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Capítulo 15: Pasado


Ni en mis más lejanos ensueños imaginé que cuatro pares de ojos, reflejando dos mundos completamente distintos, estarían reunidos en una misma estancia.

—Pequeña, has despertado —sus ojos de un verde resplandeciente brillaron— Espera un momento, voy a llamar al médico.

La intensidad de la luz me obligó a cerrar los ojos de nuevo, esforzándome por abrirlos hasta acostumbrarme. El constante pitido de las máquinas a mi alrededor resultaba molesto.

—Por favor, aguarda —apreté su mano—. ¿Podrías regalarme un vaso con agua?

—Claro mi amor, lo que desees.

«Oh por Dios», pensé para mis adentros. ¿Acaso estaba alucinando o realmente había escuchado decirle mi amor? Un carraspeo a mi derecha me sacó de mis pensamientos y al girar la cabeza, me encontré con la mirada de Hugo.

—También estoy aquí —dijo con un deje de sarcasmo, soltando mi otra mano y cruzando los brazos.

Alexander observaba la escena con diversión, como si supiera exactamente lo que Hugo estaba intentando hacer. Tomó la jarra de agua y gentilmente me sirvió un vaso.

Después de dar el primer sorbo, me dirigí a Hugo con curiosidad.

—¿Qué haces aquí, Hugo?

El castaño sonrió por la forma en que le hablé y salió de la habitación, mientras que Hugo seguía con un gesto molesto en el rostro.

—Ese tipo llamó a tu madre y le informó sobre la cirugía de emergencia.

—¿Cirugía? —Intenté incorporarme, pero sentí dolor.

—No te levantes —me volvió a recostar—. Lo que te sucedió fue complicado...

—Tuviste una peritonitis —interrumpió un médico que entró con Alex.

—¿Peritonitis, doctor? —me alarmé.

—¿Pueden dejarnos a solas? Necesito examinar a la paciente.

Resignados, ambos salieron de la habitación.


***


Transcurrió una semana desde la intervención, mi espalda no resistía otro día más en aquella cama y las persistentes idas y venidas de las enfermeras para verificar el tratamiento. Tras la visita del médico para comprobar que las suturas estuvieran cicatrizadas, me dieron el alta, con la única condición de regresar en un par de semanas para la lectura de unos resultados.

Adriana había venido a visitarme el segundo día para asegurar mi tranquilidad; sin embargo, sentí cierta disconformidad con el resto del equipo debido a la atención que se estaba tomando hacia mí. Esto era evidente, ya que solo Robert la había acompañado.


***


—No tienes nada de que preocuparte, Irene—sonrió, apretando mi mano—Tómate todo el tiempo que necesites para recuperarte.

—No me parece conveniente, Adriana. Por favor, envíame el material para editarlo desde mi hogar.

—Si accedo a eso—susurró acercándose— el señor Meyer podría prescindir de mis servicios.

Al escuchar sus palabras, me percaté de la situación. Lancé una mirada fulminante a Alexander, quien deambulaba inquieto por la habitación atendiendo llamadas. Resultaba peculiar ver a alguien preocupándose tanto por mi bienestar. Había estado a mi lado incansablemente, a pesar de que le insistí en que regresara a su hogar a descansar.


***


Consideraría volver, ya que sostenía mi postura de que los hospitales se habían convertido en mi principal antagonista. Lo único que podía rescatar de aquella experiencia fue la solidaridad de todos para cuidarme, especialmente la de mamá.

—¿Estás lista, princesa?

—Quiero irme de una vez por todas—respondí mientras me ataba la coleta.

—¿Y con quién piensas quedarte?—me miró con curiosidad.

—En mi casa, por supuesto—le contesté, un poco confundida al levantarme de la cama.

—Sabes exactamente a qué me refiero—negó con la cabeza, esbozando una sonrisa persuasiva—. ¿Alexander o Hugo?

—¡Ay!, por Dios, mamá—giré mis ojos, exasperada—. Solo quiero mi paz mental. Caso cerrado.

Desde hace dos días ella me había incomodado con ese tema de tener dos pretendientes. Le resultaba divertida la situación, pero a mí me resultaba sumamente molesta.

—Siempre he estado aguardando este momento—Se rio—Sabía que llegaría en algún momento.

Jamás te he visto mostrando interés por alguien, eres una joven sumamente hermosa y no lo menciono por ser mi hija, pero capturas las miradas en cualquier lugar al que vayas. Reflexiona detenidamente sobre a quién entregarás tu corazón.

