi próximo movimiento durante esta última semana.

Luego de salir del hospital, todo había cambiado, y aunque me aterraba la velocidad a la que iban las cosas, me gustaba el lugar en el que me encontraba.

***

Escuché que la puerta de entrada se abría mientras yo estaba en la cocina preparando un vaso de jugo de naranja. El médico había insistido en que tomara jugos naturales y evitara los alimentos procesados, así que estaba haciendo lo mejor por seguir sus recomendaciones.

Unos ruidos de ruedas en la sala me confundieron, así que decidí asomar la cabeza para ver qué sucedía. No esperaba a nadie, acababa de llegar del hospital y todos se habían despedido.

—¿Alex? —pregunté, sorprendida.

—¡Hola, mi amor! —exclamó Alexander, eufórico.

—No me dijiste que te irías de viaje —comenté, tomando el último sorbo de jugo.

—Me mudo aquí —reveló.

Ante su inesperada noticia, no pude evitar escupir el jugo en su rostro.

Traté de mantener la calma, pero eso solo desencadenó una risa nerviosa. ¿Cómo podía tomar esa decisión tan a la ligera, sin consultarme? Él se secó la cara con una servilleta de cocina.

Eliminé las lágrimas de la risa y decidí hablar.

—¿Esto es alguna clase de broma?

—No, pequeña, no es una broma.

***

En ese instante, aún no entendía lo que estaba sucediendo, hasta que el castaño se instaló en mi habitación y me dejó claro que no se iría, sin importar que llamara a la policía. Lo miré varias veces y él sonrió en todas las ocasiones.

Comenzó a explicar detalladamente las razones por las que había tomado esa decisión, justificando en cada una de ellas que yo necesitaba a alguien que estuviera ahí para mí cada vez que lo necesitara, y que él quería ser esa persona.

De alguna manera, sin decir palabra, le di la razón a Alex. Sabía que Ana estaba herida por la forma en que la traté la última vez, y aunque se presentó en el hospital, no intercambiamos palabras. También sabía que ella no estaría en casa por unos días, mientras yo buscaba la manera de disculparme con ella, por lo que me encontraba completamente sola en esas paredes.

Mientras comenzábamos a convivir, me di cuenta de que despertar a su lado y compartir cada bocado del día se había convertido en mi refugio seguro. Estaba enamorada, aunque aún no encontraba las palabras para expresarlo. Nunca antes me había permitido pronunciar un "te amo" a alguien, por lo que cuando él tomó la iniciativa, me quedé sin habla.

***

Nos acomodamos en la estancia para disfrutar de una película. Tomé una palomita y la lancé hacia Alex, quien se volteó sorprendido y, en respuesta, tomó varias para devolverme el gesto. Transformamos el espacio en un campo de batalla de palomitas.

Riéndonos sin cesar, hasta que el dolor en nuestros abdominales nos obligó a detenernos. Finalmente, nos dejamos caer exhaustos sobre las almohadas en el suelo. Nos miramos fijamente y pronunció:

—Te amo, Irene.

Al ver que no respondía, él sonrió y tomó nuestras manos.

—No sientas presión —besó la palma de mi mano—. Solo quería que lo supieras.

A pesar de sus palabras, sabía que en el fondo deseaba que yo también correspondiera su amor.

***

—¡Feliz cumpleaños!—exclamaron todos al unísono.

Llegué a la oficina sin grandes expectativas aquel día. Me desperté por la mañana sin la presencia de Alex a mi lado. Había tenido que salir de forma urgente la mañana anterior debido a un contratiempo en una obra, y la zona en la que se encontraba carecía de buena cobertura. A pesar de haber mencionado nuestros cumpleaños en alguna ocasión, no estaba segura de si él lo recordaría.

Ana no había enviado ningún mensaje y mamá... ella simplemente llamó para felicitarme y envió un regalo en su lugar, el cual ni siquiera había abierto. Para mí, su mera presencia era mucho más valiosa que cualquier obsequio material.

Fui recibida con un estallido de confeti y serpentinas sobre mi cabeza, mientras mi escritorio se veía abarrotado de regalos y un pastelito. Todos mis compañeros, así como mi jefa, me rodeaban para felicitarme, a excepción de Luisa, quien permanecía en su silla con gesto adusto.

