Capítulo 10: Despedida no planificada
El tiempo es relativo, para algunos puede resultar común reunirse un domingo en familia, pero para otros, como los amigos, es un momento que se valora profundamente; no obstante, para mí, que mantenía un amor platónico, ese instante era tan trascendental que al perderlo, comencé a percatarme de cuánto lo echaba de menos.
Bien, dicen que no se aprecia el valor de las cosas hasta que se pierden. Había transcurrido tres semanas sin ver a Hugo, desde nuestra visita al parque de atracciones comenzó a comportarse extraño. A la siguiente semana, recibí un mensaje proponiendo quedar para vernos:
Hugo Saavedra
@hugosaavedra
Hola guapa, ¿podemos vernos?
Dentro de mí, tenía la certeza de que algo no estaba bien. Su semblante, que solía irradiar jovialidad, mostraba una seriedad inusual al llegar a mi residencia. Tras saludarme con mesura, me condujo a un sitio que para él poseía un significado simbólico profundo. En retrospectiva, me doy cuenta de que aquella salida sería una anticipación a nuestra despedida.
*
-¿Quieres saber por qué te he traído aquí?-inquirió con curiosidad.
-Honestamente, estaba esperando a que fueras tú quien lo mencionara-respondí con una mirada de desconcierto.
Su rostro no mostraba una sonrisa completa y se podían apreciar ligeras ojeras bajo sus ojos.
-Disfruto de la sensación de libertad al correr en mi moto, siento que mientras avanzo, la vida fluye a mi alrededor-dijo con un nudo en la garganta.
> Durante una de mis salidas sin rumbo, descubrí este mirador. Me encanta venir aquí cuando el sol se desvanece, ya que siento que mientras un paisaje se despide, otro emerge para embellecerlo. Sin necesidad de reemplazarlo, ambos son perfectos.
Mientras lo escuchaba me percaté de que Hugo era bastante reservado en sus palabras, pero cuando decidía expresarse, su profundidad me cautivaba aún más. Su discurso era tan enriquecedor cuando se permitía realmente abrirse.
-No aparentas ser alguien que aprecie los atardeceres-comenté entre risas.
-Lo sé, es posible que proyecte una imagen distinta de mí-respondió reflexivamente.
Después de esa conversación, una brisa gélida sopló y sentí cómo la distancia se interponía entre nosotros, como si de alguna manera se llevara consigo todo el progreso que habíamos logrado en esas semanas.
*
Esa semana no se presentó al curso, mis intentos por contactarlo resultaron infructuosos, ya que solo nos comunicábamos a través de mensajes en Instagram y no disponía de su número telefónico, algo tonto considerando que ya habíamos compartido durante un tiempo. Tras su misteriosa desaparición, lo busqué en el edificio donde solía asistir a clases, sin embargo, su círculo de "amigos" me informaron que no había acudido a las pruebas.
A las siguientes semanas tampoco se hizo presente. Preocupada, me embarqué en la misión de descubrir la verdad, un propósito que me había fijado desde que desperté aquella mañana para asistir al examen final del curso. Tenía la corazonada de que él acudiría ese sábado, si era tan crucial su presencia. Y así sucedió, desde lo alto de mi edificio pude divisar cómo estacionaba su motocicleta, mi corazón se aceleró al notar cómo, a pesar de la distancia, nuestras miradas se entrelazaron.
Nunca antes había sentido la imperiosa necesidad de entablar una conversación con alguien más. Solía ser una constante lucha entre mis libros y yo contra el mundo. Sin embargo, desde aquel primer intercambio de palabras, mi existencia dio un giro inesperado. Anhelaba experimentar la sensación de romper con la rutina establecida, y él, y solo él, me motivaba a aventurarme a descubrir nuevos horizontes y lugares.
Quedé exhausta después de responder cien interrogantes, mi mente se encontraba agotada y mis ojos me dolían debido al esfuerzo y la evaluación. A pesar de ello, mi propósito estaba claro, apenas concluí la entrega de mis documentos, me dirigí hacia las afueras del edificio del moreno para interceptarlo. Al cabo de diez minutos de espera, logré avistar a su grupo descendiendo las escaleras; al final de la fila caminaba él con la cabeza gacha, su semblante lo delataba. Estaba atravesando un momento difícil y no sabía con quién desahogarse.
A medida que iban pasando todos los saludé con la mano, hasta que Hugo terminó de pisar el último escalón, tomé su muñeca y lo arrastré hacia uno de los bancos para sentarnos, él estaba tan metido en su mundo que no se opuso, solo se sentó y me miró.
Así que decidí romper nuestro silencio, tratando de aligerar la atmósfera cargada que se había formado entre nosotros. Sin embargo, su respuesta fue tan inesperada que me dejó sin palabras por un momento.
-Hugo, por amor a Dios dime algo-Sujeté con ternura sus mejillas.
-Irene, no lo lograré-suspiró, apartando mis manos con delicadeza.
Me di cuenta de que la situación se estaba volviendo aún más complicada de lo que imaginaba, y mi mente se llenó de preguntas sin respuestas claras. Intenté mantener la calma y seguir adelante con la conversación, pero la incomodidad persistía en el aire, haciéndome cuestionar cada palabra que salía de mi boca.
