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Capítulo 12: Después de la tormenta

Me di cuenta de que mi aversión por la lluvia iba más allá de la infancia, se había arraigado en mí como una especie de rechazo a la melancolía que traía consigo.  En cada tormenta, encontraba una especie de catarsis, una liberación de emociones que necesitaban ser purificadas.

***

Entre a la casa con un sentimiento de malestar. En el grupo de canto del último año en la escuela, habían comenzado a comentar que el único ausente en la presentación del Día del Padre era el mío. No había prestado atención a eso antes, mi nivel de conciencia era diferente, pero al acercarme al bachillerato, empecé a percibir la vida de manera distinta. Mi madre siempre estaba presente y para mí era suficiente, pero al observar cómo los padres acudían para respaldar a sus hijos en los eventos, sentía que me faltaba una conexión importante.

—¿Cómo te fue hoy en el ensayo, cariño?—preguntó mamá descendiendo las escaleras.

—¿Mamá, por qué no tengo padre?—Inquirí, molesta, acercándome.

Un estruendo resonó y a través de las ventanas se vislumbró un relámpago fugaz.

—Irene, tú y yo somos suficientes, ya te lo he mencionado con anterioridad.

La vi apretar las manos en las barandas, su semblante había cambiado.

—No comprendo por qué todos en la escuela tienen un padre y yo no, mamá—dije con lágrimas en los ojos.

—No necesitas un padre, Irene, es suficiente con nosotras.

Ella zanjó la conversación, una lluvia torrencial se desató afuera. A pesar de ello, volví a plantear la misma pregunta al año siguiente, pero no cedió, simplemente ignoró mi interrogante y pasó de ella.

***

Alexander había cultivado la costumbre de llegar en el momento oportuno, casi como si poseyera un sentido innato de cuándo se necesitaba una mano reconfortante.

—Deja que tus lágrimas fluyan— susurró, abrazándome tiernamente.

Se me escapó un sollozo, desatando una tormenta a nuestro alrededor. Rápidamente, nos condujo a unos pocos pasos de la puerta, asegurándonos de que no cayera el aguacero mientras entrábamos apresuradamente en la residencia.

Una vez dentro, dejó el paraguas a un lado de la puerta y me tomó de la mano, guiándome al sofá donde se sentó conmigo en su regazo. Me acurruqué contra su pecho por un rato, luchando contra una sensación de vergüenza. Sabía que al levantarme, las manchas de maquillaje en mi rostro serían evidentes.

—No importa lo difícil que sea tu problema, siempre habrá una solución, pequeña—dijo mientras nos separaba.

Bajé la mirada, intentando limpiarme con las manos, pero él las tomó delicadamente para detenerme.

—No sé si algo roto pueda arreglarse—dije cerrando los ojos—estoy hecha un lío.

—¿Hay alguien herido de gravedad?—Levantó mi barbilla

—Mi corazón—respondí casi en un susurro, mientras me levantaba—Por cierto, ¿cómo llegaste hasta aquí?

—De acuerdo, si prefieres no abordar este tema—alzó las manos en señal de rendición.

> Fue curioso, momentos atrás me encontraba reunido con unos colegas, cuando de repente tu imagen vino a mi mente y al detenerme en el semáforo me percaté de que te hallabas frente a mí, con una expresión de tristeza desde otro vehículo. Intenté llamar tu atención con un cambio de luces, pero decidiste seguir tu camino.

—¿Coincidencia, acaso?

—Todavía creo que el destino es nuestro mejor amigo— Se puso de pie con las manos en los bolsillos.

Me reí y él también se rio, pero en cuestión de segundos, esa expresión alegre en su rostro se desvaneció y fue reemplazada por una mirada intensa.

No había notado su atuendo, un traje negro que lo hacía lucir tan elegante y refinado, anteriormente me parecían monótonos, pero él les confería distinción a cualquier prenda. Redefinía su valor y añadía un toque único.

Acortó la breve distancia que nos separaba y con su rostro a escasos centímetros del mío susurró con sensualidad:

—Desconoces la intensidad de mi deseo por besarte.

—Y yo de que lo hagas—tome su corbata y tiré de él.

Nuestros labios apenas lograron tocarse porque justo cuando quisimos intensificar el momento, el timbre sonó interrumpiendo el ambiente.

—¿Estás esperando a alguien?
Negué con  la cabeza perpleja y me acerqué a la ventana más cercana. Quedé atónita al divisar quién se encontraba al otro lado.

«¿Y ahora qué debo hacer?»

Contemplé dos alternativas: abrirle la puerta para impedir su entrada o guardar silencio y aguardar a que se retirara. No obstante, los golpes persistentes en la puerta y la advertencia de que la abrirían si no lo hacía me llevaron a optar por la primera alternativa.

—Hija, es necesario que conversemos.

Jamás había presenciado a mi madre tan desesperada; evitaba conducir de noche a toda costa y reconocía que el largo viaje la había agotado visiblemente. Permití que pasara, pero al dar la vuelta para guiarla a su habitación, recordé la presencia de Alexander en la sala. Mi madre lo escrutaba con detenimiento mientras él, sin el menor atisbo de arrepentimiento, se aproximaba a ella.

— Buenas noches, ¿Señora Elena? —inquirió él, visiblemente desconcertado.

—Buenas noches, Alexander—dijo con una sonrisa— ¡qué grata sorpresa!