Intentaba mantener un perfil discreto, pues no deseaba que nadie supiera acerca de mi condición de salud. Alexander me había asegurado que se encargaría de la situación, aunque desconocía si había hablado con Adriana al respecto. Por mi parte, me sentía incapaz de abordar el tema con ella. Mis prácticas concluirían a finales de diciembre, por lo que decidí esperar hasta entonces para dejar la empresa.

—Dime, ¿Qué obsequio ha recibido de parte del Sr. Meyer?—murmuró Robert.

—Hasta ahora —me acerqué a su oído— nada.

—No te creo —frunció el ceño.

—Es la verdad. No he tenido contacto con él desde ayer.

—Es increíble.

Robert dramáticamente tocó su pecho, lo cual me hizo reír.

La relación con Robert había evolucionado y apreciaba su amistad, dado que en ese momento carecía de compañía.

—Si no cuentas con otros planes, ¿Qué te parece si esta noche salimos a cenar y a bailar?

—No estoy segura...—Vacilé—. La última vez que salí acabé ebria y sin recuerdos.

—Tranquila, iremos a un lugar que te fascinará.

Tras diez minutos de insistencia, Robert logró que aceptara. No deseaba permanecer sola en casa un viernes, y dado que nadie había llamado para visitarme, la propuesta de Robert era mi mejor alternativa.

***

Llegamos a un lugar que parecía estar un poco desértico. Había algunos automóviles, y me pareció reconocer uno. Miraba a Robert con un intenso deseo de acabar con él. No sabía si me había traído a un sitio peligroso, ya que no se veía ni un alma afuera del local. Todo estaba cerrado y solo se escuchaba la música desde el exterior.

Me había esmerado mucho en arreglarme. Llevaba un vestido ceñido de color verde olivo y unas sandalias doradas altas. Lavé mi cabello y lo dejé suelto con sus rizos naturales, y me maquillé sutilmente en tonos dorados.

Me veía y me sentía bien, aunque de vez en cuando la nostalgia me invadía por la ausencia de mis seres queridos.

—Si muero esta noche —señalé con el dedo—, será por tu culpa.

Caminamos por un pasillo y comenzamos a bajar unas escaleras; parecía ser una especie de sótano. La música se intensificaba con cada paso, pero la poca iluminación no me permitía ver bien el lugar.

—Cálmate y disfruta tu noche, Tinkerbell.

Me había estado llamando así desde hacía varios minutos, cuando vio mi atuendo.

—¿Y si mejor nos regresamos?

—Mira —señaló—, ya estamos llegando.

Logré vislumbrar una luz que se asomaba por debajo de una puerta.

Robert tomó el pomo y lo giró. Cuando di el primer paso dentro, el lugar se iluminó y escuché un ¡Feliz cumpleaños, Irene! Que me dejó cegada por unos segundos.

Cuando por fin logré mirar a mi alrededor, tapé mi boca. Alex se acercó con un ramo de rosas rojas. Mi corazón saltaba de alegría, no podía creer que organizaron todo sin que yo sospechara nada.

—¡Feliz cumpleaños, mi amor!—exclamó.

Salté a abrazarlo y pude oler su aroma. No pude evitar derramar algunas lágrimas, y él delicadamente limpió mis mejillas.

—Muchas gracias, amor—le dije.

Cada vez que lo llamaba así, sus ojos verdes brillaban con más intensidad. Era el efecto de estar con la persona amada.

—Disculpa por no llegar más temprano a casa— se disculpó.

Esa palabra, "casa", me sonó tan bien en sus labios.

—Hey, es hora de compartirla—exclamó Ana.

Todos nos reímos de su ocurrencia. Ella se acercó corriendo hacia mí, la recibí con el mismo entusiasmo con el que se aproximó. La había extrañado tanto que abrazarla fue reconfortante.

—Perdóname, Ann, sé que dije cosas desagradables la última vez... lo lamento profundamente.

—A veces deseo enviarte a la luna, pero ¿Qué sería de mí sin ti, rubia?

Ana era una de esas personas que deseas tener siempre en tu vida. Nuestra amistad experimentaba altibajos y, a pesar de nuestras discusiones, siempre estábamos ahí la una para la otra.