-Ni lo pienses-Mis ojos se humedecieron-he sido testigo de tu dedicación, solo necesitas creer en ti mismo.
-No logras comprender-Se puso de pie con irritación-para ti es sencillo porque tienes tu vida meticulosamente planeada-Sus ojos se cerraron.
> Desearía ser tú por un día, cada paso que das está cuidadosamente pensado y ¡bravo por ti, Irene! Pero no todos somos tan afortunados.
Mientras tanto, el tiempo parecía detenerse, como si estuviéramos atrapados en un bucle infinito de incertidumbre y tensión. Cada segundo se volvía más pesado, más denso, mis pensamientos se agolpaban en mi mente, buscando una salida, una solución a este dilema inesperado que se había presentado entre nosotros. A pesar de mis esfuerzos por mantener la compostura, sentía que la situación se escapaba de mi control, llevándome por un camino desconocido y lleno de obstáculos.
Finalmente, decidí tomar un respiro profundo y abordar el problema con una mente clara y abierta. Su tono me dolía, pero quizás, en medio de la confusión y la incomodidad, podría encontrar una solución que nos permitiera avanzar juntos, superando los obstáculos que se interponían en nuestro camino.
-No comprendo por qué estás siendo tan implacable conmigo-Una lágrima surcó mi mejilla y la eliminé con celeridad-¿Cómo esperas que lo comprenda si no me lo comunicas, Hugo?
Él simplemente se volvió y emprendió el paso velozmente. Respeté su espacio, pero al notar que la distancia entre nosotros se ampliaba, decidí correr antes de que se alejara por completo. Le llamé insistentemente, él era consciente de ello, sin embargo, nunca volteó. Llegó hasta su motocicleta y la puso en marcha para luego doblar en la esquina. En ese momento, ya era demasiado tarde.
Busqué mi teléfono e intenté contactarlo a través de Instagram, pero rechazaba la llamada. Una sensación de inquietud me invadió. Tenía plena confianza en él, en su capacidad para alcanzar sus metas. Había presenciado cómo expresaba su pasión por la carrera que anhelaba estudiar; sus ojos irradiaban entusiasmo. Sin embargo, desde aquel arrebato inicial, noté un cambio en su mirada. Quizás su brillo se estaba desvaneciendo sin que nadie más lo percibiera.
En la próxima semana, los resultados de los candidatos por carreras fueron publicados en el sitio web de la universidad. Con celeridad, localicé mi nombre entre los listados.
Resultado Periodismo:
95% Irene Mendoza— Turno: Mañana
Inicio de clases 4 de noviembre del 2019
Mi impulso inicial fue contener un grito que amenazaba con llenar mi sala de júbilo. Tras ocho intensas semanas de esfuerzo, por fin vislumbraba la realización de mi anhelado sueño. Con la emoción aún latente, me dispuse a escudriñar el listado correspondiente al campo de la ingeniería, pero su nombre brillaba por su ausencia.
Leía detenidamente aquella lista, pero lamentablemente Hugo no había alcanzado el requisito mínimo del 50% para poder ser admitido. Mi corazón se hundió al comprender la situación, pues realmente tenía la ilusión de que lograría superar la prueba. Decidí alentarle a optar por presentar el examen directo sin necesidad de repetir el curso, así que le escribí para proponérselo antes de que comenzaran las clases el mes siguiente. Sin embargo, me llevé una sorpresa al descubrir que me había bloqueado.
Un peso opresivo se instaló en mi pecho, cuestionándome si había sido demasiado insistente o si había cometido un error al intentar animarlo la semana anterior. Aun así, esos pensamientos quedaron en segundo plano cuando las semanas siguientes se convirtieron en un verdadero tormento. Hice todo lo posible por contactar a quienes decían ser sus amigos, pero ninguno tenía idea de dónde vivía o ni siquiera tenía su número de teléfono.
La tormentosa incertidumbre me consumía, anhelaba ansiosamente conocer su bienestar y sus planes tras conocer los resultados. No obstante, el ansiado mensaje nunca llegó, desapareció en la nada, sumergiéndose en un abismo del que parecía no haber retorno.
Con el transcurrir del tiempo, desistí de seguir buscándolo, resignándome a conservarlo en lo más profundo de mi corazón como: un amor platónico. Ese que jamás fue declarado, aquel que me enseñó que la vida no debía ser regida por preocupaciones, sino por la dicha de vivir cada día con plenitud y felicidad. Aquel que logró conquistarme con tan solo una sonrisa. ¿Cómo podría explicarle a mi corazón que lo nuestro era imposible?
Holaa mis queridos lectores, este capítulo está dedicado a la tan esperada despedida de Hugo e Irene. Para el siguiente capítulo nuestra protagonista se llevará una sorpresa, así que no se lo pierdan. Lo estaré subiendo antes del domingo (posiblemente).
No se olviden de votar, recomendar esta historia y dejar sus comentarios. Me gustaría leer su opinión. Un abrazo, con amor Ale❤️
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