—Sra. Elena, ¿Quién le informó a usted que estoy en busca del amor?

—Dicen que los ojos son el reflejo del alma.

Resultaba lamentable no poder devolverle esa frase en ese preciso momento.

—Pensé que tu área de estudio era la ingeniería, no la filosofía —bromeé mientras me acomodaba en la silla de ruedas.

—Aunque te sorprenda, también disfruto de ver novelas en la televisión.

«A pesar de ello, te faltó astucia mamá»

—Adivino, ¿la tía Luz con sus novelas turcas?

Ambas reímos, pues era verídico. Mamá siempre será la primera persona que desee tener cerca cuando las circunstancias se vuelvan complejas. Las semanas alejadas resultaron ser una verdadera tortura; aunque mi cometido aún no había dado inicio, era necesario establecer una tregua para que todo fluyera adecuadamente.

Después de todo, cualquiera podía irrumpir en nuestra vida, pero no cualquiera sería capaz de permanecer en ella. No renunciaría a mi postura, durante las semanas de reposo, trazaría mi próximo plan. No descansaría hasta recopilar las pruebas necesarias para que José Ignacio desapareciera de nuestro entorno. Tenía tanto por desentrañar tras presenciar su verdadera naturaleza.


***


Nadie estaba conmigo en la hora del almuerzo. Llevaba cuatro días en el hospital y era la primera vez que todos coincidían finalmente.

De repente, dos toques en la puerta me sorprendieron; Ana estaría por llegar en una hora para cuidar de mí. Di el pase y metí una cucharada de sopa en la boca, casi escupiéndola cuando un hombre de traje negro entró en la habitación. Su mirada era inquietante, como si llevara una máscara para cada ocasión, un verdadero actor listo para su próxima función.

—Hola, Irene—se detuvo frente al cabezal de la cama.

—¿Qué haces tú aquí?

Sonrió con malicia, lo que me produjo escalofríos en todo el cuerpo.

—Solo quise venir a visitar a mi hijastra. Tu madre no podrá venir hoy.

—Jamás dejaré que me emparenten con un tipo como tú.

—Mira, muchachita—se acercó y tomó mi quijada—. No permitiré que una mocosa me quite lo que siempre he deseado.

—Suéltame—apreté su mano— Veremos quién gana la batalla.

—Solo eres una mocosa caprichosa—levantó una ceja, soltándome— Haré que tu mamá se ponga de mi lado, ya verás.

Se giró y cerró la puerta de un golpe. Apreté los puños y suspiré con rabia, tratando de resistir la tentación de salir de la cama para ir tras él.


***



El enfermero se acercó para acompañarme a la salida, mientras avanzábamos pude observar individuos derramando lágrimas en los corredores, otros deambulaban con expresiones preocupadas. Esta escena simplemente corroboró lo que ya presentía en mi corazón: no deseaba retornar para revisar aquellos análisis porque intuía lo que eso implicaba.

Me sentía tan agobiada por el olor característico del hospital que ansiaba llegar a mi habitación y darme un auténtico baño. En el aparcamiento, Ana me aguardaba con unos globos, siempre tan infantil con sus sorpresas que no cambiaría por nada en el mundo.

—Hola Rubia...—me mostró los globos—siento decirte que te ves del carajo.

—También te quiero, An.

Ella rió y se acercó para asistirme a levantarme de la silla, caminé unos pasos y logré acomodarme en el asiento trasero. El acto de caminar me resultó arduo en el primer día, lo cual me hizo recordar el momento en que Alexander intentó ayudarme y mi resistencia a permitir que fuera él precisamente quien lo hiciera.


***


—Realmente te agradezco haberme llevado al hospital—me lamenté por el dolor—Pero no puedo simplemente olvidar cómo te has comportado conmigo.

—Te aseguro que lo lamento profundamente, Irene—intentó tomar mi mano—Ese jarrón... tenía un significado muy especial para mí.

—¿Acaso te lo obsequió una ex pareja?—Alcé una ceja.

Me percaté de lo que acababa de decir y cubrí mi rostro avergonzada, una risotada escapó de él, y me miró con gracia.

—Si fuera una exnovia no tendría tanta relevancia—Cambió su mirada por tristeza—Me lo obsequió mi madre.