—¿Ya se conocen?— Inquirí con curiosidad.

Ambos asintieron, y yo no pude evitar dirigir mi mirada hacia cada uno de ellos.

****

Había comenzado a reflexionar sobre el impacto de las palabras de Alexander en mi percepción. Si bien me consideraba una persona meticulosa que labraba su camino con dedicación, él irradiaba un aura de empirismo, expresando cada pensamiento con una confianza inquebrantable.

Ahora me embargaba una intensa curiosidad por desentrañar los misterios que condujeron a su designación como arquitecto principal en la renovación de la casa en Santa Rosa. En un principio lo había catalogado como un magnate empresarial o un hábil inversor, pero la vida tiene la costumbre de sorprendernos con giros inesperados.

Después de un breve diálogo, mi madre lo acompañó hasta la salida, y en cuanto se fue, ella me hizo señas para que le explicara mi relación con él. Me mantuve en silencio y me fui a mi cuarto, sabiendo que al día siguiente tendría una conversación que necesitaría prepararme mentalmente.

No me oponía a que mi madre encuentre la felicidad con otra persona. No soy dueña de su vida y no puedo impedirle nada. Sin embargo, mientras estuviera viva, no dejaría que Hugo forme parte de la familia. Aunque no tengamos relación sanguínea, el hecho de verlo en cada reunión familiar me causaba escalofríos. No podía dejar de verlo como un hombre y empezar a verlo como un hermano, eso es una locura.

El aroma del café recién preparado me despertó y, como si fuera impulsada por una fuerza invisible, me dirigí hacia la cocina. Mi madre había preparado el desayuno y los platos estaban elegantemente dispuestos sobre la mesa. Un ramo de flores exquisitas adornaba la encimera, su belleza desconocida para mí, ya que las últimas flores que me regaló se habían marchitado antes de que recordara regarlas.

—¿Siempre puedes contar con café, verdad?

—Es una costumbre, mamá—Sonreí mientras bebía un sorbo—sé lo que estás intentando hacer.

—Quiero ser directa contigo—Dejó un plato delante de mí—hace mucho que no me siento tan cómoda con alguien.

>Después de haberte dado a luz, mi existencia se ha centrado en ti. No malinterpretes mi amor inmenso por ti, eres el más preciado obsequio que la vida me ha brindado. Aunque los años pasen, siempre serás mi principal prioridad. Sin embargo, ha llegado el momento de concederme una oportunidad, ¿no lo crees?

—Si has tomado ya una decisión, no veo por qué solicitas mi opinión, mamá —me puse de pie.

—Irene, ¿Por qué te encuentras tan a la defensiva?— comentó con frustración—Por favor, ya es bastante con la presión de tus abuelos.

—Dios, mamá, sabes lo arduo que resultó para mí crecer sin la presencia de papá.

—Siempre fuimos tú y yo contra viento y marea, nunca te faltó nada—Intentó tomar mis manos.

—No, mamá, te rogué en múltiples ocasiones respuestas que nunca llegaron—mis ojos se humedecieron—Ahora, ¿por qué buscas mi aprobación si al final actuarás a tu antojo?

—Irene, exijo un trato más respetuoso—Elevó la voz—me duele profundamente escuchar esas palabras.

—¿Y quién considera mi propio dolor?

—Está bien, si buscas respuestas, te las proporcionaré—Declaró mientras tomaba asiento frente a mí.

Dos horas más tarde, mi madre había retornado a Santa Rosa y yo me encontraba sumida en un mar de lágrimas. Me preguntaba cuánto dolor sería capaz de soportar, mis ojos se hallaban hinchados por el llanto constante y mi corazón se veía oprimido. Nunca habría imaginado que el desenlace de mi padre sería tan trágico.

Ni la deserción de Hugo me había causado tanto dolor como lo hizo aquella revelación de mamá, después de tantos años aguardando por esa información que, en un arranque de molestia, finalmente dejó escapar. Ahora me debatía entre la tristeza y las lágrimas ante la revelación completa de la verdad.

A pesar de estar en mi pijama, tomé las llaves del automóvil y traté de contactar a Ana, sin embargo, no obtuve respuesta. El dolor en mi pecho se intensificaba, por lo que decidí conducir sin un destino definido hasta que llegué al complejo residencial de Alexander. Al mencionar mi nombre en la entrada, me permitieron el acceso de inmediato, aunque no presté mucha atención a ese detalle.

Estacioné frente a su edificio y el vigilante me observó con curiosidad debido a mi atuendo, simplemente reiteré mi identidad y hacia donde me dirigía y me dejó pasar con rapidez. Presioné el botón correspondiente a su piso y en menos de 3 minutos me encontraba frente a su puerta. A pesar de tocar el timbre tres veces, no hubo respuesta.

Cuando me disponía a retirarme, el sonido del ascensor anunció la llegada de Alexander, quien salió de él. Al contemplar mi estado, dejó las bolsas en el suelo y se dirigió apresuradamente hacia mí, pues en aquella mañana había descubierto que los brazos de él serían mi tabla de salvación en los momentos complicados que se avecinaban.



Hola mis queridos lectores, espero estén disfrutando la lectura. Les dejo el nuevo capítulo para que este fin de semana puedan armar sus hipótesis acerca de la verdad del papá de Irene.

Comenten acerca de ello, nos leemos pronto con amor, Ale ♥️

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