Leandro se acercó después de que la castaña se apartara y me entregó dos bolsas de regalo. Agradecí a ambos. Mamá caminó hacia mí y por un segundo olvidé lo que había pasado desde la última semana. Era mi mamá después de todo, y la amaba por darme todo y siempre querer lo mejor para mí.

—¡Feliz cumpleaños, mi princesa!—dijo tomando mis mejillas.

Mis ojos se humedecieron y sonreí.

—Gracias por venir, mami.

—Nunca me perdería tu cumpleaños por nada del mundo.

Me abrazó como nunca antes, y yo no la solté por unos minutos. Necesitaba sentir que todo estaba bien y en sus brazos sentía un poco de calma, una que más adelante me haría falta.

También estuvieron presentes, Adriana, algunos compañeros de la universidad e incluso Abraham fue invitado, lo cual resultó inesperado. Agradecí a Dios por no haberse ocurrido a mamá de invitar a José Ignacio, ya que habría sido incómodo tenerlo presente sin abordar el tema.

***

—Finalmente, eres completamente mía— murmuró Alex mientras me llevaba en brazos hacia la habitación.

En ese instante, el timbre resonó, interrumpiendo el momento. Él frunció su ceño, me bajó y se acercó a la puerta para ver quién llamaba. Un susurro de exasperación escapó de sus labios antes de abrir la puerta.

—¿Qué diablos haces aquí?

—¿Podrías pedirle a Irene que salga?

Al reconocer la voz, me apresuré a acercarme antes de que pudieran despertar a algún vecino con un posible altercado.

—Hugo, ¿Qué te trae por aquí?—susurré a la sombra de Alex.

Por reflejo, el castaño se apartó y me rodeó la cintura con firmeza.

—No tengo intenciones de armar un escándalo, solo quería desearte un feliz cumpleaños.

—Lo has dicho, ahora vete. Adiós.

Alex intentó cerrar la puerta, pero Hugo lo detuvo con un gesto. La tensión en el ambiente era palpable aquella noche, con ambos hombres a punto de estallar en cualquier momento.

—Gracias, Hugo, no era necesario que vinieras hasta aquí.

—Me iré, Irene— declaró él.

—¿Cómo?— pregunté, desconcertada.

No me había fijado que a su lado estaba una maleta con una caja de regalo. Alex me tocó el hombro, nuestros ojos se encontraron y sin necesidad de palabras, él comprendió mi necesidad de espacio. Con un beso en la frente, se retiró hacia la cocina.

Regresé mi mirada hacia Hugo, quien nos observaba con una expresión de melancolía. Sus ojos grises se tornaron oscuros, mientras su garganta se contraía. Sentí el impulso de abrazarlo, era evidente que lo necesitaba, pero no me atreví.

—Reflexioné mucho antes de venir a despedirme—intentó esbozar una sonrisa.

—¿Qué sucede, Hugo?

—Me rindo, Irene. Dejaré el país.

Lo miré perpleja, era consciente de que una relación de amistad entre nosotros no era factible, pero ¿le afectaba tanto como para marcharse de nuevo?

—¿Es por mi causa?

—Principalmente, deseo liberarme de todo lo que me ata a este lugar.

>He conseguido una oferta laboral que aceptaré. Simplemente he venido a entregarte tu obsequio, uno por cada año en que estuve ausente.

Tomó la caja y me la entregó, la recibí con delicadeza.

—Aprecio tu gesto, aunque no era imprescindible, Hugo—Logré articular.

En ese momento me sentía profundamente conmovida, luchando contra las lágrimas. La velada de mi cumpleaños había sido alegre y no esperaba que terminara de esa manera.

—Hasta luego, Irene.

Dijo mientras se daba la vuelta. Antes de que desapareciera de mi vista, lo llamé y le pregunté:

—En caso de necesitar contactarte, ¿cómo podré hacerlo?

—La respuesta estará dentro de esa caja.



Hola mis queridos lectores ❤️ iniciamos este 2025 fuerte con este triángulo amoroso. Espero que estén disfrutando la historia.

Les cuento que he cambiado las fechas de actualización, para los fines de semana. Lo más probable es que tengan doble actualización.

Gracias por estar aquí, los quiero mucho. Con amor, Ale ✨

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