Sus ojos se humedecieron, percibí cómo un nudo se formaba en mi garganta. Cuando descubres la vulnerabilidad de las personas, comprendes por qué a veces su coraza es tan sólida externamente.

—Lamento mucho, yo y mi torpeza—dije avergonzada—podría entablar conversación con tu madre y ofrecer disculpas, quizás ella comprendería.

—Si das con una escalera que conduzca directo al cielo, avísame para acompañarte.

«Oh, no puede ser».

—Alex, sinceramente, yo...

«Cada vez que abro la boca es para obstaculizarlo aún más»

—Le hubieras agradado—sonrió con nostalgia—estoy seguro de que se hubiesen llevado bien.

El sufrimiento en sus palabras era evidente, me sentí apenada por haber reabierto una herida que aún parecía estar latente. Después de eso, las dinámicas cambiaron entre nosotros; él parecía haber liberado una carga, como si anhelara expresar lo que sentía, pero no tuviera con quién hacerlo.


***


Mamá abrió la puerta de la residencia y Ana me ayudó a ingresar, y al percatarme, un letrero en la sala me recibió: ¡Bienvenida Irene! Más globos y un gran ramo de rosas. De repente del pasillo emergió Hugo con una guitarra entonando "Vas a quedarte - Aitana", adaptando la letra para que sonara como si la hubiese escrito un hombre.

Sentí como si la barrera que había interpuesto entre nosotros, fuera traspasada para intentar adentrarse en mi corazón. Él no podía estar llevando a cabo tal acto, estaba escarbando en lo más profundo para sacar a la luz todo aquello que había intentado sepultar durante tres años. Las noches en las que aguardaba a que llamara a mi timbre y confesara que sentía algo por mí, o las ocasiones en las que deambulaba por la ciudad y creía divisarlo entre la multitud. De algún modo, siempre anhelé que regresara por mí; pero nunca lo hizo.

Rápidamente, giré la vista hacia el sofá, evitando que mis ojos se llenaran de lágrimas. Pero en ese momento, vi un peluche de vaca, idéntico al que él me había ganado en la feria hace tres años. Eso desencadenó un torrente de lágrimas que no pude contener, haciendo que Hugo detuviera su canto. La fatiga me invadía por completo, y sentí la urgente necesidad de liberar toda la opresión que oprimía mi pecho, temiendo que de lo contrario pudiera consumirme en esa habitación. En medio de ese esfuerzo, un pinchazo de dolor recorrió mi cicatriz, y en ese instante, Ana se acercó a mí.

—Sabía que esto no resultaría en algo positivo —acusó con pesar.

—¿Mi querida hija, te encuentras bien?

—Por favor, Ana, llévame a mi habitación—supliqué entre sollozos.

—Irene, yo...

—Hugo, este no es el momento adecuado —intervino mamá.

Lo vi asentir con tristeza, recoger su guitarra y, tras unos instantes, escuché el resonar de la puerta al cerrarse.

Cuando me encontraba recostada en la cama, me permití derramar más lágrimas mientras Ana acariciaba delicadamente mi espalda; ella, más que nadie, comprendía el profundo dolor que me embargaba.

Mamá entró en la habitación con una taza de té y sin necesidad de que le contara nada, ya conocía toda la narración. Reveló que Hugo le había relatado cómo nos habíamos conocido y qué había sucedido entre nosotros. No estaba completamente segura de si la verdad absoluta sería compartida con ella, dado que si solo se presentaba la versión de Caperucita, el lobo feroz nunca ofrecería su testimonio.

Sería muy ingenuo de su parte si se le ocurría revelar a mi madre todo el dolor causado, y como ahora desea recuperar el corazón que una vez rompió. Nuestra relación era irremediable, ya que compartíamos un pasado que prefería olvidar, y al verlo a él, era como contemplar a su progenitor, pues a pesar de la diferencia en el color de sus ojos, fluía la misma estirpe que no toleraría que contaminara a mi pequeña familia de dos integrantes.



Hola mis queridos lectores, la espera se acabó y el capítulo que tanto estaban esperando ha llegado.

Debo comentarles dos cosas: Primero deben prepararse para los próximos capítulos porque se acercan tiempos de mucho drama. Y segundo no odien a Hugo, él trata de sacar su mejor versión pero las circunstancias no lo ayudan.

Ahora bien, me gustaría saber a qué equipo le van. Dejen su opinión en los comentarios si se identifican con el #TeamAlex o #TeamHugo

Nos leemos pronto, con amor Ale.

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